Regina sintió como Henry hacía su camino de regreso a ellos, específicamente a David. No podía echarse para atrás ahora. Abrió uno de los cajones que tenían sus muebles sacando una caja de tamaño medio, se dirigió hacia el príncipe con su expresión ilegible. Extendió la caja hacia él, quien la miró con desconfianza sin tomarla. Tampoco es que ella puede culpar.
- No está encantado ni nada. - dijo Regina como si leyera sus pensamientos. Aún desconfiando, David, tomó la caja. - No la habras hasta que te hayas ido.
- ¿Porque... - David no pudo terminar la oración al ver como Henry se reunía con él, asintiendo hicieron su camino hacia la salida. Sin mirar atrás.
Una vez que, dolorosamente, dejó ir a su hijo con Encanto, Regina suspiró derramando lágrimas mientras se dirigía hacia su habitación, al llegar se despojó de sus zapatos y se acostó en su cama, donde reposaba el libro que había estado leyendo desde hace 2 semanas después de llorar la pérdida de su hijo.
Después de ver como Henry subía las escaleras del loft hacia la habitación que era de Emma, miró con intriga la caja que le había dado Regina. No sabía que iba a encontrar ahí, a pesar de que dijo que no estaba encantada, no confiaba en ella. Con un suspiro, decidiendo correr el riesgo, abrió la caja encontrándose con 3 pruebas de embarazo.
Todas positivas. ¿Porque Regina le daría...?
- ¡Mierda! - exclamó apretando la mandíbula, no queriendo alertar a Henry. Estaba embarazada, ¡Embarazada! ¿Ahora que demonios iba hacer? Embarazó a la madre adoptiva de su nieto, quien es también la madrastra de su esposa y como si fuera poco, la Reina Malvada.
Frustrado se pasó las manos por su corto cabello, por supuesto, ella había planeado todo esto desde un principio. Implicar a un niño muestra, una vez más, su falta de corazón. Pero él no iba a dejar que nada le pasara a su hijo, una vez que naciera se lo quitaría, no hay forma en que ella saliera ganando en esta. Pero ¿Cómo iba a decirle a su esposa e hija, una vez que regresaran, que pronto habría un nuevo miembro en la familia? Por Dios. ¿Cómo rayos se lo diré a Henry?
Gruñendo se dio cuenta de que tenía que hablar con ella, llamó rápidamente a Rubí para que cuidara unas horas de Henry. La chica aceptó, pero pudo percibir la frustración e irá en la voz del príncipe.
- ¿Qué hizo ella ahora? - Preguntó Rubí en el otro lado del teléfono.
- Tengo prisa Rubí, lo siento, Henry estará allí en unos minutos. - dijo David y cortó la llamada, lo menos que quería era que la mejor amiga de su amiga supiera de su situación, lo cual le hace reflexionar, ¿habría alguien en este pueblo con el cual quisiera desahogarse? De modo que todos son amigos de Snow, pero de él...
- ¿A dónde iré? - Preguntó Henry junto a él, estaba tan perdido en sus pensamientos que no lo había sentido.
- Con Rubí, ella te cuidara unas horas. - dijo David tomando, otra vez, las llaves.
- Pero, ¿Qué pasa si Regina vuelve? - Preguntó Henry desconfiado.
- No lo hará. - le aseguró David. Por supuesto que no lo hará, él estará con ella en ese tiempo. Sacudiendo la cabeza David se fue con Henry hacía la Abuelita.
-
Obligándose a comer, Regina hizo su mejor esfuerzo para alimentarse, no tenía fuerzas, ni ganas, de hacer nada. Pero ya no era ella sola, había alguien que dependía demasiado de ella, así que quiera o no debía cuidarse.
Sabía que no faltaría mucho antes de que David volviera, claro si es que llegó a ver el contenido de la caja. Debía de plantear que iba hacer, no podía darse el lujo de examinarse en el hospital del pueblo, pues las razones son bastante obvias.
Sin embargo, era bueno que ella podía salir del pueblo sin perder sus recuerdos por lo cual podría recibir ayuda más especializada. Sería difícil, pero ¿cuando su vida había sido fácil? Pensó irritada.
Se paralizó cuando sintió un hormigueo en su estómago.
Así que es cierto. Pensó mirando impactada su, ahora, plano vientre. Los bebés pueden sentir el estado de ánimo de la madre.
- Bueno, esto si es una sorpresa. - murmuró Regina en la misma posición. Por segunda vez en el día, David irrumpió en su casa otra vez, con su espada guardada al menos.
David vio como la mano de Regina descansaba en su vientre. Al ver hacia donde el príncipe miraba, quitó su mano.
- Te juro, que si le haces daño... - dijo David enojado.
- Guarda esas amenazas para ti mismo Encanto. - Le interrumpió Regina, rodando los ojos en su interior. Lo ignoró olímpicamente, volviendo a centrarse en su comida.
- Tampoco dejaré que te salgas con la tuya. - Volvió a amenazarla, Regina esta vez no evitó rodar sus ojos.
- Por primera vez, cree en mí cuando te digo que yo no quise esto. - dijo Regina haciendo a un lado su comida.
David soltó una risa irónica.
- Claro, porque yo seré tan estúpido como para creer en la mujer que destrozó la vida de mi esposa, mi hija, mi nieto, a la de otros y la mía. - dijo David mirándola con frialdad. Regina ni se inmuto ante lo dicho.
- Te dije que si te quedabas con Snow tu vida sería tan miserable como la de ella. - Regina le respondió con la misma reacción de él. - Tampoco te atrevas a decir que arruine la vida de mi hijo, porque de no ser por mi, no sabrían de qué forma viviría.
- Te recuerdo que Emma es la madre de Henry - dijo David acercándose hacia el comedor.
- Y yo te recuerdo que fue ella quien lo abandonó a su suerte, ella perdió todo derecho sobre él. Yo no tuve absolutamente nada que ver con su decisión. - dijo Regina sería.
- Si esperas que te agradezcamos el haberlo levantado, no te hagas ilusiones. - dijo David apretando los puños.
- Yo no lo hice por ustedes. No se crean tan importantes, porque no lo son. - dijo Regina levantando se. - Lo que sí deberían agradecerme es que no los denuncie a todos por secuestrar a mi hijo.
- ¿Perdón? - Preguntó David incrédulo.
- ¿Qué? ¿Tú querida hija no les dijo que firmó unos papeles donde cedía todos sus derechos sobre Henry? - Preguntó Regina con una sonrisa irónica al ver destellos de sorpresa en los ojos de David. - Yo soy y seré siempre la madre de Henry, legalmente o no. Lo soy.
- La sangre tiene más valor que los papeles. - replicó David apretando los dientes.
- En este mundo, las cosas no son así. - dijo Regina sonriendo traviesa. - Ya no es el bosque encantado, por si aún no te das cuenta.
Antes de que Regina pudiera detenerlo, David la estrelló contra la pared, con furia en sus ojos. Sin embargo, el gemido doloroso que dejó escapar la Reina le hizo darse cuenta de su error.
Su hijo.
Como si hubiera tocado fuego, la soltó rápidamente, trató de acercarse nuevamente a ella, pero algo lo mantuvo firme. No podía moverse, Era como si... Magia.
- No te me acerques. - Gruñó Regina respirando profundamente. De sus manos salían destellos púrpura. - Escúchame muy bien David, ni tu ni nadie va alejarme de mis hijos.
Una vez que se recompuso, dejó ir a David, Quien no se movió de su lugar.
- Lo siento. - soltó después de un rato de silencio. - No debí hacer eso.
- A todo caso. ¿Qué Has venido hacer aquí aparte de amenazarme? - inquirió Regina sintiendo su bilis por la garganta.
Pero él sólo se encogió de hombros. Regina suspiró exasperada.
- Sólo una cosa te diré. Voy estar en la vida de mi hijo. - dijo David firme.
- ¿Qué pensará tu querida Snow de esto? - Regina no evitó burlarse de la situación.
- No la metas en esto. - Gruñó David.
Ambos se quedaron mirando fijamente durante unos minutos antes de que Regina asintió.
- Esta bien. - dijo Regina finalmente. Sin más, David salió de la mansión, Regina se quitó los tacones que tenía y se dirigió hacia Su habitación, esperando poder descansar un poco, discusiones no le hacían bien, pero lamentablemente eso era algo que no podía cambiar.
Arriba las manos las (o los 😅) #EvilCharming! Más adelante actualizaré #MundosParalelos. Para quienes no la han leído pueden pasarse por mi perfil. No olviden votar y comentar!
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