Cap 1. Herida

Era de noche. Un muchacho de unos 9 años alzó la cabeza como si hubera oido algo.

No le dio importancia y siguió caminando. Y de repente, un grito desgarró el silencio.

Sangre. El muchacho olió sangre. Echó a correr como si le persiguiera el demonio hacia donde le guiaba el rastro de sangre. Y entonces, el muchacho, la vió. Era una niña como él. Un grupo de bandidos la habia acorralado. La sangre manaba de su costado.

-Dejadla en paz.

Los bandidos se giraron para ver quien había hablado.

El muchacho, que se encontraba visiblemente enfadado, se sacó los guantes, dejando a la vista sus manos. En ellas, en vez de uñas, había unas garras afiladas. Unas orejas de perro le aparecieron en su cabeza, substituyendo sus orejas humanas.

Uno de los bandidos, presuntamente el jefe de todos ellos, gritó:

-¡Es uno de ellos, matadle!

Los bandidos desenvainaron sus armas. Una sonrisa de triunfo apareció en la cara del jefe. El muchacho pensó: ''Bah, ni siquiera están afiladas. No me duraran ni cinco segundos.'' El chico saltó al aire y gritó:

-¡Corred si queréis vivir!

Dos de los cinco bandidos salieron corriendo. Los otros dos cargaron contra él. El chico hundió sus garras en su mano provocando pequeñas heridas, y gritando, dijo: ¡Morid! Diez cuchillas, rojas como la sangre, salieron de sus garras y mataron al instante a los dos bandidos.

El jefe de los bandidos salió corriendo, aterrorizado. El chico iba a cazarlo, pero un quejido le hizo volver la mirada a la chica herida. Corrió hacia ella. El muchacho le preguntó:

-¿Estas bien?

Ella abrió los ojos débilmente. Su mirada se clavó en su cara. El muchacho, ahora visiblemente ruborizado, le pregunto:

-¿Donde te han herido?

Ella moviendo la cabeza señaló el costado izquierdo. El muchacho le quito el kimono, y aún mas rojo le inspeccionó la herida. El muchacho abrió los ojos. Era una herida profunda y no paraba de manar sangre. El muchacho se quitó su haori negro y le cubrió la herida.

-Aguanta vale? Le dijo el muchacho.

-Lo intentaré... La chica le respondió débilmente.

El chico pensó: ''Su voz parece la de un ángel.''

El chico la subió su espalda y fue saltando de árbol en árbol.

Después de unos minutos, vieron las luces de una aldea.

El chico le preguntó:

-¿Cual es tu casa?

No obtuvo respuesta.

-¿Niña?

Se dio cuenta que la chica se había desmayado.

Preso del pánico, el chico gritó:

¡Auxilio! ¡Ayuda!

Una anciana salió de una cabaña.

-¿Quien eres?

-¡Por favor! ¡Tiene que ayudarla!

La anciana de fijó en la muchacha que iba cogida en la espalda del muchacho. Puso cara de alarma y le dijo al muchacho:

-Sube esa colina, ¡rápido! Allí la podrán atender.

El muchacho le agradeció la ayuda y corrió hacia la cabaña que había en la colina. De un salto entró en la cabaña y lo único que oyó fue una voz femenina decir:

-¡Hija!