Disclaimer: Todo lo que reconozcas es propiedad de JK Rowling

Aviso: Este fic participa en el Reto #14: "Amortentia al azar" del foro Hogwarts a través de los años.

Pareja: James Sirius Potter y Lizzy Collins (3G)

Olor: Tarta de melaza

Curso: Verano entre el 4º y 5º año de James/3º y 4º de Lizzy


James todavía no podía creerse aquello. Estaba sentado en el borde de la piscina, mirando cómo Lizzy, Rose y Victoire nadaban y tratando de asumir aquello. Era una chica. Lizzy, su mejor amiga, su compañera de tardes de quidditch, era una chica. Tenía curvas y estaba convencido de que también el resto de partes femeninas que se suponía que debía tener.

Ni siquiera sabía cómo había sido capaz de reaccionar cuando la vio. Ella corrió hacia él y lo abrazó como siempre, como si todo siguiera igual –porque para ella todo seguía obviamente igual– y él se vio obligado a darle un par de vueltas en el aire antes de comentarle lo increíble que estaba. Porque era la pura verdad. Estaba guapísima y estaba seguro de que todos los chicos de Hogwarts se darían también cuenta de aquello e intentarían salir con ella. Y no podía permitir que alguno de ellos le hiciera daño. Era su Lizz, su mejor amiga, tenía que cuidarla y evitar que cualquier niñato jugara con ella.

–James, ¿vienes a ayudarme?

Se giró al escuchar la voz de su abuela y asintió.

–Claro, abu, voy –se puso de pie y comenzó a andar hacia la cocina.

–¡Espera, os echo una mano yo también!

Lizzy salió de la piscina y corrió hacia él. Se impulsó y, de un salto, se subió a su espalda, haciendo que el chico sonriera. Le gustaba aquellos momentos en los que era tan impulsiva.

–¿Sabes? Rose y yo hemos hecho la merienda –le dijo mientras entraban a la Madriguera–. Bueno, más bien hemos ayudado a tu abuela a hacerla, pero algo es algo.

–¿Ah, sí? –Enarcó una ceja y la bajó al suelo–. ¿Y qué habéis preparado?

–Una deliciosa tarta de melaza –sonrió sin poder evitarlo–. Sé que es tu favorita.

–Sí, me encanta –le devolvió la sonrisa–. Y seguro que os ha salido genial.

–Me muero de ganas de probarla.

Entraron a la cocina, donde Molly estaba cortando el dulce en trozos y les dedicó una media sonrisa.

–¿Quién quiere ser el primero en probarla?

–¡Yo!

Los dos contestaron al mismo tiempo y empezaron a reír sin poder evitarlo.

–Bueno, pues supongo que seréis los dos –los sirvió en dos platos y les señaló la tetera y unas tazas–. Llevadlo todo a la mesa y volved ahora.

Los dos chicos lo hicieron rápidamente y, una vez todo estuvo listo para la merienda, cogieron los trozos de tarta y se sentaron en el sofá a comer.

–Merlín, somos las mejores cocineras del mundo –comentó la morena, cerrando los ojos y disfrutando del sabor.

–Menuda creída –James probó un trozo y sonrió–, aunque no exageras, ¿para qué mentir?

–Te lo dije.

–No te pongas chula.

–¿O qué? –Lo miró con desafío y enarcó una ceja–. ¿Crees que me das miedo, Jamie?

Él no lo dudó ni un instante. Cogió un poco de dulce y se lo tiró al escote, haciendo que ella gritara.

–¡Te mato, James Sirius Potter!

Le tiró lo que quedaba en su plato por la cabeza antes de abalanzarse sobre él y empezar a extendérsela por todo el pelo y la cara. Él lanzó una carcajada y le sujetó los brazos con una mano y la cintura con la otra, intentando defenderse.

–Era broma, Lizz, era broma –dijo, riendo–. Eres la mejor cocinera del mundo y para nada creída. En absoluto.

–Qué idiota eres –contestó ella, arrugando la nariz.

–Creía que ya estarías acostumbrada a eso, ¿no?

Le soltó los brazos y la abrazó y Lizzy cerró los ojos y enterró el rostro en su cuello.

James suspiró. A lo mejor las cosas no tenían por qué cambiar entre ellos, a lo mejor aquello solo significaba que estaban creciendo, pero no tenía por qué hacer las cosas diferentes.