TITULO: REBELDE
ÚNICO
Libro: Harry Potter
Pairings: S/B
CategorySlash
Raiting: G, R.
DisclaimerYo no poseo a los personajes de Harry Potter. Ellos pertenecen a J. K. Rowling y a sus respectivos socios comerciales. Esta solo es una historia escrita de fan para fans, sin fines lucrativos.
TiempoHistoria en AU.
LugarLondres, Inglaterra.
WarningEsta historia contiene escenas Lemon. Si no te agrada este tipo de lecturas, entonces ya sabes que hacer un nuevo Universo Alterno, pero con una pareja no muy común. Cómo siempre me he tomado la libertad de modificar algunos aspectos, entre ellos la edad, carácter, etc, de cada uno de los personajes para mayor realce de la historia.
Espero que esta historia sea de su agrado. Sin más, prosigan entonces con la lectura.
Katrinna Le FayEl amor es una cosa esplendorosa.
Independientemente de las circunstancias en que esto suceda.
Mientras el mundo evolucione, las personas lo harán con él.
El presente está lleno de sucesos brillantes y cambiantes. Así como el clima cambia, también lo hacen las personas.
Sobre todo cuando se requiere de un especial motivo para hacerlo.
En esta ocasión nos dedicaremos al Amor.
Palabra maravillosa y empleada en cada oportunidad por la misma humanidad.
Hay amores dulces, como el de los amantes rosas. Esos donde las caricias son ternuras latentes dentro de una epifanía.
Hay amores rudos, como aquellos donde el más fuerte predomina sobre el débil, pero al final entre los dos hay una empatía única e irrompible.
Fuertes, pero temerosos.
Serios y reservados.
Brillantes y seductores.
Sádicos y Masoquistas.
Y Rebeldes con su homónimo.
Este último terminará por dominar una sociedad dogmatizada, en donde las caretas se deshacen poco a poco.
En donde la verdad saldrá y la Rebeldía se impondrá.
Más hay que aclarar que el apelativo no indica entonces una agitación guerrillera, sino esa Rebeldía que el sentimiento principal del mundo, moverá las convicciones para el bien del amor.
Entonces y solo entonces...
Hizo un gesto donde su afilada nariz se arrugó un poco y con ella los anteojos de sus ojos se movieron.
Estaba aun palmo de terminar su magnífica exposición sobre el principal motivo del régimen de la humanidad, pero repentina e inesperadamente su cerebro se secó.
Para él, un profesor de filosofía, era simplemente imperativo conservar la musa inspiradora que le acompañaba cada día para su beneficio personal.
Pero dadas las circunstancias en las que se encontraba, la palabra Amor simplemente le sonaba a Nada.
Golpeó el tecleado, propiciando que la siempre utilizada tecla "e" terminara por salir completamente del tablero negro frente a él.
Sus manos entonces se dirigieron a su cabello, en donde masajeó un poco su cabeza y después se deslizaron hacia su nuca, mientras miraba la pantalla.
El cursor del "mause" continuaba intermitente, aguardando a que sus diestras manos continuaran tocando esa mística música que solo pocos seres en la vida son capaces de producir con sentidos y mente en unísona sincronía.
No, imposible, simplemente Hoy No. Se dijo, dando por finalizada su tarea de ese día.
Con sumo cuidado salvó su trabajo y después de cerciorarse de que sus contactos en la pantalla se hubieran enterado de que desaparecería de la "red", simplemente apagó el computador y se levantó de la cómoda silla.
Muchos pensarían que al mirar la alta, esbelta y atractiva figura del hombre que caminaba hacia la cocina, en realidad solo se dedicaba a modelar su figura por las pasarelas más lujosas de Londres.
O que brillaba cual actor por su bella faz, incluso que su cabellera negra, enigmática y larga, era el delirio de miles de personas a su alrededor.
Y ciertamente tal vez lo era, pero a falta del suficiente capital y en vista de que la vida le había dado la oportunidad de explayarse libremente sobre su campo, decidió seguir siendo simplemente un Profesor de Universidad dedicado al estudio bello y difícil de la filosofía.
Mientras que su lado oscuro se retraía tan solo un poco.
Genial. Tengo que hacer compras. Se dijo al mirar que el refrigerador solo contenía sobras de lo que había sido una suculenta comida de hacia dos semanas.
Y entonces la generalización que hay en todos los "excéntricos" le asaltó de pronto.
Podría ser un excelente profesor, a punto de sacar a la venta su primer libro, pero en realidad era un desastre completo.
Se había independizado a la edad de dieciocho años, pero a pesar de que llevaba ya once años en el mundo adulto, aun continuaba siendo demasiado despistado en algunas cosas.
Así que simplemente tomó una gaseosa y se sentó frente al televisor de su pequeña sala.
Vivía cómodamente en la zona media de aquella Inglesa ciudad.
Podía darse lujos de todo, su vida solitaria se lo permitía. Vivía sin preocupaciones o al menos eso pensaba él.
¿Qué me hace falta?. Se dijo al pensar nuevamente en la estrofa incompleta guardada en su computador.- Creo que el amor.
Ante la palabra sus delgados labios se estiraron en una sonrisa.
La palabra ciertamente le recordaba a la ironía.
Aquí entonces la contraparte de este excéntrico personaje.
No por nada su atuendo rebelde inspiraba lo dicho. Era en realidad un hombre joven, en la flor de la vida.
Que de vez en cuando buscaba aventuras pasajeras para hacer más llevadera su existencia.
Que gozaba de sentirse libre en la noche, para regresar a ser profesor en las mañanas y aunque su esencia característica de seductor, bromista y rebelde le acompañaba a todas partes, ciertamente en algunas cosas aun le quedaba lo razonable.
Siempre estuvo en contra del cambio innecesario de actitud. Él simplemente sería él y si a alguien no le gustaba, simplemente lo dejaba.
Y precisamente cuando su mente recordaba las mil aventuras que la vida le había obsequiado, el teléfono sonó despertándole del pasado.
¿Si?. Respondió dando un bostezo.
Creo que llamé en mal momento. Se disculpó la voz tras el auricular.
No, solo estaba mirando televisión.
¿Entonces no trabajas?. Recuerda que te queda muy poco tiempo para entregar tú libro.
Ya sé, ya sé, no me retes ahora. Estoy cansado¿si?. Se excusó cambiando los canales del televisor con rapidez.
Como tú editor simplemente te lo recuerdo y me recuerdo a mi mismo¿por qué eres filósofo?. Eso en realidad no te queda a ti.
Ya hemos hablado mil veces de lo mismo. Gruñó el muchacho al ver bloqueado su canal favorito nocturno.- Y siempre, al igual que ahora te diré: No te Im-por-ta.
Es que tú personalidad y rama social en realidad no te quedan. Medió rió la voz.
Pues ese es problema mío. ¿No?. Dijo, apagando el aparato definitivamente.
Si, si, como quieras. Solo llamé para recordarte el plazo y...
Ya me dijiste, ahora regresa a la cama con tu "adorado". De lo contrario te matará. Sonrió con malicia pura.
Pues a mi no, pero si se entera de que lo dejé a medio vestir para venir a recordarte, como siempre, que cada vez te queda menos plazo, entonces si nos matará a ambos. Río plenamente la voz.
Brrr, que horror. Dijo, haciendo un gesto de asco.- No me hagas imaginar a tu "novio" en paños menores. Ya es suficientemente asqueroso mirarle frente a frente. No inundes mi pura mente con escenas horribles.
¡Oye!. Se enfadó la voz y él simplemente rió con soltura.
Ya hombre, cálmate y relájate. ¿Cuándo te he fallado?.
Nunca y espero, por tú bien más que nada, que no lo hagas. Si quieres que tus ideas de cambio sean reconocidas, entonces ponte a trabajar. Mañana te llamo de nuevo para recordarte que te queda la fabulosa cantidad de UN DÍA MENOS DE PLAZO. Gritó la voz y antes de que recibiera el clásico: YA LO SÉ, por respuesta, la comunicación se cortó.
Él entonces esbozó una sonrisa y apagó el auricular.
Su única meta en esa vida, era dar a conocer sus ideas de cambio. La revolución de una vida que era más que evidente.
Era inquieto por naturaleza y ciertamente si quería hacerse notar en el mundo entero, tenía que trabajar con ahínco para conseguir su anhelo.
Pero hoy no. Sonrió, tomando la chaqueta del perchero y saliendo de su departamento tan despreocupadamente como siempre.
Mientras las luces de la calle le daban en el rostro, pensó nuevamente en aquello que le hacía falta a su vida.
Cada palabra que escribía era verídica, factible y sentida con tanta intensidad que no podía evitar sumirse de lleno en lo que hacía.
Pero en ocasiones, como aquella noche, simplemente la inspiración se esfumaba y tenía entonces que buscarla en lo que fuera. Ya fuese en la luz de una linterna, en el rostro de alguna persona o en el cuerpo y boca de algún extraño, que pudiera complacer sus exigencias.
Era amante, liberal y jamás fijaba un compromiso.
Su teoría, como buen filósofo y rebelde humano, era simplemente vivir la vida como se presenta y tomar después un ciclo sin repetición.
Él no entendía aun el concepto del compromiso, incluso el de ser "un buen obrador".
Siempre había sido juguetón, bromista y seductor por naturaleza y no estaba dentro de sus planes cambiar.
Sus pies entonces lo llevaron al centro nocturno que solía frecuentar con amigos o en soledad.
Sonrió con diablura y decidió pisar aquel lugar que tantas noches buenas le regaló y regalaría en su totalidad.
Tal vez encuentre alguna..."compañía". Sonrió en su afán de barnizar con suavidad la palabra "victima".
La música estridente le hizo mover el cuerpo en cuanto sus tímpanos sintieron las ondas sonoras de la melodía.
No podía evitar llamar la atención. Siempre era lo mismo, o al menos innatamente así era.
Y es que estaba por demás pasarle desapercibido.
Siempre con aire despreocupado, seductor, atrevido y aniñado.
Era una combinación fatal para aquel que osara siquiera sacarlo a bailar y es que sus caderas tomaban un gran efecto, mientras el zarcillo en su oído se movía al compás de un suave vaivén y sus manos entonces comenzaban la danza de un fabuloso calvario.
Su cabello a hombros eternamente sujeto, le daba el aire de rebeldía que necesitaba para seguir adelante. El color fuego, le ayudaba en mucho a completar una imagen surrealista, que se volvía real, cuando el primer gemido de placer emanaba de su garganta.
Y no era que aparentara, en realidad él, así era.
El lugar está repleto¿crees que encontraremos acción?.
Claro. Gritó por encima de la música.- Siempre hay un buen aperitivo para una noche santa. Guiñó confiado.
Pero mañana comenzamos el nuevo curso¿está bien que nos desvelemos?. Añadió un chico de gafas.
El grupo de jóvenes se miró y sin perder tiempo unisonamente gritaron:
SI.
El grupo de Universitarios de segundo año se lanzó entonces en búsqueda de alguna mesa, pero primeramente por bebidas.
Hoy está a reventar.
Si, será fácil encontrar alguna chica por aquí.
O chico.
El grupo entonces miró con sonrisa maligna al chico de cabellos de fuego, quien seguía mirando hacia la pista.
Gustaba de bailar tanto como amaba su carrera universitaria.
Vamos Bill, saca ya a bailar a alguien. Me estás desesperando. Gritó el chico de anteojos, quien en tan poco tiempo ya bebía su tercer tarro de cerveza.
Esto requiere de tiempo Sean. Indicó con un guiño.
El resto de los presentes simplemente rieron. Era conocido que el pelirrojo Bill era excéntrico en sus gustos.
Gay declarado abiertamente, era uno de los más cotizados. Fueran por hombres o mujeres, había un atractivo en el joven pelirrojo que derretía las defensas al instante.
Tal vez era su despreocupación o su porte sencillo pero atractivo.
Nadie sabía a ciencia cierta lo que el muchacho tenía, pero era tan asediado que filas enteras de personas se congregaban siempre a su alrededor..
Más tenía un defecto: Nada serio. Ere su lema.
La libertad era su líder y así permanecería.
Sus azules ojos escudriñaron el lugar y miró con diversión como algunos cuantos le dedicaban una sonrisa de lujuria o de infinita esperanza.
Era bien sabido que Bill escudriñaba y cuando encontraba a su pareja de "baile" entonces no le soltaba, hasta el día siguiente, cuando iba en busca de más.
¿Nada aun?.
Nada. Negó el pelirrojo, ciertamente abrumado por aquella larga espera. Estaba ansioso por salir a la pista y bailar.
Suerte. Indicó el rubio a su lado, sabiendo de las exigencias de su amigo.
El pelirrojo asintió y continuó con su búsqueda. Había asistido ahí para desaparecer el estrés de su inicio a clases. Recién llegaba de pasar las vacaciones con su familia, pero ciertamente la diversión le llamaba a gritos.
Y después de casi un mes de "abstinencia", regresaba, por eso su tardanza metódica.
Escudriñó el lugar a paso lento. Había demasiadas personas y ciertamente le complicaban demasiado su tarea de elegir a la persona correcta.
¿Nada?. Cuestiono el Barman del lugar, aquel que ya lo conocía, al igual que bastantes personas por ahí.
No. No pensé que estuviera al tope. Sonrió, mirando de soslayo a un par de chicas que cuchicheaban y lo miraban.
Al gesto de atención, él lo agradeció moviendo su cabeza y dejando que su largo cabello negro le imprimiera sensualidad.
El barman solo sonrío. Ya era común que el hombre frente a él diera ese tipo de espectáculos, más era un honor que los dedicara.
Sabes, tal vez deberías ir allá atrás. Hace rato llegó un grupo bastante llamativo. Indicó el chico tras la barra, que con total agilidad preparaba varias bebidas.
Nunca he podido saber el como logras mirar todo el lugar sin moverte siquiera. ¿Algún truco?. Inquirió el hombre mirando al barman detenidamente.
Nada. Solo práctica. Guiñó el chico, lanzando sobre la barra un par de margaritas.
El de cabello negro sonrío y caminó hacia la dirección que el de la barra le diera.
Si algo había aprendido en sus jergas nocturnas, era: a confiar en los musculosos vigilantes del lugar, en el dueño, quien le prestaba bastantes favores y sobre todo en los barman, ellos en realidad sabían lo que hacían.
Pasó entonces por el medio de la pista, recibiendo uno que otro empujón y miradas que decían: quédate conmigo.
Pero él denegaba. Aun no encontraba a la persona indicada.
Necesitaba distraerse y hacer que su musa inspiradora regresara a su lado. Era imperativo¿y que mejor que "sana diversión"?.
Bill, si no haces nada te perderás la diversión. ¿Vas a quedarte ahí sentado toda la noche?. Indicó Sean, el chico de anteojos que llevaba en el brazo a una exótica morena.
Si no encuentro lo que busco, puede ser.
Oh, vamos. Baila con alguno de nosotros y asunto terminado. Indicó el rubio a su lado, de nombre Steve.
Bill solo sonrío. Sabía que si "bailaba" con sus amigos, como quería hacerlo esa noche, era probable entonces que no los volvería a ver.
A pesar de su lema, estimaba la verdadera amistad y ese grupo era para él más que simples amigos de estudios y de fiestas.
¿Qué dices?. Insistió el rubio susurrándole sensualmente al oído.
No Steve. Mejor diviértete tú. Sonrió Bill, retirándose poco a poco del rubio y caminando hacia la pista de baile. Tal vez de cerca tendría una vista más favorable.
Steve suspiró desalentado y Sean, que aun no se retiraba a bailar, le palmeó el hombro con verdadero pesar.
Una historia que tal vez después saldría a relucir.
Bill entonces sintió el movimiento de los cuerpos a su lado.
La pista estaba a reventar y simplemente con mirar el contoneo de caderas y brazos, a él entonces le dio igual llevar o no pareja.
El pelirrojo entonces escuchó con detenimiento la música. Esta tenía que llenar todas las fibras de su cuerpo. Tenía que sentirla y después comenzar el perfecto movimiento, que no tardó en llegar.
Como si en realidad bailara con alguien, Bill prendió fuego en la pista y comenzó a moverse al compás de la música tecno de ese momento.
Podía entonces parecer monótono el movimiento, pero Bill, quien conocía el arte del baile sugestivo, sabía que cada nota igualada, significaba más seducción.
Por lo que sin intimidación alguna comenzó a mover las caderas con erotismo, mientras sus manos subían y bajaban por todo su cuerpo al compás de aquella música desenfrenada.
Sus piernas eran serpientes vivientes y sus manos probablemente sogas que hacían resaltar la estilizada figura del pelirrojo.
Bill sentía las miradas sobre él mientras continuaba el ritmo, aumentándolo y disminuyéndolo conforme lo creía conveniente.
Estaba invitando a alguien a seguirle. Era su último recurso para conseguir lo que deseaba y sabía que era un método infalible que solo necesitaba de agallas.
Cerró los ojos y lamió sus labios en un erótico movimiento que a más de uno le causó sobresalto.
Sus manos bajaron por su largo y blanco cuello, hasta llegar a la camisa color índigo y desabotonar lo necesario.
El cuerpo se movía, caminaba y giraba al parecer en un ritmo demasiado lento, que hacía suspirar y disfrutar del espectáculo, que muchos admiraban.
Bill entonces comenzó a desesperas. Tal vez aquella no era su noche.
Frustrado entonces giró para retirarse, pero una mano tomó su brazo con rudeza y lo haló hasta pegarlo a un cuerpo lo suficientemente atractivo y seductor como lo había estado buscando.
¿Me llamabas?. Indicó un hombre de cabello negro que le guiñó un ojo y que con confianza bajó sus manos hasta las nalgas del pelirrojo y comenzó nuevamente el movimiento.
Bill se mordió el labio para evitar gemir, pero siguiendo el juego de aquel extraño, enredó sus manos en el cuello contrario y comenzó a moverse con singulares movimientos.
El de cabello negro se deleitaba con cada paso, pero él tampoco se quedaba atrás. Con delicadeza y finura, tal y cual los movimientos de los dos eran, tomó al muchacho pelirrojo para depositarlo de espalda a su pecho y comenzar entonces uno de esos bailes sensuales, que quitan la respiración con el menor movimiento y que imitan a la perfección la sugestión del deseo.
La música entonces se encontró lenta y sin querer cambiar de estilo comenzaron a danzar.
Bill aun de espaldas tomaba el cuello del de cabello negro, mientras este subía y bajaba sus manos por el cuerpo de un pelirrojo que se movía a la perfección.
Parecía que ambos cuerpos se conocían de toda la vida, pues la sincronización era perfecta y tremendamente inesperada para ambos.
Había una química que lograba inundarles los sentidos y para cuando la música terminó en ese tiempo, ambos ya se encontraban enfrascados en pequeños besos corporales y movimientos aun más sugestivos.
¿Nos vamos?. Susurró el de cabello negro, mordiendo el lóbulo de la oreja del pelirrojo.
Pensé que nunca lo dirías. Respondió Bill en tono juguetón, tomando la mano del hombre y halándolo hasta la salida.
Y si se hubieran quedado tan solo unos momentos más, habrían escuchado el coro de "pena" general que el lugar emitió al mirar a los dos bellos hombres irse y finalizar tan tremendo espectáculo.
Sin duda algo bueno había comenzado.
Bill fue entonces recargado con algo de rudeza en la pared, mientras que unos labios asaltaban su boca con deseo mayor al sádico.
No importaba el lugar, ni el tiempo que se quedarían en el. Solo importaba borrar ese deseo que había terminado por surgir de lo necesario.
¿Cómo es que nunca te había visto?. Indagó el de cabello negro, deshaciendo la camisa índigo que resaltaba la figura del pelirrojo, pero que en esos momentos no le importaba demasiado.
Lo mismo digo bombón. ¿En dónde te habías metido?. Guiñó Bill o lo habría hecho si los labios del hombre no le hubieran hecho gemir.
Los besos continuaron, mientras que las manos se encargaron de deshacerse de la ropa que calló una por una y a velocidad increíble a un piso alfombrado que disfrutó del panorama.
Ambos cuerpos eran diferentes, pero igualmente atractivos y formados.
El de Bill era blanco y atlético. Sus brazos tenían marcas de músculos y sus nalgas bien redondeadas eran signo inequívoco de que el pelirrojo se ejercitaba.
El de cabello negro no quedaba atrás, pues dada su estatura alta, y su piel morena y perfectamente cuidada, podía resaltar la musculatura de años de trabajo arduo y exitoso. De tórax y abdomen perfectamente bien delineados y del brillo especial que el sudor comenzaba a dejar no solo en él, sino en el pelirrojo también.
Tu nombre, dime tú nombre. Indicó el de cabello negro, levantando con facilidad el cuerpo del pelirrojo, mientras besaba el tórax del muchacho que tan deliciosamente gemía al contacto.
¿Es...necesario?. Indicó Bill, sin creer las maravillosas sensaciones que aquel hombre le hacía sentir.
Al menos me gustaría saber a quien me estoy follando. Indicó el de cabello negro con una endiablada sonrisa.
Bill rió de buena gana. Eso le gustaba.
¿Si te lo digo...me lo dirás tú?. Preguntó el pelirrojo, mordiendo el cuello del hombre que gimió y asintió de inmediato.
Llegaron hasta una cama. El pelirrojo quedó entonces posicionado sobre el de cabello negro y con las manos acarició lentamente los pezones que se endurecieron al tacto.
Con sonrisa aniñada, el pelirrojo comenzó a bajar por el cuerpo de su compañero, hasta lamer y morder la piel que a su paso se hallaba.
Sus oídos deleitados por la música del centro nocturno, disfrutaban en ese momento con los roncos gemidos del hombre que de vez en cuando sonreía por el placer proporcionado.
El pelirrojo lamió los muslos del hombre y en salvaje movimiento succionó la erección del de cabello negro, el cual solo atinó a enarcar la espalda y a tomar el cabello rojo con éxtasis puro.
Bill continuó su labor, jugando no solo con la boca, sino con sus manos también.
Acariciaba vientre y piernas, y al mismo tiempo impedía que el hombre a su merced le hiciera daño a su boca.
El de cabello negro movía sus caderas al compás que aquel chico le imponía.
Sabía que debía ser mucho menor que él, pero eso no le impidió dejarse llevar por lo que había visto en aquel lugar donde lo conoció bailando.
Supo, en cuento sus manos tocaron aquel blanco cuerpo, que esa noche sería espectacular y única, y mientras su espalada continuaba enarcándose y sus manos aferrándose a la roja cabellera, ahora suelta, supo que sería difícil olvidar a aquel chico pelirrojo.
Bill se esforzó como nunca antes. Aquel hombre le hacia sentir diferente a lo que sus usuales amantes le daban.
Jamás tomaba la iniciativa, pero desde que sintió las largas y gruesas manos de aquel extraño sobre su cuerpo, supo que iba a ser una noche diferente a todas y claro, difícil de borrar de su memoria.
Así que antes de que el de cabello negro eyaculara dentro de su boca, comenzó a subir despacio, deteniéndose a lamer lo que llamaba su atención y sobre todo, a succionar un poco los pezones enrojecidos por la acción.
Bill. Me llamo Bill. Indicó el muchacho pelirrojo, dejando que el de cabello negro se posicionara sobre él.
Sirius. Mucho gusto. Guiñó el hombre de cabello negro, buscando los labios del chico que sonrió ante el singular nombre.
Besos y caricias antecedieron a la copulación, que fue instruida hábilmente por Sirius.
¡Ah!. Se quejó Bill elevando las caderas, cuando sintió que Sirius comenzaba a lamer su entrada con facilidad.
Jamás nadie le había hecho aquello, siempre lo usual: dilatación por tacto y nada más.
Pero en ese momento aquel hombre prácticamente desconocido le estaba propiciando mayor placer de lo que tal vez las caricias le habían dado.
Y es que mientras Sirius lamía y se abría paso con la simple lengua, sus manos entonces comenzaron a estimular la hombría del pelirrojo, quien varias veces movió las caderas en busca de más satisfacción.
Bill apretaba las mantas de aquella cama, y sus caderas subían y bajaban con intensidad.
Sin duda Sirius era un excelente amante y en ese momento lo comprobaba.
Y dime...Bill. Jadeó Sirius cuando se apartó de su tarea y regresó a posicionarse sobre el cuerpo del pelirrojo.- ¿A qué te dedicas?.
Bill quiso reír, pero sin duda los movimientos que el de cabello negro hacía para abrirse paso entre sus piernas, bien valían aquella inusual respuesta para esos momentos.
Es..tudio. Se quejó Bill, sintiendo la masculinidad de su amante entrar poco a poco en él.-¿Y tú?.
Di...gamos que...algo...parecido. Gimió Sirius, al sentirse entrar en su amante.
¿Ya habías hecho esto antes?. Eres...deliciosamente estrecho. Exclamó, besando la mano que acariciaba su rostro, para después tomarla y lamer los dedos uno a uno con total seducción.
Claro. No soy novato. Guiñó Bill enredando las piernas en la cintura de su amante y disfrutando de aquel momento en el que solo se escuchaba a un Sirius entretenido en los dedos finos y blancos del pelirrojo.
Bill cerró los ojos disfrutando aquella posición. Al igual que en la pista de baile, sus cuerpos congeniaban muy bien y sabían exactamente en donde las caricias "atacar" para propiciar mayor placer.
Por eso mientras las manos del pelirrojo eran asediadas por una lengua juguetona, las caderas de Bill tomaron la iniciativa y comenzaron un lento movimiento que le permitió sentir el roce del abdomen de Sirius en su hombría y ese dolor placentero en su próstata.
Sirius dejó las manos del pelirrojo de lado y apoyó las suyas en la cama, comenzó a acompasarse a los suaves movimientos que su amante hacía.
Sin duda el pelirrojo era justo lo que había estado buscando para esa noche.
Por lo que decidió nuevamente atacar los labios hinchados del muchacho, morderlos un poco y aumentar el delicioso vaivén que estaban comenzando a formar.
Bill gimió dentro de la boca del de cabello negro, disfrutando de las envestidas certeras y perfectas de aquel hombre experimentado.
En tan poco tiempo disfrutaba que Sirius asaltara su cuello y boca con desenfreno, mostrándole que en realidad él se quedaba corto a comparación con aquel hombre, que sin duda y al mismo tiempo era su perfecta contraparte.
En esa posición y mientras los gemidos subían en intensidad junto con el movimiento en el colchón, se dio cuenta de lo parecidos que eran.
El de cabellos negros tenía finta de rebelde al igual que él. Muestra lo era su cabello largo, la oreja horadada que indicaba la presencia en ese momento nula de un zarcillo
El porte despreocupado e inhibido. La ropa de caza nova empedernido y sobre todo la chaqueta de cuero negro que en ese momento yacía en alguna parte de la habitación y que contrastaba perfectamente no solo con su atuendo, sino con el suyo también.
Sin duda habían causado conmoción completa mientras bailaban y este recuerdo propició que sus caderas se movieran aun más tiempo y enarcara la espalda con placer puro.
Sirius se detuvo un momento, solo lo suficiente para colocar al pelirrojo sobre unos almohadones y conseguir mucho mayor placer dentro del chico.
Y tal y como lo había previsto, logró sacar más sonoros y roncos gemidos de la garganta de tan bello joven, que con el cabello suelto y esparcido seductoramente sobre la almohada blanca, quedaba un cuadro dedicado especialmente a lo erótico de la vida.
Sin siquiera conocerlo demasiado, el de cabello negro supo que Bill y él tenían mucho en común.
Tal vez eso lo había orillado a acercarse a la pista de baile y comprobar con agrado lo que ya se había imaginado y visto de lejos.
Eran compatibles al cien por ciento y sin duda iba a disfrutar de aquella aventura.
Ambos sudaban, jadeaban y estaba a punto de terminar, pero como última muestra de que Bill no era un novato, tomó fuerzas impulsándose y haciendo que Sirius quedara bajo su peso.
Sin saber exactamente el cómo, Bill logró mantener el vaivén perfecto que hizo enloquecer a Sirius al extremo de tomar una vez más el perfecto trasero del chico y apretarlo con el afán de acercarlo más a su cuerpo.
Bill quedó fascinado con eso y recostándose sobre su amante, permitió que todo siguiera así, hasta que con un último gemido de puro placer, logró explotar y alcanzar el máximo orgasmo que hasta ese momento había conseguido.
Gimió con deleite en el oído de su amante, se aferró de las sábanas desordenadas y disfrutó de cada segundo de aquel estado de éxtasis
Al mismo tiempo y debido a las contracciones de Bill, Sirius explotó también, consiguiendo aquello que jamás y con tanto placer había podido asemejar en su vida.
Disfrutó del chico pelirrojo sobre él y dejó de pensar mientras el fabuloso orgasmo lo llenaba por completo y lo dejaba satisfecho de aquel espectacular encuentro.
Cuando todo hubo pasado y que las respiraciones de ambos se acompasaron un poco, Sirius volvió a darse la vuelta y a buscar los labios del pelirrojo, que sonriente siguió el danzar lento, pausado y exquisito de aquel beso.
Eres Fabuloso. Exclamó Sirius sin dejar aun el interior del joven.
Te agradezco la adulación. Sonrió Bill, acomodando un poco los cabellos negros tras la oreja de Sirius.- Pero no quiero llevarme todos los créditos. Tú eres único. Guiñó, recibiendo por respuesta una caricia que estremeció su aun sensible piel.
Y hasta ese momento se dieron cuenta de que sus ojos eran del mismo color y que centellaban tan completa y libremente como jamás lo habían hecho.
Sirius acarició los labios de Bill y no supo el porque se alegraba de tener al muchacho pelirrojo con él.
Bill asemejaba en sentimientos al de cabellos negros y ambos volvieron a besarse, sintiendo que la pasión regresaba a sus cuerpos con mayor intensidad.
Lo que había sido una noche de aventura, terminó siendo especial. Donde se consiguió más que simple sexo de ocasión.
CONTINUARÁ...
Soy incorregible ,
pero al menos espero que les haya gustado lo que hasta ahora he escrito.
Si, se que tengo algunas historias pendientes, pero tenía que
Quitarme este gusanito de la curiosidad con este par
Bueno, aquí est�, espero sus opiniones y gracias de nuevos por seguir mis locuras.
KATRINNA LE FAY