Advertencia: todos los personajes así como las situaciones descritas son propiedad intelectual de George R.R. Martin.
All Fall Down
Aquellas palabras resonaban en su mente, como una oración, repitiéndose cual letanía, una plegaria perdida entre sus recuerdos, susurros en el invierno, la canción que había sido prometida.
Y él era el fuego, ella el hielo; la necesitaba, no estar con ella era una agonía, como si el aire escapase entre sus labios. Ella era el viento cálido que derretía su melancolía, las arenas en las que dibujaba sus sonrisas, su confidente, pura y hermosa, alta como un junco, esbelta como la noche. Aquellos ojos parecían contener el mundo en ellos, sabios como un arciano, fríos como el hielo, vibrantes, llenos de vida, de emoción.
Sus vasallos se habían alzado en armas en contra suya, luchando contra el rey y era su culpa. Se la había llevado, desesperado al entender que ella era parte de la profecía, de que la requería y la amaba desde que la vio, sentada en la grada, riendo con sus hermanos, en la camada de Invernalia. "La loba del norte" la llamaban y le había arrancado el corazón, haciéndole cometer una locura, un acto innoble que le llevaría a la perdición, pero perdido estaba sin ella, sin sus ojos calmados, sin su risa, sin esa vitalidad que desprendía.
La guerra fue el precio que pagó por ella. Y, aunque había muerto, no se arrepentía.
