En serio, no lo puedo creer, una niña, una pequeña de apenas cinco años de edad, cabellos rubios trigueños lacios que le llegan a la espalda, ojos que tiene una rara combinación de verde y azul con gris, pareciera que estuviese aterrada, sus ropas gastadas constituidas por una vieja playera de color blanco o gris por lo que puedo apreciar y unos pantalones que puedo asegurar son tres tallas más grandes que su diminuto y delgado cuerpo, sus zapatillas son unos tenis viejos y de seguro agujereados por el indeterminado uso que se le dieron.
-señora Mills-me llama la asistente social, una mujer de tan solo veintiocho años de edad, de piel pálida, ojos café oscuros, nariz respingada y fina, labios de color rosa con un toque de brillo labial, cabello largo hasta la espalda, lacio y negro azabache, es alta media cabeza más que yo, y eso que estoy con mis tacones más altos, lleva puestos una camisa de pana en tono celeste pastel, de cuello abierto y mangas cortas, un jean ajustado negro y unas botas de cuero negras de tacón bajo tiene tomada de la mano derecha a la niña, y en la mano izquierda porta una pequeña maleta, asumo que es de la cría- soy Leisy Fisher, le presento a Emma, ella estará con usted-no podía creerlo habían denegado mi solicitud de adopción hacía ya un mes y en ese momento tenía una niña en mi puerta-sé que se le negó la posibilidad de adoptar, pero Emma es un caso especial-me dijo viendo a la pequeña con cariño y ternura-ha estado en treinta y seis familias de acogida y ninguna ha querido adoptarla, el centro de adopción a decidido ponerla a prueba con ella, si pasa los seis meces de prueba, quizá logre poder integrarla-Emma era la personificación del miedo y la desconfianza en si misma-disculpe, ¿podemos entrar? Emma está cansada por el viaje y me gustaría discutir los datos importantes de ella-me hice a un lado para que las dos pudiesen entrar, la chiquilla veía todo a su alrededor como esperando ser atacada por una trampa escondida o que alguien se apareciera para atraparla
-¿desean algo para beber?-su mirada profunda se clavó en mí mientras se escondía tras las piernas de la asistente social-Emma, ¿te gustaría un chocolate caliente y unas galletas?-me incliné hasta estar a su altura-Seguramente tienes frio con este clima-le dije viendo su sudadera mojada por la nieve, metiéndose el dedo pulgar derecho en la boca asintió insegura-muy bien, ¿usted gustaría un chocolate caliente, señorita Fisher?
-por supuesto, hacía mucho frio allá afuera, ¿no es así Emma?-le tendí la mano para ver si la podía tomar sin sentir miedo, cosa que funcionó
-¿quieres ayudarme a hacer el chocolate?-una sonrisa sincera apareció en su pequeño y redondo rostro-si eres buena ayudante de dejaré comer el resto de la olla
-yo que usted no hago eso-pero era demasiado tarde, la pequeña Emma me estaba prácticamente arrastrando hacia la cocina ansiosa e hiperactiva, seguramente por la promesa de poder comer el chocolate restante que dejara en el recipiente-Emma tiene una pequeña adicción con el chocolate, así que trate de no darle mucho-al llegar a la isla de la cocina, la alcé en brazos dándome cuenta de que estaba demasiado delgada y liviana para su corta edad, y la senté al lado de mí-muy bien, Emma, tenemos un trato, tú me ayudas y yo te doy el chocolate que puedas comer del recipiente, ¿hecho?-le pregunté extendiendo la mano para que ella solo tomara dos dedos en todo el diámetro de su manito diminuta-muy bien, ya tenemos todos los ingredientes, ¿podrías ir pasándomelos cuando te los pida?-la cocina quedó algo desastrosa luego de nuestra pasada, Emma aún estaba sentada en la alacena disfrutando con una pequeña cuchara los restos de chocolate fundido que habían quedado sin integrarse a las tazas, su carita y manos estaban embardunadas de dulce, pero a ella parecía no importarle, cuando la bajé me dediqué con cuidado de limpiarla con un paño húmedo en agua tibia, reía cuando intentaba limpiar un lugar que ella no se dejaba-Emma, quédate quieta-una vez limpia del todo nos dirigimos juntas a la sala de estar donde se encontraba la señorita Fisher con los papeles a firmar, una vez que ya estábamos instaladas en el comedor pude saber todo lo relacionado con Emma, como por ejemplo su fobia a la oscuridad, su odio al encierro, era una chiquilla realmente hiperactiva por lo tanto no le estaba permitido ingerir tanta azúcar como el resto de los niños, era algo retraída, insegura y muy tímida, pero claro eso era por culpa de los imbéciles que no quisieron y no supieron cómo llevarla, aquí estaría realmente feliz, me había dado una oportunidad de tener una familia, y estaba decidida a no desperdiciarla, Emma estaba sentada en el sillón blanco de la sala de estar mientras se entretenida viendo caricaturas cómicas, a mi parecer se veía realmente pequeña sentada ahí balanceando sus piernitas en el aire y tarareando las canciones de Disney y moviendo sus bracitos al son de las coreografías que veía, era muy tierno verla así, me imaginaba las tardes con ella paseando por el parque, viendo películas infantiles y tomando un chocolate caliente en el sofá, jugando interminables horas en mi despacho o teniéndola en mi oficina de la alcaldía mientras dibujaba o se entretenida con algo, o tal vez jugando y corriendo con Mary Margaret, la hija de mi asistente Eva y su marido Leopold White, si, desde hacía tiempo quería ser madre, pero no había encontrado la oportunidad para demostrárselo a l mundo.
No sé qué fue lo que firmé o si puse bien la firma, solo estaba concentrada en Emma, la asistente se despidió de la pequeña dejando una maleta en la entrada y se largó tan rápido como había venido, Emma se veía realmente nerviosa jugando con el dobladillo de su sudadera
-muy bien Emma, ¿Qué te parece si nos vamos conociendo?-realmente no teníamos por que hacer eso, ya conocía todo lo necesario de ella, ero quería darle confianza de sentirme como una amiga y no una desconocida, tal vez Emma no había sido adoptada porque los padres de acogida no se tomaba la molestia de conocerla a fondo, sin que la asistenta social les diera los datos concernientes a ella, claro era fácil adoptar a un niño y saber todo de él por un simple papel, pero, ¿de qué servía leer ese trozo de documento si no era por la propia criatura?, podías saber su edad, sus enfermedades, sus alérgenos, su estatura, pero y sus miedos, sus gustos, sus sueños, sus pesadillas, eso no se podía poner en una hoja y ya.
-¿y cómo hacemos eso?-Emma era muy tierna cuando se sonrojaba y agachaba la cabeza, sin intención de asustarla coloqué mi dedo índice bajo su barbilla y la incité a que me viera a los ojos
-podemos contarnos algo cada una por turnos-le dije alzándola en brazos y llevándola a la planta alta-pero primero, tendremos que tomar un baño, estas muy mojada, y no quiero que te enfermes-debía replantearme seriamente no volver a bañar a Emma con un traje de quinientos dólares, la niña era el mismísimo demonio de Tasmania con respecto al agua, aunque debía admitir que me había divertido en grande viendo cómo se reía y chapoteaba con la espuma de la bañera. Al buscar su maleta me di cuenta que toda la ropa que tenía era de segunda mano, remendada, desteñida, con algunos agujeros o dos veces más grande de su talla, tendríamos que ir de compras urgentemente, en mi mente estaba todo planeado, el día siguiente seria día completo de compras, tendría que llamar a mi asistente para informarle que cancelara todas mis obligaciones y las pospusiera para la siguiente semana, tendría que remodelar el cuarto de invitados para hacer la habitación de Emma, tendría que hablar con mi hermana Zelena, ella era la directora de la escuela primaria y el jardín de infantes al cual tendría que mandar a Emma, no desaprovecharía esta oportunidad, eran seis meces de prueba, no podría fallar, Emma necesitaba de alguien que la quiera en su familia, y esa era yo. Si, posiblemente tendría que llevarla a la alcaldía muchas veces por no tener niñera con quien dejarla, pero tal vez así nos uniríamos más la una con la otra, era posible que mi trabajo absorbiera casi todo mi tiempo pero con y por ella, todo valía.
