AU Universe. Combinación de las dos películas.

Disclaimer: Los libros y películas de Cómo entrenar a tu Dragón le pertenecen a Cressida Cowell y a Dreamworks Animation, respectivamente.


No hay necesidad de decir adiós

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"Cuando una madre pierde a un hijo, cierra sus ojos constantemente para pensar que solo es un sueño.

Y se ahoga en gritos que le carcomen su último aliento"

Anónimo.


Esto es Berk.

Una hermosa villa vikinga descrita en una sola palabra como tenaz, que ha estado por siete generaciones pero cada edificio es nuevo. Tiene pesca, caza y una hermosa vista al amanecer que sólo ha sido apreciada por unos pocos.

Lamentablemente, Berk es un lugar donde matar o morir es la ley. Y no precisamente porque los vikingos sean sanguinarios, bueno, en realidad si lo son; pero aquí tienen algo más a que enfrentarse.

―¡Listas las catapultas!

El problema con Berk son las pestes.

―¡Disparen a mi señal!

Algunos tienen ratones o mosquitos, aquí hay...

―¡Fuego!

...Dragones.

Las catapultas fueron disparadas, logrando darle a un Pesadilla Monstruosa justo en su ala. En este momento, Berk estaba inundada en una gran batalla protagonizada por dragones y vikingos, enemigos por casi trescientos años ya. Un Nader disparó contra la catapulta y luego le prendió fuego a una casa.

Ahora entienden la razón del por qué los edificios nuevos.

La mayoría de las personas ya se hubieran ido de este lugar. Pero no ellos. Después de todo son vikingos, las personas más testarudas de todo el mundo. A ellos les encanta probar lo fuertes que son, incluso si les costara la vida. Así que huir no es una opción.

El Pesadilla Monstruosa había caído al momento de recibir el golpe, aterrizando de lleno en medio de la plaza. Un hombre corrió en dirección hacia el dragón, con hacha alzada y con toda la intención de matarlo.

―¡No! ―gritó una mujer deteniéndolo antes de que lograra cortarle el cuello al dragón―¡Sólo lo empeorarás!

El dragón abrió sus ojos y aprovechó ese momento de distracción para huir. El vikingo miró de mala gana a la mujer y sin gentileza apartó su agarre.

―Espero que estés feliz―le dijo con tono amargo y después se marchó.

Aquí en Berk, matar a un dragón lo es todo, y dependiendo qué tipo de dragón mates, es el estatus que puedes lograr conseguir. El Pesadilla Monstruosa, por ejemplo, es un tipo en donde sólo los mejores vikingos van detrás de él, pues tienen la mala costumbre de prenderle fuego a su cuerpo.

Y aunque cualquier otro vikingo hubiera ido por la cabeza de ese dragón, había ciertas excepciones. Una única excepción en realidad. Y era ella.

Su nombre es Valka, una hermosa mujer de ojos verdes y cabello caoba. Habilidosa y de carácter gentil, aspecto extraño entre los vikingos. Y aunque ella era más delgada que la mujer vikinga promedio, Valka lograba defenderse a la perfección e incluso se rumoreaba que pateaba con una gracia y una enorme fuerza para el enemigo. Pero a ella no le gustaba el combate, y nunca se le ha visto en un combate con un dragón.

No había que negar que ella era algo extraña, pero nadie le decía nada. Ya que ¿qué podrías decir de la esposa del Jefe de Berk?

Oh sí, ella era nada más y nada menos que la esposa de Stoick el Vasto, Jefe de la tribu de los Hooligans, escucha su nombre y tiembla. Dicen que cuando Stoick era un bebé, le arrancó la cabeza aun Gronckle.

¿Y ella lo creía?

―¡No dejen a ninguno con vida! ―oyó Valka la voz de su marido. Lo visualizó a unos metros de ella y vio como golpeaba a un dragón en la trompa con sólo sus puños.

Por supuesto que sí lo creía.

Valka era una persona agradable, en realidad, era muy querida por todos. Pero tenía un pequeño problema. Bueno, dos problemas. El primero era que ella se negaba a matar a un dragón; llevándonos inmediatamente a la segunda razón: Valka creía que la paz entre humanos y dragones era posible.

Una opinión muy impopular.

Ella y Stoick eran dos polos opuestos; mientras ella tenía esa idea rara en su cabeza, Stoick era el típico vikingos que seguía la regla tirar a matar cuando de dragones se trataba. Pero sus opiniones no impedían que se amaran profundamente a pesar de todo, logrando aplicar la famosa frase "el amor es ciego". Pues debía de serlo, aparte de que ella tenía ese pensar, no era muy buena en la cocina.

Pero la prueba de ello, la prueba de ese amor, era su hermoso hijo de ya un año. Hiccup es su nombre. Un precioso bebé que a pesar de haber venido al mundo antes de lo previsto, era un niño sano.

Valka no podía seguir soportando mirar la masacre que se vivía afuera, no entendía siquiera el primer lugar del por qué había salido de su hogar. Así que cuando iba a regresar a su casa, lo que vio la dejó helada por dentro: un dragón acababa de romper el techo de su casa y entró.

―¡Hiccup! ―dijo con horror.

Puede que ella creyese que era posible la paz, pero no tenía ningún tipo de pruebas para confirmarlo. Únicamente contaba con su instinto, que casi nunca se equivocaba. Pero cuando vio al dragón en entrar a su casa, ella comenzó a pensar en lo peor.

Corrió tan rápido como sus piernas se lo permitieron. Sentía el miedo recorrer lentamente sus venas, creando un terrible sentimiento. Cuando entró a su casa, tomó una espada que estaba guardada y la empuñó, lista para atacar al dragón.

Pero algo la detuvo.

Se trataba de un Stormcutter, una clase de dragones que muy rara vez se dejaba ver.

Valka apreció como el dragón miraba con ojos curiosos a su hijo, sin ninguna señal de intentar hacerle daño. Hiccup tampoco parecía tenerle miedo en lo absoluto, en realidad, él estaba riéndose y tenía su mano alzada, sosteniendo el peluche que ella le hizo en forma de un dragón que se asemejaba a un Nader, daba a entender que Hiccup se lo estaba mostrando. El dragón ladeo la cabeza, luciendo intereso. Alzó una de sus garras y con cuidado la acercó a Hiccup, pero por un descuido del niño, su garra le rasguñó la barbilla.

Hiccup comenzó a llorar, asustando al Stormcutter haciendo que se alejara.

Cuando el dragón la vio, se le quedó mirando fijamente. Y aquellos ojos dilatados se convirtieron en rendijas, y comenzó a acercarse peligrosamente a ella.

Valka seguía teniendo la espada alzada, pero por alguna razón ella no se movió. Lo único que pudo hacer era ver cómo el dragón estaba ya a centímetros de ella, mirándola con esos ojos que le hacían sentir miedo. Pero hubo algo más. Intentó olvidar el miedo por un momento y se concentró en esos ojos.

Esos ojos la reflejaron.

Pero no pudo apreciar nada más porque un hacha se interpuso entre ambos.

―¡Valka!

Stoick corrió hacia ella para ver si estaba bien. Valka sólo dejó caer la espada. Aún cuando estuvo a un paso de ser comida por un dragón, su curiosidad hizo que se quedará totalmente quieta. ¡Pudo haber muerto!

―Valka―su marido la llamó de nuevo, captando su atención―¿Dónde está Hiccup?

El llanto de Hiccup se incrementó.

Stoick tomó su hacha y Valka se alzó su mirada.

Ambos vieron el horror.

El Stormcutter había tomado a su hijo, saliendo volando por el mismo lugar por el que entró. Los dos gritaron su nombre y salieron apresuradamente de la casa, como intentando ver si lograban atraparlo.

Pero era demasiado tarde. Hiccup y ese dragón ya se habían ido. Los otros dragones también ya se estaban yendo, dando por terminado el ataque de esa noche.

El pueblo los estaba mirando confundidos ante la razón de sus gritos. Valka se dejó caer de rodillas y comenzó a llorar desconsoladamente. ¿En qué momento ridículo de su vida creyó que los dragones no intentaban hacer daño? Su bebé... Su hijo acababa de irse frente a sus ojos y no pudo hacer nada. Prefirió hacerle caso a su curiosidad que salvarle la vida a Hiccup. Y aunque ella seguía llorando, ahora un terrible coraje la estaba invadiendo.

El rugido de un dragón captó la atención de las personas. Un Gronckle seguía en el pueblo y voló directo hacia Stoick y Valka. Pero antes de que Stoick pudiera hacer algo, Valka tomó en hacha que estaba en sus manos y le dio al Gronckle. Justo en medio de la cabeza.

El pueblo se quedó en silencio.

Ya habían visto con anterioridad a Valka manejando armas durante los entrenamientos que de vez en cuando participaba, pero jamás le había hecho daño a un dragón ni la creyeron capaz, considerando su extraña opinión. Como ellos seguían ajenos a que un dragón acababa de llevarse a su hijo, no entendían la razón el ataque.

La expresión de enojo mezclada con sus lágrimas pronto se fue desvaneciendo, dando paso ahora a una expresión de sorpresa incrédula. ¿Qué era lo que acababa de hacer? Valka soltó el hacha, que seguía en la cabeza del pobre dragón, y volvió a dejarse caer de rodillas. Se abrazó a sí misma y gritó lo más fuerte que su garganta se lo permitió. Acababa de matar a un dragón.

Stoick salió de su asombro del ataque al oír el grito desesperado de su esposa. Se agachó a un lado de ella y la abrazó, consolándola para que se calmara. Nadie se atrevió a interrumpirnos ni a preguntar nada, aunque por dentro se morían por saber qué estaba pasando.

Pero hubo una persona que sí se armo de valor en hablar, y no era ninguna sorpresa que lo hiciera.

―Stoick―el mejor amigo del Jefe, Alvin, dio un paso hacia el frente, acercándose a ellos―¿Qué pasó?

Gobber el rudo, herrero de Berk, se puso a un lado de Alvin. Spitelout, hermano de Stoick, también se hizo un paso ante la multitud. Esos tres hombres eran los más cercanos a Stoick y a la familia Haddock, por lo que no era de sorpresa que acercaran a ellos sin casi temor alguno.

El rosto de Stoick palideció entonces, y pudo ser apreciado por el brillo que el amanecer le daba.

Ahora saben también por qué sólo pocos lo han apreciado, pues los ataques de los dragones normalmente terminaban por ese tiempo y lo último que hacían los cansados vikingos, era mirar el amanecer.

―Stoick―le volvió a hablar Alvin con suavidad. El rostro de su Jefe siempre se mostraba serio y nunca daba una señal de expresión, así que él sabía que algo andaba mal.

―Hiccup... ―susurró el Jefe, sentándose por completo en el suelo y cubriendo sus ojos con su mano. Ahora era el momento en que estaba asimilando lo ocurrido―Un dragón se llevó a mi hijo.

El pueblo entero jadeó ante la noticia. Gobber y Spitelout se miraron entre ellos sorprendidos. Alvin cerró sus ojos por un momento con impotencia. Perder a un hijo era lo peor que podía pasarle a alguien durante un ataque de dragones, peor incluso que perder la vida. Ni siquiera se lo deseaban a su peor enemigo.

―Hiccup...Hiccup... ―comenzó a mascullar Valka.

Stoick apartó su mano de sus ojos y miró a su desconsolada mujer.

―Val...

Valka entonces se fue a sus brazos. Lloró incluso más fuerte. Aunque los vikingos eran personas que no mostraban sentimientos en público, nadie hizo ningún comentario de burla respecto a ello. No era el momento adecuado y jamás lo sería.

Alvin se quitó su casco e inclinó un poco su cabeza, mostrando una señal de respeto para un miembro de la tribu caído.

―Lo siento.

El resto, hombres y mujeres por igual, lo imitaron.

Hoy, unos padres perdieron a su hijo.

Hoy, Berk perdió a su heredero.


Notas de la autora: Lleva tiempo ya rondando en mi cabeza esta idea, y hasta hace poco logré ya plasmarla. Debo decir que soy malísima para títulos de las historias que escribo o de capítulos, así que no estoy del todo convencida de ello. Espero y sea de su agrado este Universo de "Y si Hiccup hubiera sido llevado por Cloudjumper".

Gracias por tomarse la molestia de leer.

Saludos~!