Cómo Severus Snape puede quedar sin habla
Hogwarts 10 años después de la Guerra.
- Eileen, ten más cuidado al bajar- grité a mi pequeña que empezaba a tambalearse en una pequeña escoba que el idiota de su padrino, Harry Potter, le había regalado para navidad.
La niña poco a poco empezó a bajar pero al igual que su madre tenía una torpeza innata y su pie tropezó con la rama de un árbol, corrí a atraparla en brazos antes que cayera directamente al suelo.
- Pequeña ¿qué te dije del cuidado?- estaba furioso con ella por el poco control que tenía sobre la escoba pero poco podía pedir al recordar que su madre siempre tropezaba o con sus libros o conmigo cuando era estudiante en Hogwarts.
- Perdón papá- escondió su carita en mi túnica, los suaves risos (N/A: bucles) bailaban con el viento y la hacía ver completamente inocente pero al igual que con su madre yo sabía que esas facetas eran las más engañosas en ambas- papi, ¿vamos a comer?- preguntó la niña.
- Si princesa pero tienes que lavarte primero- señalé sus manitas llenas de tierra por los juegos en los árboles.
Bajé a mi pequeña y salió corriendo hacia el interior de nuestra casa. Mi hija, mi esposa, y yo llevábamos viviendo seis años en ella, Hermione y yo habíamos comprado el terreno y construido el lugar cuando nos enteramos que habría una nueva integrante en nuestra familia.
Entré por la cocina hacia el salón principal, un amplio lugar con paredes pintadas en rojo profundo, pisos de madera y pocos muebles, los justos sillones para rodear un objeto muggle que Hermione llamaba telefisor donde salían dibujos raros y algunas otras cosas que a ella y a Eileen les fascinaba; caminé hasta uno de los sillones cafés y quité varios juguetes de mi pequeña para hacerlos desaparecer con la varita y ordenar un poco el lugar.
- Papi ya me lavé las manitas- dijo mi niña y su rostro empezó a ponerse algo rojo al delatar una obvia mentira.
- ¿Te las lavaste o abriste solo el grifo y las mojaste para engañarme?- la miré seriamente, odiaba que me mintiera pero al contrario de lo que cualquiera pudiese pensar las mentiras de mi hija no me causaban la ira que lo hacían la de los idiotas de mis alumnos del colegio- Eileen, tienes la misma capacidad para mentir que tu madre, una característica muy Gryffindor pero…
- Si le dices otra vez a mi hija que si no queda en Slytherin la desheredas, Severus Snape, dormirás esta noche en ese sillón- intervino Hermione- en tanto a usted señorita si sigue mintiéndole a su padre tendremos serios problemas- Eileen quedó paralizada ante la obvia amenaza de su madre- ve a lavarte las manitas- le ordenó y la niña dio media vuelta y se dirigió a hacerlo.
Vi como mi esposa lentamente se acercó a mí y la recibí con mis brazos abiertos, la abracé y suavemente deposité un beso en la comisura de sus labios que hizo encender parte de la leona con la que me había casado, rápidamente el inocente beso se convirtió en una lucha por dominar con la boca al otro, alcé a Hermione y ella enrolló sus piernas en mi cintura, necesitaba sentirla mía en ese momento.
- ¿Vamos a comer?- nos interrumpió Eileen, Hermione bajó a regañadientes de mi cuerpo y tomó la manita de mi hija para llevarla hasta el comedor.
- Si preciosa, vamos.
- ¿Qué vamos a comer?- preguntó y empezamos a caminar hasta la siguiente habitación, miré a madre e hija y sonreí imperceptiblemente al ver como se parecían ambas, Eileen tenía lo indomable del cabello rizado de Hermione, sería una niña alta pero no llegaría a mi estatura, tenía la forma de la nariz como mi esposa y el color miel de sus ojos eran idénticos, de mí tenía el color negro de su cabello, la forma de los ojos y de la boca y la habilidad de sus deditos para las pociones o eso decía Hermione.
- La comida favorita de papá- sonreí perceptiblemente con lo mucho que mi esposa me consentía, sabía que no me merecía las atenciones ni la suerte de tener una familia y un hogar pero en palabras de Hermione "solo acéptalo", trataba de hacerlo pero no podía borrar el sentimiento de poco merecimiento.
Nos sentamos alrededor de la mesa y empezamos a comer, el techo tenía la misma forma que el del Gran Comedor en Hogwarts, Hermione quería algo en casa que nos recordara el castillo y bastante magia de Draco, Potter y mía nos había costado complacer la petitoria de mi esposa, el cielo mostraba una puesta de Sol y los colores pasaban por varios tonos de naranja hasta empezar a oscurecer eso daba a las paredes blancas un tono casi oscuro y hacía el ambiente más íntimo.
- Papi, ¿te puedo hacer una pregunta?- preguntó Eileen tranquilamente.
- ¿Qué pasó preciosa?- la miré como dejaba el vaso de jugo de calabaza al lado y me miraba seriamente.
- Mami me había contado que tú y ella tenían ciertos problemas en el colegio- ¿"CIERTOS PROBLEMAS"? Hermione había omitido 5 años de odio y peleas en la conversación con mi hija- ¿cómo se hicieron novios los dos?- tosí al atragantarme con parte del pescado, Hermione estalló en risas y Eileen nos miraba confundida a ambos.
- Deberías terminar de comer princesa- le dijo Hermione a mi pequeña- cuando papi termine te lo contará pero es una muy larga historia- empecé a reponerme de la impresión de la pregunta, ¿por qué mi hija había preguntado eso?
- Hermione ¿tienes algo que decirme?- obviamente mi esposa estaba implicada en ello, me miró inocentemente y de inmediato corroboré lo mucho que ella había participado en ello, la miré con seriedad y traté de terminar de comer.
La cena terminó sin mayor sobresalto y rápidamente empecé a limpiar todo lo que habíamos usado para comer y me dirigí hacia la sala.
- ¿Papito me contarás la historia?- me siguió Eileen hasta el sillón, me acosté en él y ella se subió a mi estómago.
- ¿No quieres ir a practicar la poción que hicimos esta mañana?- puse como contraoferta.
- No papi- respondió.
Hermione se acercó y se acostó al lado mío, pasé mi brazo por su cuello y la acerqué a mí, sus rizos tocaban mi nariz, cerré mis ojos y aspiré el aroma a vainilla que expelía ella, me besó suavemente el pecho y me animó a contarle a mi hija la historia, la castaña me estaba cobrando el haber impedido que me ayudara con un proyecto en pociones y ¡vaya manera de hacérmelo pagar!
- ¿Papito me la contarás?- empezaba a impacientarse.
- ¿Estás segura que no quieres las pociones?, te compraré un equipo nuevo de calderos y la varita para niños que quieres- traté de chantajearla.
- No papi- cuando los Gryffindor se unían no había poder humano que lo deshiciera, había aprendido eso en más de 20 años de dar lecciones.
- Está bien- vi la sonrisa que se formaba en el rostro de Hermione y de Eileen, ya tendría oportunidad de cobrarme el favor con mi esposa.
FLASHBACK
Estábamos en el cuarto año del Trío Dorado, la reunión con Dumbledore de Jefe de Casas estaba a punto de terminar y podíamos largarnos a cubrir las rondas de esa noche para el día siguiente levantarnos a organizar el evento de el Torneo de los Tres Magos, debíamos ser muy cuidadosos con nuestros alumnos esos días, al creer que nosotros estábamos pendientes del evento muchos aprovechaban para hacer las mismas estupideces de siempre pero sin el temor de poder ser descubiertos, amaba esas rondas y más descubrir a algún idiota de Gryffindor merodeando en los pasillos y bajar puntos de su contador hasta casi hacerlo llegar a números rojos.
- Severus, ¿podrías quedarte un momento?- me llamó Albus y asentí con la cabeza.
Al terminar la reunión nos dirigimos los Jefes de Casa junto al director a empezar las rondas por los diferentes pasillos del castillo.
- Severus necesito que prepares a la señorita Granger para la competencia en el Lago de mañana, necesito que le hagas beber la poción y después le lances el hechizo para hacerla caer en la inconsciencia.
- Pero sería una pérdida de poción dársela a la sabelotodo, con el simple hechizo bastará, además ¿Potter no tenía a su amigo el pobretón para la competencia?
- Se llama Ronald Weasley y no, Granger está por Viktor Krum, el muchacho Búlgaro.
- Si ya sé quién es ese idiota-respondí tratando de cortar la hablada de Albus del respeto hacia los alumnos- pero no entiendo el por qué debo de darle mi poción a ella.
- Porque su terquedad y su cerebro hacen que sea tan complicado hechizarla como al Jefe de Slytherin, ambos son lo suficientemente tercos para necesitar ayuda extra.
- Está bien- prefería darle la razón si así podía irme y terminar mis rondas solo.
Al día siguiente le mandé una lechuza a la señorita Granger para llamarla a mi oficina un par de horas antes de la competencia para darle la poción y así salir de esto.
- ¿Me necesita profesor?- entró a mi oficina el arbusto andante.
- Tome esto- le tendí una pequeña botella con una poción para debilitar sus defensas mentales, la haría dormir cuando hiciera efecto completamente- tenga cuidado con esos dientes de castor al tocar mi botella- me miró con odio pero asintió.
Al tocar la poción sus labios vi que una llama de entendimiento cruzaba por su mente, sabía para qué era la poción y cuanto duraría el efecto, al terminar de tomarla suavemente murmuró- una hora- el tiempo que estaría conmigo hasta dormirse.
- Profesor, ¿qué voy a hacer en esta hora?- preguntó y me devolvió la botella.
- Revisar los pergaminos de exámenes- le señalé una pila de esos rollos que había que entregar al día siguiente.
Pasamos parte del tiempo revisando los pergaminos, la observé para ver el avance de la poción, obviamente estaba nerviosa de lo que ocurriera pero trataba de tranquilizarse moviendo repetidamente el pie en el suelo, vi en su rostro una fila de diminutas pecas que añadían una figura muy jovial a la ya joven Hermione Granger, mordía suavemente su labio inferior con sus dientes, los observé detenidamente y estaban del tamaño perfecto ¿cuándo había pasado eso? Sus cabellos hoy no eran una maraña si no que caían delicadamente como una cascada hasta la espalda de ella y le añadía luz a su rostro, así se veía linda, ¿linda?, me pisoteé mentalmente al estar pensando eso de mi alumna y más de la mejor amiga del idiota de Potter, tal vez era el tiempo que había pasado sin una mujer o la cantidad de Whisky de Fuego que había bebido en esos días pero ya mi cerebro se estaba fundiendo, bajé mi mirada hasta los pergaminos y seguí trabajando.
Al ver que el sueño hacía mella en ella y vi como dejaba los exámenes en el escritorio, la vi caer rendida y la tomé en mis brazos para llevarla a la cama en la enfermería por la red flu, al llegar al lugar vi que no había nadie, busqué una cama cercana para depositarla ahí y esperar para que llegaran los demás, tenía que quedarme cuidándola para que nada pudiera pasarle ya que se presumía que dentro del castillo había un asesino suelto y no se podía dejar la seguridad de ningún estudiante de lado; pasó más de media hora para que alguien llegara a cuidar de ella y en ese tiempo observé parte de su cuerpo, observé cómo claramente dejaba de ser la niña de 11 años que había entrado a Hogwarts para convertirse en una jovencita bastante encantadora de casi 16 años. ¿Encantadora? ¿Estaba volviéndome loco acaso?, debía ser la guerra que había afectado parte de lo que creía posible pensar de cualquier persona. Dumbledore llegó a depositar en otra camilla al idiota de Weasley y salí inmediatamente dándole gracias a cualquier dios que él estuviera a cargo de la situación.
En el transcurso de la semana se llevaron a cabo varios juegos donde se podía observar las destrezas de cada jugador mientras tomaban las recompensas que poco a poco iban logrando obtener, menuda estupidez como todos estaban pendientes de eso y cómo los celebraban, quería estar borracho o encerrado en los más profundo de las mazmorras pero por alguna extraña razón a Dumbledore le fascinaba tenerme como un idiota observando cada evento y "velando" por la seguridad de mis estudiantes en los mismos, quería volver a alguna misión que implicara despejar la mente de hormonas en desarrollo femeninas e imbéciles incapaces de controlarse con alguna mujer pasando a su lado.
Al empezar el invierno en su etapa más dura el director tomó cuenta de la ausencia de ayuda por parte del ministerio con las tres escuelas juntas y con el inminente encuentro cercano con el peligro al que estaban expuestos en relación a la cantidad de estudiantes y el déficit de profesores para poder controlarlos, Dumbledore me pidió que redoblara las rondas para poder tener el mayor control sobre cada alumno y a la vez darle las oportunidades de desarrollarse libremente, ¿ambas características estaban chiflando la mente del mago más grande de todos los tiempos?.
Empecé esa misma noche con las órdenes del director e hice mis rondas habituales y me preparé para empezar las siguientes, alrededor del quinto piso escuché un pequeño sollozo de una mujer, sonreí internamente al saber que otro alumno sería pillado fuera de su cama a esas horas de la noche, al acercarme vi como esa estudiante era Hermione Granger y estaba en el suelo llorando, al ver mi cara de satisfacción se calmó y empezó a hablarme.
- Profesor- me miró directamente a los ojos- empecé a hacer mis rondas y un alumno al pasar corriendo me empujó y caí de las escaleras- al decirlo me enseñaba algunos golpes y como su tobillo izquierdo poco a poco se iba inflamando más hasta el punto de parecer una pelota de tenis.
- Estupidez Gryffindor- exclamé al saber que no podía castigarla a ella precisamente por cumplir con su labor, le tendí la mano para ayudarla a levantarse y llevarla a la enfermería.
- Gracias- exclamó y se apoyó en mi cuerpo para poder caminar e irse de ahí.
Su olor a vainilla empezó a inundar el camino mientras recorríamos despacio el trayecto hasta la enfermería, era un olor calmante el que emitía y por un pequeño instinto incliné mi nariz hasta su cabello, al darme cuenta de lo que había ocurrido me quité de inmediato y traté de imponer una distancia segura, cosa bastante imposible teniendo en cuenta que el cuerpo de ella estaba casi sobre el mío por la necesidad, casi la alcé en los últimos metros para lograr llegar más rápido, la enfermera la atendió y pude irme a seguir mis rondas tranquilamente. El olor de Granger había penetrado mi túnica de manera que cualquier movimiento que daba era motivo para que esa esencia llegara hasta mí y no pudiera sacarla de mi mente, terminé mis rondas y de inmediato en mis habitaciones me quité cada prenda que pudiera tener olor a ella y la limpié con varios hechizos que lograron deshacer cada rastro de ella.
Al día siguiente desperté maldiciendo cada momento del día anterior, casi nunca podía darme el lujo de soñar sin pesadillas pero este sueño contuvo un recuerdo de vainilla bastante impregnado, me levanté de la cama con el peor humor que podía encontrar y empecé a alistarme para proceder con las clases. Esa mañana tenía la suerte de tener a primera hora a Slytherin y a Gryffindor juntos, cada año se confabulaban para ponerme cada plaga al mismo tiempo, empezaron todos a trabajar en sus pociones respectivas y al pasar por los asientos observé los mismos resultados de siempre, Potter hacía esfuerzos sobrehumanos para no dejar explotar su caldero y así no perder más puntos para su casa, me senté en mi escritorio para llenar los formularios de nuevas pociones para enseñarles a estos cabezas huecas, miré un momento a cada estudiante y unos ojos castaños se quedaron viendo los míos fijamente y solo habían dos personas capaces de lograr eso sin quitar su vista, Dumbledore y recientemente Hermione Granger, cada momento que seguíamos viéndonos sus ojos se clavaban más en mí, agradecí el momento en el que Malfoy me llamó y pude deshacerme de ese hechizo.
Fin flashback.
