¡Felicidades atrasadas a annbones! Finjamos que esto se publicó el 15 de abril, ¿de acuerdo? ;)

Disclaimer: Bones pertenece a Fox y la línea argumental de esta historia me pertenece a mí.

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El misterio en el niño

Tumbada en el spa junto con su mejor amiga, Temperance Brennan sintió los problemas del día a día abandonar su cuello mientras las manos de la masajista presionaban suavemente los músculos, llevándose con ellas la tensión.

No era fácil tener una familia, Christine le exigía mucho, pero merecía la pena. Booth siempre tuvo razón con eso. Suspiró con satisfacción.

-Es como estar en el cielo, ¿verdad? –comentó Angela, rompiendo el silencio por vez primera desde que habían llegado.

-Sí –admitió la antropóloga con voz relajada. Volvieron a estar en silencio durante unos minutos más hasta que Angela volvió a hablar.

-Cielo… -comenzó-. Hay… hay una cosa que me preocupa –Brennan abrió los ojos sobresaltada, cayendo de repente en la cuenta de que su amiga había estado extrañamente callada-. ¿Tú consideras que Michael es listo?

-Sí, es un niño que responde extraordinariamente bien a estímulos externos, mejor que la media de su edad. ¿Por qué, has visto algún signo de retraso en él?

-No, no es eso, no… no exactamente –comenzó, girándose para mirar cara a cara a su amiga-. Es sólo que… luego te lo enseño.

Brennan asintió, llena de curiosidad.

Salieron del spa, sacaron de la guardería a Christine y Michael, los sentaron en sus respectivas sillitas y se dirigieron al parque a dar una corta vuelta antes de ir a casa.

Las dos amigas sonreían en silencio mientras los niños se comunicaban con su lengua de trapo.

-Se llevan muy bien –comentó Brennan con alegría.

-Sí, es cierto… Michael no saluda –dijo de sopetón.

-¿Qué quieres decir?

-Cuando a Christine le dices que diga adiós con la mano, la levanta y la mueve, ¿verdad?

-Sí, ¿por qué?

-Michael no lo hace.

-¿No lo hace?

-No.

-Es raro.

-Lo sé –suspiró la artista con voz cansada-, lo sé.

-¿Podrías…? –comenzó Brennan.

-Quieres pruebas, ¿no? –sonrió levemente su amiga-. De acuerdo –Se acercó a su hijo y le dijo-. Nos vamos a casa, cariño, despídete de Christine y la tía.

-Adiós –vocalizó el niño.

-Pero despídete con la manita –pidió Angela-. Así, ¿ves? –cogió la mano derecha del niño y la movió de lado a lado en el aire-. Ahora tú –Michael lo miró como la vaca al tren y su madre suspiró-. ¿Lo ves?

-Tal vez tenga problemas de coordinación. ¿Se lo has contado a Hodgins?

-No, aún no, no he querido preocuparlo. He pensado lo de los problemas de coordinación y lo he hablado con los de la guardería pero al parecer su desarrollo es normal, esto es lo único que se sale de la norma.

-Tal vez, si ve a Christine saludar… -planteó Brennan-. A fin de cuentas, los humanos somos primates, aprendemos a través de la imitación.

Angela suspiró, le había marcado el movimiento del saludo a su hijo miles de veces pero por probar no se perdía nada. Asintió con la cabeza.

-Christine, di adiós a tía Angela y a Michael –la niña sonrió, alzó la mano derecha y la movió de lado a lado.

Y fue entonces cuando Michael reaccionó.

Como asistiendo a un pequeño milagro, las dos amigas miraron asombradas cómo Michael alzaba lentamente su mano izquierda y la movía de lado a lado, despidiendo a Christine.

Brennan fue la primera en salir de su estupor.

-No tiene problemas de coordinación –comentó-, sólo es…

-Zurdo –completó Angela mientras la sonrisa se iba abriendo paso en su cara-. Es zurdo, como su padre. Por eso no saludaba con la mano derecha. –El alivio y la alegría parecían llenar la cara de la artista. Se inclinó hacia su hijo, sonrió y le susurró-. Eres zurdo, cariño. No sabes la ilusión que le va a hacer a tu padre.

FIN

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