Hola bueno esta no es mi historia es una adaptacion los personajes tampoco me pertenecen son de Tite Kubo y el fic es de .

Me gusto este fic y lo quise hacer version HitsuHina

Derechos a sus respectivos autores.

Capítulo 1

Dicen que si al primer amanecer del mes caminas por el barranco pegado a la playa, a la salida del sol podrás escuchar la hermosa voz de una sirena cantar…

Las personas normales han escuchado de las leyendas de las sirenas, pero estas difícilmente son llegadas a ver por un humano, hubo una vez una sirenita que se enamoró y se convirtió en humana para estar junto a su amado, pero ese amor no correspondido provocó su muerte y la sirenita termino convertida en espuma de mar.

Pero hay más que solo la historia de esa sirenita, su muerte desencadeno una segunda historia que cuyo inicio se cree que fue con un príncipe arrogante y egoísta que al cumplir 18 se dispuso a buscar una esposa.

-Su majestad ¿Ya ha escogido a una de las doncellas para tomarla como su esposa?-preguntó el ministro rubio acercándose al próximo soberano de las tierras.

-Ah Kira, eres tú-dijo desinteresado aquel peliblanco sentado en el trono.

-Toshirou-sama, sinceramente me preocupa su situación, hemos traído a princesas, nobles y doncellas que estarían más que felices de casarse con usted para cumplir la tradición de nuestro reino pero usted sigue sin elegir a ninguna, a este paso nunca será coronado rey.

El príncipe suspiró con aburrimiento, para ser nombrado rey debía casarse con una doncella sin importar que fuera o no de familia real pero no había mujer de esas tierras que le llamara la atención, él era sin lugar a dudas un buen soberano pero en algunos casos, que era raramente, se volvía sumamente egoísta y arrogante, aun así todo el reino lo adoraba y lo quería nadie dudaría en incluso dar su vida por el príncipe.

-¿No lo entiendes verdad Kira? Quiero que mi reina se la más hermosa que haya tocado la tierra, quiero que sea tan bonita que la misma diosa de la belleza la envidie, tiene que ser la mujer más perfecta que nunca nadie haya visto, sus cabellos deben ser castaños como la viva madera y sus ojos claros como el mismo cielo.

-Majestad, hemos traído a todas las mujeres de estas tierras con esas características y ninguna lo ha complacido.

-Es por que no han buscado bien. Yo mismo encontrare a mi futura esposa aun si tengo que mover cielo mar y tierra para eso.

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A ella le gustaba ver el amanecer, por eso ella siempre se sentaba en el mismo lugar y cantaba con la llegada del sol cada vez que regresaba a aquellas tierras.

En esa ciudad submarina no había nadie y la sirenita aprovechaba para ir a su lugar favorito sin que nadie la viera, todas las sirenas y tritones tenían prohibido acercarse a las costas de los humanos e incluso dejarse ver por algunos pero a Momo no le importaba.

Ella quería poder caminar en la tierra, pero sabía que no había forma en la que eso sucediera, aun así ella se escapaba todos los días a ver el amanecer cerca de la playa de aquel reino y siempre se percataba de que nadie la viera, excepto ese día.

-¿Vas a algún lado en especial Momo?

-¡Kusaka-sama!-dijo sorprendida de ver al tritón.

-Así que regresaste ¿Cómo te fue en tu viaje? ¿No habrás planeado viajar de nuevo sin despedirte, cierto?

-No… yo solo iba a dar un paseo matutino-dijo con una sonrisa un poco nerviosa.

-Supe que volviste desde antier y no pude ir a verte, lo lamento-dijo con cierta tristeza-Hoy en día te veo muy poco, la última vez que platicamos fue hace un mes antes de que salieras de viaje nuevamente ¿Algún día pensaras en quedarte en la ciudad definitivamente?

-Viajar es muy divertido, aprendo cosas nuevas sobre el mar… esta ciudad no es un lugar al que quisiera regresar después de mis viajes Kusaka-sama-dijo ella con cierto toque de tristeza.

-Ignora a las demás sirenas, ellas están celosas de que era mucho más bonita que ellas-sonrió el peliazul-De hecho, estoy seguro de que eres la más hermosa de todas las mujeres que existen-dijo acariciando su mejilla y haciendo que la castaña se sonrojara.

-Muchas gracias Kusaka-sa…

Los dedos de aquel príncipe se posaron suavemente sobre los labios de la sirena acallándola.

-Cuando no hay nadie cerca puedes llamarme simplemente Kusaka.

-Entonces… Kusaka-dijo un poco nerviosamente-¿Qué hace por aquí tan temprano?-le pregunto.

-Me dirigía a visitarte-sonrió él-Quería verte ya que con todas las lecciones reales apenas y puedo toparme contigo además quería saber si volverías a salir de viaje, sé que no te gusta mucho estar en esta ciudad pero quería pasar un tiempo contigo antes que decidieras irte de nuevo.

-Si volveré a salir de viaje, mañana mismo ire a visitar las aguas del sur pero regresare lo más pronto posible, por cierto Kusaka-sama ¿No debería volver al palacio ya? Si hace el cambio de guardia y descubren que no está en su habitación se meterá en problemas.

-¡Oh, es cierto! Entonces regresaré ya, por cierto Momo, ten cuidado y no te acerques a las costas, hay una gran tormenta y podrías ser arrastrada hasta la playa así que ten cuidado.

-Gracias por preocuparse Kusaka-sama, tendré cuidado-le dijo al verlo alejase nadando a toda velocidad y reanudo su camino.

Momo odiaba esa ciudad por que las sirenas solían ser muy groseras con ella, al principio no podía entenderlo y solo una sirena le explicó la razón del desprecio hacia ella, su maldición.

La sirena que cuido de ella había muerto hace ya tiempo, ella era la única razón por la que Momo regresaba continuamente a la ciudad, solo para visitar su tumba, al no soportar el trato que le daban en ese lugar decidía viajar continuamente a visitar otras partes del mar, a nadie le importaba su desaparición excepto al príncipe Kusaka quien siempre intentaba estar al pendiente de lo que le sucedía.

De todas las sirenas y tritones Kusaka era el único que la trataba amablemente sin importarle su linaje familiar que provocó que los mismos reyes del mar la maldijeran. Momo viajaba y regresaba a esas tierras cada fin de mes para visitar la tumba de su cuidadora, Rangiku.

Rangiku fue la madre que Momo nunca tuvo, solían cantar juntas y fue ella quien le enseño a la rubia el lugar perfecto donde cada primero del mes podía ver el amanecer, desde su muerte a Momo se le hizo costumbre salir del viaje y regresar un día antes de que acabara el mes para cada primero dedicarle a ella la canción que cantaba cerca de la playa al salir el sol, después de eso ella volvía a viajar por el mar y repetía el ciclo constantemente.

La tumba de Rangiku estaba cerca de las costas por lo que al dirigirse hacia a ya fue capturada por una corriente de agua contra la cual no pudo nadar, la tormenta que azotaba los mares era casi como un huracán arrasando con todo a su paso y mientras intentaba escapar de las corrientes perdió la conciencia cuando se golpeó contra una roca, todo se volvió negro.

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El príncipe Toshirou estaba algo preocupado, la tormenta de la noche anterior había cobrado un barco que iba de regreso al reino tras una visita al país vecino, según los informes el barco termino destrozado cerca de las costas y se rescataron varios sobrevivientes pero hubo algunos desaparecidos.

El peliblanco caminaba solo por las playas reflexionando, el problema de los sobrevivientes ya había sido resuelto rápidamente cuando el ordeno que se les diera apoyo económico a los heridos y que fueran atendidos de inmediato, su único problema ahora era encontrar a una esposa, le quedaba poco tiempo para hacerlo ya que los concejales comenzaba a presionarlo, ante todo lo más importante era la estabilidad de su reino frente a los demás países y eso era algo de lo que su gobierno carecía sin una reina a su lado.

Realmente no era necesario que se casara para heredar el trono pero estas eran las tradiciones de sus tierras y como el heredero no podía romperlas, además de que todos ansiaban el día de ver a su amado rey casado con una mujer y que fuera formando una familia para que su linaje siguiera vivo y los siguientes herederos fueran tan buenos gobernantes como su príncipe.

Técnicamente no importaba con quien se casara mientras su futura reina fuera perfecta para él y sirviera como su adorno para que más tarde diera a luz a sus hijos, lo cual todos estaban ansiando ya que el apuesto príncipe contaba con 21 años de edad, una muy buena edad para tener hijos.

¿Cómo encontraría a su esposa ideal? Esta definitivamente no iba a aparecer de la nada ¿cierto?

A lo lejos el príncipe pudo vislumbrar una cabellera larga y castaña, definitivamente una mujer ¿Podría ser una sobreviviente de aquel barco? De inmediato se metió al agua intentando llegar aquella roca lejana sobre la cual reposaba la mitad del cuerpo de aquella chica y al acercarse pudo darse cuenta que al parecer estaba desnuda.

-¡Señorita!-nado hacia ella y extendió su mano para alcanzarla, lo primero que notó al mover uno de sus mechones de cabello fue su bello rostro.

Se quedó hipnotizado viendo su piel perfecta y su cara similar a la de un ángel, probablemente la mujer más hermosa de la tierra y eso tal vez se debía a que no era humana, tenía ante sus ojos a una verdadera sirena, nunca había creado que esas bellas criaturas mitológicas existían pero ahí estaba en todo su esplendor la chica más bonita que sus ojos hubieran visto.

La movió con delicadeza apoyándola contra su cuerpo y ella respondió abriendo lentamente sus ojos.

Increíblemente claros y su expresión de confusión no tenía preció, al parecer aún estaba un tanto desconcertada.

-Sumamente hermosa-susurró acariciando su mejilla el príncipe-Tus ojos, tu cabello, tu piel-dijo haciendo que la castaña se estremeciera ante su toque-Y esos labios…

Sin previo aviso los labios de Momo fueron tomados por los del apuesto príncipe que paso una mano sobre su cintura para cerrar el espacio entre ellos y devoró su boca con avidez tornando el beso más intenso, la castaña reaccionó intentando liberarse pero en cuanto Toshirou vio sus intenciones con su mano libre presiono su nuca para que no pudiera romper el beso.

La sirena aleteo intentando hacer que la soltara pero podía sentir como su fuerza se desvanecía y los latidos de su corazón se aceleraban, su boca estaba siendo invadida por la de ese humano cuya lengua jugueteaba con la suya haciendo que se estremeciera y más al sentir ambos cuerpos pegados, su largo cabello cubría sus pechos pero aun así podía sentir la ropa mojada del joven contra ella.

Finalmente aquel hombre rompió el beso sonriendo satisfactoriamente.

-Sí, eres perfecta para ser mi esposa-le susurró al oído.

La sirena abrió los ojos ampliamente y empujo al príncipe en un intento desesperado por librarse.

-¡Eso no va a pasar!-le gritó nadando lejos con rapidez.

-¡Recuerda mis palabras sirena! ¡Te juro que tú vas a ser mía!-le gritó el príncipe al ver su rostro por última vez cuando ella le dio una última mirada y vio su aleta desaparecer en el agua.

Rin nado con una mano en su corazón latiendo a mil por hora y luego se llevó la mano a sus labios, ese humano le había robado su primer beso y recordó lo que él acababa de gritarle, se tensó un poco pero recordó que no había forma de que eso pudiera pasar, ese humano no tenía forma de encontrarla o saber de ella, por dios, era una sirena y la única forma era que ese humano se convirtiera en un tritón o algo así si quería encontrarla.

No debía prestarle atención a ese humano caprichoso, estaba segura de que de ninguna manera se volverían a encontrar, después de cantarle al sol el próximo día ella se iría nuevamente y no tendría que preocuparse más hasta que volviera a regresar pero aun así no había forma de que se volvieran a ver, estaba a salvo de él… o eso creía.

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-Su majestad ¿Esta bien? ¿Por qué esta mojado?-pregunto de inmediato su ministro rubio preocupado.

-No es nada Kira, encontré a mi futura esposa-dijo con una sonrisa satisfecha.

-¿En serio?-dijo él sorprendido pues comenzaba a pensar que ninguna mujer satisfacería a su príncipe.

-Oh, sí, es verdaderamente hermosa, sus largos y ondulados cabellos marrones, sus ojos cafes y sus deliciosos labios, definitivamente tengo que hacerla mi esposa.

-¿Y quién es la afortunada su majestad?

-Eso es lo que la hace más especial, es una sirena-confeso como si no fuera nada del otro mundo dejando a su ministro perplejo.

-¡Una sirena! ¡Pero su majestad…!-intentó objetar su decisión pero fue interrumpido por el peliblanco.

-Llama a todos los marinos, ofrécele una jugosa recompensa a quien capture a la sirena, si tengo razón por su bella voz debe ser la misma sirena que canta al amanecer y si mis sospechas son correctas aparecerá mañana en el lugar donde dicen escucharla.

-¡Pero príncipe…!

-Llama también a tu hermana, necesitare de sus servicios ¿Quién mejor para tratar con una sirena que la bruja de la tierra?

-Majestad…

-¡Kira no hay tiempo que perder! ¡Quiero a esa sirena en mi poder cuanto antes y no aceptare excusas! ¡Informa a los marinos de inmediato para que se preparen para capturarla!-le grito algo irritado.

-Lo que usted ordene majestad-dijo dirigiéndose a la salida de aquel salón y dejando solo al príncipe que tomo asiento en un sillón.

-Pronto serás mía querida-dijo llevándose las yemas de los dedos a los labios y recordando el beso forzado que le había dado a aquella sirena, sonrió malignamente-Que empiece la cacería de la sirenita.

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