Disclaimer: South Park y sus personajes son idea intelectual de Trey Parker y Matt Stone
Erastés (en griego ἐραστής, 'amante')
Necesitado, o algo más, así era como se sentía en esos momentos. Arrastró desesperado a su acompañante lanzándolo sobre la mullida cama con una fuerza poco propia de él. Había estado pensado desde hacía ya un tiempo en lo fastidiado que estaba de toda la situación que siempre pasaba entre los dos, al principio resultaba excitante, emocionante e incluso le intrigaba, pero poco a poco se volvió una rutina, una rutina que en ese día estaba dispuesto a romper sin escrúpulos.
Se colocó sobre el cuerpo del contrario con las piernas a sus costados, aprisionándolo, quien le miraba con una expresión desencajada y desconcertada, provocándole un sentimiento de satisfacción en su interior. Le sonrió con algo de malicia y lascivia. Como pudo le arrancó la camiseta negra que portaba aquel día.
— ¿K-Kyle? —escuchó la voz de su acompañante llamarle, temeroso. Alzó la mirada de su torso desnudo hacia su rostro, la cara de Stanley era un poema digno de recitar; con su cabello alborotado más las mejillas rojas de la vergüenza, encantador. Su sonrisa se amplió sintiendo cómo el pelinegro comenzaba a temblar.
—Stan, sabes… hoy estaba un poco aburrido —murmuró mientras paseaba sus manos por la piel expuesta del muchacho sintiendo su piel erizarse ante el contacto. —Así que pensé en algo que sería muy divertido.
— ¿A-Algo di-divertido? —el temor no podía abandonar cada oración que salía de sus labios, pues aquel comportamiento tomado por el pelirrojo no era común, asustaba. Kyle asintió mientras se inclinaba a besar su cuello. No podía hacer nada, estaba apresado por las largas piernas del pelirrojo, comenzaba a impacientarse. Sólo una palabra saltaba a su mente con cada caricia, "peligro", esos presentimientos que le mandaba su mente no eran para menos.
Con un rápido movimiento, el pelirrojo tomó las muñecas de Stanley con fuerza mientras volvía a acomodarse, esta vez entre sus piernas, y todo ello sin quitar aquella molesta sonrisa según el pelinegro.
— ¿Sabes qué será lo divertido? —se acercó a sus labios para dejarle un corto pero húmedo beso a Stanley. —Que será tu turno de experimentar lo maravilloso y tocarás las estrellas —dictaminó el pelirrojo acariciando el muslo del pelinegro.
Stanley no hizo más que pasar saliva con dificultad, de dónde había salido ese activo Kyle y dónde mierdas se había metido aquel pelirrojo que se dejaba hacer.
Y, en un abrir y cerrar de ojos, ya se encontraba sin pantalones, únicamente con la ropa interior expuesta ante los hambrientos ojos del pelirrojo.
—E-e-espera, e-espera ¿n-no qui-ieres p-pensarlo un p-oco más? —titubeó el pelinegro mientras forcejeaba tratando de liberarse sin mucho éxito. Kyle alzó una de sus rojizas cejas e hizo una expresión de desconcierto, pero aun así soltó una carcajada algunos segundos después.
— ¿Pensarlo un poco más? ¿Para qué? ¿Para que puedas convencerme de dejar esto? Por supuesto que no —con sus relucientes dientes mostrándose no hizo más que mirar con gracia al de cabellos oscuros. Se inclinó suavemente y sobre sus labios murmuró.
—Estoy cansado, cansado de la misma rutina —acarició sutilmente sus labios— Es por eso, que hoy yo estoy al mando, Stanley —finalizó pasando la lengua por el labio inferior del contrario haciendo que soltase un jadeo.
Y ahí, en el lecho, fue donde Stanley por primera vez, temió por la seguridad de su culo, pues no creía salir ileso de eso.
