Una probeta rota.
El estruendoso romper de un cristal acabó con el apacible silencio que hasta ese momento se había podido respirar en la sala. Fruto del mismo, de ese desdichado accidente que acababa de tener lugar, decenas de diminutos pedazos de vidrio, transparentes y reflectores del blanco fulgor de los alógenos que colgaban del techo, se esparcían por el suelo ahogándose en la verduzca mezcla que el anteriormente recipiente, había contenido.
Nemu no pudo evitar que un agudo grito de arrepentimiento saliera de su garganta. Ese fatal el error que acababa de cometer con uno de los experimentos de su padre y creador, le costaría demasiado caro. Rápidamente, y en un desesperado intento por ocultar las pruebas de su incompetencia, la sumisa teniente comenzó a recogerlo todo. Pero las prisas, traicioneras y malas compañeras del trabajo bien hecho, jugaron una muy mala pasada a la muchacha.
Roja, viscosa y con unas tremendas ansias por abandonar su cuerpo a cada latido del corazón, su sangre comenzó a manar incesante del profundo corte que la shinigami acababa de hacerse en su delicada mano derecha.
Aún más angustiada de lo que ya estaba, la joven trató en vano de evitar que el liquido proveedor de vida llegase al suelo, y con eso terminase de estropear el ya muy deteriorado experimento de Mayuri. Pero tampoco pudo evitarlo, y la mezcla de fluidos resultante se tornó marrón.
En ese preciso instante, y para mayor desgracia de la aterrada teniente, el seco resonar de unos pasos cada vez más cercanos le anunciaron la inminente y fatídica llegada de su padre. Pavorosa, Nemu se hizo bola, preparada psicológicamente para el castigo que estaba a punto de recibir, y que ya muchas otras veces había sufrido. Y dos diminutas y cristalinas lágrimas se asomaron tímidamente por sus pequeños y pardos ojos.
-¡¿Pero qué es todo esto?!-Chilló airado el capitán cuando finalmente, y cumpliendo con las expectativas, llegó a su laboratorio y contempló lo sucedido-¿Es que no puedo dejarte sola inútil? Mi ultima creación arruinada ¡Y para rematar vas y te cortas!
El capitán, furioso, alzó su mano amenazante dispuesto a reprender a su subordinada a base de golpes. Esa era su forma de actuar, fría, vil y despreciable. Aquella que las múltiples penurias de su vida le habían obligado a aprender.
Y Nemu le miró resignada, dispuesta a recibir cualquier castigo de él. Algo dentro de su pecho le impedía revelarse contra ese hombre. A pesar de que era buena conocedora de su maldad, a pesar de contar con el apoyo de otros shinigamis que desaprobaban la enfermiza relación que padre e hija mantenían...A pesar de todo eso, ella era incapaz de mover un dedo en contra suya.
Y fue gracias a esa cara que ahora mismo mostraba, llorosa, delicada y fiel reflejo del amor que incondicionalmente le profesaba, que el hombre no tuvo la entereza suficiente para abofetearla. Su mano se detuvo repentinamente en el aire, a escasos milímetros de impactar contra la suave cara de la morena. Algo en su interior se había revuelto incomodo...
¿Qué era eso que acababa de sentir¿Un ya muy olvidado amor paternal o tal vez un lamento de su tripa por haber consumido algo en mal estado? No, eso que había brotado en su pecho era compasión. Una minúscula pizca de empatía que acababa de hacerle reflexionar ¿Es que acaso no la había creado a ella, su hermosa e idealizada hija, para devolverle la calidez a su corazón? El shinigami, meditabundo y con una atípica expresión en sus ojos, retiró su brazo y volvió de nuevo hasta la puerta.
-Recoge esto y que no se te quede nada.-Se limitó desorientado a contestar y, presto, abandonó la estancia. Esa noche tendría mucho sobre lo que meditar.
La muchacha, por el contrario, permaneció unos minutos en su sitio demasiado perpleja por lo ocurrido y, tras unos esos breves instantes de reflexión, agarró un trapo y comenzó a limpiar mientras una gran sonrisa iluminaba su rostro.
