Antes que nada, necesito aclarar los siguientes puntos...
Primero: no se qué opinen del personaje de Lola. Pero si me lo permiten, en lo personal, esta es una niña muy destestable por muy buenas y más que obvias razones. Sólo los episodios en donde se gana mi compasión, es donde termina formando parte de momentos especiales con su familia en vez de maltratarla tanto física como emocionalmente, como por ejemplo Patching Things Up y, más recientemente, Read Aloud.
Es por esta razón que, cuando me encontré con esta historia, les traigo un suceso que tal vez podría marcar un rumbo distinto en su vida y la obligue a actuar de mejor manera como para pensar un poco más en su familia que en sí misma.
Segundo: la presente lectura es una historia que me encontré un día que no tenía nada que hacer, por parte de un usuario perteneciente al sector angloparlante. Me gustó tanto que quise compartirla con mis queridos hermanos de habla hispana.
Tercero: debo recalcar que, tanto ustedes como yo, no soy bueno hablando inglés. Pero gracias al cielo, tenemos el traductor de Google. Eso, junto con mis conocimientos básicos de traducción, y una que otra investigación de términos en inglés, he logrado adaptar este one-shot al idioma español.
GRACIAS
The Loud House y los personajes representados son propiedad intelectual de sus respectivos autores
Historia original de Tziput13.
Traducida al español y adaptada por mí.
CAPÍTULO I
El parque de Royal Woods podría ser fácilmente considerado como un lugar agradable, lejos del ruido del centro de la ciudad, donde los niños pequeños podrían pasar el tiempo sin los peligros de los bordillos y la necesidad de ser vigilados las 24 horas por sus tutores. Todos los días, el parque albergaba a docenas de niños, de los cuales el número podría ser aún mayor los fines de semana.
Sin embargo, este viernes por la tarde el parque era muy diferente de su aspecto ruidoso habitual, y solo unos pocos visitantes estaban traspasando los caminos dentro de las áreas verdes. Una de esas visitas no era otra que Lori Loud, y por supuesto que estaba caminando con su teléfono en una mano, sin prestar atención a dónde iba.
Después de todo, por lo que estaba haciendo, realmente no necesitaba sus ojos mientras tuviera oídos que funcionaran.
‒ ¡Vamos, Lola! ¡Por una vez, dame una oportunidad! ¡Si me escucharas y te cambiaras de ropa...!
‒ ¡Ah, no! Deja de repetir lo mismo una y otra vez, Lana, ¡no me vas a convencer! ¡Sabes muy bien que no me pueden ver con cualquier atuendo que me haga parecer como una plebeya! ¡Soy una reina maestra de los concursos de belleza y, vestida como tal, iré adonde quiera!
Lori puso los ojos en blanco y le sonrió a su novio Bobby con una sonrisa de cara de póker, preparándose para responder a la pregunta obvia que surgiría después. A decir verdad, él ya sabía el hecho de que Lori estaba ocupada actualmente: las gemelas habían pedido ir al parque y ella se había ofrecido para acompañarlas. Por supuesto, había un premio proveniente de la tarea, como el control total de Vanzilla al día siguiente, pero esto era algo entre ella y sus padres, lo que Lola y Lana no necesitaban saber.
De todos modos, no era tan importante. Solo tenía que asegurarse de que no intentaran matarse entre sí por si surgía una discusión: Lola y Lana podrían ser muy fieles a su apellido cuando quisieran.
‒ Entonces, ¿por qué rayos querías venir al parque en primer lugar? Hay un paraíso del barro aquí, ¡estuvo lloviendo todo el día de ayer! ¡Tienes que experimentarlo o mantenerte alejado de él!
‒ ¡Ja! Tengo mis propios medios de entrenamiento para mis desfiles, y eso también incluye cómo una niña siempre puede evitar que su preciosa ropa se manche en un entorno difícil. ‒ Ella agarró su vestido rosa para resaltar lo que quería decir. ‒ ¡Y eso es lo que voy a hacer hoy, incluso en este parque infernal!
Lana inclinó su cabeza, fallando en seguir la lógica de su hermana.
Sabía que su hermana gemela tenía un empeño muy impresionante a la hora de exhibirse como una "señorita perfecta" en esa clase de concursos, pero no entendía el porqué se negaba a disfrutar de una dosis de diversión.
Ambas niñas sabían disponer de la ayuda de su gemela alterna, pero sólo cuando la situación lo requería, puesto que ellas tenían comportamientos muy distintos.
Eso siempre generaba un conflicto entre ellas dos, debido al modo de ver la vida de cada una; eso sin tomar en cuenta que cada una de las niñas tenían gustos bastante marcados, tanto en su personalidad como en su vestimenta.
Por un lado, Lola degustaba de las cosas finas y brillantes, así como de la música clásica y el sentirse importante, deseable y perfecta. Sin embargo, su empeño por sentirse superior le generaba un serio contratiempo a la hora de socializar, haciéndole un daño a todos los que la rodean.
Por otro lado, Lana tenía depositada su pasión por la mecánica y el ocio en general. Ella podría tener sus propias razones para jugar o disfrutar de la intemperie de una manera despampanante. Sin embargo, tenía un modo de jugar bastante azaroso y una actitud dura a la hora de experimentar emociones.
A pesar de que, siendo unas niñas, no tienen intenciones turbias al recrearse como ellas mismas, precisamente esas diferencias eran las que las hacían distanciarse de ellas mismas.
Finalmente, la pequeña amante del lodo suspiró de manera pesada antes de contestarle:
‒ ¿Sabes qué...? Haz lo quieras, reinita. YO voy a volver a familiarizarme con ese charco de allí.
Acto seguido, se alejó con todas sus energías hacia un rincón del parque lleno de tierra mojada. Eso hizo que Lori solo tuviera la oportunidad de gritarle a que se fijara en dónde se estaba metiendo, pero eso no evitó que la marimacha se zambullera y comenzara a nadar en el barro, emitiendo vítores aquí y allá.
Por su lado, Lola, resoplando de manera no impresionada hacia la actitud de su hermana gemela, cambió su atención hacia Lori.
‒ Por favor, ella está muy lejos de toda esperanza. ‒ exclamó de manera despectiva, antes de volver a observar a Lana, y en seguida le preguntó a su hermana mayor con algo de recato en su mirada y en su tono de voz:
‒ ¿Acaso crees que alguna vez aprenderá?
Lori alzó los ojos por un segundo para echar un vistazo a Lana, quien se estaba dirigiéndose a un árbol pobre con bolas de barro. Sin embargo, antes de una pudiera llegar a una resolución, Lori se quedó observándola de una manera extenuante, dejando a Lola en un punto muerto a su manifiesto.
Lori no tenía nada en contra de Lana, por el contrario siempre le tuvo mucho cariño puesto que era una niña inocente y cariñosa, pero con la suficiente bravura e inteligencia para reparar un autobús por sí sola, o resolver situaciones más grandes que ella.
Sin embargo, el hecho es que esta niña aparentemente dulce podría incomodar hasta el más fuerte, debiéndose principalmente a su necedad y su poca higiene personal, las cuales no reflejaban más que un vestigio casi repelente de su persona.
Por lo tanto, la hermana mayor ya sabía que Lana siempre ha sido reconocible por sus hábitos inusuales en la casa Loud: es una amante de los animales que nunca se echa para atrás frente a una situación insalubre o desagradable, lo cual siempre ha sido una gran consternación no sólo para su hermana gemela, sino también para todos sus familiares.
Por una parte, Lori sabía que no podía cambiar a Lana debido a que ella sabía de antemano que había una norma casi omnipresente en toda clase de familia o sociedad: el principio de la tolerancia.
Por otra parte, ella sabía que, al igual que Lola, no tenía ningún problema en ser mandona o, como mínimo, adoptar un comportamiento concerniente a una situación considerada como inapropiada por los demás. Por lo que, antes de que la "reina de la casa" volviera a lo suyo, le contestó:
‒ Bueno... no sé si eso sucederá, pero seguro que no sucederá en este momento.
Eso hizo que Lola se quejara, por lo que le dio un replicación que terminó con ese momento de manera conspicua.
‒ Mira sólo hay que ignorarla. Es más... para que comiences tus prácticas, debería haber un curso de equilibrio en algún lugar, ¿te parece bien?
Al parecer, eso fue suficiente para Lola. Por lo que, una vez dicho eso, la hermana mayor se dispuso a buscar un lugar para las exigencias de Lola, antes de que ella comenzara otra odiosa diatriba de su parte.
No le tomó mucho tiempo, antes de enfocarse en un viejo y oxidado travesaño de un antiguo subibaja.
‒ ¡Allí! ‒ exclamó ella, antes de que Lola procediera a dirigirse a su destino.
Así, Lori revisó a las gemelas y estaba satisfecha de ver que podía vigilarlas a ambas sin tener que pasar de una hermana a otra continuamente. Se decidió por sentarse en una banca cercana y dejar que las dos jovencitas hicieran lo que quisieran. Una vez o dos revisó su teléfono, pero no tanto como antes: quizás Lincoln podría decir que era adicta a todo lo que quería, pero no era estúpida.
A decir verdad, realmente no le importaba pasar la tarde de esa manera. Lejos de la casa de Loud, ella podría tener algo de paz, lo cual era algo raro que experimentaría cualquiera de los hermanos Loud, y eso era aún más cierto en el fangoso parque ese día. El olor a hierba mojada tampoco era tan malo, y Lori incluso se dio cuenta de eso casi de inmediato una vez que cerraba sus ojos.
De hecho, toda esa situación era relajante... a excepción de los gritos alegres de Lana mientras saltaba de un charco al otro y los gritos furiosos de Lola mientras protegía su vestido a toda costa del terreno "inmundo". O tal vez la presencia de esas dos niñas ayudaban a amenizar la atmósfera... sea como sea, ella ya estaba acostumbrada al ruido.
Después de un tiempo, el aburrimiento comenzó a navegar a través de la mente de Lori, por lo que se puso de pie. Lana todavía estaba teniendo el mejor momento de su vida, pero Lola estaba marchando hacia Lori con intenciones alarmantes dado el ceño fruncido en su rostro.
Sin embargo, con tal de serenar una situación de inminente contingencia, Lori mantuvo su propia expresión neutral, si no condescendiente. Una vez que Lola estaba muy cercana, tuvo que recatarse ante toda la furia de su hermanita en una aparente expresión de indiferencia:
‒ ¿Qué? ¿Tienes una mancha de barro en uno de tus guantes? ‒ dijo ella, con sus ojos todavía fijos en la pantalla de su teléfono inteligente.
Dada la actitud burlona de su hermana mayor, Lola no se divirtió con su comentario.
‒ No, por supuesto que no, soy mejor que eso. He ejercitado todo lo que pude pensar de...
‒ Bueno, ¿y…? ‒ exclamó Lori de manera levantó la mirada y miró a Lola, esperando que ella continuara.
‒ Bueno... yo... realmente ya no sé qué hacer ahora ‒ terminó Lola, mirando al suelo. Parecía más avergonzada de lo que hubiera deseado, una escena que hizo sonreír a Lori. Tal vez podría luchar contra su propio aburrimiento ayudando a Lola con el suyo.
‒ Llevemos a tu hermana que está lejos de estar limpia y veamos qué podemos hacer al respecto ‒ afirmó Lori. A Lola no pareció gustarle la idea, pero sabía que no debía desobedecer a su hermana mayor... o, tal vez, estaba dispuesta a pasar un tiempo con su gemela. Lo que ella realmente estaba pensando seguía siendo un misterio para la hermana Loud de diecisiete años.
Fueron al charco en el que actualmente Lana estaba inmersa y Lori le pidió que fuera con ellas. Lana tampoco estaba dispuesta a seguir a sus hermanas. En todo caso, parecía más reacia debido al hecho de que habría tenido que abandonar su amado baño de barro para unirse a Lori y a su hermana que se comportaba de manera opuesta, pero discutir con la mayor estaba una vez más fuera de discusión.
Las tres regresaron al sendero principal asfaltado y reanudaron su caminata anterior. Sobra decir que el paso del tiempo en el rato que estuvieron caminando estaba acabando con la paciencia de las gemelas; de hecho, no era exactamente la mejor de todas.
‒ ¿Exactamente qué tienes en mente, Lori? ‒ preguntó Lana.
‒ Sí, ¿qué quieres que hagamos? ‒ agregó Lola.
‒ No lo sé... supongo que... en algo que les pueda gustar a ambas ‒ Lori se encogió de hombros.
Miró a su alrededor... y encontró una pieza de equipo de juegos que podría hacer el truco: un subibaja.
‒ ¿Qué hay sobre eso? ‒ propuso ella, señalando con el dedo el objeto mencionado.
Lola y Lana siguieron su ejemplo... y miraron confundidas a ella.
‒ ¿Eso? ‒ preguntó Lola, estupefacta.
‒ Creo que hay más maneras creativas de pasar tiempo juntos que cualquier subibaja, Lori ‒ dijo Lana.
‒ Oh, vamos... Yo sé que les gusta dar un paseo por unos minutos. Además, encontrar algo que ambas puedan hacer no es tan fácil.
‒ Bueno... está bien. ‒ admitió Lana. ‒ Vamos, Lola, veamos si realmente podemos divertirnos con esa cosa. ‒ dijo antes de avanzar hacia el balancín.
Lola, todavía un poco sorprendida por la propuesta de Lori, la siguió mecánicamente, levantando su falda para protegerla del terreno mojado.
‒ ¡Pido el lado más limpio! ‒ afirmó ella rápidamente.
Lori miró a las gemelas mientras tomaban sus posiciones en el subibaja, a unos diez metros de distancia, y comenzaron a balancearse hacia arriba y hacia abajo. Al principio, las gemelas parecían aburrirse más allá de cualquier límite, inclusive Lola lanzó un par de miradas a Lori que fueron reveladoras sobre lo que iba a hacer con ella una vez que hubieran terminado. Pero les tomó un minuto comenzar lentamente a entenderlo. Un empujón un poco más duro que los anteriores por parte de Lana, una respuesta comprometida de Lola, y un minuto después básicamente estaban tratando de impulsar la una a la otra hacia el espacio exterior.
Lori sonrió una vez que las vio disfrutando de su tiempo juntos por una vez. Ese fue otro momento que no era tan común de ver. Incluso decidió tomar una foto en un momento para enviarla a su novio... y guardarla para referencia futura junto con innumerables fotos protagonizadas por el resto de su familia.
Después de todo, perder esos momentos hubiera sido un crimen.
Sin embargo, la paz permaneció efímera, cuando un ruido llegó a los oídos de Lori, perturbando sus pensamientos. Desconcertada, Lori se giró y entrecerró los ojos, tratando de localizar qué emitía el ruido y qué tipo de sonido era.
No le tomó mucho tiempo darse cuenta de que se trataba de alaridos hablados que estaba escuchando. Llamadas de auxilio para ser preciso, e incluso podría ver a alguien a lo lejos, lejos del camino y dentro de las áreas verdes del parque, gritando palabras confusas.
Lori miró a las gemelas, todavía inmersas en su desafío personal.
‒ ¡Ustedes dos, quédense donde están! ‒ ordenó ella, y ambas chicas levantaron una mano con el pulgar en alto para señalar su reconocimiento.
Así, Lori comenzó a correr para llegar al ser humano, que parecía estar en un estado de angustia.
"Solo un par de segundos serán necesarios para entender lo que está mal, y así estaré de vuelta con las gemelas".
Lori comenzó a gritarle a la persona que, después de darse cuenta de que alguien venía, se movió inmediatamente hacia ella. Treinta segundos más tarde estaban uno frente al otro, y Lori se encontró frente a un hombre de aspecto casual adentrado en sus treintenas, sin nada fuera de lo común.
Bueno, eso si excluimos la correa vacía que sostenía en una de sus manos. Pero Lori no se dio cuenta al principio de ese objeto.
‒ Señor, ¿qué pasa? ‒ habló la adolescente ‒ Lo escuché gritar desde lejos. ¿Pasó algo?
‒ ¡Sí! ‒ respondió el hombre nerviosamente. ‒ Señorita, ¿acaso no vio a un perro corriendo por el parque?
Lori levantó una ceja.
‒ ¿Un perro? Hmm... No, no lo creo... No recuerdo haber visto ningún perro aquí hoy.
El hombre no fue tranquilizado por sus palabras.
‒ ¡Maldición! ‒ exclamó para sí mismo. ‒ Esto no es bueno, nada bueno...
Si la insatisfacción que sintió de su respuesta no fuera algo aberrante, el comportamiento intranquilo del señor empezaba a preocupar Lori. Por lo tanto, en un intento por entender su comportamiento errático, trató de aliviar la tensión:
‒ Señor... por favor, dígame qué está pasando, quizás pueda ayudarle...
‒ A ver, ¿está sola o alguien viene con usted? ‒ preguntó el hombre en lugar de responder.
Lori no esperaba ese tipo de pregunta.
‒ Yo... estoy con mis dos hermanas menores, las dejé por un momento en un subibaja para ponerme al día con usted.
A Lori no le gustó cómo el rostro del hombre palideció una vez que escuchó su respuesta.
‒ ¡Señorita... tenemos que movernos! ‒ exclamó el hombre
Acto seguido, el hombre simplemente la tomo de la mano y empezó a avanzar hacia la dirección de donde ella provenía. De por sí, ese gesto críptico del señor fue bastante molesto para Lori... no estaba segura de si él se burlaba de ella o realmente lo decía en serio.
‒ ¡Oiga! ¡Oiga! ¿Puede decirme qué es lo que...?
‒ Es mi perro, señorita. ‒ Finalmente reveló el hombre, soltándola y dándose la vuelta, pero caminando hacia atrás. ‒ Mi perro Edgar comenzó a actuar alocadamente de la nada mientras estábamos jugando en el parque, como solemos hacer todos los viernes. No sé qué pasó con él, pero después de diez minutos, él de repente comenzó a gruñir, ladrar y mostrarme los dientes. Incluso intentó morderme cuando traté de calmarlo, luego se alejó antes de que pudiera entender lo que estaba pasando. Lo perdí... y me temo que podría hacer algo malo, señorita.
Ese momento, la reacción de Lori cambió a una preocupación inmediata por sus dos hermanas.
Los cabos ya estaban atados. La situación explicada por el hombre podía tener múltiples interpretaciones, y aunque no todas tuvieran implicaciones peligrosas, Lori tenía suficiente cuidado de ser una hermana mayor como para preocuparse por las posibilidades restantes.
Segundos después, ambos corrieron, y Lori incluso superó al hombre en la carrera por el balancín en el que dejó a Lana y Lola.
Lori calculó que las había dejado solos por no más de cinco minutos. Esa fue una cantidad de tiempo muy limitada.
Sin embargo, no es lo suficientemente limitado, ya que el hombre y Lori alcanzaron el subibaja solo para descubrir que carecía de sus anteriores usuarios.
Por primera vez en meses, la preocupación de Lori se transformó en profundo temor.
FIN DEL CAPÍTULO I
