Digimon no me pertenece ni su historia y personajes. Esto lo hago solo por diversión.


Storïau


Pies descalzos

La cabeza me duele de solo pensar en cómo llegue a este lugar tan olvidado por Dios. Me da vueltas mi sistema, un vértigo me azota como un látigo y siento perder la razón a la brisa cálida que sopla en mi rostro.

Todo es arena a mis pies descalzos que, por algún motivo, no sienten el ardor de las brasas que deben de ser. Sobre mi cabeza se proyecta un cielo tan azul que parece un color prohibido en la paleta de colores que recuerdo. Y, en algún punto, donde mi mirada no puede llegar el sol me juzga desde lo alto como un Dios.

No sé cuál es el Norte, y cuál es el sur. Mi sombra es una conmigo mismo, parte de mí como lo es mi alma. Estoy seguro que el sol esta sobre mi cabeza lo que me indica que es medio día, de algún año, en algún mes.

Camino es la única opción, y en mi mente sonó por un instante como la mejor idea que he tenido en años.

La nada es lo que envuelve este nuevo mundo en el cual desperté.

Mantengo a mis pies ocupados para que olviden que están cansados, custodio cada paso que doy como si mi vida dependiera de ello. Y puede que lo sea. Fijo mi mirada en el horizonte difuso que tengo enfrente, y me propongo llegar a ese lugar donde el cielo y la arena convergen.

—Agua.

Imploro con la poca voz que tengo por la resequedad. Suplico mirando al cielo por el que alguien me escuche. La sed me hace delirar, pero puedo jurar que un punto rosado se va acercando a mí como una promesa de vida.

Mi vista esta nublada por la falta de agua, por la escases de alimentos. Pero aquel punto que se va aproximando a mi existencia va tomando una forma. Deja de ser un punto irregular rosado, y pasa a ser una figura humanoide con grandes alas que se mueven con elegancia.

—Agua —repito, extendiendo mi brazo aquella figura alada.

Me desplomo sobre la arena hirviente. Me giro para quedar boca arriba y poder ver el cielo azul tan inalcanzable. Y una lluvia de imágenes me azota en mi memoria, pasando sobre mis ojos y proyectándose en el azul de aquel manto celestial.

Recuerdo una vida distinta a esta, no recuerdo con exactitud cómo era pero si puedo percibir que era feliz en ella.

Mis manos se extienden con esa poca voluntad que me queda en un intento de alcanzar aquella vida. Pero pierdo a poco la razón, y mis parpados pesan como mil campos de arena. Voy perdiendo la noción del tiempo y el espacio, pero en un último intento de reacción consigo ver que la forma humanoide de alas grandes se posa sobre mí.

En mi delirio doy un último pensamiento, y lo recordaré por siempre. Deseé que aquella figura me llevara a un lugar mejor.