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Distinta

Ver pasar rápidamente por su ventana el paisaje causaba algo de soñoliensia en la castaña. Sus amigos hacía rato que habían ido en busca de mas golosinas que devorar en el trayecto a Hogwarts; no podía creer lo rápido que había pasado el tiempo, aquel tiempo en que veían a Hogwarts de manera aterradora y extraña. Ajena a ellos.

Y ahora, a sus dieciséis no podía imaginarse que algún día tendría que abandonarla, ante ese pensamiento sintió un vacío en su estomago que se quedó ahí gran parte del trayecto.

Era tan extraño sentir que ya no había nada malo fuera de Hogwarts, no estaba Voldemort para intentar destruir su mundo, no había ya esa insensata guerra que tanto dolor había traído a ella y a sus mejores amigos.

Aun había mortífagos, como azotes aislados pero el Ministerio los tenía controlados, o al menos eso parecía.

Retuvo sus pensamientos antes que se volvieran más dolorosos, unos que ella trataba con todo su ser superar y olvidar, sobre todo olvidar.

Unas voces lejanas la devolvieron a su asiento y a ese expreso que la llevaría devuelta a su segundo hogar, al único que le quedaba.

- Entonces Neville se dio cuenta que no se había sentado sobre el monedero de Luna – decía el pelirrojo con esa sonrisa tan amena que tenía.

- Supongo que Trevor…-dejó suspendida la frase el otro joven, con rostro de incredulidad y preocupación, típico de Harry.

- ¡Qué va! Trevor tiene más vidas que el gato de Hermione. Aunque si fuera él me arrojaría por la ventana yo mismo. – se volteó a la chica. - ¿Varita de regaliz?

Ella declino su oferta amablemente y siguió mirando por la ventana, ambos chicos compartieron una mirada de preocupación, extrañaban mucho a su amiga, pero ella insistía en ocultarse bajo esa máscara de indiferencia y lejanía.

Pensaban que volvería a ser la misma cuando pisara Hogwarts, cuando volviera a la rutina, cuando por fin volviera a sus libros, a su amor por aprender.

La voz de ella los sacó de su silencio.

- Estamos por llegar, creo que me cambiaré la túnica. No tardo, iré al baño de chicas.

Ambos chicos la vieron marcharse con expresión insondable. Ni una sola lágrima derramó en el funeral de su familia, parecía haberse encerrado en ella misma, su entusiasmo parecía haber sido sepultado con ellos también.

Hermione aun quería recuperarse a sí misma. Salvarse antes de que se sintiera una extraña. Al salir sintió un fuerte mareo y al principio pensó solo era ella pero unos gritos la alertaron e instintivamente sacó su varita, aferrándola con fuerza.

Un golpe sordo y una explosión la dejaron sin sentido en el suelo. Algo dentro de ella quería seguir de pie pero tambaleaba mucho. Veía humo y sintió pánico. La explosión había ocurrido cerca el vagón de los de primer curso.

Corrió a tropezones y se encontró a quien menos esperaba.

- Mierda. – gruñó una figura entre el humo y escombros, detrás de él venían dos más. –Están muy cerca.

- ¿Dónde está Pansy? – decía Zabinni con una nota extraña en la voz.

- Dijo que iba a por golosinas con la mujer del carrito, si seguimos derecho la encontraremos. – decía Theo con voz segura.

Detrás del Slyhterin venían Blaise y Nott que empuñaban sus varitas, cautelosos a la más mínima señal de peligro.

Blaise la apuntó y al verla bajo la varita.

- Es la sangresucia. – dijo Blaise con voz distinta a la que empleó antes, presa del pánico.

Se miraron por un momento, parecía realmente incómodo encontrarse con ellos justo ahora, y más sabiendo lo que sucedía allá afuera.

- ¿Granger? – preguntó Theodore, bueno, al menos alguien que escuchaba. - ¿Estas entera?

- ¿Qué fue esa explosión? - parecía un maldito dejá vù.

- Son esos bastardos. – espetó el rubio, no esperaba que le contestara él. – Están furiosos con Potter. ¿Por qué crees que nos atacan? Yo que tú estaría con ellos.

En su voz no había preocupación, sino lógica y severidad. Parecía distinto a como lo recordaba su memoria, había escuchado en una plática surgida en la Madriguera, que él no era el mismo de antes, que algo cambió en la guerra a Draco Malfoy. Seguía teniendo aquella viperina lengua, tan mordaz y testaruda. Pero al menos aquel muchacho malévolo había cambiado a uno que no tenía al menos ya tan equivocadas convicciones.

Ella vio verdadero odio en sus ojos grises al hablar de aquellos hombres y se sintió desubicada. Tal vez era que le afectaba no tener a su padre sobre él, acosándolo y moldeando su forma de ser, tal vez el que Lucius Malfoy fuera encerrado en Azkaban lo había ayudado a darse cuenta del fango donde había estado.

No era una buena persona, no, no era como Harry ni Ron, ni sádico tampoco. Solo se cuidaba a él y a los suyos. Manteniéndose al margen de todo. Pero aun odiando a aquellos que desbarataron a su familia con sus ideas absurdamente inalcanzables.

- ¿Vas a quedarte ahí parada o vas a mover tu empollón trasero a ayudar a tus amigos?

Diciendo esto desapareció tras la puerta del vagón siguiente, probablemente buscando a Pansy. Ella lo miró con el ceño fruncido, obviamente algunas cosas tal vez no cambiarían.

- Perdona, Granger. – dijo Nott con cortesía. Su apellido sonaba distinto que cuando lo decía Malfoy, quien parecía escupirlo.

Ni bien escaparon pasaron tres minutos cuando una nueva explosión más fuerte que la anterior la derrumbó y entonces sintió pasos, gritos y rayos de luz pasar sobre ella.

Estaba en medio de una pelea, vió a una sombra lanzar un rayo a un niño de segundo mientras una figura se lanzó a este, interponiéndose, y chillando de dolor al segundo siguiente.

Cruciatus.

Se estremeció ante esa visión y aun mas cuando vio que quién se había interpuesto era Neville, quien valientemente se había interpuesto, para proteger al niño. Una pelirroja salió entre los escombros y apuntó como pudo al mortífago, aturdiéndolo y haciendo que Neville dejara de retorcerse en el suelo.

Algo dentro de ella reaccionó.

¿Qué estaba haciendo? Ella no era ninguna cobarde y mucho menos se iba a quedar mirando, no cuando sus amigos la necesitaban más.

Ella tanteó el suelo en busca de su varita y peleo contra una capucha que iba tras su mejor amiga.

- ¡Aquí, imbécil! – grito. – ¡Reducto!

Un rayo rojo golpeó al hombre que cayó fuera del tren en movimiento. Corrió a ayudar a Neville, que desde el suelo se defendía y vio a Luna inconsciente en el suelo, aparentemente trató de proteger a la niña de once años sobre la que yacía y que lloraba aterrada. Pero viva.

Aquél gesto de nobleza de Luna y su imagen en el suelo, la llenó de cólera.

Lanzó varios hechizos aturdidores y varios de inmovilización hasta que miró a la cara a Bellatrix que la miraba con sadismo desde el fondo del vagón. Tenía una mano ensangrentada y temió preguntarse de quien era aquella sangre.

- Me encantará esparcir tu repugnante sangre por la alfombra, mi querida Granger. – dijo con una voz que le heló las venas a la joven.

- No te dejaré que lastimes a nadie más, víbora. – dijo ella apretando su varita.

Pero la bruja era más poderosa aun, lo sentía en su varita cuando sus maldiciones chocaron, cuando la joven se golpeó contra la pared y aun más cuando Lestrange demostró su habilidad en los hechizos insonoros, pero Hermione lo compensaba en agilidad rapidez y entusiasmo.

Apenas podía contra ella, pero la castaña arremetía sin piedad contra Bellatrix. En un momento su varita salió disparada por la fuerza de un rayo y Hermione acabó tendida en el suelo, incapaz de moverse, tratando en vano de levantarse. No podía perder, no podía dejarse derrotar, y menos por ella.

- ¿Extrañas a tus repugnantes muggles, Hermione? – preguntó con aquella voz patética.

- No te atrevas a mencionarlos, - murmuró ella tratando de levantarse. – Y mucho menos de decir mi nombre. Lo ensucias..

- Muchachita insignificante. – levantó su varita y ella supo que ahí se acabaría todo, pero la miró a los ojos, se encargaría que su mirada la persiguiera siempre.

Un rayo golpeó la figura de Bellatrix y esta se lanzó a un lado aullando de dolor mientras que docenas de rayos atacaban a la vez. Los mortífagos que quedaban se volvieron humo negro que salían disparados fuera del tren, pareciendo misiles que expulsaba la locomotora.

Un pedazo de techo iba a caer sobre ella por el masivo ataque de quienes fueran los que ahuyentaron a los mortífagos.

- ¡Granger!

Alguien grito su nombre y sintió que la jalaban con fuerza antes del golpe, y sintió pasos apresurados.

Ella simplemente ya no podía, aquel hechizo que lanzó Bellatrix la había debilitado mucho, veía cada vez mas borroso y vio una figura acercársele, tenía el cabello mas rubio que hubiera visto nunca…o si lo había visto?

- ¡Mierda, Potter, muévete! La sangresucia no reacciona.

- ¡Hazme el favor de callarte, Malfoy! Que si hubieran echo que retrocediera cuando pasó todo no estaría así.

- Este no es el momento, Ronald. – dijo una joven voz a modo de regañina, y más pasos se acercaron.

Una figura se acercó a ella tocándole el pulso, pues ella apenas y podía moverse. Sintió un cabello suave y largo acariciarle las mejillas, Ginny que intentaba ver si respiraba.

- ¿Hermione? Por favor abre los ojos….

Y entonces se sumió en la oscuridad.