El jersey nuevo de Fred.
Los ojos de Molly se llenaron de lágrimas y sujetó el suave objeto entre sus envejecidas y ásperas manos para ver mejor el jersey que acababa de tejer. Como todos los años se había dedicado a hacer los respectivos suéteres de regalo para sus hijos, era un trabajo sencillo, y cada año se le hacía más fácil, tanto era así que bordaba las letras de manera casi automática, la razón por la cual había ocurrido el pequeño accidente.
En sus manos, tenía un jersey que hacia juego con otro rojo que se encontraba doblado en sus piernas, uno con una letra F bordada con fino hilo verde. Abrazo la tela con cariño maternal, y dejo que las lágrimas corrieran por sus ojos libremente, y es que a veces olvidaba que Fred ya no estaba allí, y era entonces cuando servía un plato de mas en la mesa casi sin darse cuenta, o cuando en ocasiones gritaba ¡Fred y George! Cuando escuchaba el sonido de algo que se rompía en el piso de arriba, ó se daba cuenta de que lo que encontraba extraño en el reloj familiar era que le faltaba una manecilla que debía ser del mismo tamaño que la de George y debía estar junto a la de él; porque no era fácil olvidarse de la costumbre de juntar a Fred o con George, o a Gred y a Feorge como solían llamarse en broma.
Era extremadamente difícil aceptar que uno de sus gemelos ya no estaba con ella, y le dolía demasiado, le dolía por Fred y le dolía un poquito más por George que ahora vagaba por la casa como alguien que está en constante búsqueda, como alguien incompleto.
Miro el jersey una vez mas y lo coloco a un lado del de George, y entonces deseo con todas sus fuerzas poder revivir a Fred con la misma facilidad con la que había tejido esa mañana, pero sabía que era una idea imposible, y las lagrimas volvieron a salir de sus ojos, y esta vez traían consigo un dolor más intenso que nunca, porque entendió que el dueño de la prenda que acababa de hacer jamás la iba a poder utilizar.
