El Último Desafío de los Merodeadores

Nota de Autor:

Para desearos un muy feliz año nuevo, os presento el primer capítulo del fanfic en el que llevo trabajando un tiempo: "El Último Desafío de los Merodeadores". Esta es mi primera incursión en un fanfic de varios capítulos (sin contar el de Remus Lupin, que es poesía). Cada capítulo tiene una "duración" parecida y el nº de capítulos será de entre 9 y 10 (os lo diré seguro más adelante). Puesto que ya tengo escritos prácticamente los 8 primeros capítulos, prometo subir uno nuevo cada viernes… ¡claro está, si me dejáis muchos reviews! Así que ante todo espero que disfrutéis tanto con el fanfic como yo lo hago escribiéndolo. ¡Aparecium!

Capítulo 1: La Noche

-¡Tíos, tíos, despertad! ¡DESPERTAAAAAAAAAAAD!

Un alarido es lo primero que se escuchó en la habitación de los merodeadores. El Sol iluminaba la estancia a través de las ventanas, una estancia desordenadísima en su mayor parte. Una estancia en la cual estaban durmiendo tres jóvenes de 17 años hasta que los despertó Sirius chillando como un poseso.

-¿A qué no sabéis qué? – gritaba Sirius, saltando en la cama de James y obligándolo a despertarse del todo.

-¿Te has ligado por fin a la rubia que dijiste de anoche? – probó a adivinar James sin mucho entusiasmo, restregándose los ojos- ¿o has descubierto alguna colonia que te ayude con las chicas?

-Sabes perfectamente que no necesito ninguna ayuda en eso – le replicó Sirius fulminándole con la mirada y pasando a empujar a Remus para que se despierte también. Peter seguía durmiendo y ni sus propios amigos se atrevían a adentrarse en la suciedad y desorden que invadían especialmente la parte de la rata.

-Venga, tío, déjanos dormir… - dijo adormilado Remus, apartando a Sirius y volviéndose para seguir durmiendo.

-¿Dormir, quién quiere dormir cuando…? – decía Sirius con un tono misterioso, picando la curiosidad de James.

-Suéltalo ya, Padfoot, ya que me has despertado, encima no me vengas con…

-Tranquilo... lo que yo decía es que… ¿para qué dormir cuando… - dijo mirando alternativamente a James y a Remus, quien había levantado la cabeza para enterarse.– LAS FIESTAS DE HOGSMEADE SON ESTA NOCHE?

-¿¡CÓMO!? – gritaron al unísono James y Remus, saltando de sus respectivas camas y zarandeando a Sirius.- ¿CÓMO TE HAS ENTERADO? ¿EN SERIO? ¿SEGURO? ¡HABERLO DICHO ANTES!

-Shhh, calma fieras… - les intentaba tranquilizar Sirius, sonriendo de forma traviesa- todo empezó cuando me desperté y viéndome tan solo me dije: "Sirius, no hay nada como el sexo recién levantado". Así que me dirigí a la habitación de Alice, abrí su cortina, la cerré, silencié su cama y…

-Sin enrollarte, por favor, prefiero no saber los detalles – le interrumpió James cruzándose de brazos.

-Vale, vale, el caso es que después de haberlo hecho unas cuat…

-¡Que te he dicho que vayas al grano! – le gritó impaciente James, pegándole una colleja.

-Que siiiiii… pues el caso es que dijo que me contaría un secreto si me prometía acompañarla. Yo, naturalmente, le dije que si y me contó que… ¡esta noche serían las fiestas anuales de Hogsmeade!

Tanto James como Remus estallaron en un grito de júbilo. Las fiestas de Hogsmeade se celebran una noche de cada año y los espectáculos que la formaban eran los mejores de toda Inglaterra. Todos los pubs y bares abrían y el pueblo se convertía en un hervidero de gente, especialmente chicas. Lo malo es que la fecha era aleatoria y solo se podía transmitir de boca en boca. Aunque los merodeadores no se habían perdido ninguna desde tercero, temían perderse esa ya que se había celebrado más tarde de lo normal: era finales de mayo y la más tardía había sido a finales de marzo.

-Bueno, Prongs, ¿invitarás a Lily a la fiesta? – le preguntó Sirius.

-No – respondió éste, determinante.

-No me digas que os habéis vuelto a pelear, ¿no? ¡Si ya la tenías a punto de caramelo, tío! – exclamó Remus.

-Lo sé, pero ¿Quién le manda a ella que se ponga a tontear con Milkton?

-¿Milkton? ¿Robert Milkton? Bah, seguro que le estaba preguntando los deberes o algo así…

-Claro… cogiéndole de la cintura y besándole el cuello, ¿no?

-¡Juas, no fastidies! Pues vaya con la pelirrojita, ¿no? – dijo riéndose Sirius, recibiendo otra colleja por parte de James.

-No tiene gracia, Padfoot – replicó James fulminándole con la mirada.- bueno… ¿y qué hay de Ana, Moony? – contraatacó James.

-¿Ana? ¿qué iba a pasar? Es mi amiga, ya lo sabes.

-Si, claro… - respondió Sirius, riéndose.- pero tú querrías que fuera algo más, ¿no?

-Somos amigos y punto, ¿vale? – dijo Remus poniéndose colorado.

-Bueno… dejémoslo por ahora entonces, Padfoot, y vayamos a desayunar.

Estaban ya saliendo de la habitación cuando Remus se acordó de Peter y optó por la única manera de despertarle…

-Mmmm… ¡CHOCOLATE!

-¿QUÉ, CÓMO, DÓNDE? – gritó Peter pegando un bote de la cama – eh, chicos… ¡chicos! ¿qué habéis dicho de chocolate? – y salió corriendo en pijama detrás de ellos.

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Eran las 10 de la noche y los cuatro estaban preparándose en su habitación para la ocasión.

-¡Ey, Moony! ¿Has visto mis calcetines verdes? – preguntaba James.

-No me pidas que sepa donde están tus cosas en la selva que es tu parte, Prongs – le contestó un Remus ya vestido y preparado, de forma elegante, gracias a su manía de tenerlo todo ordenado. Estaba más que acostumbrado a esperarles de media hora para arriba a que éstos encuentren que ponerse.

-Pues yo sigo diciendo que esta camiseta me queda de lujo – decía admirándose ante el espejo un Sirius vestido con unos vaqueros rotos y una camisa que acentuaba, junto con su pelo largo, su aspecto de rebelde.

-¡DÓNDE ESTARÁN MIS CALCETINES VERDESSSS! – seguía chillando James.

-Ey, chicos, ¿me sienta bien esto? – preguntaba un Peter vestido con una camiseta a cuadros que le estaba pequeña y unos pantalones cortos muy cutres.

-Da igual lo que te pongas, Wormtail, todo te sienta mal – contestó Sirius sin mirarle, que seguía frente al espejo, y abatiendo a la rata.

-Ya te vale, Padfoot, como eres capa… - decía Remus, siendo interrumpido por James.

-¡POR FIN! ¡MIS CALCETINES! Bueno, Moony, alguien se lo tenía que decir tarde o temprano, ¿no?

-Pero…

-Bueeeeno, ¡todos listos! – exclamó James, vestido al estilo de Sirius pero con menos aspecto de rebeldía.

-Iremos como siempre, ¿no? – dijo Remus con un suspiro, en parte aliviado porque sus amigos estaban por fin listos, en parte resignado debido a tener que pasar por la Casa de los Gritos, lugar que no le traía ningún buen recuerdo. Pues era así como se dirigían a Hogsmeade siempre, por el pasadizo del Sauce Boxeador.

-Pues claro, ¡en marcha, que las chicas nos esperan! – gritó Sirius.

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Hogsmeade estaba totalmente iluminado. Todo eran luces y música, y el ruido de mucha gente hablando a gritos. Los cuatro amigos acababan de salir de la Casa de los Gritos, único lugar tranquilo del pueblo, y frente a ellos les esperaba la fiesta.

-¡Bueno! – exclamó Padfoot, dando una palmada y sonriendo - ¿a dónde vamos primero?

-¿Qué tal si vamos a Las Tres Escobas? Aún es un tanto pronto para ir a una discoteca, ¿no? – contestó Remus.

-Entonces, ¿a qué esperamos? – dijo James, sonriendo y empezando a andar.

Iban pasando por delante de diferentes pubs, saludando a cada persona que conocían y por fin llegaron a Las Tres Escobas, donde servían la mejor cerveza de mantequilla de toda Inglaterra. Entraron y se sentaron en una mesa de la izquierda, al lado de la ventana que daba al exterior, ya que Sirius quería ver "el paisaje" mientras tomaba algo.

-¡Hola chicos! – les saludó sonriendo la camarera, Rosmerta.- ¿Qué queréis?

-¡Yo! ¡YO! – saltó Peter.

-Pues yo tomaré una cerveza de mantequilla, guapa – le contestó Sirius guiñándole un ojo y produciéndole una risita tonta a Rosmerta.

-¡Yooo! ¡Pues yo quiero…!

-¡Venga, otra para mí! – exclamó James - ¿y tú que quieres, Moony?

-¡Eh! ¿Y yo qué, eh? – chillaba zarandeándose Wormtail.

-Pues… otra más, que las haces muy buenas.

-¡Gracias, Remus! – le contestó sonriendo Rosmerta y se giró para irse, pero Peter la cogió por detrás de la camiseta y la tiró para atrás, chillándole al oído:

-¡UN BATIDO DE CHOCOLATE, GUAPA! – y seguidamente le guiñó el ojo, aunque más bien parecía un tic.

-¡Quita esa mano de ahí, guarro! – le gritó Rosmerta indignada, dándole una bofetada y yendo a la barra a grandes pasos.

-¿Qué he hecho? – preguntó perplejo Wormtail.

-Aiss… - suspiró Sirius.- si es que no sabes tratar a las chicas… y hablando de ellas, ¿os habéis fijado en que PEDAZO de MONUMENTOS están entrando en el bar? – exclamó abriendo los ojos como platos y señalando a un grupo de rubias en minifalda y con pinta de presumidas, que se estaban sentando en una mesa de al lado de la puerta…

-Puff… qué daría yo por una como esas – dijo James mirándolas con ojos de hiena muerta de hambre.

De pronto James y Sirius, como si fueran uno solo, se miraron y dijeron a la vez, levantándose:

-¿LO INTENTAMOS? ¡me pido a la de ros…! pues entonces yo a la de roj…! ¡bueno, ya veremos!

-¿Hace falta que te recuerde, Sirius, que has quedado a las 12 con Alice en la plaza de Hogsmeade para ir al Mueve tu Varita (la mejor discoteca del pueblo)? – dijo Remus.

-¡Que más da! – replicó Sirius, que ya estaba comenzando a andar.

-Porque… bueno, da igual – murmuró Remus, dándolo por imposible.

-Pero.. pero… - decía Peter.- ¿qué pasará con mi batido?

-Tranquilo, mandaremos que te lo traigan allí.

A los 20 minutos, se habían dirigido allí, se habían presentado, estaban bebiendo juntos los dos grupos y el panorama de los cuatro era el siguiente:

Sirius y Jacqueline (una de ellas, la más guapa y a la vez la más cursi):

-O sea, total…yo le dije: ¡ah, si, que te lo crees tú eso! ¡Mi bolso rosa nuevo es mejor que el tuyo, guapa! Bueno, guapa no era, pero si le decía fea me pasaría como lo que me contó mi prima, o sea, la hija de mi tío el diseñador que… - contaba Jacqueline con su repertorio tan… ¿interesante? Mientras Sirius la miraba embobado mucho más debajo de los ojos y decía de vez en cuando "si… claro…".

James y Anne (la segunda más guapa pero no tan cursi como la anterior):

-La snitch estaba ahí a la distancia que hay entre tú y yo… me iba acercando cada vez más… - y mientras se iba acercando también más a Anne - el público rugía y el estadio temblaba… el futuro de la Copa de Quidditch dependía solo de mí y… ¡ZAS! ¡la atrapé, dándole una vez más a Gryffindor la Copa de Quidditch!

-¡Bravo! – aplaudía Anne, haciéndole la pelota.- ¡eres alucinante!

-Lo sé – le contestó un James orgulloso.

Remus y Julie (más bien normalita, aunque guapa de cara):

-Entonces me di cuenta de que tenía mal el 3º ingrediente de la 2ª parte de la poción, así que avisé corriendo a Ana y nos costó toda la noche volver a hacerlo bien. Pero no nos aburrimos porque…

-¿Te importaría dejar de hablarme de Ana? – le contestó enfadada Julie - Ana, Ana, y más Ana, ¿qué tal ahora… - murmuró acercándose a él, levantando éste una ceja.- un poquito de Julie?

Peter y Priscille (una chica con aparato de dientes y gafas de culo de vaso, haciéndole perder la posible belleza que podría tener):

-Mmmmm… que bueno que está… está tan caliente… y tan jugoso… tiene un tacto tan suave que te deja… ¿quieres un poco?

-NO, GRACIAS – le contestó una ya más que harta Priscille, de ver como el gordo se zampaba su 2º pastel de chocolate con nata.

-¿Por qué? ¡Si es lo mejor! Recuerdo una vez que me comí tantos pasteles que creí que iba a explotar… La señora Pomfrey me dijo que estuve a punto, pero estoy seguro de que me hubieran cabido al menos diez o quince más – contaba orgulloso Peter. La chica hacia como que no le oía, prestando atención al interesantísimo relieve del techo.

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Por fin se decidieron a salir de Las Tres Escobas para ir a alguna discoteca. Cada merodeador iba con su pareja, bueno… si se puede contar como pareja a Peter y Priscille, claro.

Pero de pronto ocurrió algo que ninguno de los cuatro esperaban: sonaron las doce campanadas en la iglesia de Hogsmeade. Automáticamente, a Lupin le embargó la creciente ansiedad de hablar con Sirius, así que se acercó a él y lo arrancó literalmente de las manos de Jacqueline.

-¡Padfoot! ¡no te das cuenta! ¡son las doce! – le murmuró nervioso.

-¿Y? Tío, ¿para eso me molestas, para decirme la hora? Cada día estás peor eh, y que lo sepas me has cortado justo cuando faltaba poco para ir a más con Jacqueline – dijo guiñándole un ojo.

-¡Pero no te das cuenta! ¡Has quedado a las 12 con Alice en la plaza central del pueblo! Como se enteré de que estás con otra…

-Bah, sabes que no me gusta comprometerme y ella ya sabía a lo que se exponía - explicó Sirius con seguridad.

-No sé… tú verás… - murmuró Moony dándose por vencido por segunda vez esa noche, aunque añadió fulminándole con la mirada - después no me digas que no te avisé.

-¡Venga tío, anímate! Mira, esta discoteca parece muy buena, y la música no se queda corta, ¿entramos?

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Después de estar un rato bailando y bebiendo en diferentes lugares, el reloj de Hogsmeade resonó 2 veces, así que decidieron que ya era hora de ir a Mueve tu Varita, pues una noche de fiesta sin ir a esa discoteca… no era una noche mágica, y muchísimo menos habría valido la pena.

Era una discoteca de 4 pisos, que antaño fue una mansión pero que había sido reformada de tantas diferentes maneras que ya no lo parecía. Encima del que había sido el porche, había un letrero enorme en el cual habían dos varitas naranjas moviéndose como si bailarán, encima de un fondo lila. La antigua mansión estaba rodeada de luces por todas partes, iluminando la ya resplandeciente calle. La música retumbaba y la discoteca estaba repleta de gente bailando, o bebiendo en las terrazas.

Entraron y se sentaron en unas mesas pequeñas que habían apiñadas a los lados de la discoteca, para la gente que quisiera tomar algo entre baile y baile. Las chicas esperaron ahí mientras los merodeadores fueron a por bebida.

-¡Ey! ¡camarero! – le gritó Sirius, pidiéndole después todo lo que querían - bueno contadme… ¿qué tal vais con las vuestras?

-Buah, Anne es genial, aparte de estar buenísima… ¡me adora! – contestó sonriendo James.- creo que esta noche va a acabar muy bien – añadió riéndose y frotándose las manos.

-Pues yo no sé… Julie es quizá demasiado lanzada para mi gusto – dijo Remus.

-¿Tu gusto? Seguro que es más lanzada porque se desespera con tu paciencia – bromeó Sirius.

-El caso – siguió hablando Remus, haciendo como que no había oído eso – es que no es mi tipo.

-¿Y quién es tu tipo? No empezará por… A… y acabará por… NA, ¿no? – se rió James, provocando que éste le fulmine con la mirada y lo ignore con muy poco éxito.

-A mí Priscille me gusta mucho, aunque yo no la veo muy interesada en mí – dijo compungido Peter.

-A lo mejor es porque… - le dijo Sirius, siendo interrumpido por un codazo de Remus.

-¿Qué tal si intentas ser más cariñoso con ella? No sé, a lo mejor así se rinde a tus enca… enca… cosas.

-¡Si, seguro que eso funciona! ¡gracias tío!

-Las bebidas, chicos – les dijo el camarero.

Los cuatro merodeadores las cogieron y volvieron a las mesas, a estar un rato con las chicas.

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Poco rato después, cada pareja se había diseminado por la discoteca. Sirius y Jacqueline bailaban en el centro de la pista de baile, causando grande euforia con sus insinuantes movimientos. Sirius, como no, estaba en la gloria. James y Anne estaban en una mesa apartados, murmurándose cosas y cada vez más juntos. Remus y Julie se encontraban en la mesa en la que antes estaban todos, y Remus le contaba otro de sus "emocionantes" batallitas en la cual tanto él como su amada Ana salían sanos y salvos de las malvadas manos de un profesor. Julie, claro está, lo escuchaba con resignación, estando cada vez más impaciente. Peter, sin embargo, había decidido poner en práctica el consejo de su amigo y se había llevado a Priscille a solas en una terraza.

-Que estrellas tan… bonitas… parecen hechas de nata – soltó Peter, orgulloso de "parecer" romántico, provocando un nuevo suspiro en su acompañante.- emmm ¿sabes? Tienes unos ojos que con gusto me comería – añadió aun más orgulloso, haciendo de nuevo suspirar a Priscille. Entonces se dio cuenta de un detalle y concluyó - a besos, claro está.

Esto hizo saltar como un resorte a Priscille, pues no se esperaba que dijera eso. Dejó de mirar el horizonte con aire aburrido, y lo empezó, y solo empezó, a mirar con interés.

-¿Sabes? Eres la chica más guapa – Priscille se acercó cada vez más a él - que he visto en toda mi vida – ella se acercó tanto a él que sus rostros casi se tocaban… aunque entonces…- sino contamos a esa que conocí el año pasado. ¡Si! Esa si que era una mujer. Era como yo, pero en chica, le chiflaba el chocolate y… mmm siempre sabía a él, porque se pasaba el día comiendo. ¡Ella si que era perfecta! – ocurrió lo inevitable.

¡PLAF! La bofetada que le dio Priscille fue de tal magnitud, que no solo le tiró de la silla, sino que llamó el interés de una chica que estaba sentada con sus amigas cerca de la pareja. Priscille se fue corriendo, llorando, así que cuando Peter se levantó se encontró de frente con una chica que lo miraba con asombro, una chica… llamada Alice.

-¿Peter? ¿Peter… Pettigrew?

-Emmm… auch… digo… ¿si?

-Tú no serás amigo de Sirius Black, ¿verdad?

-Sirius B… ¡ah si! ¡claro! ¡soy su mejor amigo! – sonrió con suficiencia.

-Y… por casualidad no sabrás donde está ¿no?

Peter, haciendo uso de su complejísimo cerebro, dándose cuenta de que podría haber alguna consecuencia de sus actos… respondió:

-¡Hombre, pues claro! ¡está bailando con una tía que está buenísima en la pista! ¡si es que es un fenómeno! Yo siempre dije que… ¿oye? ¡ey! ¿a dónde vas?

Alice no se esperó a oír una opinión que no le importaba lo más mínimo así que, con el orgullo herido y una furia sobrehumana, bajó a grandes pasos la escalera y fue directa a la pista de baile… encontrándose a Sirius pegado a una chica rubia, tocándole mientras bailaban todo lo que podía y más. Claro está, las consecuencias no se hicieron esperar.

-¡QUITA GUARRA! – chilló como una loca Alice, mientras la apartaba de un empujón de Sirius y le pegaba una sonora bofetada.

-¿Alice?... ¡Alice! ¿Qué tal e… - intentó arreglar Sirius.

¡PLAF! Segunda bofetada.

-¡TU A CALLAR! ¡QUIEN TE CREES QUE ERES PARA DEJARME TIRADA DE ESE MODO! ¡Y AHORA TE VEO CON ESTA… ESTA… CUALQUIERA!

Entonces fue cuando llegó James teniendo de la cintura a Anne, y no hizo más que empeorar el asunto.

-¿Pelea de tías? ¡mola! ¿dónde está el barro? ¿lo pongo? – dijo entusiasmado James.

-Prongs, más te vale que…

¡PLAF!

-¡HE DICHO QUE TÚ A CALLAR, CABRÓN MÁS QUE CABRÓN!

-¿Pero qué ocurre aquí? – preguntó Remus, preocupado. Tenía cogida de la mano a Julie, y ésta no hacía más que sonreír, pese al problema de su amiga.

Entonces, cuando la cosa no podría ir a peor… efectivamente… fue. Pues el destino eligió ese momento para que Lily y sus amigas aparecieran en la discoteca con la intención de bailar. Pero el espectáculo que se encontraron fue más bien distinto.

-¿Pero… - murmuró Lily, mirando sorprendida a James, a Anne, y sobretodo como la tenía agarrada - ¡PERO DE QUÉ VAS, DESGRACIADO! ¿¡DISCUTIMOS Y ESTA MISMA NOCHE YA ESTÁS CON OTRA!?

-Oye, perdona, bonita, pero James es mi…- intentó imponerse Anne, intento fallido, por supuesto.

¡PLAF! Bofetada al canto para Anne.

-¿MI? ¿MI QUÉ? ¡ESTÁ ME LA PAGAS JAMES, ES-TA-ME-LA-PA-GAS!

-Pero cari…

¡PLAF! Y otra… (N.A.: puff que bien se queda uno poniendo tanto PLAFF xDD)

-¡NI ME DIRIJAS LA PALABRA!

-¿Qué está pasando, Lily? – le pregunto Ana, que había aparecido por detrás después de haber ido a por las bebidas. Entonces se fijó en Remus, luego en Julie… y luego en sus manos entrelazadas. El color de su rostro pasó al blanco, luego al morado y finalmente al rojo.- Tú… tú…

-Ana, cielo, no saques conclusiones precipitadas… - entonces Ana salió corriendo, llorando a más no poder - ¡Ana! ¡ANA!

Las lágrimas de la más débil emocionalmente de las tres rompió el hielo que se estaba creando en la situación… provocando un alud, un alud en forma de dos chicas hechas furia personificada pero corriendo detrás de ella. James intentó coger del brazo a Lily, pero ella se giró lo suficiente para murmurarle:

-No me toques… no te atrevas a tocarme…

Y seguidamente se fue corriendo detrás de su amiga. Los cuatro merodeadores habían sido rechazados, cada uno a su manera.

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Ya estaban los cuatro de vuelta en su habitación, pues después de la pelea, solo les quedó despedirse de las chicas y volver a Hogwarts. La única excepción fue Sirius, que aun así le pidió la dirección a Jacqueline.

-No sé como después de tanta bofetada y tanta pelea, fuiste capaz de irle a pedir la dirección a la tía esa… - le replicaba Remus.

-Mira, tío, yo no tengo porque darle explicaciones a nadie, y menos a Alice. El hecho de que esté buenísima no le da derecho a tratarme de la forma que me ha tratado.

-Bueno… Padfoot, la dejaste tirada, es normal, ¿no? – le dijo James.

-Y tú, Prongs, no creo que seas el más indicado para darle un sermón. ¿Te peleas con Lily y la misma noche ya estás con otra? Es normal que se pusiera como se puso, además de que Lily es Lily y sus enfados no son pequeños que se diga.

-Yo que sé… supongo que necesitaba liberarme un poco, además, si ella va por ahí con ese tal Milkton, ¿por qué me viene ahora con esas? ¡si es que a las tías no hay quien las entienda! – y en un arranque de furia, tiró el almohadón a un Peter que estaba y siguió dormido.

-¿Y lo de Ana? ¿visteis como se puso? No sé por qué se pondría así… - se preguntó a sí mismo Remus rascándose la cabeza, extrañado.

-¿No te das cuenta, tío? – dijo Sirius – Le gus-tas, ¡le gustas! Es muuuy simple. ¡abre los ojos!

-¿Gustarle? ¿yo? – se rió Moony.- ¿y qué más?

-Pues que quizá no solo le gustes, sino que a lo mejor también creía que te gustaba. Cosa que no solo cree ella, sino nosotros también – dijo James.

-¡Qué dices! ¡A mí no me gusta!

-Que sí, que sí… tú di lo que quieras pero creo que va siendo hora de que aceptes y afrontes la realidad.

-Bueno… - dijo Remus, cambiando de tema.- tanto problema pero… ¿cuál es la moraleja?

-Muy fácil – sonrió Sirius, echándose de espaldas en su cama.- ¡Que las chicas deberían venir con manual de instrucciones! Así todo sería mucho más fácil.

-Yo creo – le respondió James, riéndose.- que el que quiera dominarte, ¡si que va a necesitar un manual de instrucciones!

-Locos… - murmuró Remus.- ¡todooooos locos!

-¿Cocos?... ¿con miel?... ¿¡dónde!?... – respondió entre sueños Wormail, cambiando de postura mientras se relamía.