Los personajes de este fic y la trama pertenecen a JK Rowling, menos Samantha Warren, Amy Johnson, Joan Miller, Vera Davis, Steven Penn y Jacob Freeman, al igual que algunos personajes secundarios que son creación mía.
El titulo del fic es el nombre de una canción de Queen.
A Kind of Magic
Capítulo 1.
Remus Lupin bostezaba sonoramente; a su derecha James Potter y Peter Pettigrew roncaban desde hacia media hora. Peter murmuraba cosas como "Dame esa rana de chocolate" o "James ahí viene Quejicus". A la izquierda se encontraba Samantha Warren medio dormida y murmurando cosas sin sentido.
—Si quieres puedes ir a descansar Sam —dijo Remus con gentileza
—No, no —la chica abrió los ojos como una lechuza y metió su pluma entre la tinta —. Este trabajo es de todos Remus, no te puedo dejar haciéndolo solo —dijo manchando todo de tinta mientras agitaba su manos.
—Pero estás más dormida que despierta…
—Eso lo arreglo en un segundo —Samantha tomó un termo a su lado y bebió de su contenido, suspiró y miró a su amigo —. El café funciona mejor que cualquier poción —declaró con una gran sonrisa.
—No sé si sea bueno que tomes tanto café —dijo Remus con una mueca dudosa.
—Claro que es bueno, si el café hiciese daño yo ya estaría muerta —afirmóun poco más despierta —. Además te repito que no te voy a dejar hacer el trabajo tú solo —añadió con firmeza —estos dos ya sucumbieron —miró a James y Peter —y Sirius sigue afuera con Diane —dijo haciendo una mueca de desagrado.
Remus no pudo evitar una risita —No sé porque te molesta tanto que a Sirius le guste.
—Claro que lo sabes. ¡Es una zorra! ¡Medio Hogwarts la ha besado o manoseado! —dijo Sam despertándose más por la indignación que por el café —Y sabes que no me gusta cuando alguno de ustedes se fijan en ese tipo de chicas.
Remus le sonrió con simpatía y negó con la cabeza. —No tienes remedio Sam —tomó su pluma y volvió a su trabajo de pociones.
Era un chico de aspecto agradable, tenía una sonrisa amable, ojos cálidos y una abundante cabellera castaña clara, sin embargo era bastante delgado y su rostro presenaba u naspecto algo enfermizo.
Samantha suspiró y volvió a su tarea. —Ya estoy a punto de terminar mi mitad Remus —murmuró —y afortunadamente James y Peter hicieron algo antes de caer en los brazos de Morfeo —dijo mirando a los otros dos despectivamente.
Remus no dijo nada, sabía que su amiga se ponía irritable cuando tenía sueño, el doble de irritable si eran las doce de la noche y el triple de irritable si James, Peter y Sirius no ayudaban con los trabajos en grupo.
Samantha Warren era una joven bruja de diecisiete años, amiga de Remus, James, Peter y especialmente de Sirius, pues se conocían desde que ambos tenían cinco años debido a que los padres de Samantha habían comprado una casa cerca a la de los Black. Los Warren eran una familia algo adinerada puesto que Robert Warren, el padre de Samantha, era un influyente auror en el Ministerio de Magia. Este, debido a su profesión nunca se llevó con los Black, lo cual no impidió sin embargo que no le viera problema a la amistad de su hija con el hijo de estos.
Sam no era una chica fuera de lo común, le gustaba el quidditch, la música muggle y leer, quizás por lo único que solía hablarse de ella en los pasillos de Hogwarts era por ser "esa chica amiga de Sirius Black" o "la comentarista de quidditch". Sin embargo era apreciada por quienes le conocían por su lealtad y sencillez.
El reloj marcaba las 12:20 de la noche y mientras ambos amigos trabajaban en el ensayo para Slughorn, el cuadro de la Dama Gorda se movió dando paso a dos jóvenes. El chico era fornido, con una no muy corta cabellera oscura, y ojos grises, su nombre era Sirius Black. La chica, llamada Diane Linne, era de cabello negro y ojos claros, buen cuerpo y cara simpática. Ambos vieron a Remus y Samantha, y los saludaron con la mano por una milésima de segundo, antes de empezar a besarse apasionadamente. Remus les devolvió el saludo despreocupadamente y siguió escribiendo, pero Samantha apenas les prestó atención.
—Que tengas una buena noche Sirius —susurró seductoramente Diane cuando se separó de los labios del chico. Y corriendo ridículamente se dirigió a su habitación.
Sirius sonrió satisfecho, Diane había intentado hacerse la difícil, pero el papel no le quedaba y él lo había comprobado aquella noche. —Ya es toda mía —informó a sus dos amigos mientras se acercaba a ellos.
Remus asintió con la cabeza por darle gusto mientras finalizaba su trabajo. Sam levantó una ceja. —Felicitaciones Sirius, estás saliendo… ¡Con la chica más zorra de Hogwarts! —dijo con el cabello despeinado y los ojos brillantes.
En circunstancias distintas Sirius consideraba a su mejor amiga como una chica guapa: tez clara, ojos azules oscuros y una rizada cabellera castaña oscura; pero en aquel momento parecía una loca gritona.
—Cálmate Sam —dijo haciendo una mueca de desagrado.
La chica lo miró indignada y abrió la boca sin saber que decir realmente, por lo cual la volvió a cerrar con más rabia que antes.
—Eres increíble Sirius Black —dijo con la voz queda que ponía siempre que intentaba apaciguar su rabia —. Ya que lograste lo que querías con Linne ahora intenta ser un poco responsable y termina junto con Remus el trabajo de Pociones- y sin decir nada más se dirigió a la misma habitación a la que había entrado Diane hacia un momento y desapareció en ella mientras murmuraba todas las vulgaridades que se le ocurrían.
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Lily E Evans se despertó, temprano como de costumbre. A su alrededor su compañeras de habitación aún dormían. Suspiró y se levantó, se soltó la trenza con la que dormía todas las noches y se dirigió al baño. En menos de treinta minutos salió completamente arreglada, sus ojos verdes brillaban como de costumbre, su cabello rojizo estaba recogido en una coleta alta y en su rostro delicado se reflejó una sonrisa divertida al ver a su mejor amiga, Joan Miller, desperezarse con los ojos hinchados del sueño.
—¿Me esperas Lily?-susurró al chica mientras se pasaba las manos por la cara.
—No te demores Jo —pidió Lily tirándose sobre su cama.
—Te lo prometo —dijo Joan casi corriendo hacia el baño. Era una chica muy atractiva, su cabello era largo y negro poseía unos grandes ojos azules; su cara era delicada y su cuerpo esbelto. Su belleza era lo único que llamaba la atención puesto que no poseía alguna cualidad sobresaliente, era una estudiante promedio, pésima para el quidditch y amable con algunas personas, pero bastante dada a hablar pestes de quien la irritara.
Después de cuarenta minutos Joan salió del baño muy arreglada, Lily suspiró.
—Dijiste que no tardarías —le reprochó la pelirroja
—Lo siento Lily —se disculpó Jo —. Mejor vamos a desayunar pronto, tenemos clase con McGonagall a primera hora —añadió intentando zafarse del regaño de su amiga mientras se dirigían al Gran Comedor.
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Samantha caminaba tranquilamente por las calles de Londres, ya no faltaba mucho para llegar a su hogar. Se abrazó a sí misma, hacía un frío impresionante. Ahora solo quedaba una cuadra, desde allí ya podría ver la casa de los Black, si esta fuera visible; hizo una mueca, desde que Sirius se había ido, la familia Black le resultaba más antipática de lo normal.
De repente escuchó un aullido que le heló los huesos… no podía ser, no había hombres lobo en el Londres muggle. Sin embargo, casi inconscientemente, empezó a caminar rápidamente hacia su casa, ya estaba muy cerca, cuando oyó el aullido aún más cerca, sus piernas se paralizaron del terror cuando escuchó un ruido sordo atrás suyo. Volteó y vio a pocos metros de ella… un licántropo, ahogó un grito y corrió en dirección a su casa, pero el lobo la alcanzó con facilidad. Sam solo tuvo tiempo de cerrar los ojos cuando sintió un dolor intenso en su brazo, el licántropo la había mordido. Gritó como nunca, sin pensar en que un muggle podría escucharla, salir y ver la escena. En ese momento se escuchó una fuerte voz masculina.
—¿Qué pasa aquí?
—Cariño, es la hija de los Warren
En medio de las lágrimas Sam pudo distinguir a Walburga y Orión Black, los padres de Sirius. Ambos magos se quedaron de piedra al ver al hombre lobo con el brazo de la chica entre sus fauces, Orión sacó su varita casi instintivamente lo cual hizo que el hombre lobo soltara a su presa y huyera.
Entonces… sonó un portazo y Samantha despertó bañada en sudor, Diane Linne acababa de abandonar la habitación y el portazo había despertado a Sam. Por primera vez en su vida la chica sintió algo parecido a la gratitud por Diane, no deseaba revivir ni en sueños lo que había pasado aquel día. Se levantó y entró al baño, se miró al espejo y como de costumbre no se sintió satisfecha con lo que veía, un cuerpo propio de una niña entrando en la pubertad, suspiró. Ya quisiera yo que este fuera el mayor de mis problemas pensó la chica.
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—¡Amy Johnson, ya es tarde! —gritaba una aguda voz femenina en la habitación de las chicas de séptimo año de Ravenclaw. Era una chica de cabello largo y negro, cara redonda y afable y algo alta, Alice Willet conocida como una de las mejores estudiantes en Defensa Contra las Artes Oscuras y Encantamientos.
Una chica rubia, de grandes ojos azules y cara de porcelana, se levantó de un salto, dejando al descubierto su delgada figura cubierta por un pijama que parecía quedarle pequeño desde el cuarto grado.
—¡Alice! ¿Por qué no me despertaste antes?
Su amiga soltó una carcajada.
—Tranquilizante Amy, solo era una broma, no es tan tarde.
Amy Johnson la miró con furia y le tiró una pantufla.
—¡Sabes que es malo para la salud despertar a alguien de esta manera!
Alice se puso la mano en el estómago, dónde le había pegado la pantufla
—Si tú lo dices
Amy bajó de su cama evidenciado su baja estatura. No medía más de un metro y cincuenta y cinco centímetros, de hecho muchos alumnos, liderados por Sirius Black la llamaban "metro y medio" lo cual le había molestado al principio pero en su séptimo año ya le daba igual. Amy era huérfana y no se sabía nada de sus padres, la había adoptado una historiadora del mundo mágico llamada Katherine Johnson cuyo esposo acababa de morir debido a la viruela de dragón.
—Me muero de hambre —dijo la rubia rascándose la cabeza —. Estaré lista en quince minutos, no se te ocurra moverte de acá sin mí Alice Willet
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Severus Snape desayunaba en silencio, su mirada estaba fija en la mesa de Gryffindor, más específicamente en una pelirroja de ojos verdes.
—¿Severus?
El chico de cabello negro volteó y vio a su lado a una chica de cabello negro, rasgos finos y expresión astuta, que lo miraba curiosa.
—Hola Vera —la saludó Severus.
—¿De nuevo observando a Evans? —preguntó Vera Davis.
—Sí —respondió apagadamente Severus
La chica se sentó a su lado y tomó un cuenco de avena.
—No puedes permitir que esa… esa —hizo una mueca —siga haciéndote sentir miserable.
—Prefiero no hablar de esto otra vez.
La chica se encogió de hombros.
—Como desees —tomó una tostada con mermelada y empezó a comer —. Solo quería recordarte conseguir el libro para antes del viernes, Avery y Rookwood están tan impacientes como yo de terminar la misión —susurró la chica.
—Conseguiré el libro pronto —contestó sencillamente Severus —. Puedes decirle a David y a Augustus que para la próxima semana todo estará listo.
En ese momento los Merodeadores hicieron su entrada al Gran Comedor. James Potter, de cabello oscuro y ojos color avellana, era alto y fornido, debido al quidditch. A su lado Sirius Black caminaba con aire confiado y un tanto arrogante; un poco más atrás Remus Lupin charlaba con un chico un poco más bajo con cabello oscuro y abundante, cara afable, y ojos brillantes, era Peter Pettigrew.
Se sentaron junto a Samantha Warren que desayunaba en silencio.
—¡Hola Sam! —James se tiró pesadamente a su lado — ¿Tuviste una buena noche?
—Fue horrible —contestó la chica con sinceridad
—¿Ya no estás enfadada? —Sirius la miraba con una ceja levantada y una sonrisa algo burlona.
—Déjame en paz Black
—Sabes que te quiero Samuel, pero a veces me recuerdas a mi madre —bromeó Sirius sentándose a su izquierda.
—Cállate —le espetó Sam tirándole un panecillo.
Junto a James se sentaron Remus y Peter.
—Perdona que me haya quedado dormido ayer Sam —se disculpó Peter avergonzado.
—Ya no importa —suspiró la chica —¡Y no estoy pareciéndome a tu madre! —aclaró a Sirius —. Es solo que… se acerca la luna llena —terminó en un susurro
Entre los merodeadores hubo un escalofrío. Remus sintió palidecer y asintió con la cabeza.
—Es verdad —murmuró.
Sirius, sintiéndose algo avergonzado pasó un brazo por los hombros de su amiga.
—Lo siento Sam.
La chica lo miró con una sonrisita. —Entonces procura no enfadarme.
Sirius rió. —No sé si está entre mis capacidades pero lo intentaré.
Sam se encogió de hombros e hizo una mueca.
Sirius la miró divertido y empezó a tomarse un vaso de jugo de naranja- Oye Peter ¿Qué te ocurre?- gritó a su amigo al verlo con la mirada perdida el otro lado de la mesa de Gryffindor.
—Nada, nada —contestó Colagusano sonrojándose furiosamente al notar la mirada de sus cuatro amigos fija en él —solo estaba un poco distraído.
El más pequeño de los merodeadores no estaba dispuesto a admitir que hacía unos segundos había estado mirando absorto a Joan Miller, para él Joan era inalcanzable, medio Hogwarts estaba interesado en ella y muy pocos chicos lograban que la chica los tomara en serio.
—Si claro —dijo Sirius mirando a James con cara de cómplice —¿Quién es la chica Colagusano?
—¿Chica? —preguntaron al tiempo Sam y Remus —¿Te gusta alguna chica Peter? —volvió a preguntar Sam con un signo de interrogación tatuado en su cara.
—No, es un chico —respondió Peter con sarcasmo
—Calma Colagusano —Remus, como de costumbre, entraba a conciliar en las discusiones de sus amigos —Es solo que nos sorprende que estés interesado en alguien, llevas casi seis meses sin salir con nadie.
—Tú no digas nada Lunático —intervino James —que tú también vas para monjo.
—No existe la palabra monjo —le corrigió Sam.
—Lo que Cornamenta quiere decir es que estos dos van para ganadores del Premio Nobel de la Castidad —dijo burlonamente Sirius.
Sam puso los ojos en blanco. —Ustedes dos no tienen remedio —dijo mientras negaba con la cabeza, mirando a James y Sirius.
—¿Verdad que no? ——Sirius se veía realmente orgulloso.
—En fin, el tema principal era el amor secreto de Colagusano —interrumpió James.
—Creo que es mejor no presionarlo —apuntó Remus mirando amistosamente a Peter, el cual le devolvió la mirada agradecido.
—Como quieran —dijo Sirius haciendo una mueca de aburrimiento.
Remus y Peter se sonrieron, Peter volvió a concentrarse en su desayuno y Remus empezó a mirar de reojo a la chica que ocupaba gran parte de sus pensamientos, Joan Miller.
Ajena a todas las pasiones que despertaba en aquel momento, Joan se hallaba a punto de vomitar, pues Lily se ocupaba de embutirle la comida de una manera extraordinariamente rápida.
—Rápido Jo —acosaba la pelirroja —. Transformaciones no tardará en empezar
—¡Didy!- se quejaba la castaña con la boca llena de comida —¡Me caudagad una indigedtiom!
—Cállate, si hablas no podrás tragar la comida.
—¿Pretendes enfermarla Evans? —preguntó una voz aguda tras Lily, esta volteó, momento que Jo aprovechó para escupir algo de comida.
—¡Amy! —saludó Joan a su salvadora.
—Heyy Jo- saludó la rubia con una gran sonrisa- creo que acabo de salvar tu proceso digestivo.
—Amy, Alice —saludó Lily a ambas Ravenclaw —¿Cómo están?
—Muy bien —sin importarle que esa fuese la mesa de Gryffindor se sentó junto a Lily y empezó a tomar jugo —Alice por supuesto está muy complacida de estar en la mesa de Gryffindor porque está más cerca de su querido Longbottom —dijo riendo.
Mientras sus amigas hablaban sobre Frank Longbottom, Lily sintió una mirada penetrante sobre ella, volteó hacia la mesa de Slytherin y allí vio a Severus con los ojos fijos en ella. Sintió un escalofrío, aún lo extrañaba, más que nada deseaba reconciliarse con él, pero cuando pensaba en la posibilidad recordaba cuando la había llamado sangre sucia. Casi inconscientemente le sonrió, pero el Slytherin volteó la cara y siguió hablando con Vera Davis. Lily se sintió bastante incómoda.
—¿Lily? —la pelirroja se volteó, sus tres amigas la miraban —¿De nuevo mirando a la mesa de Slytherin? —preguntó Amy sin ningún asomo de prudencia.
Lily sabía que se estaba sonrojando, no pudo negar lo que Amy había dicho así que solo se limitó a quedarse callada. Jo, Amy y Alice se miraron nerviosas. Finalmente Jo rompió el incomodo silencio.
—Creo que ya tenemos que ir a clase de Transformaciones —susurró a Lily, luego miró a Amy y Alice —. Suerte con Slughorn
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Frank Longbottom terminaba de desayunar junto con su amigo Steven Penn, ambos chicos pertenecían a Gryffindor y cursaban séptimo año. Frank era un chico alto con cabello castaño y ojos oscuros, excelente alumno, especialmente en Defensa Contra las Artes Oscuras y Pociones, bastante apreciado por el profesor de esta materia Horace Slughorn, y de hecho pertenecía al Club Slug.
Steven no era tan buen estudiante como Frank, pero era un bueno jugador de quidditch, hacía parte del equipo de su casa y jugaba como Guardián.
Por el rabillo del ojo Frank notó la presencia de Alice Willet en la mesa, le parecía una chica bastante simpática, la había conocido en su tercer año por medio de un amigo de común de ambos Jacob Freeman, un estudiante de su mismo año que pertenecía la casa Hufflepuff. Sonrió ,Alice siempre le había parecido atractiva y se la llevaba bastante bien con ella.
—Vamos Frank, se nos hará tarde —dijo Steven mientras se levantaba.
—Bien, no quiero enfadar a McGonagall.
Ambos chicos se levantaron y se dirigieron a su salón, por el pasillo se cruzaron con Jacob. Este era un chico bastante más alto de lo normal con cabello rubio y ojos verdes, buen amigo de Alice Longbottom y Amy Johnson, al igual que de Frank y Steven, a pesar de pertenecer a una casa diferente a la de estos. Un estudiante promedio, cuya pasión eran las criaturas mágicas, por lo cual pasaba bastante tiempo en los terrenos con alguna o en la cabaña de Hagrid, el guardabosque, quien compartía su pasión, con la diferencia de que a Jacob no solo le llamaban la atención las criaturas peligrosas.
—¿A Pociones, Jacob? —preguntó Frank a su amigo.
—Exactamente —contestó el chico mientras se acomodaba la mochila
—Suerte —le deseó Steven mientras entraba al Aula de Transformaciones.
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—Señor Pettigrew ¿Podría hacernos una demostración?
Peter miró alarmado a los otros tres Merodeadores, pero estos no pudieron ayudarlo en nada.
—¿No puede? —de nuevo la voz de McGonagall hizo que Colagusano se estremeciera.
—Sí puedo —contestó el chico sin estar muy seguro. Apuntó con su varita a la olla que se hallaba en frente suyo ¿Cómo diablos iba a convertirla en un armadillo?
Aunque luego aseguró que fue un ingenioso plan para ayudar a su amigo, en el fondo Samantha Warren tenía que aceptar que la estrepitosa caída de la que fue protagonista en ese momento se debió exclusivamente a su torpeza. Hubo una carcajada general, incluso James juró haber visto a la Profesora McGonagall riendo discretamente.
—¿Se encuentra bien señorita Warren? —preguntó McGonagall.
—Sí profesora —respondió tímidamente Samantha.
Milagrosamente la clase acabó en ese preciso momento y Peter pudo ahorrarse la molestia de hacer la demostración que le había exigido McGonagall. Como perseguido por un perro rabioso salió corriendo del aula cuando chocó con alguien.
—Lo siento —susurró.
—No importa Peter —le contestó la dulce voz de Joan.
El chico levantó la mirada para mirarle a la cara.
—Es que iba algo distraído… —empezó a disculparse rápidamente
—Te salvaste de McGonagall, confieso que yo también hubiese estado nerviosa si me hubiese pedido una demostración, esa mujer puede llegar a ser aterrorizante.
Ambos se sonrieron.
—Tienes razón —susurró Peter.
—¿Pasa algo? —para Peter la voz de Lily Evans fue especialmente desagradable en aquel momento.
—Nada Lily —sonrió Jo —solo hablaba con Peter —lo miró dulcemente —bueno, hablaremos más tarde- y con lo que le pareció la sonrisa más adorable del mundo a Colagusano, se despidió, sin saber que él se sentía igual de nervioso cuando estaban juntos.
Al momento James, Sirius y Remus le alcanzaron, sin embargo Peter no puso cuidado a su conversación, pues su mente seguía fija en Joan Miller.
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—¿Peter Pettigrew? —repitió Amy incrédula.
—Silencio Amy, estamos en la biblioteca —le reprendió Lily.
—¿Te gusta Pettigrew? —preguntó Amy a Jo hablando un poco más bajo.
—Bueno yo… —no le costaba nada decirles la verdad, solo tenía que murmurar "Sí" pero… ¿Por qué era tan difícil? —… un poco.
Amy y Alice sonrieron triunfantes, pero Lily hizo una mueca.
—No lo sé, no es un chico muy… —pero no pudo seguir criticando a Peter porque recibió un librazo en la cabeza, propinado por Amy.
—Deja de criticar al pobre Pettigrew —le espetó resueltamente.
Lily estaba tan sorprendida por su actitud que ni tuvo tiempo de enfadarse.
—Cualquiera diría que es a ti a la que le gusta Peter —dijo la pelirroja.
—Tonterías —interrumpió Alice —las tres sabemos que a Amy le gusta Remus —miró a Jo y le sonrió.
"Eres lo peor" se dijo a sí misma la castaña "Te gusta Peter, pero no puedes soportar el hecho de que Amy y Remus lleguen a estar juntos"
Amy rió divertida —Si tú lo dices —aunque Lily y Alice también rieron no pudieron evitar notar la mueca de desagrado que intentaba disimular Jo.
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Remus Lupin se hallaba acostado boca arriba en su cama, estaba solo y su cara reflejaba una gran angustia, no sabía cómo reaccionaría Dumbledore si se enteraba que había mordido a alguien durante una de sus transformaciones, a otra estudiante ¿Lo expulsaría de Hogwarts aunque el incidente no hubiese ocurrido en el colegio?
Pobre Sam pensó el licántropo. Ella tampoco debe enterarse nunca que fui yo quien la mordió
Se preguntó si alguno de los dos sospecharía la verdad. Cuando la chica se entrevistó con Dumbledore para confesarle su nueva condición, a principios de año, Remus la acompañó aunque sentía una insoportable sensación de culpabilidad; cuando la chica le contó todo a Dumbledore este miró a Remus ¿Habrá sospechado lo que pasó en realidad? ¿O solo lo hizo porque yo también soy licántropo?
Hizo una mueca, al menos sus amigos le habían apoyado bastante y ninguno había dicho una palabra sobre el asunto a nadie.
La puerta se abrió y a la habitación entró Peter Pettigrew.
—¿Te encuentras bien Lunático? —preguntó inseguro.
—No —contestó simplemente Remus.
Colagusano metió una de sus manos en uno de sus bolsillos y sacó una rana de chocolate —Toma —dijo mientras se la lanzaba a Remus.
El licántropo le sonrió —Gracias —empezó a comerla lentamente —¿Dónde están Cornamenta y Canuto?
Peter se encogió de hombros —Afuera, jugando quidditch con Frank Longbottom, y otros.
Remus suspiró y Peter levantó una ceja —Yo me voy ya Lunático solo vine a buscar esto —dijo enseñándole su mochila —. Si quieres algo…
—Descuida Peter —se adelantó Remus —. Nos vemos en la cena.
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Augustus Rookwood, Vera Davis, Severus Snape y David Avery se encontraban en los terrenos de Hogwarts.
—La poción debe estar lista dentro de poco —dijo resueltamente Rookwood —. Ya estoy cansado de ser considera un aprendiz y no un verdadero mortífago.
Severus lo fulminó con la mirada —¿Por qué no lo dices un poco más fuerte? —le espetó.
Avery puso los ojos en blanco —Bueno, al punto —carraspeó —. Lucius me escribió. Dijo que la poción debería estar lista en menos de un mes.
Vera asintió con la cabeza —Entonces debemos apurarnos, no queremos decepcionar al Lord —miró a Snape —¿Cuándo conseguirás el libros?
El chico bufó molesto —Cuando Filch deje de rondar por la biblioteca por las noches.
—Severus sabes que es nuestra única oportunidad para probar que merecemos ser mortífagos —dijo Augustus.
—Y no vamos a decepcionar al Lord —dijo resueltamente Severus —solo necesitamos paciencia
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Lily Evans caminaba con un par de libros en brazos cuando vio a un par de alumnos de tercero lanzándose hechizos. Bastante orgullosa de su recién adquirido título de Premio Anual se dirigió hacia ellos para acabar con la riña, al acercarse notó que ambos estudiantes eran de Gryffindor.
—Chicos no se permiten peleas —empezó a decir cuando uno de ellos le interrumpió.
—No permito que me hable una sangre sucia.
Lily lo miró sorprendida, estaba acostumbrada a que la mayoría de los Gryffindor fueran respetuosos con ella, antes de que le respondiera, una voz masculina interpeló al chico.
—La señorita y yo somos Premios Anuales, por lo cual exigimos respeto y obediencia; por otro lado no permito que ningún estudiante insulte a otros por sus procedencia, ya sea mágica o muggle.
Lily supo quien era incluso antes de voltear a verlo, James Potter; detestable, arrogante, presumido, pero en ese, momento una gran ayuda. El chico lo reconoció puesto que se sonrojó furiosamente, no fue capaz de contestarle y se fue casi corriendo, su compañero miró a Lily.
—Lo siento, yo no considero que usted sea una sangre sucia.
James le sonrió casi paternalmente —Esa actitud sí me parece correcta —el chico se hinchó de orgullo y se fue por donde había desaparecido su compañero.
Lily levantó una ceja, parecía tan maduro, tan serio, tan agradable en ese momento, era solo apariencia.
—Gracias Potter —dijo sin mirarlo a la cara.
—No iba a permitir que nadie te llamara de esa manera —dijo James sonriéndole.
—Ya te lo agradecí —dijo Lily algo irritada, el hecho de que ese presuntuoso la defendiera no le parecía agradable.
—¿Vamos a la Sala Común? —aventuró James.
—No, voy a… —Lily inventó rápidamente una excusa para no estar con James y al mismo tiempo no parecer grosera puesto que el chico la había acabado de ayudar —…ver a Amy, vamos a estudiar juntas Defensa Contra las Artes Oscuras.
Evidentemente James no la creyó —Vamos Evans, solo un rato, incluso puedes empezar a darte cuenta de que soy el hombre para ti…
Lily lo miró furiosa —¡Debí saber que no hacías nada gratis Potter! —dijo con las mejillas rojas y los ojos brillantes por la rabia —¡Solo interviniste para convencerme de salir contigo, no por tu responsabilidad como Premio Anual!
—Lily lo siento…
—Me largo- exclamó la pelirroja y salió como un huracán hacia cualquier parte con la única intención de alejarse de James Potter
