Kanda acariciaba suavemente el cabello de la persona que tenía abrazada. Hasta hace poco ambos se encontraban en un duelo a muerte, pero ahora, gracias al brote de habas, podían disfrutar de la presencia del otro. Se encontraba más que agradecido y sobretodo, en paz. Sin embargo, no todo era felicidad…
-Yu…duele…
Alma se movió un poco entre sus brazos. Kanda no sabía qué hacer. El cuerpo de Alma estaba prácticamente destruido. La angustia lo embargaba. Habían huido para poder a estar juntos, pero no sabía cuánto tiempo les quedaría. ¿Una hora…tres días…? Alma se veía tan frágil.
-Yu…mírame…
Kanda miró las dos perlas negras de su amigo y se perdió en ellas. La mano de Alma le tocó suavemente el rostro y empezó a acariciarlo.
-Todo estará bien…
La estúpida sonrisa, que tanto odiaba el exorcista, apareció en el rostro del muchacho. Kanda cogió la mano de Alma, la sostuvo firmemente y lo acercó más a su cuerpo.
-Yu…tengo mucho sueño…
Sus ojos empezaron a cerrarse lentamente. Kanda agarró con más fuerza la mano de Alma. Unas gotas de su sangre cayeron en el cuerpo de su amigo. El exorcista abrió los ojos sorprendido. La parte donde había caído la sangre se estaba regenerando.
-Lo mismo que hace nueve años
¿Cómo pudo olvidarlo? ¡Su sangre podía curar las heridas de Alma!
Kanda recostó suavemente a Alma en el suelo para no despertarlo. Buscó a su alrededor una piedra afilada y cuando la encontró, la cogió y se acercó donde yacía el cuerpo de su amigo. En un movimiento rápido cortó la vena de su muñeca y empezó a derramar poco a poco su sangre sobre el cuerpo de su amigo. Éste iba regenerándose poco a poco.
-Funciona
La voz de Kanda sonaba aliviada. Alma volvería a ser el mismo de antes. No sufriría y…podrían estar juntos de nuevo…
-…no del todo…
La mirada del exorcista se sitúo en la figura de la mujer que se encontraba frente a él
-Tú…
La mujer le sonrió
-Te ayudaré…
Ella desapareció.
-Yu… ¿Qué pasó?
Alma empezó a abrir sus ojos y a incorporar su cuerpo poco a poco. Kanda le sonrió. El pelinegro se quedó extrañado ante la expresión de su amigo. Apoyó su mano en su mentón y la otra en su pierna. Cuando sintió el contacto entre ambos miembros…
-¡Mi cuerpo! Está completamente sano ¡Yu!
Los ojos de Alma brillaban con un brillo más intenso de lo que alguna vez Kanda vio. El peliazul quedó absorto en ellos y no pudo detener los brazos del pelinegro que se precipitaron para abrazarlo. El cuerpo del muchacho yacía encima de él sin soltarlo, llorar y sonreír
-¡Yu! ¡Ahora podremos estar juntos de nuevo!
Kanda no respondió. Estaba feliz. Rodeó el cuerpo de Alma con sus brazos y recostó su cara en el hombro del muchacho
-¡Yu!
-Cállate idiota…arruinas el momento
