Y al final.
¿Esto era todo?, pensó Abel Nightroad mientras su cuerpo caía lentamente al vacío inexplicable de la muerte. Sus ojos se posaron en Esther, que lo miraba entre una mezcla de terror y tristeza, con sus manos entrelazadas y sus labios temblorosos.
"No quiero que me veas así".
Era el fin de una existencia plagada de sufrimiento. Porque Abel lo sabía, lo había ocultado bien desde que se había convertido en Padre. Aquel talante, aquella máscara de personaje ingenuo, despreocupado no era más que un triste reflejo de su alma. No había paz en su interior como él intentaba creer. Todas las noches, antes de dormir, en su memoria se seguía apareciendo el rostro inexplicablemente sereno de Lilith y también, escuchaba con toda claridad la risa enferma de Caín.
Y es que a pesar de que Abel todo el tiempo había intentado inútilmente reprimir sus deseos, redimir su culpa lo cierto era que ésta lo perseguía como un león a su presa. No había día que no maldijera el hecho de haberse dado cuenta tan tarde de los sueños de Lilith, lamentaba sinceramente el haberla comprendido tan tarde. Aquella estúpida saña con los humanos no había sido más que una venda que había tardado demasiado tiempo en quitarse.
Porque al final de cuentas¿para qué era un Kresnik¿de qué serviría todo ese poder si no podía proteger a los que más amaba¿qué utilidad tenía él si ya había fallado una vez y ahora, al parecer, lo hacía de nuevo?
Por un momento, su barbilla se apoyó en el hombro de su hermano, Caín. Ese era el final para Abel. Su final, tan fielmente retratado en el Génesis. El destino ineludible. Lo predecible, lo que debía ocurrir. No había en Caín ni un gesto de arrepentimiento y a pesar de saberlo, a Abel le alegraba: no necesitaba ese gesto, mucho menos de él. Sabía que Caín pensaba que era muy débil, demasiado. Que la existencia de Abel le estorbaba, que establecería su propio mundo libre de humanos, quienes sólo lo habían utilizado como una vulgar herramienta.
"Se lo merecen, Abel". Susurró Caín.
A Abel le pareció escuchar que Esther gritaba cuando él estaba a punto de estrellarse con el frío suelo. Lamentaba ocasionarle tal dolor, dejarla desprotegida y sí… ¿y si Caín se atrevía a hacerle daño cuando su alma abandonara el mundo?, jamás se lo perdonaría.
"Esther", pensó.
Ella era parte de esos seres humanos que él no había podido proteger hasta el final. La chica a la que, de nuevo, le había fallado. Pero confiaba en Esther. Sabría cuidarse sola. Que no llorara, porque eso Abel no lo permitiría. Nadie debía llorar por él, porque no le gustaba el dolor. Y no le gustaba en lo absoluto ver sufrir a alguien. Si pudiera evitarlo…
Aunque tal vez… quizá la Eternidad no fuera tan mala. ¿Qué no podría encontrarse ahí a Noelle, para decirle que siempre confió en ella pero que le perdonara por haber sido tan torpe como para salvarla¿acaso no podría ver a Lilith y llorar en su hombro, decirle cuánto lamentaba su pérdida¿Ella lo perdonaría? Si eso fuera posible… si tan sólo…
Si tan sólo…
Abel suspiró por última vez.
N/A: Etto... bien, veo que no hay muchos fics de Trinity por aquí y yo quería aportar un poco, aunque quizá nadie lo lea. ¿Qué puedo decir?, me gustó bastante este anime y me traumé con esta escena. La repetí unas cinco o seis veces antes de continuar. Y bueno, quise escribir algo. No es muy bueno, pero... tenía que hacerlo. Espero que les guste.
Sin más que decir,
Au Revoir!
