Notas de la autora: Esto es de una actividad de hacer microrelatos (drabbles los llaman...) entre 100 y 500 palabras por historia... así que son pequeñas historias cortas en plan escena autoconclusivas y sin relación entre ellas. Trata sobre el otoño.
Palabra: Gorro.

Más que un regalo.

Había ido al norte, muy al norte, en un tiempo que para otros habría sido absurdo, la tardanza fue escasa y la llegada fortuita, pues la tienda que quería visitar estaba a punto de cerrar pero le dejaron entrar, una tiendecita muy rústica de piedra rojiza y techo de madera.

Era un otoño tardío, pero en aquel lugar el frío ya había calado entre las gentes sorprendidas por el repentino cambio de tiempo, siempre variable en la zona. Sonic miró a un lado y a otro en aquella pequeña tiendecita, y encontró lo que buscaba, un gorro con orejas hecho a mano por la señora del dueño de la tienda. La calidez le llenó de satisfacción, pagó por él sabiendo la calidad del producto y lo mucho que había merecido la pena llegar hasta allí en esa época.

Pasaron los días y aquel gorro salió de su prisión de papel lleno de dibujitos enrollado torpemente con cinta azul, y lo primero que vio fue el rostro sorprendido, agradecido y emocionado del joven zorro.

-¡Gracias, Sonic!- Dio un brinco Tails. -Mis orejas lo pasan mal en esta época del año.

-De nada, feliz décimo cuarto cumpleaños.- Hizo una pose cool el erizo.

El muchacho acercó la cara al gorro, a la parte interior, y la acarició notando la suavidad y calidez de la prenda, seguidamente se lo colocó en la cabeza, luego miró al cielo.

-¿Sabes?- Comenzó a decir sin mirar a Sonic. -Podías haber esperado a mañana, no corría prisa.

Y realmente el cielo nocturno plagado de estrellas indicaba perfectamente a lo que se refería.

-Entonces no podría haber dicho "¡Prime!".- Sonic se echó a reír sin mirarle, oculto en la sombra de su posición a contra luz de aquella lámpara de la entrada.

Habían pasado de las doce de la noche, eso era suficiente para considerarlo "el día de su cumpleaños", y realmente quería ser el primero, pues quizá el erizo no era de los que expresaba sus sentimientos con bonitas palabras y grandes regalos, pero sí con detalles y gestos muy disimulados, pero sin miedo.

-¿Sabes?- Volvió a repetir Tails sin retirar la vista de las estrellas. -Te quiero.

Seguían sin mirarse, el erizo alzó la vista también observando los puntos brillantes del cielo, sin entender realmente la obsesión de la gente por buscarles formas y significados, pues él simplemente pensaba que si algo te gusta, no necesita tener un sentido real, lo único importante era lo que te hiciese sentir al contemplarlo.

-Lo sé.- Dijo Sonic al cabo de un momento tras observar las estrellas.

Cuando notó la mano de Tails buscar la suya en la oscuridad, le ayudó a encontrarla y la estrechó fuerte sin moverse del sitio.