Naruto © Masashi Kishimoto

Producciones ~Alta·Gama~Marizce

Presenta:


Pantalones abajo

01 - "Sin calzones"

- ¡Eh. Eh! Lindo perro, tranquilo niño. Tranquilo – el perro gruñó, y esta vez mostrando su macabra dentadura, con la geta remanga y luciendo aquellos filosos caninos curvilíneos, que poco faltaban para enterrarse en la piel extra-blanca del regordete hombre y de expresión ratonil. Subiéndose los pantalones por encima de toda la masa grasosa, asegurando de paso el cincho del pantalón, que no parecía dispuesto a seguir sujetando toda la carga. Hizo el intento de subir las gradas, ¡Pero que tarea tan difícil! – ni siquiera fue capaz de apoyar el pie totalmente porque pudo sentir como el estrecho pantalón se le era jaloneado por la hendidura de sus imposibles nalgas. Y… sí que dolió.

Mala suerte la de Kiki, el famoso apodo del cartero de la zona.

-Oh, valla… Me estoy poniendo tan viejo. – se recordó, estirando el brazo para tocar el timbre. Esperó escuchar una tonada común, pero ese sonido melódicamente extravagante le hizo erizar los vellos del pecho y quien sabe… 30 centímetros más bajo. Tras la puerta de caoba apareció la señora Mernis, una preciosidad de mujer, si no fuera por el exagerado botox que transparentaba su rostro rosáceo y sin vida, si ya nada se le podía envidiar a la muñeca Barbie.

-¡Oh, Kiki! Que bueno verte, corazón… esperaba esa carta con tanto anhelo.

-Eso pensé, Mer… Por cierto, hoy te vez… extremadamente brillante. – su maliciosa sonrisa de burla se la guardó en la sien, mientras solo la hipocresía saneaba en sus labios cuando la mujer, sutilmente apenada, solo se quedó en el intento de sonreír, solo en el intento.

-Pasa, te invito a tomar una taza de té…

-Oh, no, no te molestes… Hoy estoy con el día muy agitado. Tengo que entregar las demás correspondencias.

-Ok, cuando quieras eh… - y sin poder hacer más gesto que levantar la quijada como amago de sonrisa, cerró la puerta, para desbaratar los papeles y leer la cuenta de pago. - ¡Sí! Lo Sabía. Cómete esto hijo de… - cortó sus expresiones cuando recordó que antes de salir a atender al gordo de Kiki estaba leyendo el periódico, en la sección de publicidad y demás…, donde un principal anuncio de: "Ratones a sus ratoneras" le había llamado la atención. Corriendo fue a rectificar el anuncio publicado y chistando los dietes en la sorpresa, volvió a correr para la ventana que daba al jardín posterior de su casa, y que concordaba con la de la vecina. Una muchacha de apariencia tan joven y peculiar cabello rosa.

- ¡¡Sakura!! – su voz chirrió en la última sílaba, haciendo agudo y fastidioso la tonada. ¡Dios!

La muchacha giró el rostro, sin dejar de descolgar su ropa seca.

- ¿Sucede algo malo Mernis?

-¡Todo lo contrario querida, todo lo contrario! Lo han publicado… ya salió.

-¿El qué…?

-El libro. ¡El libro muchacha!

Sakura soltó su ropa, corrió hacia la ventana donde estaba Mernis y tomó el periódico en un arrebatado acto.

-Increíble… es…

-No sé porqué tan entusiasmada por éste libro muchacha, pero llevas días esperando esto. Dime… que hay en…

-¡¡Debo irme!! – y desapareció tan rápido que Mernis ni siquiera concluyó lo que tenía que decir.


Alborotó su cuarto, el baño y ni hablar de la sala. Estaba tan emocionada que ya ni cabía de alegría.

Salió con la cabeza perfectamente peinada y saltando de un pie, tratando de colocarse las sandalias en el otro.

Pronunció una severa maldición e insultó al perro de Mernis, quien como si lo hubiese entendido, ladró con más fuerza. Caminó tres cuadras hacia arriba y cruzó muchas calles.

Llegó a un edificio viejo y subió las escaleras como alma que le lleva el diablo, sus grandes zancadas eran incomparables, su prisa era otra…

Ni siquiera se dignó a tomar el ascensor, pues pensaba que iría demasiado lento con la prontitud que ella cargaba, además, parecía que alguien ya lo había ocupado.

Jadeante, soltando el aire y volviendo a jalar, tocó la puerta… golpeó, golpeó y volvió a golpear, pero parecía que nadie iba a atenderla. Entonces, eso significaba que él no estaba.

-Donde se supone que te metiste…

-Niña, niña… ¡hey! La de los pelos disparados. – giró el rostro y sus ojos se toparon con el amarillento color de unos dientes picados, arrugas y astutos ojos azules.

-Dígame…

-Si buscas al imbécil del 406, salió hace poco. Lo vi con estos ojos que se lo han de comer las lombrices.

-Oh, muchas gracias. – retomó el camino, directo al ascensor.

Apenas las puertas de atávico ascensor se abrieron, salió disparada sin siquiera ver las calles, el cual fue un verdadero problema…

Porque ella ahora ya no recuerda nada, y tampoco sabe porqué está tan lejos de la ciudad, mucho menos sabe porqué un tipo, que podría ser galán de cine, la mirara como si le hubiese salido dos cabezas… ¡pero lo peor!

¡¡Ella no lleva calzones!!


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C o m e n t a Ô.^'

¿Cambio de estilo?

Nah... Tan versátil como un poliedro.