Nota: Este fic participa del Reto "Pecados Capitales" del foro "221B Baker Street".

Disclaimer: Los personajes de Sherlock son propiedad de Sir Arthur Conan Doyle. Y la serie de la BBC pertenece a sus respectivos dueños. Solo la historia me pertenece no gano nada con ello, solo la satisfacción de imaginar a Sherlock y John juntos.

Advertencias: Ninguna creo…

NA: Este fic va dedicado a todos aquellos que se tomen el tiempo de leerlo y dejar un review. Muchas gracias a mi Beta Roberto, te quiero. Y sin mas espero que sea de su agrado.

Avaricia.

Mycroft Holmes siempre había estado lleno de avaricia. Desde que era sólo un niño pequeño descubrió que deseaba más de lo que los demás tenían. Necesitaba resaltar, necesitaba ser el mejor.

Tal vez todo empezó desde aquél momento que acaparó todos y cada uno de los dulces que tanto le gustaban, sin compartir ninguno con Sherlock. Había veces que Mycroft se preguntaba si él era el causante de la delgadez extrema de su hermano.

Desde que era sólo un niño, Mycroft había sido corrompido por la sed de la avaricia. Siempre que deseaba algo lo conseguía y superaba sus expectativas; después de todo él era todo un Holmes. Primeros lugares académicos, negocios importantes, e incluso era conocido como el mismísimo Gobierno Británico. Controlaba todo a su alrededor y lograba hacerlo suyo por completo atesorándolo y regodeándose por eso.

Toda su vida transcurría de esa manera; no existía nada que él no pudiera conseguir. Pero cuando crees que ya posees todo en el mundo, después el mundo te demuestra todo lo contrario y tu vida pierde un poco de sentido.

Y eso fue lo que sucedió cuando Mycroft conoció al detective Lestrade. Había quedado completamente deslumbrado por él, por su voz, por su cabello cubierto de canas; pero sobre todo por su carácter. Ese que hacía que todos lo observaran con gran respeto, incluyendo a Sherlock.

Lestrade despertaba instintos en Mycroft que él creyó extintos. Deseaba tenerlo solo para él, poseerlo y hacerlo suyo por completo. Quería apreciar y atesorar todas las cualidades que poseía el detective. Lo deseaba para toda la vida.

Y para que eso sucediera necesitaba de un buen plan. Tal vez debería empezar con una simple invitación a cenar. Después de todo tenían que conversar sobre el cuidado de Sherlock…y sólo tal vez el detective aceptaría.