Hola a todos, este es mi primer fic, que, como habrán notado, es de Dark Link y su origen… Como algunos sabrán, de él solo hay teorías e historias de fans (fan-fictions) y me decidí a hacer la mía, ya que siempre me he sentido un poco atraído hacía el origen de este personaje tan enigmático.
Sin más, inicio con la historia…
Los personajes de la historia a continuación son de The legend of Zelda Universe y le pertenece a su respectivo creador (shigeru miyamoto).
Todos tenemos miedos, pesadillas, todos nos cansamos y queremos retroceder a veces, excepto él. Aun no sé qué lo motiva, no sé porque siempre sigue adelante, ni porque su corazón no se desintegra, pero lo odio, lo odio más que a mi existencia.
Yo soy una maldición, soy un vacío, poco menos que una sombra, soy todo lo que alguien no quiere ser.
Él está frente a mí, con esa luz, con esa confianza, lo odio y debo acabar con él, es la maldición que cargo, mientras a él lo mueve el valor a mí me sofocan la ira y el miedo, mientras él se levanta por sus deseos yo solo sigo atacando por desesperación. Finalmente él llega a mí, con el filo de su espada y cobardemente huyo, huyo tan lejos como puedo para atacarlo por la espalda, es lo único que puedo hacer si quiero seguir con vida.
Finalmente la pelea acaba, estoy en el suelo una vez más, me parece verlo conmovido y, por primera vez, me atrevo a gritarle desde mi fracaso:
DL: Yo soy la causa de todos tus males, acaba conmigo, ¡termina esta pesada carga maldita de una vez¡
Link: Tú no me haces ni un mal.
DL: Acabo de luchar contigo de forma cobarde y engañosa solo para seguir con vida.
Link: Y te lo agradezco, me preparas para lo que hay más adelante, no eres malvado, mereces vivir
DL: ¿Es eso o es que no te atreves a acabar con esta parte de ti? (sonriendo macabramente) No puedes hacerle daño a tu propio reflejo ¿verdad?
Link: No puedo acabar contigo porque te necesito.
DL: Sí no puedes acabar con mi maldición es porque en el fondo eres aun peor que yo…
Él se marchaba victorioso y seguro, como cada vez, yo no tenía más opción que maldecirlo, tirado en el frío suelo, preguntándome sobre lo que me dijo ¿Por qué no acaba conmigo nunca? ¿Para qué me necesita? Hasta dormir y despertar, como si lo ocurrido no hubiera pasado, sin heridas, sin cansancio, sin remordimientos, deseando luchar con él de nuevo, pero ya no más.
