A/N: ¡¡¡HOLAS!!! ¿Como están? Bueno, este es mi nuevo fic... Les aviso que antes de leer este fic deben leer el anterior llamado: "Una Historia para Contar" para poder entenderlo bien, pero si quieren leer este igual no hay problema... Ahora los dejo con él:

Harry Potter y Los Herederos Perdidos.

CAPITULO 1: GOODBYE

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I didn't get around to kiss you
Goodbye on the hand
I wish that I could see you again
I know that I can't.

Slipped Away. Avril Lavinge.


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En un pueblito llamado Godric's Hollow, una pareja de jóvenes de alrededor de veintiún años, iban tomados de la mano recorriendo las calles del pueblo tranquilamente. Parecían muy enamorados, como si los sucesos que ocurrían fuera del valle le fueran indiferentes. Pero éstos no les eran insignificantes como trataban de aparentar. Sólo disfrutaban del mayor tiempo posible juntos; tal como lo habían hecho durante esos últimos cuatro años... dos de ellos, casados.

Al llegar a la plaza del pueblo se sentaron en uno de los bancos grises haciéndose caricias, viendo como las familias paseaban con sus hijos, los cuales llevaban grandes helados de chocolate. Todos se preparaban para la noche de Halloween.

-¿Quieres un helado?-preguntó el chico. Era alto, con buena figura y muy buen mozo. Llevaba el pelo negro largo que le caía sensualmente sobre sus ojos grises, que desprendían un brillo especial.

-Tú sabes que sí-contestó la chica con una sonrisa en los labios. Era rubia, alta (no tanto como su novio), su cabellera ondulada le llegaba hasta los hombros y tenía los ojos azules cielo. Su sonrisa era una de las cosas que más le fascinaba a su esposo. En su cuello, brillaba un magnífico relicario de color plata con un grabado de un perro, al igual que en el de su chico. Y lucía una hermosa panza de unos siete meses.

-Pues entonces, vamos-le dijo él tomando de la mano a su esposa y yendo hacia la esquina, donde había una heladería llamada "Lions".

El lugar era muy lindo y desprendía mucha calidez gracias a los colores vivos (rojo y dorado) que había en las paredes. Estaba decorado con varias calabazas, fantasmas y hadas vivas para la ocasión, Halloween.

-¡Hola!-saludó alegremente el heladero, llamado Daniel Stone, que había sido su compañero del equipo de Quidditch de Gryffindor. Era alto, de pelo negro y ojos color azul claro, tenía diecisiete años y hacía muy poco había terminado en Hogwarts, ahora ayudaba a su padre, dueño de Lions.

-Buenos días, Dan-saludaron los otros dos a unísono.

-¿Lo de siempre, chicos?

-Lo de siempre-ratificaron a unísono de vuelta; por lo que los tres rieron animadamente.

-Aún recuerdo el día que los conocí a ustedes dos...-comentó Dan, con un deje de nostalgia en la voz, mientras buscaba los conos-. Si alguien se hubiese atrevido a decir que Sirius Black y Lucy McKinnon terminarían juntos y con un hijo en espera hubiese sido expulsado del colegio...

Los tres rieron nuevamente.

-Si es difícil pensar lo mal que me llevaba con Sirs-expresó Lucy, tocándose levemente la panza.

-Yo siempre quise salir contigo, Lu cariño...-dijo Sirius, acariciando la panza de Lucy-. Pero tú me odiabas por lo que te hice el primer día de clases...-a modo de respuesta, Lucy sólo lo besó y luego le dijo a Dan:

-¿Nos alcanzas los helados a las mesitas de afuera?-el heladero sólo asistió, sonriente-. Gracias, Dan. ¿Cuánto es?-preguntó Lucy, cuando Dan se acercó con los dos helados y ellos ya estaban sentados.

-Es regalo de la casa... por los viejos tiempos y su nueva adquisición-señaló Dan, apuntando a la barriga abultada de Lucy.

-Gracias-dijo Sirius-. Oye, Dan, ¿cómo está Diana?-preguntó, después.

-Bien-contestó él, poniéndose un poco colorado. Diana era la novia de Dan, que aún estaba en Hogwarts, cursando su quinto año. Dan se fue y comenzaron a comer sus helados; Sirius de frutilla con crema y Lucy de chocolate.

-¿Cómo te gustaría ponerle?-inquirió Lucy, media acaramelada con Sirius, robándole helado, mientras este pensaba y miraba la panza.

-Si es niño podríamos llamarlo Rigel y si es niña Lyra...

-Los tenías pensados, ¿no?-dijo Lucy, mirándolo con una expresión de enfado falsa.

-No pensarás que no sabría como ponerles a mis hijos, ¿verdad?-preguntó Sirius, robándole un poco de su helado-. Ya sabes que debo seguir con la tradición de ponerle a mis hijos nombres de estrellas, por ser un Black... sabes que no me gusta tener nada que ver con mi familia, pero...-calló de repente debido al beso que le dio Lucy. Amaba cuando él se ponía sentimentalista-. No quiero que pienses que soy raro...-dijo Sirius cuando se despegaron para tomar aire.

-Sirs cariño, te conozco desde los once, sé que eres raro-declaró Lucy con dulzura.

-Sí, lo sé, pero no le digas a Moony... ó sino me dará un discurso porque le encanta que sea sentimentalista...

-Descuida, tú eres solamente mío.

Ese comentario le valió un beso de parte de su novio.

Luego de terminar su helado se dirigieron a la casa de unos de sus mejores amigos: Lily y James Potter. Ellos eran otras de las parejas que fueron inesperadas. Pasaron por la calle Grifo hasta llegar a una bonita casa de dos plantas pintada de color madera clara y con un buzón de color rojo con el nombre "Potter" en dorado en él. El jardín estaba lleno de rosas blancas, rojas y lilas. Exhibían unas enormes calabazas con horrendas caras, seguro un regalo de Hagrid. Llegaron a la puerta de madera y llamaron.

-Diga la contraseña-dijo una voz masculina desde adentro.

-No la diré... es estúpida-susurró Sirius. Lucy se rió y dijo en voz clara y fuerte:

-Padfoot es un cachorro.

Después que se escucharan varias risas y una palabrota por parte de Sirius, la puerta de la casa dejando ver a un hombre de pelo negro revuelto, ojos castaños almendrados, anteojos de lentes redondas, nariz recta y porte atlético, sonriendo ampliamente. James Potter abrazó y le dio un beso en la mejilla a Lucy, luego se abalanzó sobre Sirius tirándolo al piso.

-¡Padfoot!-saludó James, riéndose.

-¡Prongs!-rió Sirius.

-No hay manera de separarlos...-dijo una dulce y amable voz femenina desde la puerta.

Lucy se dio vuelta y un aroma a rosas blancas la inundó por dentro. Una mujer alta y delgada, nariz respingada, con un largo cabello rojo oscuro ondulado y ojos verdes brillantes, sonreía negando con la cabeza.

-Tienes razón, Lily-afirmó Lucy y la abrazó.

-¡¡Como ha crecido desde ayer!!-dijo Lily, mirando la barriga de su amiga con cariño-. Será mejor que los separemos y los llevemos a dentro-agregó, mirando a sus respectivos maridos.

Cada una cogió de la mano a su pareja y entraron a la casa. El recibidor estaba pintado de color blanco con varias fotografías que mostraban a los Potter y su hijo Harry, la graduación, la boda, del día que Lucy, Sirius, Alice, James y Lily se convirtieron en aurores y más de Harry. También se podía ver la escalera de caracol que llevaba a las habitaciones. Al llegar al living comedor se hallaron con cinco personas. Cuatro de ellas iban cogidos de la mano y la otra estaba sola. Alice y Frank Longbottom, Remus Lupin y Louren Bones, y Peter Pettigrew, sonrieron al verlos entrar por el hall.

Alice tenía la cara redonda y simpática, bajita, ojos castaños, su pelo negro lacio se extendía hasta la altura de la cintura; vestía una túnica de color canela al cuerpo. Frank, en cambio, era alto, ojos verdes con un toque castaño, tenía el pelo castaño oscuro y su cara era delgaducha, este llevaba puesta una elegante túnica negra. En sus brazos, estaba el hijo de estos de unos tres meses llamado Neville, que era la viva imagen de Alice e iba vestido con una ropa de bebé de color azul claro. Alice y Frank se habían casado apenas Alice terminó Hogwarts; ellos eran aurores del ministerio de Magia, tal como lo eran Lily, James, Sirius y Lucy.

Remus era alto, de pelo castaño claro y ojos de un extraño color dorado, llevaba una túnica de color violeta nueva. De la mano iba con Louren. Ella era una chica bajita de ojos cafés y de pelo color negro azabache, iba vestida de color blanco. Louren trabajaba como sanadora en el hospital San Mungo de enfermedades y heridas mágicas. En cambio, Remus estudiaba para ser docente de Defensa Contra las Artes Oscuras. Remus, en secreto, esa noche le pediría que se case con él, pues llevaban más de cuatro años de novios. Lo que había costado que se le declarase... Lo que costó que entienda que a Louren no le importaba su "pequeño problema peludo", como lo llamaba James y los demás. En los brazos de Remus, estaba un bebé de unos tres meses dormitando. Este no era el hijo de ellos, sino de James y Lily, Harry. Lo único que se veía de ése bebé era su cabello negro, ya sin domar, al igual que su padre.

Peter era un hombre de estatura baja, de ojos color verdes acuosos, cabello color castaño claro y nariz puntiaguda, tenía puesta una toga de color negra muy elegante, rara en él. Peter trabajaba en... bueno, nadie en realidad sabía en realidad de que trabajaba, pero era algo relacionado con el exterior y el grosor de calderos, ó algo así.

Los cinco se levantaron de los cómodos sofás de color lila y fueron a saludar a sus amigos con una amplia sonrisa.

-Siempre tarde, Padfoot-dijo Remus, mientras abrazaba a Lucy con dificultad por la panza de esta y hecho de que el tuviera a Harry en brazos.

-Lucy quería tomar un helado-se defendió Sirius, cruzándose de brazos como un niño pequeño.

-Tú también quisiste, cariño-replicó Lucy, que ahora saludaba a Peter con un beso en la mejilla.

-Es verdad-afirmó Sirius mientras se abalanzaba contra Peter y Remus y caían al piso, con cuidado para que no se caiga el bebé, Remus se lo pasó a su madre.

-¡Hey! ¡Falto yo!-exclamó James, mientras sin esperar respuesta se tiraba en el piso con sus tres amigos.

Luego de un rato de estar hablando sobre cosas que habían hecho en la escuela y en la Academia de aurores el tema se concentró en los bebés en general.

-Y dime, Sirius, ¿ya te preparas para ser padre?-preguntó Frank con una sonrisa burlona.

-Ja, ja, ja-rió sarcásticamente Sirius-. Muy gracioso, Frank. Pero para que no digan que soy malo... Sí, de a poco lo hago...

-Ya pensaste en el nombre, ¿no?-preguntó Louren, mientras sostenía a Neville.

-Sí, hoy-contestó Lucy, sin preocuparse por eso porque ella hacía exactamente lo mismo-. Si es una niña se llamará Lyra y si es niño Rigel. Es una pena que no sepamos que va a ser. En la ecomágica no sale nada. Ni siquiera se cuantos hijos tendré...

-Menos mal que faltan dos meses porque sino se llamarían Sirius júnior ó Lucy hija...-bromeó James.

Todos rieron, luego Lily se levantó de su asiento y le entregó a Lucy el bebé para que ella, pudiera terminar con la comida mientras Alice y Louren la ayudaban.

-Hola, Harry-saludó Lucy, mirando al pequeño. Los demás seguían hablando si Sirius sería responsable como padre ó no-. Pronto podrás jugar con un nuevo amigo... aunque sea unos meses menor que tú...-después bajando la voz, agregó:-. Si es niña te juro que si le tocas un pelo...

-Ei, ei, ei. Deja de amenazar a mi ahijado-saltó en defensa Sirius-. Si el quiere salir con mi niña no habrá problema...

-Punto uno: no eres aún el padrino legal de Harry; punto dos: perdón por haber herido sus sentimientos, señor no-soy-celoso; y punto tres: es NUESTRA niña...-enumeró Lucy.

-Tú aún NO eres su madrina para amenazarlo. Y no soy celoso-se defendió Sirius.

-Sí, claro-ironizó Lucy en voz baja.

-Ya está la comida-anunció Lily desde el comedor.

Con un poco de dificultad, Lucy se levantó del cómodo sofá donde estaba y se dirigió al comedor. Estaba pintado de lila claro, contenía una gran mesa de madera en centro en la cual cabían unas veinte personas. Las sillas estaban revestidas de tapiz rojo.

-¿Dónde dejo a Harry, Lils?-preguntó Lucy.

-Allí, en el corralito-indicó Lily, señalando un corralito de color celeste en donde Neville ya jugaba con una snitch de juguete.

Luego de que Lucy pusiera a su futuro ahijado en el corralito, todos se sentaron a comer. Había empanadas de carne suave y picante, jamón y atún; tartas de los mismos sabores; pollo asado con ensalada rusa; asado con ensalada de lechuga y tomate y matambre. Toda esa comida a Lucy le recordó a algo.

-Tengo la sensación de haber comido esta clase de comida en Hogwarts antes-dijo ella, levantando una empanada y mirándola.

-Y lo hicimos-le aseguró Louren con sus aires de sabelotodo-. En el banquete de principio de séptimo año. Es comida de Argentina.

-Algún día me voy a ir a ése país...-dijo Lucy con una mirada soñadora-. Lily siempre me habla de él... Iremos con nuestros hijos.

-Claro que sí, Lu...

De pronto, Lucy sintió una punteada en el costado de su estómago. Algo le indicó que ya sería madre...

-Y hablando de hijos...-anunció Lucy como de casualidad-creo que el mío nacerá esta noche...

-¿De qué hablas, Lu cariño?-preguntó Sirius, preocupado por su esposa, acercándose a ella.

-Nuestro hijo quiere venir al mundo, Sirius-contestó Lucy, haciendo un gran esfuerzo por no gritar de dolor.

-Debemos ir a San Mungo-ordenó Sirius.

-No hay tiempo para ir a San Mungo-dijo Lucy parándose y yendo al sofá de la sala.

-¿Quieres decir que nacerá aquí?-inquirió Sirius, yendo también a la sala con los demás.

-Sí... Lau es una medimaga podrá hacer esto... ¿verdad? Y Lily dejara que su ahijado nazca aquí, ¿no?-dijo Lucy, mirando suplicante a sus amigas, mientras, cansada del esfuerzo, jadeaba. Lily sólo asintió, al igual que Louren.

-Sí-aseguró Louren, quien ya había ayudado a dar a luz a Lily y Alice en San Mungo-. Recuéstate, Lu... Ali, pon un poco de agua caliente en una cubeta... Lils trae un par de toallas limpias... Remus, Peter, James y Frank cuiden a Neville y Harry y esperen afuera... Sirs ven al lado de Lu...

Todos siguieron las instrucciones de Louren que hablaba con mucha calma. Lau cerró la puerta para que no se viera nada. Sirius se ubicó de rodillas al lado de su esposa y le sonrió tranquilizadoramente.

-¿Te gusta mandar, no, Bones?-Louren le dirigió una mirada asesina. Y Sirius se concentró en su esposa-. Todo estará bien, Lu... ya lo verás...

-Sirius... ¡ME DUELE!... ¡SACA A TU HIJO DE AQUÍ, BLACK!...-gritó Lucy, con dolor y apretando fuertemente la mano de Sirius.

-¿Es normal que se ponga un poco agresiva?-inquirió Sirius, asustado por el futuro de su mano.

-Sí, pero... bueno, Lucy siempre fue un caso especial...-susurró Louren mientras convertía con la varita la sala en una improvisada sala de partos. Se agachó y miró la dilatación de su amiga, mientras le ponía una sabana entre las piernas abiertas-... ¡Vaya! Ya está lista para tener... ¡Qué rapidez!-Lily llegó con tres toallas color verde lima y Alice con una cubeta llena de agua tibia y a punto-Denme la toalla y el agua, por favor-dijo Louren, preparándose para ayudar a su amiga-. Gracias... Ahora, Lu, cuando diga puja... lo haces... ¿bien?-Lucy asintió mientras respiraba entrecortadamente y transpiraba-. Uno... dos... tres... PUJA.

-¡¡AHHHHHHH!!-Lucy sentía como si en cualquier momento fuera a expulsar un elefante en vez de a su hijo.

-Muy bien, Lu... ya se le ve la cabeza... una más... uno... dos... tres... PUJA... OTRA VEZ... ¡PUJA!

-Respira, cariño...-le susurró Sirius, mientras transpiraba y Lucy también lo hacía.

-¡¡ME DULE, BLACK!!-gritó Lucy-. ¿CÓMO QUIERES QUE RESPIRE Y PUJE AL MISMO TIEMPO?

-Ya volvió a tratarme mal-murmuró Sirius para si mismo, mientras Lucy le hacía añicos la mano.

-¡PUJA!-gritó Louren.

El llanto de un bebé llenó la sala.

-¡Es un varón!-exclamó Lily.

Louren cortó el cordón umbilical, limpió al bebé, envolvió a la criatura llena de sangre dentro de una de las toallas y se lo entregó a Alice.

-¿Por qué se los das a Ali?-preguntó Sirius.

-Porque hay otro... son mellizos.

-¡MELLIZOS!-exclamó Lucy, exhausta.

-Cuando diga tres, Lu-indicó Louren-... uno... dos... tres... ¡PUJA!

Un segundo llanto inundó la habitación. Uno más agudo.

-¡Es niña!-expresó Lily.

Louren repitió la misma operación y entregó los recién nacidos a su madre. Luego, junto con Lily y Alice, salieron de la habitación para dejar un momento a solas a la pareja con sus hijos.

-Dos...-dijo Sirius con la mirada perdida en los bebés.

-Sirius... tenemos dos hijos...-dijo Lucy con ternura, llorando de felicidad.

-Dos...

-Rigel y Lyra...

-Dos...

Después de unos diez minutos, la puerta tocó y entró Louren con una planilla en la mano.

-Es el certificado de nacimiento-explicó-. ¿Cómo se llamarán?

-Rigel Adam McKinnon Black-respondió Lucy, orgullosa.

-Dos...-divagó Sirius.

-¿Y la niña?

-Lyra Natalie McKinnon Black-volvió a responder Lucy.

-¿Sirius?-preguntó Louren cuando vio que no reaccionaba. En el rostro bello de Sirius una sonrisa se iluminó.

-Tengo dos hijos. ¡TENGO DOS HIJOS! ¡CHICOS, CHICAS, VENGAN A CONOCER A LOS DOS NUEVOS BLACK: RIGEL ADAM MCKINNON BLACK Y LYRA NATALIE BLACK! ¡PRONGS TE HE GANADO!-gritó orgulloso.

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Casi un año después de eso, las cosas ya no eran fáciles ni felices en el Valle de Godric. Y todo era culpa de Lord Voldemort y sus seguidores. Si bien ellos conocían a Voldemort antes de que se volviera muy poderoso, pero ahora, en su punto más alto de poder, todo indicaba peligro. No se podía confiar en nadie en esos días. Aún así, todos juntos luchaban para derrotarlo. Para peor, Voldemort tenía a muchos seguidores en el mundo. Pero ellos no iban a dar a torcer el brazo fácilmente.

Ellos tenían una organización llamada la Orden del Fénix que combatía a Voldemort. Lucy, sin pertenecer a esta organización, y Sirius habían escapado de sus garras unas cinco veces y por muy poco. Sus hijos corrían un grave riesgo.

El 31 de Octubre de ese año, las cosas en el Valle de Godric NO estaban tan tranquilas como el año pasado. No había niños en la calle pidiendo dulces, ni decoraciones y los negociosos habían cerrado. Los Black se encontraban en su casa del número 23 festejando el primer cumpleaños de sus dos hijos: Lyra y Rigel. Habían venido los Potter, los Longbottom, Peter (que parecía muy nervioso) y los que pronto serían los Lupin (porque Remus le pidió casamiento el mismo día, sólo que un año atrás). También estaban los padres de Lucy, los McKinnon, Marlene y Dean, y su hermana, Emma de 16 años. Si bien, Emma debía estar en Hogwarts, pero sus padres consideraron que era mejor que estuviera en casa.

Los bebés, Harry, Neville, Rigel y Lyra (estos últimos con unos relicarios exactos al de su madre y padre, con forma de perro), estaban jugando pacíficamente en su corralito sin saber que toda la gente mayor de su alrededor estaban realmente preocupados por lo que pasaba. Harry era el calco de James, pero sin anteojos y con el color de ojos de Lily; Neville tenía la misma cara que Alice, pero físicamente era igual a Frank; Lyra y Rigel eran exactamente iguales en todo: el mismo color negro del pelo y los ojos grises con un brillo especial en los ojos, iguales a los de Sirius, pero tenían unos hermosos bucles en su poco pelo. Todos se encontraban dentro de la casa, la cual tenía un estilo modernista. Lily los miraba con tranquilidad mientras Lyra jugaba con Harry y se reían.

-¿Qué te pasa, Lils?-preguntó Lucy, acercándosele.

-Tengo un mal presentimiento, Lu-contestó Lily, sin apartar la mirada de los bebes-. Algo me dice que pasará mucho tiempo y muchas cosas antes de que vuelvan a estar así...

-No seas tan melodramática, Lily-dijo Lucy con seguridad-¿es por Voldemort que estas así? ¿Por la profecía? Ali y Frank también han estado así... Y yo también...

-¿Para qué quiere a unos niños como ellos? ¿Qué tienen de especial Neville, Lyra, Rigel y Harry? ¿Para qué?

-Quisiera poder contestarte, Lily...-dijo Lucy con tristeza-pero ya sabes lo que dice la profecía acerca... Lo que no me cabe es ¿para qué quiere a Lyra y Rigel? No hay ninguna profecía y los busca... reconozco que son bebés especiales, pero no sé...

Lily asintió, pero no dijo nada. Las dos centraron su vista en los niños. Lucy también tenía una extraña sensación, pero con todos. Algo le decía que era la última vez que vería a algunas de esas personas. "Mucho tiempo con Sirius" pensó Lucy. La fiesta terminó, dejando a los Black y a los McKinnon solos. Pero antes de irse, James, muy serio, se acercó a Sirius y le dijo:

-Cuando puedas, dale esto a Harry, cuando sientas que es el momento-le entrego un colgante de plata con forma de ciervo y se fue.

Sirius le dio el colgante a Lucy una hora después, diciéndole que ella lo cuidaría mejor que él.

¡PUM!

Un ruido proveniente de algún lugar del Valle de Godric asustó a los que estaban en esa casa. Sirius corrió a la ventana y miró hacia fuera. Su cara palideció.

-Mortífagos. Están atacando el pueblo...-dijo con voz ahogada-... Peter, no puedo creerlo...

-Ve...-dijo Lucy con el mismo tono de voz que su esposo-. Ve por él...

-Te amo, Lu y diles a los niños que también los amo...

Y eso fue lo último que Lucy escucharía de Sirius, antes de que saliera por la puerta y un ruido de una moto plateada indurara la cuadra. No reaccionó para contestarle... ni siquiera un adiós...

Sus padres estaban atentos a cualquier disturbio. Pronto los pasos de las líneas mortífagas llenaron al Valle... Lyra y Rigel comenzaron a llorar... Emma intentó acallarlos, pero ella también estaba muy asustada...

-Lucy-dijo la voz profunda de Dean McKinnon-. Emma. Hagan un traslador y váyanse lo más lejos posible...

-Pero, papá...-protestó Emma.

-Si te quedas te matarán, Emma-dijo firmemente Lucy en un tono que no admitía suplicas, recuperándose de su ensoñación-. Sube con Rigel, empaca un par de cosas y quédate allí hasta que yo vaya...

Emma no se hizo rogar, subió rápidamente con Rigel en sus brazos mientras se escuchaban los gritos de los vecinos. Lucy tomó a Lyra en brazos y le puso el colgante que Sirius le había dado junto con el del perro, mientras buscaba un objeto para hacerlo traslador.

-¡Portus!-una copa con el emblema de la familia Black vino volando hasta donde estaba ella. Iba a empezar a subir la escalera, cuando...

-¡BOMBARDA!-la puerta del número 23 salió despedida en pedazos. Mortífagos a montones entraron y Lucy se escondió con su hija debajo de la mesa del comedor. Sus padres tenían las varitas en alto.

-¡Ah! Si son los fabulosos aurores Marlene y Dean McKinnon-dijo la voz de una mujer, que Lucy conocía muy bien. Era Bellatrix Black, que ahora era Lestrange porque se había casado con Rodolphus. Apuntó su varita al centro del corazón de los McKinnon, al igual que los demás mortífagos.

-¡AVADA KEDAVRA!-gritaron todos juntos.

Una luz verde inundó la habitación y a continuación los cuerpos de los padres de Lucy, cayeron al piso. Unas lagrimas silenciosas cayeron sobre su bello rostro. Su hija ya no lloraba. Parecía que había comprendido todo lo que había pasado. Sin hacer ruido, Lucy subió las escaleras, pero el destello de plata de la copa la delató.

-¡Es McKinnon!-gritó una voz que arrastraba las palabras. Esa voz también la conoció. Era Lucius Malfoy.

Lucy llegó a la habitación de sus hijos y vio a Emma parada con Rigel y un pequeño bolso, llorando. Seguro que Emma había escuchado todo y ahora lo sabía.

-Agarra la copa, Emma-Lucy extendió la copa y Emma puso el dedo allí, mientras se escuchaban pasos acercarse.

-¡ESTAN AQUÍ!-gritó un mortífago.

-Tres... Dos... Uno...

Antes de sentir la sensación de un gancho que le agarraba el estómago y diera de lleno en el frío césped, Lucy escuchó una maldición asesina por parte de los mortífagos que las perseguían, la cual no llegó a destino, y una indiferente y aguda risa que de a poco a poco iba llenando de pánico y terror el tranquilo Valle de Godric...

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A/N: Holas again!! Espero que hayan disfrutado este capi, me salió muy largo a decir vedad, pero no se acostumbren porque yo soy de hacer más cortos, de unas 8 paginas más ó menos.

Dejen su opinión! El prox. Capi se llamará: "Alone". Quiero aclarar que esta historia está hecha en el quinto año; así que les tengo un notición: SIRIUS BLACK NO MUERE!! (ó al menos por ahora... jeje!). Sin nada más, me despido...

Besos, Anna Diggory.