Capitulo 1: La academia Saotome.

Muchos de ustedes no sabrán que pensar de mi historia.

Incluso pueden llegar a verme como una persona egoísta, pero es mucho más complejo de lo que se imaginan y detrás de mis acciones hay algo peor.

Mucho peor que una simple terquedad a aceptar lo que me ha tocado vivir, estoy intentando cambiar la historia para que me beneficie, desesperadamente busco que todas las cartas estén a mi favor y que pueda llegar a cumplir mis metas, aunque sea destruyendo los sueños de otros a mi alrededor.

Y aunque estoy trabajando duramente para que la balanza se incline a mi favor, solo puedo llegar a decir algo.

—La diosa del destino...puede llegar a ser una maldita desgraciada. —Es solo un simple susurro, pero llega a resonar por el vacío camino del campus.

La vida puede darte muchas sorpresas a lo largo de los años, pero verme a mí misma dentro de la famosa Academia Saotome fue una de las mayores sorpresas de mi corta vida. Y eso que había aplicado para ingresar aquí sin muchas esperanzas de poder lograrlo hasta la llegada de la carta de admisión que inocentemente trajo los que más anhelaba en el mundo.

Esa carta fue mi pase y la finalización del primer paso de un extenso plan que llevo más de un año ideando. Cuidadosamente he medido cada paso a tomar desde que pise la entrada de esta academia. Todo debe ser controlado y adecuadamente realizado para que marche hacia mi victoria, por lo que me aseguro de estar centrada en lo que más deseo en estos momentos.

Y solo puedo lograr lo que quiero en este lugar.

Ahora bien, mientras camino en busca del edificio principal, donde se dictarían las clases, repaso mentalmente todo lo que se sobre esta escuela.

Shining Saotome, el director de esta academia, había sido un súper idol en su momento y vendió 20 millones de copias de una sola canción. Uno debe admitir que tuvo mucha suerte de lograr un éxito desde el inicio, como solo muy pocos logran, consagrándose como una leyenda viviente dentro de la industria del entretenimiento.

Y claro, con ese dinero creo esta academia de élite, donde muchos famosos idols y compositores han asistido.

Lo único que lamento, es el hecho de que el director parece estar desequilibrado mentalmente y un claro ejemplo seria lo que sucedió durante la ceremonia de ingreso. Él se apareció en el lugar e hizo un numerito muy raro al saltar desde una de las torres más altas del lugar, causando que a muchos les diera pánico u horror creer ser testigos de un suicidio por un hombre loco que estaba disfrazado de arlequín.

El tipo me dio vergüenza ajena y con eso digo todo.

—Ya he llegado. —Aun hablo conmigo misma, ya estando de pie frente al edificio de clases. —Solo espero que este día pase rápido. —Murmuro irritada.—Tengo cosas que hacer en mi habitación.

La noche anterior pude dormir muy poco, pero no fue a causa de los nervios o la emoción, sino que se debió a otra persona que no dejo de molestarme.

Mi madre se había quedado a dormir en mi habitación, como si estuviera en alguna pijamada, y no había dejado de llorar o decirme que iba a extrañarme al entender de que me quedaría a vivir en los dormitorios que posee el colegio para no perder mi valioso tiempo entre tomar el tren desde mi hogar hasta el campus. Al final, ella termino durmiéndose del cansancio y me dio solo un respiro de tres o cuatro horas, antes de llegar el momento de despertar para irme a iniciar mi único año en la academia.

Fue una lástima no poder deshacerme de ella tan fácilmente, siendo quien me llevo hacia la academia y teniendo que soportar sus dramas por dejar la casa. Tuve que echarla yo misma del dormitorio que ocuparía, porque seguía llorando en la cama que tenía asignada, quejándose de que sin mi presencia en la casa todo sería diferente. No tuve ningún momento de paz, más allá de darme el tiempo suficiente de ponerme el uniforme para la ceremonia y despedirla en la entrada, recordándole de que debía de irse al trabajo de una vez por todas.

De solo pensar que tendría que desempacar todas las cosas que había traído de casa, solo eso me causaba agotamiento y mis pocas horas de sueño me ayudaban a entender, que no iba a resistir mucho esta primera noche en la academia. Pero, aun así, debería hacer un esfuerzo para no dormirme en la primera clase, siendo que solo era para presentaciones y demás, no iba a requerir de mucha de mi concentración, mi sola presencia bastaría por el día.

Mi mente divagaba en otros asuntos de importancia mientras atravesaba las puertas del edificio, así fue como no pude prevenir el violento choque que me arrastro hacia el suelo, logrando que mis lentes resbalaran de mi rostro y se perdieran en algún lugar del inmenso hall de entrada.

Quedándome tendida boca arriba, me doy cuenta de un ligero dolor a la derecha de mi cabeza, el lugar donde había impactado contra el frio suelo de mármol, el que posiblemente haya causado un futuro chichón. Me quedo quieta y fijo mi vista en el blanco techo que debía de estar decorado, pero el cual no podía ver porque todo estaba tan borroso como si lo viera a través de un vidrio empañado por la lluvia.

Me encontraba ciega, débil ante lo que sucediera a continuación y con un ligero palpitar en la cabeza que ya empezaba a molestarme.

Oh diosa del destino, ¿Tanto me odias para hacerme esto?

— ¡Lo lamento! —Alguien se disculpa y veo algo de un rojo vivo que me tapa la hermosa vista del techo y que parece que me está dando la mano. O eso es lo que me parece. — ¿Estás bien? —Me pregunta mientras aun me tiende la mano.

—No veo nada. —Fue mi amarga respuesta.

— ¿Co-Como que no…?

Al final termino tomando la mano que seguía tendida frente a mi vista de murciélago y termina tirando de mi con demasiada facilidad, lo que me hace pensar de que soy más ligera de lo que aparentaba. Una vez de pie, acomode mi falda arrugada y me aclaro la garganta para hablar de nuevo.

—Mis lentes…—Le hablo, intentando no sonar nerviosa por estar en las mismas condiciones que un topo ciego. —No veo sin mis lentes.

— ¡Oh, era eso! —Se le escucha aliviado.

Después de decir aquello, que me hizo preguntarme que habrá pensando en cuanto dije que no podía ver, puedo notar gracias a aquel intenso rojo, que debía ser el color de su cabello, el cómo se mueve rápidamente por los alrededores. Yo simplemente me quedo quieta, de pie como una estatua, y preguntándome por qué mi accidente no había causado risas o burlas, cosa que minutos después entendería que se debía a que estábamos solos en el hall de entrada, siendo de los últimos en haber llegado al edificio donde se dictaban las clases.

— ¡Los tengo! —Lo escucho. —Aquí tienes, deja te ayudo…

—Has hecho suficiente, solo dámelos. —Extiendo mi mano para que me entregue mis lentes.

—Es-Está bien.

Siento mis lentes en la mano izquierda y me los coloco con cierto alivio que mi rostro no debió de reflejar.

Cuando por fin veo algo más allá de mi nariz, noto perfectamente a este chico que me había derribado en la entrada. No soy buena con la altura ajena, pero es más alto que yo. Su cabello llamaba la atención por ser tan rojo como el mismo fuego, lo tenía corto y ondulado con un flequillo del lado izquierdo. Sus ojos resultaron ser del mismo color de su cabello.

De verdad, no soy indiferente ante la belleza de los hombres, pero esos rojizos ojos cual rubíes llamaron mi atención por minutos. Me encontraba embelesada con el rojizo color que me volvería daltónica en algún momento, pero estaba hechizada de alguna manera. Solo el ligero dolor de mi golpe en la cabeza me hizo reaccionar, cerrando los ojos para serenarme tras haberme quedado como idiota ante este desconocido.

— ¿Te encuentras bien? —Escucho su pregunta y noto ligera preocupación en su voz. Preocupación real por lo que entiendo. — ¿Necesitas ir a la enfermería?

—Estoy bien. ¿Podrías no verme tan fijo, por favor? —Había notado que, al igual que yo, se me había quedado observando.

—Lo lamento. —Se disculpó mientras se colocaba una de sus manos en el cuello, al parecer en un gesto nervioso. —Es...es que creo que te conozco de algún lado…

¿Conocernos dice?

No, si yo realmente conociera a este chico, no lo olvidaría. ¿Cuántas veces tienes la oportunidad de ver a alguien que tiene ojos y cabello de color rojo? De verdad, nadie se olvidaría de alguien como él.

— ¿Estas sonrojado? —Pregunto al ver sus mejillas coloreadas del color carmín.

El pelirrojo comenzó a reír de forma nerviosa. Yo, por mi parte, estaba dudando de si irme o decirle que dejara de ser tan idiota. Evaluando las dos posibilidades, simplemente pasé a su lado y seguí caminando hacia el salón donde me tocaba mi clase, esta vez concentrada para que nadie más me mandara derecho al suelo.

— ¡Espera!

Escucho sus pasos hacer eco por el silencioso pasillo. Él estaba viniendo hacia donde estaba, por lo que contengo mi molestia y cuento hasta diez, esperando saber que buscaba al insistir en hablarme. En cuanto llega a mi lado, pongo la mejor expresión neutral que tengo para verlo.

— ¿Qué quieres? —Pregunto con cierta rudeza.

Esperaba que siendo así, me dejara en paz de una buena vez.

—Lo lamento. —Sus palabras salieron atropelladamente de su boca, junto con una reverencia. —Ya sabes, por el choque, el tirar tus lentes y el verte fijamente. Creo que te confundí con alguien y…

—Ya olvídalo. —Me estaba cansando de estar cerca de alguien así.

—Me llamo Ittoki Otoya. —Se presentó de golpe y sin que yo le preguntara su nombre. —De nuevo, lamento lo que sucedió.

—Ya dije que lo dejes. Ni que me hubieras herido de muerte o algo…—Quise irme, pero me di cuenta de algo, por lo que volví a verlo y le pregunté directamente. — ¿En qué clase estas?

—Ah…soy de la Clase A.—Me respondió rápidamente.

No lo demostré en ese momento, pero me relajaba saber que el chico de rojo no estaba en mi clase. Con solo verlo y escucharlo hablar, sabía que era una persona extrovertida, algo que no encajaba con mis planes a la hora de manejarme entre mis compañeros. No iba a necesitar a nadie cerca y si este chico estaba en mi clase, seguramente se me pegaría como el chicle, solo porque no tendré interacción con los demás de mi alrededor.

— ¿Tú también estas en la Clase A?

—No. Me toco la Clase S.—Estoy orgullosa de ese logro. Después de todo, tengo entendido que solo los mejores logran entrar en esa clase. Una clase de élite, nuevamente lo había logrado. —Así que vamos por caminos diferentes…—Y eso sonó poéticamente estúpido. No debí leer libros de poesía para poder dormir e ignorar a mi madre. —Nos vemos…—Saludé antes de mostrar mis intenciones de irme del lugar.

— ¡Espera! Aun no me has dicho tu nombre. —El seguía insistiendo en hablar conmigo.

—No tiene mucho sentido el decirte como me llamo, pero soy Minami Oyuki. —No pude evitar hacer un gesto de molestia que ese chico no noto.

Jamás me gusto mi nombre y ahora, al decirlo en voz alta, es peor. Creo que no combina, ¿Será por eso? ¿Por qué mi madre fue y me eligió este nombre? ¿Por qué no me puso Hikari o Michiru? ¿Tanto le costaba ponerme un nombre común y corriente como Sakura? A veces pienso que esa mujer me odia y por eso me puso ese nombre.

Reina de las nieves...

Actualmente hago honor a mi nombre.

—Entonces Minami.—No uso ningún honorario al hablarme. ¿Qué le sucede a ese chico? —Tal vez nos veamos luego.

No pude evitar soltar una pequeña risa que llamo su atención, eso seguro.

—Te lo dejare en claro desde ahora, Ittoki.—Lo dije a secas como el.—No vine aquí a hacer amigos, no te me acerques más. Alguien como tú solo sería un estorbo en mi camino.

El me observo, claramente sorprendido por lo que dije, y yo solo me giré de forma orgullosa para continuar mi camino como si nada hubiera pasado, jamás sin mirar atrás. Sé que, si no soy mala con las personas de este lugar, tarde o temprano volverá a suceder otra desgracia en mi vida, así que lo mejor que puedo hacer es alejar a cualquiera que tenga intenciones amistosas.

Amigos no está en mi vocabulario. Enemigos y rivales están recalcados.

Puedo verlo al entrar en mi salón, esos chicos hablando o riendo en grupos, todos en algún momento sabrán que no deben fiarse de la persona a su lado, porque tarde o temprano serán traicionados.

Con este amargo pensamiento camino hasta el penúltimo pupitre de la fila derecha, cerca de la ventana que daba al patio y me quedo inmersa en mis propios pensamientos, ignorando a todo aquel que tuviera las intenciones de entablar conversación conmigo, ya que no iba a responderle a nadie.

—Es un gusto volverte a ver, my lady.

Escuchar eso me trajo de regreso a la realidad y bastante confundida para ser sincera. Llegando a parpadear mientras aparto la mirada de la ventana, termino topándome con un sonriente chico con aire despreocupado y coqueto para agregar como dato extra.

Sin inmutarme por su aparición, simplemente lo observo de pies cabeza.

El chico tenía el cabello de un tono rubio anaranjado, algo largo rozándole el cuello, con un mechón de pelo que ligeramente tapaba su ojo derecho y ojos azules como profundas lagunas. Era guapo, eso no hay que negarlo, pero tenía un aire de seductor empedernido que me causo repulsión y me hizo arrugar los labios como si me hubiera encontrado chupando un limón muy ácido.

Luego caigo en la cuenta de que me llamo Lady.

Era perfecto. No llevo ni cinco minutos en este lugar y de repente se me aparece un chico con aires de playboy, el cual parece que me ha tomado como una especie de blanco de burla o algo así. Me había llamado "Lady" y de entre todas las chicas guapas que lo habían estado rodeando minutos atrás, decidió venir conmigo, cuando yo buscaba pasar desapercibida.

Mi paz ha sido perturbada y era hora de buscar su retorno.

— ¿Lady? —Repito demostrando mi molestia por la forma en la que me abordo. — ¿Disculpa? ¿Por qué me llamas así? ¿Quién eres? —Pregunto antes de ver que su sonrisa flaquea por un momento, dejándome ver una expresión de desilusión.

— ¿No me recuerdas?

—Si te recordara, no estaría preguntándote quién eres. —No. Este tipo ahora parecía estar intentando hacerme dudar de mi memoria y fingir que lo conocía del algún lado para coquetear conmigo. —Pero respondiendo a tu pregunta. No, no sé quién eres.

Se que muchas chicas estarían emocionadas en mi lugar, solo por ver que un chico guapo y que parece el galán de una novela, se les apareciera para hablar de forma tan casual. Pero en mi caso, solo pensaba que mi plan de mantenerme alejada de cualquier alumno de la academia estaba fallando y por eso me mostraba el doble de irritada con aquel "amable compañero" que se acercó a saludarme.

Aunque me ha llamado la atención, el que me preguntara sobre si le recordaba y siento, de alguna manera, que vagamente lo había visto en algún otro lugar, además de cualquier medio de comunicación existente en la actualidad.

—Yo si te recuerdo perfectamente. —Me sonrió mientras lo decía, mostrándome sus perfectos dientes blancos y causando que sintiera deseos de pegarle con mi bolso que colgaba del respaldo de mi silla. —Después de todo, no siempre estas por atropellar a una bella chica, la cual se atrevió a rescatar a una niña en un día invernal.

Me quedé pensando en ese día, en el que cometí una de las más grandes y escasas estupideces en mi vida al querer hacerme la heroína, solo porque vi a una niña casi ser atropellada por un auto. Por suerte, para ambas, no nos sucedió nada aquel día y si mal no recuerdo (A veces mi memoria no es la mejor para recordar rostros, pero lo intentare.) el chófer del auto se disculpó conmigo por el susto y en un momento pude ver que el pasajero me observaba con la ventanilla medio abajo, por lo que pude verlo de cierta forma y...

— ¡Eras tú! —Lo señalo como acusándolo de algo, solo porque recordé esos ojos azules que no me perdieron de vista aquel día. —Así que tú también estas en este lugar. —Me acomodo en la silla, asegurándome de mantener las piernas juntas y puse mis manos sobre mi regazo, tal y como me enseño mi abuela en sus clases de etiqueta.

—Me ha sorprendido el volver a verte, así que quise saludarte. —Arrastra la silla del pupitre a mi derecha y se sienta. — La vez anterior, no te dije nada por mi escaso tiempo, pero quiero que sepas que lamento mucho lo que te sucedió esa mañana.

—Aja…—Desvió mi mirada, lejos de los intensos ojos de este chico, y veo a un grupito de chicas que me observaba con deseos de asesinarme. No pude evitar reírme por eso y miré nuevamente al chico. —No me gustaría quitarte más tiempo, pero tus admiradoras están observándonos y creo que no les gusta que las ignores solo por saludar a alguien que casi matas meses atrás.

El volteo hacia atrás en cuanto dije aquello, pero ellas cambiaron su actitud, saludándolo con falsa dulzura y un ligero toqué de coquetería para llamar más su atención. Él sonrió antes de volver a voltearse hacia mí, en su mirada pude notar que parecía saber algo que no iba a explicarme y aquellas chicas me volvieron a asesinar con la mirada. Pero que cambio rápido han tenido, vaya que algunas mujeres sí que dan más miedo que otras, así que será mejor que me mantenga alerta o podría terminar siendo víctima de alguna de esas locas obsesionadas con los populares.

—Creo que he encontrado mi lugar. —Este chico señala el pupitre del cual robo la silla y me doy cuenta de que no iba a dejarme en paz. —Y con la mejor vista, vaya que tengo buena suerte. —Me mira de tal forma que me incomoda.

—Creo que ese lugar ya tiene dueño. —Señalo, intentando sonar burlona cuando veo la mochila de alguien en el pupitre elegido.

—Habrá que decirle que busque otro lugar. —Una de sus manos se posó en mi escritorio mientras me observaba. Admito que estaba poniéndome incomoda con eso de las miradas fijas y rogaba porque iniciara la clase de una condenada vez. — ¿Cómo te llamas?

— ¿Mi nombre? —No, el del vecino.

Hay veces que hasta yo misma puedo ser idiota.

—Si… ¿O prefieres que solo te diga Lady?

—No. —Negué molesta. ¿Quién le daba derecho a ponerme un apodo y más al no conocerme? —Soy Minami Oyuki. Recuérdalo bien.

—Soy Jinguji Ren. Puedes llamarme solo Ren, Oyuki-chan.

—Ya…—Parece que no se rinde tan fácil al ver mi poca cooperación para entablar conversación con él. —Si vas a llamarme por mi nombre, solo dime Oyuki. No le agregues un honorario, porque se escucha mal.—Y más de su boca porque es demasiado…lo dice genial.

Maldita sea, ya empiezo a sufrir los efectos de la belleza masculina.

—Oyuki. —Pronuncio suavemente y me causo escalofríos por la forma en la que lo dijo. Se sintió como si me hubiera susurrado en el oído. —Qué bonito nombre tienes.

Basta.

Por favor, esto es suficiente para mí.

Déjame en paz.

—Podemos estar en desacuerdo por eso, Jinguji. Mi nombre no me gusta. —Espero que al decir esto, al fin me deje al ver que soy muy negativa. —Para nada me gusta…

Hago un gesto con mi mano derecha para apartarme un mechón que coloque detrás de mi oreja y solo puedo ver como sonríe con diversión... ¡¿Por qué me mira tanto?! ¿Acaso soy su diversión del momento o que cosa? ¿Cómo puedo hacer para que este tipo me deje en paz, de una buena vez?

—Tú lo encuentras horrible, pero a mí me parece que es el nombre perfecto. —Y me mira, no deja de mirarme como si estudiara hasta el más mínimo rasgo de mi rostro. —Aunque...no pega mucho para una joven extranjera...

Este chico está tocando terreno peligroso y debo detenerlo antes de que termine su dudosa pregunta.

— ¡Oye!

Fue una gran suerte la mía, ya que alguien se había aparecido entre ambos pupitres, evitando que Jinguji siguiera observándome con una expresión que me hacía sentir que me perdía de algo muy importante y que estaba llegando a ponerme muy nerviosa e incómoda.

Ahora que su atención estaba en aquel extraño, me tome un momento para observar al chico rubio que se había aparecido en la escena, notando que tenía unos clips en la parte izquierda del cabello, brillantes ojos azules y llevaba un sombrero en la cabeza.

No lo negare, es bastante lindo el chico... ¡Ahí vamos de nuevo, Oyuki!

—Estas en mi asiento. —El hablo, dejando notar su irritación al ver que le habían robado su lugar.

— ¿De verdad? —Y este chico le hablaba con desafío, puedo notar ese tono de voz tan conocido.

—Si.

— ¿Y quién dijo que era TU asiento?

—Todas mis cosas están ahí. —Con un gesto de su cabeza, el señala la mochila y los libros sobre la mesa. —Así que déjame sentarme y vete a tu lugar.

En un momento mis cejas se alzaron con cierto asombro, ya que este chico tenía una voz que se imponía sobre su adorable imagen. No iba a decir que me fuera interesante, pero si me llamo la atención y me preguntaba si lograría hacer retroceder al señor coqueto que usurpo su lugar elegido.

—O hagamos esto.—Jinguji se puso de pie, solo para sacar los libros que él había dejado en el lugar y entregándoselos con brusquedad.—Te buscas otro asiento y ya.

—Pero quien te crees tú…—Se estaba empezando a enojar y se le notaba muy bien.

Pude notar la diferencia de altura, el chico era más bajito que Jinguji, debía medir lo mismo que yo (Mido 1,60). Creo que, si fueran a pelear, debería apostar al playboy por la altura y musculatura, creo que es más fuerte o eso me parece.

—Jinguji Ren. —Se presentó con él y agrego.—Chibi-chan.—Supongo que eso fue una burla gratuita.

— ¡¿Chibi-chan?!—Grito enojado el rubio bajito. — ¡Me llamo Kurusu Syo!

Si Jinguji quería molestarlo, supo que lo logro al ver su rostro rojo de ira, mientras que yo solo me quede sentada, esperando hacerme invisible y no quedar en el medio de la pelea. Sería el colmo quedar en medio de algo que ni siquiera comencé y seguro que si me muevo para buscar otro asiento llamare la atención de alguien indeseado.

— ¿Y quién me vino a decir que me sentara aquí? —Me pregunte en un susurro.

Distraída como solo podía encontrarme aquel día y observando con aburrimiento la guerra de miradas entre ambos chicos, escuche un fuerte golpe que provenía del frente del aula, que casi hace que termine por caerme de la silla por el sobresalto que me causo. Preguntándome quien podía ser el que se le ocurriera hacer aquel escándalo, observé hacia el frente, donde se encontraba un joven hombre que reconocí enseguida. Resulto ser quien había dado un golpe, ya que aún tenía la mano derecha hecha un puño contra la pizarra del salón y observaba a los que estábamos presentes con una expresión seria.

—Ese es…—Comencé y no termine de decir.

— ¡Hyuga Ryuya! —Mis compañeros de clase exclamaron, casi en un coro de asombro, la sorpresiva llegada de este hombre.

—…si…—Suspire al ser cortada de mi dialogo.

—Increíble. —Juro que los ojos del chico brillaban como estrellas al verlo. —Él es nuestro profesor.

Genial, tenia de vecino de pupitre a un fan de Hyuga-san.

— ¡Todo mundo, a sus asientos ahora mismo! —Ordeno de forma severa.

Todos se apresuraron para tomar asiento en los lugares que eligieron, seguramente intimidados por la forma en que lo ordeno Hyuga-san. Pude ver que el rubio bajito aprovecho el desconcierto general que se había presentado con la aparición de este idol y volvió a sentarse donde estaba el playboy. Este lo miro mientras el bajito le sacaba la lengua en modo de burla y yo me mordí la lengua para no reírme de esto, ya que me causo gracia la forma en que lo hizo.

—Ja.—Jinguji sonrió sin gracia alguna. —Solo por esta vez…—Giro a verme y no me gusto para nada. —Nos veremos en el descanso, Lady—Y me guiño el ojo.

Como ese tipo de gesto de coqueteo me da asco, no dije nada y desvié la mirada molesta. Solo espero no tener que volver a dirigirle la palabra, nunca más.

—Dije que todos a sus asientos.—Hyuga-san hablo al ver a Jinguji aun de pie—Ahora.

—Ya tómeselo con calma. —Dijo mientras regresaba a su lugar.

Y claro, no podían faltar las miradas de aquel grupo de chicas que parecían interesadas en Jinguji. Me lanzaron las ultimas miradas de odio y algunas de burla, seguramente pensaban que Jinguji solo me hablo por cortesía, ya que era la única que se había quedado sola y observando hacia la ventana en vez de conocer a mis demás compañeros.

— "Nos veremos en el descanso, Lady". —Se burló el rubio bajito al momento en que Jinguji se fue y creo que sintió mi mirada, porque volteo a verme. —…no le digas a tu amigo sobre esto. —Me pidió algo nervioso.

—No es mi amigo, apenas acabo de conocerlo. —Dije algo molesta porque le llamara "Mi amigo".

—Kurusu Syo.—Se presentó jalando el ala de su sombrero hacia abajo.—Gusto en conocerte.—Este chico era muy amable, y eso no era lo que estoy buscando.

—Minami Oyuki. —Fue todo lo que le dije y miré al frente.

—Mi nombre, como ya saben, es Hyuga Ryuya.—Se presentó y juro por mi vida que escuche suspiros femeninos.—Seré su profesor, así que llámenme Hyuga-sensei. Este curso es más avanzado que el resto y solo los mejores pueden entrar, así que espero un 100% de efectividad en mis clases y en sus tareas. ¿Queda claro?

—Si señor. —Fue la contestación de todos.

Una vez más quede sorprendida, ya que este hombre sí que impone presencia, incluso había creado un automático silencio tras su llegada. Debe ser esa una de las razones por las que mi madre está enamorada de este profesor/actor/cantor, pero es más joven que ella y debe ser todo lo contrario de esa mujer.

Volviendo a prestar atención a nuestro profesor, puedo ver que este recorre el salón con la mirada y termina deteniéndose en...

Oh vamos, por favor, que alguien me diga que no estaba observándome a mí y que me nieguen que está caminando en mi dirección. ¿Y ahora que hice para que llamara la atención del profesor? ¿Es que no puedo pasar desapercibida en este lugar?

Por suerte, solo fue mi paranoia la que estaba confabulando ideas extrañas para entender porque venía en mi dirección, en realidad estaba caminando hasta el pupitre de mi vecino, aquel rubio bajito, que si mal no recuerdo era Kurusu.

—No puedes utilizar sombreros en clase. —Entonces lo entendí, el llamativo sombrero que llevaba era la razón por la que vino.

—Perdone Sensei.—Se disculpó.—Pero vera, esto no es solo un sombrero para mí. Mi abuelo me lo dio y…

Jamás en mi vida creí ser testigo de tanta palabrería barata. Ese chico dijo que el sombrero era un regalo de su abuelo fallecido, lo único que le daba recuerdos y no sé qué más cosas. Y lo peor de todo, fue que el profesor se lo trago o por la cara que tenía al escucharlo, simplemente prefirió dejar el tema de lado, permitiéndole usar ese bendito sombrero.

—Vaya mentira que te armaste. —No pude evitar hablarle, una vez que Hyuga-sensei se alejó. —Solo usas sombreros para parecer más alto. ¿Complejo por tu altura, enano? —Evite sonreír, pero me entraban ganas de burlarme de ese chico.

— ¿A quién le llamas enano? —Pude confirmar mi teoría en el momento en que me hablo con aquel tono enojado.

—Tranquilo, que solo fue un comentario pequeño. —Pique un poco más.

— ¡No soy enano! —Me grito al tiempo en que se levantaba de su asiento.

—Tranquilo, no te cortes tanto…

— ¡Cállate, cuatro ojos!

Está bien, puede que me haya pasado al burlarme de su estatura y podría haberme detenido tras la primera provocación por su altura, ya que es la misma que la mía ahora que le veo levantada de mi asiento, pero el llamarme cuatro ojos no se lo perdono.

— ¿Cómo me llamaste, enano? —Le pregunto.

— ¿Cómo me llamaste, cuatro ojos? —Ataco con eso.

— ¡¿Quién te da derecho a llamarme así?! —Grito con molestia y evaluando el darle un golpe con mi bolso, a ver si con eso se callaba y aprendía a respetarme.

— ¡Eso debería preguntarte yo! —Dios, como gritaba este chico.

Puede ser lindo, pero chillaba mucho y podía romperte los tímpanos.

— ¡Basta, ustedes dos!

El grito me hizo saltar de la sorpresa y a Kurusu también. Ambos miramos al profesor y notamos que los demás nos observaban entre divertidos y fastidiados por interrumpir la clase. Para mi desgracia, mi mirada se conectó con la del playboy, quien me observaba con cierto interés, a la vez que su mirada era algo burlona, seguramente porque estaba siendo regañada el primer día.

Al final nos disculpamos por interrumpir la interesante charla del inicio de la clase y nos sentamos de nuevo.

—Es tu culpa, enano.

—Es tu culpa, cuatro ojos.

Nos vimos con molestia y de nuevo al frente, ignorándonos.

—Como iba diciéndoles, este será un proceso de selección agresivo. —Comenzó Hyuga-sensei, luego de tantas interrupciones. —Ya que serán muy pocos los que debutarán al final del año. —Todo esto lo dijo con tal seriedad, que me pareció notar a muchos de mis compañeros presionados con solo esas palabras.—Como ya saben, la academia Saotome es un colegio vocacional, especialmente dedicado a instruir idols y compositores. Si son lo suficientemente listos, sabrán que no tendrán mejor debut que este, pero hablo enserio cuando digo que no será nada fácil llegar al final, no me sorprendería que muchos de ustedes no lleguen ni a mitad de año.

Al contrario de los demás del salón, yo no sentí ni una pizca de miedo por las palabras de Hyuga-sensei. Estaba completamente lista para los retos que vinieran dentro de esta academia, me haría valer y esta vez no dejaría que nada, ni nadie, arruine mis planes a futuro.

Esta vez haría todo lo que estuviera en mis manos para cumplir con mis metas.


Al entrar en la cafetería supe que, al igual que el resto de la escuela, el director no había reparado en gastos con tal de hacer de este lugar lo más acogedor y elegante que fuera posible. Cada parte de este lugar tenía una fuerte influencia occidental, casi parecía que, en vez de estar en Japón, me encontraba dentro de un internado extranjero y la idea no me pareció tan mala, ya que me sentía más cómoda en este tipo de lugares que aquellos que tenían arquitectura tradicional.

—Entre la ceremonia de apertura y estas primeras clases, ya estoy sintiendo que se me van las energías. —Murmuro al sentir mi estomago reclamando alimentos.

Lo único que estaba molestándome, era el hecho de que no habían hablado sobre cómo se diferenciarían los estudiantes que cursaban la carrera de composición de música de los que cursaban la carrera de Idol. Todo lo que nos habían dicho era una simple introducción que me dejo insatisfecha, pero iba a esperar para saber si dirían algo con referencia a los cursos o si debía de preguntarlo directamente.

— ¡Elizabeth! —El grito no me inmuta, pero parece que hay gente extranjera aquí.

Me quito los lentes, ya que veo una pequeña mancha en uno de los cristales y me decido quitarla con la manga de mi blazer.

— ¡Minami, cuidado! —Oigo mi apellido y me coloco los lentes para ver quién me llamo.

¿O habrá otro Minami por el lugar?

Se que mi apellido es muy común, pero...

— ¡Elizabeth!

Y ahora entiendo que es lo que pasa.

Un chico totalmente desconocido se me está lanzando con los brazos abiertos mientras yo me quedo con la mente en blanco, ni siquiera escucho esa voz de mi conciencia que me grita que me aparte. Solo siento un fuerte jalón en mi brazo derecho, alguien había terminado salvándome de este desconocido, quien termino abrazando a un chico pelirrojo, el cual había aparecido en el momento en que me apartaron del "peligro", por así llamarlo.

— ¡Suéltame! —Le reclama.

El chico lo miro confundido y se descolgó, ocasionando que el pelirrojo cayera al suelo.

—¿Que demoños...? —Sigo algo confusa por lo que sucedió.

—Estuvo cerca. —Dijo mi salvador. — ¿Te encuentras bien?

Me volteo para ver quién era mi sorpresivo salvador y noto que este chico tenía el cabello color azul cobalto, recto y con el flequillo que llegaba a sus ojos, estos eran de un color violeta, y debajo del ojo derecho tenía un pequeño lunar. Bastante atractivo y con un aire serio, tuve la sensación de ya haberlo visto antes, para luego recordar que su rostro apareció varias veces en los medios de comunicación.

—¡Minami! ¡¿Estas bien?!—Ese grito me saca de mis pensamientos.

Y me doy cuenta de que el sigue aferrando mi antebrazo derecho, así que me suelto del agarre del chico y le miro secamente. No estoy molesta, simplemente me siento incomoda cuando un desconocido me toca, por lo que me pongo algo tensa cuando sucede.

—Si…Gracias. —Fue todo lo que dije, antes de centrar mi atención en los otros dos chicos que estaban conmigo. Puedo notar a varios estudiantes que estaban observándonos por el escándalo que armaron. — ¿Se puede saber a qué vino eso? —Le pregunto al chico que se me había acercado como si nada. —Pudiste lastimar a alguien o mejor dicho a mí, ya que veo era tu objetivo.

—Lo lamento. —Mientras él se disculpaba, yo me encontraba observándolo. Su cabello era rubio, algo despeinado y detrás de los lentes se podían ver sus ojos de color verde lima. —Es que te pareces tanto a Elizabeth, que me deje llevar. —Me explico.

— ¿Eh?... ¿Me parezco a alguien extranjero? —Le pregunte, ya que posiblemente por mi color de cabello y los ojos que son herencia de mi padre, era posible el ser confundida con una extranjera...

—No. A nuestro perro.

Tarde, exactamente, dos segundos en procesar la respuesta del chico.

— ¡¿A tu que dijiste?!—Estaba entre enojada y ofendida por lo que me dijo.

— ¡Ella es tan linda y pequeñita! ¡Y nos hemos separado desde que me instale en los dormitorios! —Lo decía con un tono demasiado dramático.

¿Y este de dónde salió? ¿Y porque me parezco a un perro? ¿Está buscando que le dé una paliza o qué?

—Ah, me llamo Shinomiya Natsuki.—Extendió su mano hacia mi.—Supongo que me dejo llevar cuando veo cosas tiernas y pequeñitas, como tú.

—Minami Oyuki. —Solo tomé su mano por pura cortesía y medí mis palabras para no mandarlo al diablo. — ¿Me dijiste tierna y pequeñita? —Le pregunte mientras entrecerraba los ojos con molestia.

—Minami, perdona el susto. Te acuerdas de mí, ¿verdad? —Me pregunto el chico pelirrojo, quien se metió en la extraña conversación que tenía con el tal Shinomiya.

—Ittoki Otoya. —Asentí al recordarlo de esta mañana, solo porque aún tenía el rojo en mi mente.

—Que bien. —Lo vi feliz, aunque le había dicho que no me molestara antes de ingresar a clases. —Por cierto, el chico que te salvo, se llama Masato.—Ittoki me señalaba al chico detrás de mí.

—Hijirikawa Masato. —Se presento en cuanto dirigí mi mirada hacia él.

—Minami Oyuki.

Supuse que debíamos tener el mismo tipo de actitud, porque tras presentarnos, ninguno de los dos volvió a reparar en la presencia del otro.

Luego de aquella extraña situación había decido comprar mi comida, por lo que me disculpe alegando de que me iba a formar en la fila. No conté con que Ittoki y Shinomiya me siguieran a la fila, mientras hablaban detrás de mí, explicándome que ellos aún no habían comprado nada para comer. Incluso Hijirikawa estaba con ellos, solo que el venía muy callado, pero no hacía falta que dijera nada, ya que los otros dos cubrían a la perfección su silencio, al no detenerse ni un segundo en hablar.

Intenté alejarme mientras buscaba mi tarjeta para comprar el almuerzo y me tropecé con quien sabe qué cosa. Era genial, tenía la segunda caída del día cortesía de la nada o así fue, hasta que sentí que me tomaban de la cintura, salvándome de cometer el peor bochorno del comienzo de año por torpeza absoluta o así lo veía yo.

—Salvada. —Oigo que me dice.

— ¡Minami! ¿Estás bien? —La voz alarmada de Ittoki me hace reaccionar.

Me aparto el brazo que me rodea la cintura y miro directamente al chico que me ayudo, resultando ser Kurusu. Su mirada de sorpresa me hizo saber que no había notado quién era, y simplemente cambio su expresión por saber a quién rescato en ese momento.

—Tú de nuevo. —Decimos al mismo tiempo.

— ¡Syo-chan!

De nuevo salto del susto y observo, sin entender mucho, a este chico llamado Shinomiya lanzándose sobre Kurusu, y abrazarlo. O más bien, observaba como estaba triturándolo cual Boa a su presa, mientras Kurusu grita algo que no se le entiende por estar muriendo asfixiado. Los demás solo observábamos en silencio la escena que se daba frente a nosotros, al igual que muchos curiosos que estaban haciendo la fila para comprar su almuerzo, y sin entender a qué venia tan cariñoso abrazo.

— ¡Na-Natsuki! —Sorprendentemente veo como Kurusu se libera y fulmina con la mirada a Shinomiya.— ¡Te he dicho que no me molestes con eso!

—Lo siento, me emocione de verte. —Se disculpó.

¿Y saben que es lo peor? Le creí por la forma inocente en que lo dijo.

— ¡Pues no te emociones!

—Dios Kurusu, ¿podrías dejar de gritar? —Me hago notar. — Suenas como colegiala regañando a su novio. —Mientras masajeo mis sienes, ya que me estaba dando dolor de cabeza estar tanto tiempo escuchando gritos agudos.

— ¡Cállate Minami! —El me grito para luego extender su mano, entregándome la tarjeta que se cayó de mis manos al tropezarme. —Deberías agradecerme que te ayude y toma tu tarjeta.

—Aja…—La tome antes de hablar. —Gracias, Kurusu.—Agradecí y lo vi verdaderamente sorprendido por lo que dije.

¿Qué? Puedo ser amable a veces y él me salvo de una caída vergonzosa frente a todo el mundo en la cafetería. Hasta yo tengo mis límites, que eso quede claro de ahora en más.

— ¡Ten cuidado, Chibi-chan!

— ¡¿Chibi-chan?!—Dijo Kurusu, ya enojándose por aquello. ¿Y quién no lo estaría con tal apodo degradante? —Solo alguien me llamo así y es…—Volteo y todos seguimos su mirada.

—Yo vi primero a Lady. —Y vi de quien se trataba.

Jinguji venia hacia donde nosotros estábamos haciendo la fila, mientras dejaba tras de sí los murmullos de muchas chicas que parecieron devorarlo con sus ojos. Alce la mirada hacia el techo, pensando el tipo de chicas que eran las que estaban presentes en este lugar y me lamentaba el no haber llegado más temprano para almorzar en paz.

— ¡Te he dicho que mi nombre no es Chibi-chan! ¡Es Kurusu Syo!—Se quejó.

A Kurusu se le dio por hacer berrinche cual niño de primaria, todo por ver que tenía un apodo que lo perseguiría durante todo el año, gracias a Jinguji. Yo solo lo mire mientras daba un paso hacia atrás intentando camuflarme en la fila y comprar mi comida en paz, pero falle épicamente al ver como los ojos azules de Jinguji me observaban cual depredador a su presa e ignorando a Kurusu, quien le reclamaba sobre que se aprendiera su nombre, termine con un chico con aires de seductor profesional a mi lado.

—Nos vemos de nuevo, Lady. —Sonrió. Era como si pensara que con eso me iba a debilitar. —Si no es obra del destino ¿cómo se le llama a esto?

— ¿Casualidad tal vez? —Pregunto mientras me examino las uñas con más interés, que en esa estúpida conversación. — ¿Acoso? Tengo más palabras por si quieres.

Pero Jinguji seguía allí, nuevamente sonriendo como si el supiera algo que yo no. ¡¿Es enserio?! ¿Qué le pasa a este chico? Iba a gritarle que no eran nada normales sus reacciones a mis palabras, cuando se me adelanto alguien para hablar.

— ¿Ligando otra vez? ¿Por qué no me sorprende de ti, Jinguji Ren?

Y ese fue nada más, ni nada menos que Hijirikawa, quien se había interpuesto entre ambos y miraba a Jinguji fijamente, además que se le notaba la molestia en su voz. Voz que, por alguna razón, se me hizo un poco conocida, aunque ignoraba de donde se me hacía familiar, porque me intereso el saber que iba a responder el playboy.

Jinguji lo miro unos segundos y luego volvió a sonreír.

—Tan estirado como siempre, Hijirikawa.

Detrás de mí, escuche a Ittoki y a Kurusu que hablaban. ¿Cuándo se hicieron amigos esos dos, si llevamos pocos minutos de conocernos?

— ¡¿Enserio?!

— ¿Cómo es que no lo sabías? —Kurusu le pregunta a Ittoki y a mí me entra la curiosidad por saber de qué hablan. —Ren es el heredero del grupo financiero Jinguji. Y el chico de ahí. —señalo a Hijirikawa.—Hijirikawa Masato es el heredero del grupo financiero Hijirikawa. Son millonarios.

— ¡¿No bromees?!—Gire mis ojos en un gesto cansado, todo por causa de la charla de esos dos.

Me parecía sorprendente no conocer a estos chicos que eran celebridades y a veces aparecían en revistas o en programas que nada tenían que ver con el ámbito empresarial. Ya sea porque son los herederos de grandes imperios financieros o porque estaban en listas de los solteros más codiciados. Cualquiera llegaba a conocerlos, aunque fuera por error. Mi caso es que ya los había visto en revistas, aunque más a Jinguji, quien parecía disfrutar de los escándalos con mujeres famosas y hermosas. Y era por eso, que no me hacía ninguna gracia el tener a alguien con fama de playboy tan cerca de mí.

—Jamás pensé que el hijo mayor de los Hijirikawa terminaría en la clase A.—Y lo note. Había un deje burlón en sus palabras hacia Hijirikawa, casi como si intentara provocarlo con aquello.

—Muy pronto mis habilidades mejoraran y entonces cambiare.

—Ja…entonces esperare con ansias ese día.

— ¿Podrían detener esto? —Pregunte y ambos se giraron para verme, al saber que les estaba hablando. —Por si no se han dado cuenta, son el centro de atención. —Señale y vieron que TODOS, incluyendo al personal de la cafetería, los observaban interesados. —Si van a hacer una escena o un enfrentamiento, que sea donde no haya tantos testigos. Dios. —Giré mis ojos con molestia. —Ya dejaron en claro que no se soportan, que tuvieron alguna historia y quien sabe que más, pero dejen de hacer un acto tan predecible. —Comencé a caminar, pasándoles al lado mientras seguía hablando.—Que idiotas pueden llegar a ser.

Francamente, esto no fue tan diferente de ver a dos alfas pelear por su territorio, por eso me había decidido a hablar, viendo que nadie más iba a decir algo por estar interesados en ver alguna pelea a mitad del día.

—¿Qué le pasa a esa chica? —Era la voz de Kurusu, quien estaba preguntando.

—No lo sé. —Y nunca lo sabrás, Ittoki.

— ¡Aun así, me parece muy bonita! —Ese tal Shinomiya sí que me sorprendió con su comentario.

—Bonita e interesante. —La voz suave de Jinguji me dio escalofríos, de nuevo.

Así que deje impresión en esos chicos y, además, siento sus miradas de vez en cuando. No puedo saber si eso es bueno o malo, creo que debo tener más cuidado en el futuro, aunque siendo sincera, me gusto el poder hablar tan libremente y decir lo que paso por mi mente al ver su ridícula pelea.

Una vez que obtuve mi comida, me alejo de la interminable fila del almuerzo y busco un lugar. Por suerte, nadie se me acerco tras ocupar una mesa libre, por razones que me fueron desconocidas o porque me vieron ser demasiado borde y mal educada. Después de todo, no siempre ves a una anónima diciéndole idiotas a dos celebridades del mundo empresarial y si eso ayudaba un poco a tener mala reputación, manteniendo alejados a todos, es bienvenido.

—Minami.—Me llaman al tiempo en que se mueve la silla frente a mi.—Esto...—Alzando mi mirada me encuentro a Ittoki, quien parecía no saber cómo hablarme.

— ¿Sí? —Pregunte mientras daba un sorbo de mi bebida.

— ¿Te molesta si nos sentamos aquí?

— ¿Nos? —Tenía un muy mal presentimiento.

— ¡Hola! —Shinomiya apareció en la mesa y se sentó al lado de Ittoki.

Mire por si alguien más se sentaba y no apareció nadie. Por suerte…

—Te vimos sola y pensamos que querrías compañía para comer. —Me explico Ittoki

Exactamente Ittoki se le dio por hablar cuando iba a dar un mordisco a mi hamburguesa, pero me detuve y dejé mi comida en el plato. Mi mirada se encontró con los rubíes brillantes de Ittoki y después, con la infantil mirada de Shinomiya, quienes me sonreían con amabilidad. El gesto de ambos era claro, estaban buscando amistad o simplemente un poco de acercamiento conmigo para conocerme y eso no podía permitirlo.

—En otras palabras…—Me levanto de la silla en la que me encontraba. —Sintieron lastima por la solitaria chica que estaba almorzando. —Les dije con cierta rabia disimulada y ambos me vieron con sorpresa.

Exacto. Ellos pensaban que había mal interpretado sus bondadosas intenciones.

—Te juro que no es así, Minami...—Ittoki comenzó a negar con nerviosismo.

—Lo siento, pero creo haberte dicho, Ittoki, y supongo que se lo diré a Shinomiya. No vine aquí a hacer amigos. Solo son un estorbo en mi camino y sería mejor que no se me acerquen más.

— ¿Por qué?—Shinomiya me hizo esa pregunta.

—Porque simplemente no los tolero. —Fue todo lo que respondí y me dirigí a la salida, sin ver hacia atrás. Por el camino me tope con Hijirikawa, quien iba hacia la mesa donde deje a ambos chicos y me miro. Yo le miré algo molesta. — ¿Qué? —Pregunté irritada y seguí caminando.

Hasta que no salgo de la cafetería, puedo sentir varias miradas fijas en mi persona, aunque no sabría identificar si pertenecían a los chicos que había conocido o si algún otro alumno se había terminado fijando en mí, ya sea por curiosidad o solo porque le parezco una persona desagradable por mi forma de actuar en la cafetería.

Solo sé que lamentare una cosa al salir, y no es el haberles advertido que no se me acercaran. Lamentaría el no haber comido más de un bocado de mi hamburguesa, porque aún tenía MUCHA hambre y solo tenía una barra de cereal que ocultaba en el bolsillo de mi falda.

Este fue el peor primer almuerzo de mi solitario año.


Como había leído en los folletos de la academia, la escuela era un internado de un año de duración, por lo que los estudiantes tenían asignados una habitación en el campus de la escuela. Tenía entendido que los dormitorios eran bastante espaciosos, casi pareciendo pequeños departamentos por su amplitud, pero en cuanto entre al mío, con la hoja que me habían entregado tras llegar al campus, me encontré leyendo que, a diferencia de mis otras compañeras del segundo piso del dormitorio femenino, yo no tenía ninguna compañera de habitación debido al número impar que ingreso ese año.

Ahora que veía la habitación tras saber esta noticia, me parecía el doble de espaciosa.

—Habitación para mi sola. —Hablo en voz alta mientras apoyo mi espalda contra la puerta cerrada. — ¿Qué podría ser mejor? —Me agradaba la idea de no tener a nadie dentro de la habitación.

Mi rostro, el cual había estado manteniendo lo más neutral posible, me dolió al sonreír un poco, dándome cuenta de que mis músculos faciales se habían entumecido por la rigidez en la que los obligue a permanecer el resto del día. Paso mis manos por sobre mis mejillas, masajeándolas un poco, esperando que me aliviara.

Un extraño ruido que provino de la pila de maletas que había en una esquina de la habitación me hizo desconcentrarme. Precisamente observaba una maleta de viaje de color azul, la cual estaba cubierta con una chamarra de lana blanca y ligeramente se movía, hasta que un maullido ahogado se escuchó provenir de la maleta.

—Perdona Kuppuru, acabo de llegar. —Me disculpé antes de dirigirme hacia la maleta, apartando la chamarra, abro la maleta de viaje y una peluda cabeza se asoma. Veo como un pequeño gato de pelaje negro y bellos ojos verde esmeralda salta del interior de la maleta y empieza a observar sus alrededores. —No tenemos compañera, así que la habitación es solo nuestra. —Le hablo al tiempo en que lo escucho maullar alegremente. —También te gusta la idea.

Me agacho para pasar mi mano por su peludo lomo y le escucho ronronear con satisfacción, ya que le encanta que lo acaricie en la zona de la espalda. Se mueve de un lado a otro, buscando mi mano y me pierdo un instante en el suave tacto de su pelaje negro azabache, consiguiendo relajarme por un rato.

La aparición de Kuppuru en mi vida ha sido misterio, ya que simplemente un día apareció y nunca más se fue de mi lado.

El día en que este gato llego a mi casa, me entere del fanatismo de mi madre por las cosas adorables y peludas, por lo que apenas vio a aquel gato en mis brazos, declaro que sería la mascota de la familia. Además de que ella le puso nombre al animal, terminando por responder al nombre de Kuppuru, pues tuve que rendirme al hecho de conseguirle un mejor nombre.

—¿Qué te parece una vuelta por los jardines?

Yo le pregunto mientras busco una de mis maletas, donde deje toda la ropa que había empacado mi madre. Dejando el uniforme colgando de una percha, evitando que se arrugara y lo cambio por una camisa de mangas largas color blanco, un short azul, y termino calzándome unas sandalias negras.

Terminando de vestirme, decido cambiar mi peinado a algo más cómodo que el recogido que me había hecho en la mañana, así que me pongo delante del espejo de cuerpo entero, ese que estaba del lado vacío de la habitación, observándome un poco.

La misma imagen de siempre se aparece, la imagen de una chica esbelta, con un largo cabello rubio platino que llegaba a la cintura y ojos de color verde oliva que ocultaba detrás de lentes de marco redondo.

Esa era yo, Minami Oyuki.

Me hice una trenza y coloqué un pequeño broche, regalo mi padre al entrar en esta academia. Un broche que evitaba que el flequillo tapara mis ojos y con la forma de la clave de sol, este había sido un pequeño presente tras anunciarle la llegada de mi carta de aceptación a la academia Saotome. Ver este regalo de mi padre, me daba las fuerzas suficientes para seguir luchando por tener lo que más deseo en este momento.

—Perfecto. —Hable una vez lista.

En cuanto estuve lista para salir, tomé mi teléfono y los audífonos para escuchar algo de música por el camino, luego sostuve a Kuppuru en mis brazos y abrí la puerta para asomar la cabeza, intentando ver si había alguien fuera de su habitación, pero al no haber ni un alma por el pasillo, terminé apresurándome para ir por las escaleras hacia la salida, rogando porque nadie viera que llevaba un gato en mis brazos.

Una vez que nos vimos fuera del edificio, comenzamos a avanzar por uno de los tantos caminos del campus, de alguna forma repasaba el camino para no perdernos. Pero me imagino que sería muy cómico, si llegara a terminar sin saber por dónde regresar y tuviera que dormir en un banco del jardín.

Tras un rato de caminata, termine deteniéndome en una zona del jardín.

—Bueno Kuppuru.—Estaba sentándome en el suelo mientras le hablaba.—Descansemos un poco…—Pude ver que mi gato ya estaba panza arriba en el césped y me reí.—Veo que te has adelantado.—Le acaricio la barriga al aire y no parece molestarle.—Menos mal que te tengo aquí, conmigo. Hoy ha sido un día horrible para mí.

Aun recordaba a esos cinco chicos que me crucé en el día, algunos mis compañeros de clase y otros que solo volví a cruzar de casualidad. Quería simplemente olvidarme del mal día que termine pasando al tener que encontrarme con tales personas como ellos.

—Solo quiero olvidar este horrible día…—Del bolsillo de mi short termine de sacar mi teléfono junto con los audífonos. Me los coloco en los oídos y comencé a buscar alguna canción que me gustara, de las tantas que tenía. —Al fin…—Digo en cuanto veo una que me gustaba más que las demás. Elegí esa canción. —Solo tú puedes calmarme ahora…Hayato—Murmuré mientras me acomodaba y me relajaba para escuchar mi canción favorita.

Continuara...


Primer capitulo de mi primera historia para el fandom de UtaPri.

Como ven, esta historia sucede en un A.U. o universo alterno donde Haruka Nanami jamas entro en la academia Saotome y conoció a los chicos. Posiblemente llegue a haber Ooc en los personajes, conforme avance la historia, parte de la trama se basara en el anime y algunas cosas de los juegos de la franquicia de UtaPri.

Disclaimer: Los personajes de la franquicia de UtaPri no me pertenecen, sino a BROCCOLI y las canciones producidas por Element Garden. Solo mi OC de nombre Oyuki Minami me pertenece.