SUMMARY: En opinión de Sirius, era una lástima que Remus no riera más a menudo. Desde luego no era normal verle perder el control, así que Sirius estaba encantado.
DISCLAIMER: Todos los personajes son de J.K. Rowling, yo sólo escribo sobre ellos porque me gusta imaginar su historia.
ADVERTENCIAS: Slash Sirius/Remus. Si no te gusta, no leas. Si te gusta, adelante.
.
CUANDO AMANEZCA
1.
La puerta del cuarto de los chicos se abrió de un portazo y Sirius y Remus entraron riendo y dando traspiés.
-Sirius...
-Qué.
-¿Por qué da vueltas la habitación?
-Porque estás borracho.
Remus soltó una carcajada aún más fuerte, agarrándose a Sirius para no caerse al suelo.
En opinión de Sirius, era una lástima que Remus no riera más a menudo. Por lo general, el licántropo se conformaba con alzar las cejas y esbozar una sonrisa cómplice, pero no era normal escucharle así, riendo de manera despreocupada, como si nada importara; y desde luego no era normal verle perder el control, así que Sirius estaba encantado.
-¿Por qué no bajamos con los demás? -preguntó Remus cuando consiguió calmarse un poco.
-¿Bajar? ¿Con lo que nos ha costado subir esas endiabladas escaleras?
-Ni siquiera sé para qué hemos subido -suspiró el licántropo sentándose en su cama-. ¿Para qué hemos subido, Sirius?
-Ni idea. Me cogiste del brazo cuando Claire se acercó a hablar contigo y prácticamente me arrastraste hasta aquí -dijo mientras se dejaba caer a su lado.
-Es verdad... Se estaba poniendo un poco pesada, todo el rato detrás de mí... Creo que quería que la besara, ¿imaginas?
-¿Qué habría tenido de malo?
Remus bufó.
-Nada, sólo que no es mi tipo. Pero bueno, imagino que Claire ya ha buscado a alguien con quien entretenerse... ¡Volvamos abajo!
-De eso nada.
-Venga, Sirius, ¡quiero divertirme!
-La fiesta acabó hace rato, cuando derramaste lo que quedaba de ponche encima de Alice y Frank... -Remus volvió a reír. No tenía nada en contra de Frank y Alice. De hecho le caían muy bien, pero estaban siendo un poco pesados con tanto besuqueo ahí, delante de todo el mundo. Estaban celebrando el final de los exámenes y el final del curso escolar, así que los ánimos se habían descontrolando un poco. Si a eso uníamos el alcohol que los propios Merodeadores habían traído de contrabando…-. Abajo están todos borrachos o dormidos y, ¿sabes lo que hemos tardado en subir las escaleras? ¿Y ahora quieres bajarlas otra vez? ¿Para volver a subirlas luego?
Remus lo pensó un momento.
-Tienes razón, eso son demasiadas escaleras –murmuró, dejándose caer sobre el colchón, todavía con una sonrisa enorme en la cara. Sirius le imitó, tumbándose a su lado.
-Sirius.
-¿Qué?
-Sal de mi cama.
El moreno pareció ofendido.
-¿Por qué?
-Porque quiero dormir y tú no paras de moverte.
Sirius resopló a su lado.
-¡Pero si eres tú el que no para de moverse!
-Ya, pero olvidas una cosa muy importante.
-¿Cuál?
-Que ésta es MI cama.
Sirius pareció pensarlo un momento.
-En eso tienes razón, pero, ¿sabes qué? mi cama está muy lejos y no tengo fuerzas para dar un paso más, así que he decidido que me quedo aquí.
Y subió los pies al colchón.
-¡Eh, de eso nada! -protestó el licántropo golpeándole en la pierna con el pie-. Si quieres quedarte te quitas los zapatos.
-¿Qué?
-Los zapatos. Quítate los zapatos. ¡Vas a mancharme las sábanas! -Sirius obedeció, sacándose los zapatos con los pies y tirándolos al suelo-. Y la camiseta.
-¿La camiseta? -preguntó Sirius con una sonrisa pícara-. ¿Por qué? ¿Acaso quieres ver mi maravilloso cuerpo desnudo para intentar aprovecharte de mí?
-Sí. ¡No!
Fue divertido ver la velocidad a la que se coloreaban sus mejillas. Sirius soltó una risita, pero paró cuando Remus le dio un codazo.
-¿Y por qué tengo que quitarme la camiseta?
-Porque sí. Es mi cama y son mis normas. Si quieres quedarte aquí te quitas la camiseta y si no te vas a la tuya.
Sirius resopló mientras se sacaba la camiseta y la tiraba al suelo, despeinándose en el proceso.
-¿Contento?
-Mucho -sonrió el licántropo.
-Bien. Si me resfrío será por tu culpa.
-Vale. Y ahora vete para allá -protestó el licántropo buscando un hueco en la cama.
Los dos intentaron reacomodarse, buscando una postura cómoda. Cuando al fin la encontraron, el silencio no duró demasiado.
-Moony.
-¿Qué?
La respuesta de Sirius tardó un rato en llegar.
-Te voy a echar de menos -Remus abrió primero un ojo, luego el otro, y le miró con curiosidad-. A ti y a James. A James lo voy a echar increíblemente de menos. Y bueno, sé que él y yo probablemente seguiremos viviendo juntos y nosotros nos seguiremos viendo y eso, pero no será lo mismo y... joder, voy a extrañar incluso a Peter, ¡pero no se lo digas!
Remus soltó una risita.
-¡He dicho que no se lo digas!
-¡Vale, vale! -Remus miró al techo. No dijo que él también los iba a echar de menos, que llevaba tiempo asustado ante la perspectiva de volver a estar solo, que no quería que el colegio terminara nunca porque entonces los Merodeadores se separarían y él no sabía qué iba a hacer cuando eso sucediera-. De todos modos no tienes que preocuparte, aún queda otro curso por delante y las vacaciones sólo durarán unos días...
-Meses.
-Semanas. El verano acabará antes de que nos demos cuenta y luego te quejarás de que ha sido muy corto y de que no tienes ganas de ir a clase. Antes de que te des cuenta estaremos de vuelta, ya verás.
-Lo sé.
-Dentro de unas semanas -recalcó la última palabra- estaremos de nuevo en el tren camino a Hogwarts, planeando mil cosas divertidas.
-Y será nuestro último curso.
-Sí -Remus soltó un suspiro-. Estoy demasiado borracho para esta conversación. ¿Y si lo hablamos mañana?
Sirius se reacomodó.
-Vale.
-Buenas noches.
-Buenas noches, lobo.
-No me llames lobo...
Más vueltas en la cama. Cuando estaba a punto de quedarse dormido, Sirius escuchó la voz suave de su amigo a su lado.
-Sirius...
-Hmm.
Sirius se giró. Había poca luz en la habitación, pero pudo distinguir los ojos dorados del licántropo fijos en los suyos. Se sobresaltó al verle tan cerca.
-Yo también te voy a echar de menos -admitió en voz baja.
Fue un instante de rara intimidad, con Remus tan cerca, sin dejar de mirarle. Sirius notó un nudo en el estómago, se dijo que era por culpa del alcohol, que hacía que se le removieran las tripas. Se mordió los labios, buscando algo que decir, pero no se le ocurría nada, y Remus seguía allí, mirándole, cada vez más cerca, y...
Oh, Dios.
Sirius parpadeó. Los labios del licántropo eran suaves y su aliento sabía a alcohol y a las galletas de chocolate que habían puesto como aperitivo para la fiesta. Su corazón perdió un latido cuando su cerebro procesó que era a Remus a quien estaba besando, aunque en realidad era Remus quien le besaba a él y eso era aún más extraño si se paraba a pensarlo... Por eso prefirió dejar de pensar y dejarse llevar.
Al cabo de un rato, Remus se apartó despacio. Sirius abrió los ojos, todavía un poco mareado por la sensación y con la respiración entrecortada y vio que su amigo le estaba mirando.
-Así que –Sirius carraspeó intentando que su voz no temblara demasiado- Claire no es tu tipo, pero ¿yo sí? ¿No la besas a ella pero no te importa besarme a mí?
-Tú eres más interesante.
Sirius sonrió.
-¿En serio?
Remus se mordió el labio inferior disimulando una sonrisa. Con la yema de los dedos, acarició el pecho desnudo de Sirius, como si quisiera dibujar sus músculos con ellos. La caricia le hacía cosquillas y Sirius se dio cuenta de que contenía la respiración cuando los dedos se deslizaron suavemente por su abdomen, hasta detenerse justo donde empezaba la cintura del pantalón. Remus se inclinó sobre él, deteniéndose a unos milímetros de su boca, con la mirada fija en sus labios.
-¿Puedo contarte un secreto?
-Claro –asintió Sirius.
Remus se inclinó sobre él para susurrarle en el oído.
-Estoy borracho.
Sirius apenas se atrevía a respirar. ¿Por qué estaba tan nervioso? El corazón le latía con fuerza en el pecho. Remus se separó un poco para mirarle a los ojos.
-Lo sé.
-Muy borracho.
-Yo también.
-Y… quería que te quitaras la camiseta para intentar aprovecharme de ti –añadió conteniendo una sonrisa.
Sirius no sabía si reír o no, porque no sabía si aquello era una broma.
-Vale.
-Vale –repitió el licántropo mirándole ahora a los labios-. ¿Puedo... besarte otra vez? -preguntó en voz baja. Casi avergonzado.
Por toda respuesta, Sirius le agarró de la nuca y tiró suavemente de él, acortando el escaso espacio que les separaba, hasta juntar sus bocas de nuevo. En esta ocasión, Sirius separó un poco los labios y el beso se hizo más intenso. Remus gimió mientras clavaba las uñas en su costado, dejando unas pequeñas marcas en forma de media luna. Sirius le agarraba el pelo corto de la nuca en un gesto desesperado. El beso fue algo torpe y descoordinado, lleno de saliva y jadeos, con los dos luchando por llevar el control. Sirius le mordió el labio inferior y Remus dio un ligero respingo, pero no se separó. Sirius se arriesgó entonces, acercándose un poco más a él, intentando que sus cuerpos estuvieran lo más cerca posible, y contuvo un gemido cuando sus erecciones se rozaron al fin a través de la ropa. Remus rompió el beso en ese instante y por un segundo Sirius entró en pánico, creyendo que había ido demasiado lejos y lo había estropeado todo, pero Remus no se apartó, lo miró fijamente a los ojos, con la mirada oscura de deseo.
-Joder, Sirius...
Y con un gemido embistió contra él, enterrando la cabeza en su cuello.
Sirius se sentía arder, como si toda su sangre estuviera hirviendo. Nunca había llegado tan lejos con nadie. Había besado a un par de chicas y había colado una mano bajo sus camisas, pero poco más. Ellas siempre se habían conformado con los besos y las manos fuertes de Sirius entre su ropa, pero nada más. Nada como esto.
Sin detenerse mucho a pensarlo, desabrochó con agilidad el botón del pantalón de Remus y coló una mano dentro, por encima de su ropa interior, dando un ligero apretón que hizo que el licántropo se deshiciera en gemidos y palabras incoherentes. Sirius sonrió, orgulloso de la reacción que había conseguido, y empezó a acariciar la erección mientras Remus no dejaba de revolverse.
-Espera..., Sirius, por favor, para...
Sirius detuvo la mano, buscando una protesta, hasta que se dio cuenta de que Remus no le estaba rechazando, sino todo lo contrario.
-No puedo...
Tumbado sobre la cama, el licántropo levantó las caderas para deshacerse del pantalón, hasta quedarse sólo en ropa interior. Sirius le imitó, sin dejar de mirarle, y antes de que ninguno de los dos pudiera detenerse a pensar lo que estaban a punto de hacer, estaban de nuevo enredados, besándose como si no hubiera nada más importante en el mundo. Después de un rato de lucha, finalmente Remus quedó arriba, con las piernas a ambos lados de las caderas de Sirius, a horcajadas sobre él. Sirius nunca se había sentido tan excitado, era incapaz de controlar su respiración.
-Remus, por favor...
Después de observarlo un momento, Remus se lamió los labios con una sonrisa antes de aplastar a Sirius contra el colchón con su propio cuerpo, de forma que sus erecciones volvieron a chocar de forma deliciosa, arrancando gemidos de satisfacción por parte de los dos. Remus se inclinó para morder su cuello y en un acto desesperado, Sirius se agarró a sus caderas para ayudarle a seguir el ritmo de sus embestidas.
Fue rápido, quizá demasiado. Después de unos segundos, Remus se agarró con fuerza a los brazos de Sirius y con un último gemido desesperado se dejó caer sobre Sirius en el momento en el que también él llegaba al clímax. Hubo un momento de silencio antes de que Remus soltara una risita nerviosa que Sirius coreó en el acto.
Aún no entendía muy bien qué había pasado, sólo sabía que le había gustado, más de lo razonable, pero tenía la cabeza demasiado espesa como para saber lo que realmente significaba. Remus aún seguía sobre él, con la cabeza en el hueco de su cuello y el cuerpo completamente relajado. Con un ronroneo satisfecho, Sirius depositó un beso en su hombro, sonriendo contra su piel. Remus resbaló poco a poco hasta quedar a su lado. No tardó mucho en bostezar.
-Lo siento –murmuró mientras se frotaba los ojos en un gesto que a Sirius le pareció adorable-. Estoy tan… cansado.
-Shh, no tienes que seguir hablando. Cierra los ojos y descansa un poco –dijo Sirius acariciándole suavemente el pelo.
El licántropo sonrió y cerró los ojos. No tardó mucho en quedarse dormido, con una mano sobre el pecho de Sirius y una pierna entre sus rodillas. Sirius sonrió antes de coger la varita de la mesita de noche y, con un movimiento de ésta, cerrar las cortinas a su alrededor. Echó un edredón sobre sus cuerpos casi desnudos y con un suspiro satisfecho se reacomodó para poco después quedarse también dormido.
.
Despertó con la sensación de haber tenido un sueño maravilloso, con una sonrisa en los labios y un cosquilleo agradable en el estómago. Tardó menos de un minuto en darse cuenta de qué era lo que le hacía sentirse tan bien, el tiempo que tardó en notar la calidez de un cuerpo junto al suyo. En un momento las imágenes de la noche anterior acudieron a su memoria.
Remus.
El chico estaba de espaldas a él, todavía profundamente dormido, Sirius había despertado con una pierna entre las suyas y el brazo izquierdo en su cintura. Sonrió contra el cuello del licántropo y depositó un beso justo detrás de su oreja. Remus dijo algo ininteligible, todavía medio dormido y Sirius repitió el gesto al tiempo que colaba una mano bajo la camiseta que el licántropo aún llevaba puesta.
-Buenos días, lobo –murmuró con una sonrisa.
Sus dedos tropezaron con una de sus cicatrices, una enorme que le recorría el costado hasta la cadera, y fue entonces cuando Remus pareció reaccionar al fin. Todo su cuerpo se tensó ante la caricia y Sirius se detuvo, un poco preocupado por su reacción.
-¿Remus? -El licántropo se apartó entonces de él, como si su cuerpo quemara-. ¿Estás bien?
Por toda respuesta, el castaño se alejó y quedó sentado en la cama con los pies en el suelo, mirando su ropa interior como si sólo entonces fuera consciente de lo que había pasado.
-Mierda...
Sirius frunció el ceño. No era la reacción que esperaba.
-Remus...
-No, nononono, no puede ser... –el castaño se revolvía el pelo en un gesto desesperado.
Sirius se incorporó y puso una mano en su brazo, pero Remus se apartó con rapidez, poniéndose en pie de un salto. Su mirada de horror lo explicaba todo. Con manos temblorosas, agarraba el borde de su camiseta, tirando como si quisiera taparse con ella. Sirius apretó los labios, un poco dolido por su reacción, y se sentó por completo en la cama mientras el licántropo retrocedía un par de pasos en dirección a la puerta sin atreverse a mirarle a los ojos.
-Remus, por favor...
-L-lo siento.
Parecía completamente avergonzado.
-Espera, espera un momento.
El licántropo buscaba agitado entre la ropa del suelo hasta encontrar la suya. La cogió de un puñado y se apartó, sin atreverse a mirarle a los ojos.
-Tengo que...
No acabó la frase. Con un gemido de frustración se dio la vuelta y desapareció por la puerta, dejando a Sirius con la boca abierta, sin saber muy bien qué hacer, si correr a buscarle o darle un poco de tiempo para asimilar lo que había pasado, lo que habían hecho.
Sirius se revolvió el pelo, furioso y asustado al mismo tiempo.
-Maldita sea.
¿Qué iba a hacer ahora?
.
No tenía ni idea de qué hora era, pero después de un rato sin saber qué hacer, Sirius decidió que era hora de levantarse. Entró en el baño y se metió en la ducha, donde se permitió el lujo de recrearse en las escenas de la noche anterior.
Cuando salió, rodeado por una densa nube de vapor, James y Peter ya estaban en la habitación, quejándose de la resaca que apenas les permitía abrir los ojos. Sirius les esperó y bajó con ellos al Gran Comedor.
Tal como esperaba, Remus no apareció en el desayuno. Tampoco lo vieron luego, cuando decidieron salir un rato al jardín a emplear parte de su día libre tumbados bocarriba junto al lago, hablando de nada en general y de todo en particular. Allí, por fin, acariciado por los débiles rayos de sol, Sirius consiguió dormitar un poco.
A decir verdad, había esperado que Remus siguiera esquivándole el resto del día, por eso le sorprendió encontrarlo en el comedor a la hora del almuerzo. Estaba sentado en el sitio de siempre, leyendo el periódico mientras comía distraídamente un trozo de pastel de verduras. Sirius detuvo el paso y dejó de escuchar las explicaciones de James sobre los planes para el verano. Al ver que no le seguía, James se detuvo a su lado.
-¿Pasa algo?
Sirius parpadeó y negó con la cabeza. James alzó las cejas a modo de pregunta, pero no insistió.
-Ey, ahí está Remus -dijo Peter.
Los tres se dirigieron a la mesa y se sentaron al lado de su amigo, que apenas levantó la vista del periódico cuando los vio llegar.
-Buenos días.
James miró a Sirius y le guiñó un ojo.
-Eh, Remus, has estado muy perdido todo el día... -Remus seguía con la vista fija en el periódico-. ¿Qué tal te fue anoche? ¿Algo memorable que contar?
Sirius observó cómo las mejillas del licántropo se coloreaban ligeramente y él también se sintió enrojecer.
-Lo siento, James, no es asunto tuyo.
-Oh, vamos, has pasado toda la noche fuera –dijo en un susurro-. Esta mañana no estabas en la sala común ni en el dormitorio.
-Salí a desayunar temprano.
-¿Estuviste con alguien?
El licántropo cerró el periódico con un suspiro.
-Ya te he dicho que no es asunto tuyo.
-Ya... -James parecía sorprendido al ver que no lo negaba-. Vaya con el lobo... ¿Y tú, Sirius? -dijo volviéndose de pronto a su otro amigo.
Sirius escupió el zumo de calabaza que estaba bebiendo.
-¿Qué? -preguntó a la defensiva.
-¿Algo que contar a tus queridos amigos y compañeros de habitación? Has estado bastante raro y pensativo todo el día... Y eres el único que ha despertado en la habitación.
Sirius arriesgó una mirada al licántropo y vio que también él le estaba observando, con los labios apretados y la mirada fija.
-No digas tonterías, James -protestó bajando la mirada a su plato-. Estaba en la habitación porque ayudé a Remus a subir anoche. Estaba tan borracho que no podía dar dos pasos seguidos.
James los miró a los dos por turnos.
-Ya...
-Pues yo estuve hablando con Caroline un buen rato -interrumpió Peter. Y por una vez, Sirius agradeció su intervención.
-Pedirle un vaso para el ponche no es hablar con ella, Peter -dijo James simulando una sonrisa.
-Te equivocas, James. Estuvimos hablando. Y bastante rato además.
Sirius desconectó de la conversación. No entendía por qué sentía aquel revoloteo en el estómago. No había dejado de sentirse raro en todo el día, cada vez que pensaba en la noche anterior su cuerpo reaccionaba y ahora que veía a Remus era aún peor. Cuando levantó la vista del plato notó los ojos de Remus fijos en él, pero los apartó en cuanto le devolvió la mirada.
Ninguno de los dos parecía interesarse en la conversación de James y Peter. Distraído, Sirius alargó la mano para coger la jarra de zumo que había en el centro de la mesa sin darse cuenta de que Remus hacía el mismo gesto. Sus dedos se rozaron un instante antes de que Remus apartara su mano con brusquedad. Sirius le miró un poco dolido.
-Yo… acabo de recordar que tengo algo urgente que hacer –dijo el licántropo de forma atropellada mientras se ponía en pie-. Nos vemos luego.
Sirius lo observó mientras salía del comedor. ¿Debería de seguirle y hablar con él? ¿Pedirle explicaciones por su comportamiento? ¿Decirle cómo se sentía? Con un suspiro siguió removiendo el contenido de su plato, sin darse cuenta de que James lo observaba con preocupación.
.
Sólo faltaban dos días para acabar el curso y volver a casa durante las vacaciones. Igual que el año anterior, Sirius se quedaría en casa de James. Habían hecho muchos planes y por un lado tenía ya ganas de coger el tren y descansar un poco, desconectar del colegio y de las clases, pero por otro lado, la situación con Remus le tenía un poco desconcertado. Apenas hablaban. Estaba claro que Remus le evitaba, que no quería quedarse a solas con él después de lo que había pasado y Sirius se sentía preocupado y molesto a partes iguales. No era normal que la gente le rechazara y la actitud de Remus le dolía bastante.
Sirius estaba en la habitación, con un libro entre las manos y la maleta a medio hacer junto a la cama cuando la puerta de la habitación se abrió y Remus entró. Ya estaba en el centro de la habitación cuando se dio cuenta de que Sirius le observaba desde su cama y se detuvo de golpe, sin saber muy bien si entrar o darse la vuelta.
-No hace falta que busques una excusa –murmuró Sirius poniéndose en pie-. En realidad yo ya me iba.
Cerró el libro y lo dejó sobre su cama. Pasó al lado del licántropo, que no se había movido del sitio y se dirigió a la puerta. Ya sujetaba el picaporte, cuando se volvió con un suspiro.
-Esto no tiene que ser así, ¿sabes? Sé que estás incómodo por lo que pasó, si te digo la verdad yo también lo estoy, pero tampoco hace falta hacer un drama de ello. Sólo fue un calentón, ¿no? –Remus le miró al fin, aunque no dijo nada. Sirius suspiró-. Mira, ya somos mayorcitos, los dos habíamos bebido y, bueno, es verdad que las cosas se desmadraron un poco, pero sinceramente, no creo que sea tan grave como para dejar de hablarnos y tener que esquivarnos todo el día –Sirius soltó la puerta y dio un par de pasos hacia Remus-. Vamos, Remus. No podemos dejar de hablarnos por algo así. Si superamos lo de Snape podemos superar esto, ¿no crees?
El licántropo apartó la mirada y asintió en silencio.
-Bien –sonrió Sirius. No sabía por qué notaba el estómago encogido-. Sólo fueron algunos besos, nada más. Realmente no es para tanto.
Remus le miró a los ojos y sonrió con timidez.
-Tienes razón. Lo siento. Yo… Me siento raro por lo que pasó y no… no sé cómo reaccionar.
-Ya. Para mí también ha sido… raro, pero creo que no merece la pena estropear una amistad de años por algo así, ¿verdad? –sonrió Sirius-. Ante todo somos amigos.
-Sí.
-Ya nos hemos peleado antes, si lo piensas, casi era normal que nos besáramos algún día –sonrió para aligerar el tono y se alegró al descubrir una sonrisa en los labios del licántropo- Entonces, ¿qué? ¿Hacemos como si nada hubiera pasado? –dijo Sirius extendiendo una mano hacia él.
El licántropo la miró un momento antes de morderse los labios y estrecharla con confianza.
-Claro. Olvidado.
-Bien. Me alegro de que lo hayamos hablado.
-Sí. Yo también.
-Iba a buscar a los chicos para salir a dar una vuelta junto al lago. ¿Te apuntas?
-Claro.
Y los dos salieron juntos de la habitación, dispuestos a superar lo que había pasado entre ellos, dispuestos a volver a ser lo que eran, o al menos a intentarlo.
