Holap!
este es mi primer fic de vocaloid que nervios!
también quero añadir que no estoy acostumbrada a hacer fic largos de varios caps, por lo que posiblemente tare un tiempo en poner el segundo cap... sorry T_T
en fin... ningún vocaloid me pertence...
Era tarde. Ya había anochecido cuando salieron del estudio. Acababan de terminar de rodar su último éxito. Y ahora se dirigían hacia sus respectivas casas, la suya a unas cuantas manzanas de ahí.
Estaba especialmente despierto cuando salió, por lo que decidió evitar el tren y encaminarse hacia su casa por el camino más largo: el parque. Sus amigos decidieron acompañarle.
Iban hablando de sus actuaciones y de lo bien que les había quedado el video esa tarde, pero por su cabeza pasaban cosas muy diferentes.
-Oe, Mikuo, ¿Qué te pasa?- le preguntó Kaito en cuanto se dio cuenta de que este se encontraba distante.
-¿Mmm? Nada, solo estaba distraído.
Y entonce escuchó un sonido que, pese a que en ese momento ni si quiera lo sospechaba, le cambiaría por completo la vida.
Unos pasos más adelante, se encontraba una niña de no más de unos cinco años, arrodillada en el suelo, con sus pequeñas manitas tapando su cara, y llorando con todas sus fuerzas.
La niña tenía el pelo del mismo color que él, muy largo, liso y suelto, desparramado por el suelo como una cascada de agua cristalina. Vestía un vestido azul y blanco de una tela demasiado fina para estar en un parque, de noche, en pleno invierno.
Mikuo se acercó a ella, se arrodilló enfrente de la niña y le posó las manos en los hombros.
Esta dejó de berrear, pero seguía soltando lágrimas, y levantó la cabeza para mirar al joven.
-¿Te encuentras bien?- le preguntó algo preocupado por la niña, que negó con la cabeza suavemente, moviendo levemente su melena.
-¿Quieres venir conmigo para poder ayudarte? Debes de tener mucho frío- le sonrió, y esta le correspondió la sonrisa tímidamente y asintió con la cabeza.
La ayudó a levantarse y luego se incorporó él, se giró hacia sus amigos, que estaba a unos pocos pasos detrás de ellos, y les dijo que la llevaría a su casa, que no se preocuparan.
Kaito, Rinto y Ted asintieron, se despidieron y se fueron por otro lado del parque, dejándolos solos.
Se quitó su cazadora y se la puso sobre los hombros a la niña, que lo miró con sorpresa.
-Vamos a mi casa ¿Vale?- le ofreció la mano y esta dudó un poco, pero finalmente la cogió mientras que con la otra mano se sujetaba la cazadora, que por unos pocos centímetros no rozaba el suelo.
Cuando llegaron a su casa, la niña se quedó embobada con las flores del jardín mientras Mikuo abría la puerta principal.
-¡Vamos, entra!- le dijo a la niña, que se volteó en su dirección y echó a correr a todo lo que sus pequeñas piernas que le permitían.
Una vez dentro de la casa, la niña se quedó junto a la puerta, mirando con intensidad a Mikuo.
-Vamos, pasa, hace más calor en el salón.- se acercó a ella para cogerle la cazadora y ponerla en el perchero.
La guió hasta el salón, pero esta pasó el sofá y se sentó en el suelo junto a la estufa, pegándose todo lo que pudo a ella sin quemarse.
-Voy a cambiarme de ropa, vengo ahora.-ella se movió lo necesario para asentir con la cabeza, más entretenida con la estufa que con lo que Mikuo le decía.
Mikuo se encaminó a su cuarto, extrañado, preguntándose mentalmente por qué la niña no habría dicho ni una sola palabra en todo el rato, o por qué estaba sola en el parque llorando, quizá se había perdido.
Cuando termino de ponerse su pijama que únicamente constaba de unos pantalones de color aguamarina largos y flojos, puesto que en su casa hacía el suficiente calor como para no necesitar nada más, fue hasta la habitación de al lado, a sacar algo de ropa para la niña.
De repente escuchó unos ruidos en el salón, y se dirigió hacia allí, preocupado y con la ropa en la mano, para ver que había pasado.
Se encontró a la niña donde la había dejado, co la diferencia de que ahora estaba de espaldas a la estufa y tenía un gatito en el regazo, encantado con las caricias que le daban.
-¿Te gustan los gatos?- le preguntó a la pequeña, que asintió.- se llama Ao, me la encontré en el mismo sitio que a ti hace unas semanas, su madre la había abandonado nada más nacer.
Se fijó en la niña, se parecía mucho a él: pelo aguamarina, unos enormes y profundos ojos azules, rasgos delicados e infantiles, piel clara y suave, y las mejillas levemente sonrosadas de haber estado llorando.
Y entonces se dio cuenta, la niña tenía un corte en la rodilla derecha, de la que salían pequeñas gotitas de sangre.
-Te caíste en el parque, ¿Verdad?- le preguntó, llamando la atención de la niña, que dejó ir a Ao cuando esta empezó a retorcerse para poder marcharse.
La niña asintió de nuevo.
-Ven, vamos al baño a curarte esa herida.
Una vez en el baño, cogió un trozo de algodón y lo mojó con agua oxigenada, que pasó en silencio por la rodilla de la niña, que hizo una mueca de dolor, pero tampoco dijo nada.
-¿Por qué nunca hablas?- le preguntó con pura curiosidad, de paso distrayéndola para que no le doliera tanto.
Sin embargo ella lo miró a los ojos sin emitir sonido alguno.
-¿No puedes hablar?- le preguntó de nuevo, y la niña negó- ¿No sabes?
Y la niña movió de nuevo la cabeza de un lado a otro, asintiendo.
Después de un rato más de silencio en el que terminó con la rodilla de la niña, en la que puso una tirita para que no se infectara, ninguno de los dos se movió, solo se observaban.
-¿Tienes nombre?- le preguntó de nuevo para romper el silencio, la niña negó.- ¿Y familia, tienes a dónde ir?- Mikuo cada vez estaba más confundido, ¿De dónde demonios había salido esa niña?
La niña siguió negando.
-Vale, no lo entiendo… primero que nada, ¿Tienes hambre?- le preguntó, y la niña sonrió y asintió.
Entonces, se dirigieron ambos a la cocina, donde la niña se sentó en una silla y Mikuo se puso a cocinar.
-Supongo que querrás un nombre- le preguntó, volteándose un momento para mirar la respuesta de la niña, que había asentido- Yo me llamo Mikuo, por cierto, creo que no te lo había dicho.
Miró de nuevo a la niña mientras cortaba un puerro para la sopa, y se dio cuenta de que a la niña le brillaban los ojos.- ¿Qué, esto?
La niña asintió acercándose y parando a su lado
-Se llama puerro- cogió otro más pequeño de la bolsa en donde tenía unos cuantos y se lo dio.
En ese momento, al ver la sonrisa de pura felicidad de la niña, se dio cuenta de que se estaba encariñando con ella; tenía algo especial, misterioso, que le llamaba la atención.
-Miku- soltó al aire de golpe, sin ser consciente realmente de que lo hacía, provocando que la niña lo mirara con curiosidad y admiración.
-¿M…M…Mi-Miku?-dijo la niña, despacio y bajito.
Mikuo salió de golpe de sus pensamiento y se sorprendió enormemente al escuchar a la niña hablar- ¿Te gusta?, ¿Quieres llamarte Miku?- la niña asintió tan enérgicamente que Mikuo pensó que se le iba a partir el cuello en cualquier momento.
-Mi… Miku…- y la niña pareció también sorprenderse de poder pronunciar su nombre, mirando fijamente su puerro. Subió la vista a los ojos de su amigo, como preguntándole algo. Y él pareció entender "¿Y el apellido?".
-Yo me apellido Hatsune, Mikuo Hatsune- le dijo arrodillándose frente a Miku, que volvió a sonreír.- Tu serás Miku Hatsune, ¿Te gusta cómo suena?- la niña asintió, pegándole con el puerro en el brazo, muy despacio.
-H… her… mm… hermannn… o…- dijo Miku despacio, sonrojándose y bajando la mirada.
Mikuo se sorprendió de nuevo, y cuando entendió a lo que se refería se echó a reír.
Lo siento! de verdad...
no tiene sentido, lo se, pero es que nada de lo que se pasea por mi cabeza lo es...
en fin...
y una cosa más... jejejeje se me apretece ser mala...
si no recibo más de 6 reviews no pongo la continuacion! Muajajajajajajajajajja (si, lo digo muy enserio) jejejejejeje
Xauuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu uuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu uuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu uuuuuuuuuuuuu
