Disclaimer: Frozen es propiedad de Disney, sólo me divierto con sus personajes :3
Saint Moritz
Capítulo 1: La reina de las nieves
"Transmitiendo en vivo el Torneo Mundial de Esquí desde la famosa estación de esquí de Saint Moritz para ESPN, Alberick Evolene" Anunció la figura masculina que observaba a través de la pantalla plana del televisor de su acogedor cuarto de hotel ambientando al estilo suizo con madera, piedra, blanco y haya.
"¿Son esas quien creo que son?" Preguntó el conductor extasiado del programa desde su plató al periodista que estaba en la pista, completamente enfundado en un traje para la nieve en la gama del gris y azul.
"Así es, Fisher. Son las hermanas Murrën. La aclamada Reina de las nieves, Elsa Murrën, campeona de snowboard por los últimos 4 años, y su hermana Anna Murrën, ambas provenientes de Arendelle, Noruega. Una vez más contamos con su presencia en esta reñida competencia sobre la nieve, ¿podrán la reina y princesa de Arendelle conservar sus títulos otro año más?" Respondió jocoso Alberick, mientras se aproximaba a las jóvenes mujeres que ajustaban sus equipos de esquí y snowboard. "Buenas tardes, señoritas. Alberick Evolene de ESPN" Saludó jovial el notero.
"Buenas tardes, Alberick" Respondió con una gran sonrisa la más joven de las hermanas, conocida con la princesa Anna. "¡Hola ESPN!"Chilló, moviendo entusiasmada su mano enfundada con un guante tipo manopla color violeta.
"Uhm… Hola" Saludó a secas la mayor, la rubia y enigmática Elsa.
"¿Listas para la competencia, chicas?" Preguntó con risueño el locutor. "¿Cómo se sienten éste año?"
"Más que listas, ¿verdad, Elsa?" Respondió con una risita Anna, volteando a ver a su hermana mayor.
"Si. Entrenamos todo el año para esto" Coincidió Elsa, dejando entre ver una tímida sonrisa.
Alberick se esforzó por retener lo más que pudo a las hermanas en una entrevista, a sabiendas de lo difícil que era conseguir una con Elsa. Dueña de una belleza increíble y una habilidad extraordinaria sobre la nieve y el hielo, innumerables competidores deseaban arrebatarle el trono de hielo en Saint Moritz. Por otro lado, Anna era la más accesible de las dos. Si bien no tenia las mismas habilidades que su hermana, aunque era bastante buena en lo que hacía, era más dada con el público y hasta solía posar para distintas publicidades. Lo máximo que había hecho Elsa en ese aspecto era posar para The Northface, pero cuando a la siguiente campaña le propusieron hacerlo en traje de baño sobre la nieve, se rehusó.
"¡Por favor! ¿Puede tener una mujer menos gracia?" Espetó el televidente desde su mullida cama de hotel.
"Eso lo dices porque quisieras ser el centro de atención, hermanito" Canturreó alguien entrando a la habitación, apenas envuelto en una toalla, chorreando todo a su paso.
"Cállate, Fedrick" Gruñó molesto, apagando la televisión y aventado el control vaya uno a saber dónde. "¡No mojes mis cosas, estúpido!" Gritó al ver como su hermano prácticamente se sacudía como un perro al lado de sus maletas.
"Eres insufrible, Hans" Suspiró Fedrick, mientras dejaba caer su toalla y correteaba desnudo en busca de su ropa.
"¿Ya están peleando?" Preguntó otra voz, ingresando al cuarto. Era la voz de Borc. "Fedrick, por Dios. Ten un poco de decencia" Puntualizó.
"De acuerdo, señoritas" Aceptó Fedrick, revolando los ojos.
Hans se dejó caer nuevamente en la cama, una vez más habían venido desde las Islas del Sur, él y su comitiva de hermanos, para la gran competencia anual de deportes de invierno en el Saint Moritz. Este año estaba decidido a convertirse en rey de la nieve a como diera lugar. No ansiaba nada más. Bueno, quizás algo más. Hacerle la vida imposible a Elsa Murrën.
A la hora de cenar bajó al gran salón comedor del hotel en las montañas suizas en compañía de todos hermanos. Siempre llamaban la atención. Después de todo no siempre se veía una comitiva de trece hermanos pelirrojos acaparar toda la barra de ensaladas y carnes de un lugar. Los primeros en abalanzarse sobre la ternera fueron los gemelos mayores, Jensen y Alrik, de 33 años. Ésta sería su última competencia, dado que planeaban retirarse para avocarse al negocio familiar. Fueron seguidos por Borc, de 31 años, el más serio de todos los hermanos, con su clásica expresión de pocos amigos. Los trillizos Brit, Daven y Egil prefirieron conseguir unas pizzas para comenzar la primera noche de competencia, a sus 30 años devoraban comida como si estuvieran en pleno crecimiento. En su idea de atacar hidratos de carbono puros los secundaban sus hermanos gemelos Frey y Gerd, de 28 años. Harlod, el noveno hermano y vegetariano, comía tranquilamente una tupida ensalada verde, su tipo de nutrición hacía que a los 26 años tuviera el mismo aspecto que a los 18. La tercera dupla de hermanos gemelos, Krik y Hendrick, de 25 años, se disputaban la última porción de albóndigas de una fuente. Fedrick, el décimo segundo hermano, de 24 años, los observaba alzando una ceja mientras masticaba un sándwich y quien lo acompañaba en tal tarea era Hans, de 23 años, el último y más pequeño de todos los hermanos. Los trece hermanos Westergard eran la sensación de cualquier hotel que los hospedara.
"¡Oh! Son maravillosos" Suspiró una pelirroja con expresión soñadora, mientras pinchaba sin mirar con su tenedor algunos tomates diminutos.
Su pequeña hermana llevaba cuatro años consecutivos obnubilada por los hermanos Westergard, en especial por uno, el menor de todos. El insoportablemente presumido y vanidoso, Hans. Alto, de tez blanca, guapo a rabiar y con un físico envidiable, se paseaba por el centro de esquí como si de un pavo real se tratara. En todas las oportunidades que habían coincidido en la pista o fuera de ella siempre se había comportado de la manera más desagradable posible.
"Sólo tú puedes pensar eso, Anna" Refunfuñó Elsa, mientras observaba el escándalo que ese ejercito de pelirrojos estaban ocasionando en el comedor. "Espero que no se acaben todo el chocolate"
"Pues date prisa" Puntualizó la menor de las hermanas, dedicándole una mirada de desdén a la mayor. "Sé amable. Eso habla bien de los competidores" Sugirió sin abandonar una sonrisa afable, la misma que siempre le conseguía los mejores sponsors.
Haciendo caso a su consejo, correspondió algunas sonrisas que le dirigían, reacomodando un mechón de su platinado cabello detrás de su oreja, con gesto nervioso. En realidad, no disfrutaba para nada estar rodeada de tanta gente, pero amaba tanto la nieve.
La mesa de postres rebosaba de dulces, pero ella deseaba una sola cosa. La fondue de chocolate. Con glotonería comenzó a colocar piezas de fruta en palitos de brochette para luego bañarlas en aquel manjar oscuro y dulce.
"Oh, majestad. Que placer verla de nuevo" Exclamó una voz a su izquierda. Era Hendrik Westergard, uno de los múltiples pelirrojos. Este llevaba el cabello largo amarrado en una cola baja y la marca de las antiparras en el rostro. Era de esos que elegían el estilo "Aspen".
Si había algo que la molestara más que estar rodeada de gente, era que se refirieran hacia ella como "Majestad" o "Alteza". Desde que en una nota para Sport Ilustrated, el reportero la había bautizado como "La reina de las nieves", en ningún centro de esquí dejaban de fastidiarla con ello al reconocerla.
"Hola, Hendrick" Saludó sin muchos ánimos, a sabiendas que en poco tiempo tendría a otro hermano molestándola.
"¡Alteza!" Saludó jovial Kirk, el mellizo faltante. Este llevaba el pelo corto y parado, como si fuera un cepillo.
En su mente había catalogado cuatro clases de Westergards: Serios, Infantiles, Amantes de la fiesta y Hans. Los que tenía a su lado entraban en la tercera categoría.
"Buenas tardes, Kirk" Respondió Elsa, avanzando hacia la fuente de chocolate.
"Chocolate, ¿eh? ¿Ha venido Anna contigo?" Preguntó Hendrick alzando las cejas sugestivamente. No era ningún secreto que ese pelirrojo tenía un interés marcado por su pequeña hermana, cosa que no le agradaba en lo más mínimo. "¡Oh, allí está! Por favor, Elsa, te lo ruego, ayúdame a conquistar a tu hermana" Rogó, batiendo sus pobladas pestañas, buscando de transmitir una imagen tierna ante sus ojos.
"No. Te lo he dicho cientos de veces" Espetó la rubia, pasando sus brochettes frutales por debajo del chocolate.
El pelirrojo frunció la nariz con disgusto.
"¡Bien! Te pondrás gorda con eso" Indicó, tratando de sonar cruel.
"Tus modales son encantadores, Hendrick" Dijo una tercera voz. No necesitaba voltear para saber que tenía a sus espaldas al maravilloso Hans. "¿Vas a comerte todo el chocolate o quedará algo para los demás?" Bingo. Todo lo maravilloso al caño.
Volteó molesta, con un mohín de disgusto, y se marchó con la cabeza en alto y el plato rebosante de chocolate. Regreso a la mesa donde Anna aguardaba por ella, ansiosa por el postre, pero esta vez no estaba sola. A su lado estaba sentado lo mejor de la temporada de invierno, el afable y simpatiquísimo botones del hotel, Olaf.
"Olaf, qué gusto verte" Saludó Elsa con una amplia sonrisa, algo raro en ella. Tan raro que algunas personas voltearon a ver sorprendidas, intimidándola.
"Lo mismo digo, Elsa" Respondió el muchacho con una sonrisa bonachona.
Ese año llevaba el pelo oscuro cortísimo y la tez hiper blanca como siempre. El hecho de ser tan lampiño le daba un aire de niño eterno que la enternecía. Había trabado una amistad maravillosa desde el minuto uno que había puesto sus pies en aquel hotel.
"Te vi hablando con Hendrick, Kirk y Hans" Señaló Anna sonriendo ampliamente, para luego seguir devorando sus trozos de fruta bañada en chocolate. "Kirk se ve especialmente guapo este año, ¿no es así?" Agregó, buscando de sonar inocente. Su pequeña hermana estaba completamente aferrada a la idea de que Kirk tenía los ojos puestos en ella. Cosa que aborrecía. De todos los Westergard, el único que le caía bien era Borc, uno de los hermanos más serios, con quien solía compartir algún rato de lectura a altas horas de la noche, hecho que su hermana desconocía totalmente.
"No. Otra vez olvido ponerse protector solar y ahora parece un mapache rojizo" Respondió desdeñosa la rubia, relamiéndose el chocolate. Anna rodó los ojos azules en señal de fastidio.
"Ay, Elsa" Bufó.
"Oh, Anna" Suspiró la mayor, sonriendo. En el fondo, como buena hermana mayor, adoraba hacer rabiar a su hermana menor.
La gran marquesina anunciaba como serían las rondas eliminatorias por categoría y deporte, como era de imaginar entre los principales puestos a superar figura ella. Elsa. Con esos aires de reina y esa ceja levantada. ¿Quién rayos se cree que es?, preguntó con desdén, mientras le daba un sorbo al café para llevar que tenía en la mano. Ese tipo de pensamientos pocas veces lo exteriorizaba con sus hermanos puesto que ellos eran algo así como "Team Elsa" y la veneraban o, mejor dicho, veneraban el excelente trasero que tenía, hermosamente enmarcado con los pantalones de nieve. Incluso uno de sus hermanos tenía la tapa de Sport Ilustrated donde aquella zorrilla plateada había salido, aunque tenía sus serias dudas si guardaba la foto por mera admiración o para otros fines, menos decorosos y sin ningún tipo de necesidad de ser tenidos en cuenta. Lo cierto era que aquella muchachita era muy, pero muy, atractiva y, como todo hombre, picaba la curiosidad de ver que se ocultaba debajo de esa campera Columbia gris, rosa y blanco. Pero eso no tiene que cegarme, este año la derrotaré en el evento de boardercross y la haré quedar en ridículo, meditó malicioso Hans, el decimo tercer hermano Wastergard. Ambicionaba esos sponsors más que nada en el mundo.
"Hola, Hans" Escuchó a sus espaldas, en un tono tímido, una vocecita de mujer.
Volteo ligeramente para ver de quien se trataba. Nada más, ni nada menos que Anna Murrën, la hermanita pequeña de Elsa. La bonita, simpática, pecosa e inocentona Anna, su hermano Hendrick llevaba prendido de ella años, pero la muchachita no parecía darle ni la hora. Lo cual era lógico, su hermano era un baboso escandaloso que se la pasaba de fiesta en fiesta, con una fama imborrable de Don Juan. Cualidades altamente llamativas… en su cosmovisión del mundo.
"Hola, Anna" Respondió, buscando que su voz sonara como un ronroneo. Con solo verla morderse el labio supo que había dado en el blanco. Entonces, una epifanía. Nada en el mundo molestaría a Elsa que alguien sedujera a su pequeña hermana, sonrió para sus adentros. "¿Cómo estás? ¿Lista para la competencia? Déjame decirte que luces muy bella con ese conjunto" Agregó con vos modosa, usando esa expresión facial que solo reservaba para los ejemplares de sexo femenino. Bastó ver las mejillas arreboladas de la jovencita para saber que había surgido efecto.
"¡Gracias!" Chilló Anna, para luego morderse el labio. "Estoy muy bien ¿y tú?" Preguntó con un tono más tranquilo que su chillido inicial, mientras enroscaba en uno de sus dedos la punta de una de sus trenzas.
"Mejor que nunca ahora que tú estás aquí" Respondió una octava más abajo, logrando un tono seductor. Ella liberó una risita, bajando los parpados. ¡Bingo! En la canasta, pensó Hans, regodeándose en su éxito.
¡Hola! Ay, si, ya sé... quedó un poquito sosito para ser el primer capítulo... pero denle una oportunidad... ¡Por favor! :3
Elsa y Hans se llevan como perro y gato... ¿alguien sabe qué sucede cuando un chico y una chica se llevan así? :)
Saludos,
Ekishka
