Pues sí, resulta que sigo vivo. Aunque dudo sobre la utilidad de ese hecho.


–¿Sabes en qué he pensado?

Arthur se sacó el cigarrillo de la boca. Hizo una nube de humo silenciosamente, mientras veía la lluvia caer sobre ese paisaje desolado y gris protegiéndose apenas con un paraguas en el que entraba más agua de la que salía. Se volvió a meter el cigarro.

–¿En qué?

Francis le miró con los ojos apagados.

–Los humanos tienen una capacidad sorprendente para olvidar.

Arthur parpadeó con una expresión neutra.

–También para recordar.

Francis se levantó de su posición en cuclillas, habiendo dejado ya unas rosas en la tumba. Una entre miles en una fila interminable.

–Déjame espacio.

–¿Cuantas veces harás esto?

–Las que sean necesarias.

Inglaterra se volvió a sacar el cigarro. Lo apagó.

–Bien.


Un homenaje a todas las víctimas de la Primera Guerra Mundial (1914 - 1918). Dios se apiade.