Cuando yo fui tuyo, no eras mía.
One-shot. 17 de enero de 1993
A: Candice White
Terruce Grandchester.
Cada vez que recuerdo lo nuestro, me duele.
Sé que me hace daño, pero no puedo evitarlo.
Pensar en tus manos, que me acariciaron como nadie más lo había hecho; en tu boca, que tanto deseé besar; en tu cabello, de fragancia inolvidable, casi tanto como tú. Como tu querer.
Aquellas tardes sentados codo a codo, pensando en el otro, imaginando la cita perfecta. Tus indirectos te quiero, cada vez que alzabas la ceja o te acercabas demasiado, sabiendo que con ello me derribarías, destrozarías mis fortalezas. Hacías caer mis barreras con tus coqueteos, con tu divino caminar, la manera en que tus caderas contoneaban, con un ritmo. Tu ritmo, el mismo que mis ojos tomaban cuando sonreías y los hoyuelos se formaban en tus mejillas, el derecho siempre más profundo.
La noche en que aceptaste nuestra primera salida y, de nervios, la cancelé al día siguiente. Me arrepentí al instante. Pero no podía, no era capaz, me corrompía por dentro el mirarte. Un escalofrío recorría mi cuerpo entero cuando nos topábamos en la calle.
Tomarte de la mano era un sueño. Sentirte, a mi lado, conociendo que estabas allí, que tenía tu apoyo incondicional. El día en que nuestras manos rozaron... tus dedos con los míos, dos corazones a punto de reventar de emoción, de alegría, de locura. Locura. Cómo describirte sino perfecta. Los rizos cayendo por tu rostro, tus ojos, vibrantes, atenta. Era de tu conocimiento que me tenías comiendo de tu mano, que adonde fueras tú iría yo.
El primer baile al que fuimos, con tu cabello alaciado, y la algarabía de la juventud, me moría por pedirte un beso. Uno solo. Con ello me habría bastado para conquistar el universo. Para sentirme inefable, tanto poder tendría un roce de nuestros labios.
Tú. Simplemente ser tú te daba tanto dominio sobre mí. Tu sonrisa, suelta, descarada, arrogante. Tu intensa manera de ser, de pensar y hacer; a sabiendas de que el tenerte a ti misma te facilitaba muchísmo las cosas. Verte escribir era un deleite, la manera de tomar el bolígrafo. Escuchar el suave shhh del lápiz haciendo contacto con la hoja.
Me gustaría como no tienes una idea tenerte en mis brazos una vez más, mimarte.
Pero todo se ha desvanecido. Me has dejado con el corazón abierto, más que dispuesto a dejarte entrar en mi vida y te has negado. Me has hecho sufrir, peor aún, yo te lo he permitido. Te has ido, cambiándome por un estúpido. Lo analizo más y más, tiene menos sentido. ¿¡Porqué él, que tan poco amor te ha dado!?; que no sabe dar, sólo recibir; que es ignorante del juego del amor; que, habiéndole contado yo mismo mi sentir, me ha traicionado.
Ojalá algún día, este tormento dentro de mí pare. Que pueda retomar las riendas de mi vida. Superarte. A ti, junto a tus tretas, tu jugada maestra, tu engaño. Ya, aunque la noche ha pasado, viene a mi, me tira al suelo y retumba la potente voz en mis oídos olvídala. Mas no puedo, cómo hacerlo si de entre toda mi vida, has sido lo más brillante, de lo que nunca me desharía.
Y sin embargo, algún día arderás bajo la llama del amor por alguien cuyos sentimientos hacia ti no sean más que escoria; que no sean más que lujuria vestida del loco y estúpido primer amor, que tantas desgracias ha cargado a mi vida.
¡Miserables aquellas personas que bajo el son de tus caprichos han caído!
Así pues, dictamino que esta será la última vez que en ti he de pensar, deseándote. Juro ante no más que mi propio ser, sacarte de mi vida de una vez por todas.
Deseando que todos tus actos te sean devueltos,
Terruce Grandchester
No me decidía si publicar este one shot o no, pero lo dejaré.
Es muy corto, pero cuando lo redacté, ya estaba seca.
Espero que lo lean y lo disfruten.
Pobre Terry. A veces lo hacemos sufrir mucho.
Seguiré subiendo OS. No sé cómo continuar mis otras historias, sólo espero que llegue inspiración. Gracias por leer! :)
