Que Avarosa nos guíe

Capítulo 1:

En los valles más al sur de Freljord, dónde aún quedan algunos pastos verdes, se erguía impetuoso el castillo donde la reina Ashe residía junto con Tryndamere y a su alrededor los discípulos de Avarosa junto con todos los clanes bárbaros que una vez el guerrero unió. En la sala principal del trono, la reina se sentaba mientras atendía las necesidades de su pueblo. Gracias a su amabilidad y su gran habilidad para la resolución de problemas, pocos súbditos se presentaban a quejarse o a informar de alguno de sus malestares. Aquella tranquila mañana, un mensajero de la liga se presentó con un sobre en las manos.

-Siempre es agradable tener noticias de la liga. ¿Para qué os han enviado hasta aquí?

-Majestad, solamente tengo esto para entregaros. Deberíais informar a todos los campeones de los que tengáis más cerca.

-¿Tengo también que llamar a Sejuani y los de la Gran Garra Invernal?

-No, Sejuani será informada a través de la liga. Solo los que estén en su tribu.

-Muy bien-recibió la carta del mensajero y este se fue.

El rey bárbaro se encontraba entrenando a los novatos del ejército. Al menos los que se enfrentaran cuerpo a cuerpo, no tenía mucho que hacer con los arqueros. De todas formas, estaba teniendo algún que otro problema para poder continuar el entrenamiento ya que la dicharachera actitud de Braum distraía muy a menudo a los luchadores. Se metía en medio de alguno de los combates, levantaba a Tryndamere para quitarle algo de seriedad y que no se pusieran muy nerviosos los novatos y algunas otras cosas que relajaban mucho el ambiente.

-Por favor, Braum, debes dejarme con el entrenamiento.

-Vamos, amigo mío, así todo el mundo se relaja más.

-No te puedes mantener relajado en el campo de batalla, la tensión te mantendrá fijado en el enemigo.

-Pero no estamos en guerra-levantó a Tryndamere con una mano-los tiempos de paz que corren ahora mismo no nos hacen creer que vaya a haber ninguna guerra cercana.

-Es imposible saber cuándo va a estallar una guerra, ahora bájame.

-Claro que sí, amigo mío, yo sé cómo detectar una guerra, y ahora no hay ninguna-y dejó al bárbaro en el suelo de nuevo.

-¡Rey! ¡Braum! La reina nos llama-pasó Nunu corriendo entre las piernas de los dos mientras Willump le seguía a un paso más lento cargando a Gragas.

-Qué querrá esta mujer ahora…-masculló Tryndamere.

-¿Qué le ha pasado a nuestro amigo peleón?

-Se tomó alguna cosa de más en el bar. Lo encontramos inconsciente y Willump lo carga.

En una sala, no muy grande, ni muy pequeña, algo muy normal para ser un palacio, había una mesa donde todos los que fueron llamados se reunieron. Dentro se encontraban Ashe y Anivia mientras el resto llegaban tranquilamente. El Yeti dejó al camorrista en una de las sillas e intentaron despertarle durante un rato sin resultado alguno.

-Dejadme intentarlo, ponedlo en la mesa-dijo la reina. Entonces Braum lo puso en la mesa boca abajo, con las piernas colgando, Ashe sacó el arco y empezó a apuntar.

-No puedo mirar-dijo Nunu tapándose los ojos y Willump hizo lo mismo.

-Ashe, creo que podemos hacer algo menos brusco-dijo Braum.

-Tranquilo, apenas lo sentirá-empezó a apuntar al camorrista inconsciente y lanzó una flecha que se clavó directa en su trasero. Gragas soltó un grito y pegó un bote poniéndose de pie.

-¿Qué ha pasado? ¿Y mi barril?

-Relájate, campeón-le quitó la flecha-ahora siéntate si puedes y escucha.

-Al grano, Ashe, he dejado a los novatos sin rumbo.

-Muy bien.-todos se sentaron, incluso el bebedor, aunque lo costara un poco-Hoy ha llegado una carta de la liga-saca el sobre abierto con la carta saliendo de dentro-como sé que no sois unos lectores muy ávidos, os resumiré lo que dice. La academia de la guerra nos ofrece establecimientos para vivir allí, no solo para evitar problemas con las invocaciones, sino para fomentar el espíritu de competitividad de la manera más sana posible. No es obligatorio venir. Las habitaciones son de dos a cuatro personas y no hay mixtas, mujeres con mujeres y hombres con hombres. ¿Alguien está de acuerdo con venir?

-Willump no puede irse de aquí, los climas que no sean fríos no le sientan bien.

-Pues te tendrás que quedar con él.

-¡No vale! ¡Yo quiero ir!

-Lo siento, Nunu, pero no puedes dejarlo aquí solo.

-Jo…

-¿Alguna otra opinión?

-Yo me quedaré aquí, no es por el clima, pero me gusta mantener vigilado Freljord.

-Como quieras, Anivia. ¿Vosotros tres vais a ir u os quedáis?

-Pues claro que voy a ir. Seguro que nos lo pasamos bien-dijo Braum sonriente.

-¿Habrá bar? O taberna. Si hay yo voy. Aquí cada vez me dejan entrar en menos lugares-continuó Gragas algo aturdido por cómo se desmayó.

-No deberíamos dejar este lugar a la intemperie.

-No estamos abandonando nada, Tryndamere, simplemente vamos a representar a Freljord. Como reyes no podemos faltar para dar una buena imagen de los discípulos de Avarosa.

-Así no debería funcionar esto.

-Pues así lo hace. Decidido, nos vamos los cuatro.

Tan pronto como todos decidieron si partían o no, con la excepción de Tryndamere, que se le impuso ir, todos recogieron algunas de sus cosas. Antes de partir no podía simplemente dejar su reino a la deriva, así que no solo les pidió a Nunu y Anivia que vigilaran, sino que llamó a la princesa Lissandra, líder de la Guardia de Hielo, para que ayudara en todo lo que pudiera. A Anivia no le hizo mucha gracia que una extraña se quedara a cargo.

-Ashe, no creo que sea buena idea dejar que alguien totalmente a esta tribu se encargue de protegerla…

-La Guardia de Hielo y los Discípulos de Avarosa son aliados desde que yo y Lissandra nos encargamos de liderarlas. Además, están manteniendo a los vigilantes encerrados, no pueden ser tan malos.

-Siento algo, Ashe, algo muy malo proveniente de esa tribu. Es posible que a través de los años se hayan corrompido.

-Te habrías dado cuenta antes si hubiera sido así.

-No sé… ten en cuenta que mi renacer lleva un tiempo.

-Estás tú aquí, no tengo nada que temer.

-De acuerdo, vigilaré… ten cuidado con el cabezota de tu marido.

-Lo tendré.

-Reina Ashe-una mujer rubia, llevando una trenza, muy pálida y delgada, se acercaba a la reina desde la distancia.

-Buenas Lissandra, ya te he dicho que puedes llamarme Ashe, no hace falta que digas i título.

-No me parece cortés, pero venía a agradecerle el voto de confianza por dejarme cuidar la tribu mientras usted está fuera.

-Tampoco es algo que recalcar demasiado. Si tienes alguna duda puedes consultar a Anivia, también estará vigilando en mi ausencia.

-Muy de cerca-susurró la criofenix.

-Anivia, compórtate.

-Oh, tranquila, sé que debe ser difícil fiarse de un desconocido, estaré encantada de trabajar a su lado.

-Pues ya que las presentaciones se han acabado, nos vamos de camino a la academia.

-Venga cuando quiera, Reina Ashe.

-Cuando estés aquí de nuevo te garantizo que todo seguirá igual-y de mientras observaban como aquel grupo se iban.

Al llegar a la academia, Ashe rápidamente se fue por su cuenta hablando con Quinn. Después de la misión de exploración que hizo la demaciana por las heladas tierras de Freljord, se hicieron buenas amigas. Siempre estaría dispuesta a darle una bienvenida con los brazos abiertos. Mientras, Tryndamere se veía arrastrado por Braum. El fortachón se llevó a su amigo para compartir una habitación de cuatro personas. Mientras Tryndamere esperaba poder estar tranquilo, el escudero pensaba en la gran oportunidad de conocer a las muchas personas de la liga.

-¿Ya va a estar bien?-preguntó Quinn a la reina al ver cómo se llevaba Braum a Tryndamere.

-Sí, es más duro de lo que parece. Pero eso no importa ahora.

-Ah, muy bien…-se quedó algo perpleja por la poca preocupación que tenía Ashe-¿Qué te parece si compartimos apartamento?

-Oh, genial, estaba empezando a tener miedo de con qué clase de gente me tocaría vivir.

-Pues venga, que también vamos a compartir con Shyvana y Lux.

-¿Ah sí? Pensé que te llevabas mal con Shyvana.

-Es… algo complicado.

-Oh, de acuerdo.

-Vamos, habitación para cuatro personas-y la demaciana se llevó a Ashe sin remordimiento alguno.

Mientras tanto Gragas se había encontrado con su viejo amigo y compañero de juergas el maestro de armas, Jax. No tuvo muchos inconvenientes en irse con su amigo para acabar compartiendo habitación con Yi, Wukong y Jax. El camorrista tenía más que claro que lo primero que iba a hacer era meterse en el bar que tuvieran en el edificio.

Por otro lado, Tryndamere y Braum se encontraron con la compañía de dos, puede que no muy amigables, yordles: Rumble y Teemo. El pequeño dúo no parecía tener problemas por estar con aquellos dos, al menos hasta que el escudero los cogió a ambos para presentarse.

-Vaya, vaya. Aquí hay un pequeño par de yordles-los cogió a ambos.

-¿A quién llamas pequeño? ¡Suéltame ahora mismo!-empezó a fanfarronear Rumble.

-No te molestes, no creo que vaya a hacerte mucho caso. Nadie te lo hace.

-Llevémonos bien mientras estemos todos juntos en esta aventura de convivencia. Mi madre siempre decía…

-¡Me da igual lo que dijera tu madre! ¡Ahora bájame!-le interrumpió otra vez el mecánico.

-O jo, parece que tenemos a alguien un poco fanfarrón aquí. Está bien-lo dejó en el suelo-espero que podamos llevarnos bien, amiguito.

-Acabas de llegar y ya les estás sacando de quicio-dijo Tryndamere mientras se metía en una habitación.

-Estoy seguro que nos llevaremos todos muy bien-dijo Braum intentando levantar los ánimos.

La reina había llegado por fin a su nuevo hogar, aunque solo fuera a ser temporal. Llegaron Ashe y Quinn acompañadas por Shyvana. Se extrañaron un poco al no ver a Lux, pero luego se encontraron a Annie. Se sorprendieron un poco, pero al menos ya sabían porque la maga se había ido por otro lado. Nada más llegar, la dragona se acercó a la niña.

-¿Qué estás haciendo aquí? ¿No deberías estar con tus padres?

-Mis papis me han dicho que aquí estaré más segura.

-Niña, tus papis no sabían que aquí vendría gente muy peligrosa.

-¡Shyvana! ¿Estás amenazando a una niña?

-¿Pero se puede saber qué tonterías pasan por tu cabeza?

-¡No son tonterías! ¿Te has visto hablar con Annie?-Ashe se empezaba a acercar a la pequeña mientras las otras dos discutían.

-¿Y ya te han dejado venir a ti sola?

-Sí.

-Eres una chiquitina muy autosuficiente, ¿eh?

-Cacé a mi osito Tibbers yo solita-le enseñó el oso de peluche.

-¿Ah sí?-cogió el peluche "Esto debe de ser el oso ese que utiliza en la grieta"-Eres muy fuerte. ¿Cuántos años tienes?

-Tengo ocho años. Mis papis me dijeron que no hablara con desconocidos y que le prendiera fuego a quienes quisieran hacerme algo malo.

-No soy ninguna desconocida, soy tu compañera de la liga.

-¿Y quieres hacerme daño?

-¿Por qué le iba a hacer daño a una niña tan guapa y buena como tú?

-Entonces no me vas a hacer daño.

-Claro que no, es más, si quieres ayuda, solamente tienes que decírmelo.

-Tengo hambre…

-Muy bien, pues vayamos a hacer algo para comer-cogió a Annie con un brazo, arrastró un taburete con el otro y dejó a la niña encima-y tú vas a ayudarme.

-¡Bien! ¡Cocina!

-Parece que tienes buena mano con los críos-le dijo Quinn.

-Genial, tú te encargas de ella-y Shyvana se fue dejando allí a las dos.

-Ugh… no le hagas caso. A veces se pone un poco arisca.

-No se lo tengo en cuenta. Bonita discusión la de antes.

-Perdón, las cosas andan tensas, ya sabes.

-Ya, me lo has contado alguna vez. Ten-y le tendió el mango de un cuchillo-tú también vas a ayudar a preparar lo que sea que vayamos a hacer.

-De acuerdo-cogió el utensilio y se preparó para empezar a cocinar.

N/A: Y aquí vamos con el primero. Si has llegado a este Fanfic a partir de alguno de los otros, ya sabrás más o menos cómo va la cosa. Si no es así te recomiendo que te pases a leer los otros que he colgado, siempre y cuando te gusten. Espero que os guste, dejad review para ver qué pensáis sobre el Fanfic y pasadlo bien ;)