.
.
Dulce Tentación.
Capítulo I: Primer día.
.
Había llegado el primer lunes del calendario desde que terminaron las vacaciones y un nuevo período escolar iniciaba. No era algo que realmente le animará, mucho menos pensar en todos los días que debería madrugar por el resto de su vida. Con pereza, apagó la molesta alarma posponiéndola cinco minutos más, logró dar un leve pestañeo que lo llevó a despertar media hora más tarde. Se levantó de un salto, rápidamente se cambió la pijama, dejando en el olvido la idea de comer y correr a su primer día de trabajo como profesor titulado.
Subió a su modesta moto, en la boca llevaba una tostada (necesitaba alimentarse o se desmayaría por culpa del hambre). Estaba obligado a llegar temprano o no causaría una buena impresión, detalle que le producía ciertas ansias, suprimió de su currículum todos los empleos de los que fue despedido por llegar tarde o mejor dicho —A los que rara vez llegaba a tiempo—, haciendo que su "experiencia laboral" luciera tan virgen como a sus doce años.
Al momento de pisar la entrada de la preparatoria, la campana llamo a todos a ingresar a sus salones.
Dejó escapar un sonoro suspiro.
Conocía el edificio, por lo mismo no le fue difícil encontrar el salón de maestros. Allí lo estaba esperando una rubia, quien lo miró de pies a cabeza, notando lo desaliñado que lucía. Gintoki, no perdía el tiempo "arreglando" su permanente natural, sus ojos de pez muerto se veían más cansados durante la mañana. Al salir con tanta rapidez no se percató que abotono mal su camisa, y que el nudo de su corbata estaba al revés.
—Debes ser Gintoki, o algún borracho que se perdió de camino a su casa —dedujo, dándole un sorbo a su café.
—Que divertida. Si supieras por los problemas que tuve que pasar para llegar aquí, entenderías.
—Como sea, bienvenido. La segunda puerta es el baño —la señaló— cuando te veas presentable te llevare con tus alumnos.
.
En compañía de Tsukuyo, caminaban por el pasillo del tercer piso, donde le esperaba el aula con sus nuevos alumnos. El veinteañero, veía a su colega como alguien "exageradamente seria" por lo que no creía posible llevarse bien con ella.
El de cabellera plateada, abrió la puerta, escuchando claramente un centenar de maldiciones por parte de un chico que en esos momentos estaba comiendo ¿Mayonesa?
—A sus asientos —gritó la mujer— ya están bastantes grandecitos para estas riñas tontas. Okita, Hijikata, que sea la última vez.
Los muchachos obedecieron enseguida, parecían tenerle miedo. Los demás jóvenes en el aula inspeccionaban con atención al permanentado, quien seguía dudando si aquella cosa viscosa del envase era mayonesa, tan solo imaginarlo le daba repugnancia. La profesora de ojos amatista, continúo hablando por un rato. Él solamente estaba preocupado porque olvidó la carpeta con el material para enseñar la lección diaria.
Salió del trance cuando la maestra, le dio un "suave" codazo en las costillas para que despabilara. Gintoki, dio un paso hacia adelante con la intención de decir su nombre, pero la puerta nuevamente se abrió. Entró corriendo al salón una pelirroja, con un pésimo intento por pasar desapercibida, ella no contaba que "el hábil Sádico" hiciera uso de su pie derecho como obstáculo, haciéndola caer de forma inevitable.
—¡Sádico imbécil! —gritó, llegando a decibeles que podrían romper copas.
—¡Kagura! Esa no es la forma de hablar de una señorita y tampoco son horas de llegar —gritó, una histérica anciana que venía justo detrás de ella.
Gintoki quedo con la boca semi abierta, lo habían interrumpido cuando intentaba articular su nombre. Alzó una ceja al reconocer a Otose, la directora. No dudaba que la mujer tuviera alguna úlcera por la culpa de esos adolescentes.
—¡Pero ese desperdició de espacio, lo hizo apropósito! —contratacó enojada.
—China, no me eches la culpa de tu torpeza, si no entraras como un animal salvaje y te fijaras por donde pasas…
El muchacho de cabello castaño no termino su frase, ya que Kagura le arrojó su mochila en el rostro. El golpe fue duro, dentro del bolso llevaba el libro de texto de Historia y el de Literatura, era imposible salir ileso de la agresión.
—Okita puedes ir a enfermería, y Kagura por ser el primer día lo dejare pasar —finalizó con el ceño fruncido— por cierto, él es su nuevo maestro —lo señaló, recordando su objetivo principal.
—Soy Sakata Gintoki, su nuevo maestro titular —tragó saliva, al sentir encima los furiosos ojos azules que aún no tenían deseos de sucumbir.
—Lo dejamos con su grupo, por alguna razón nadie quería hacerse cargo de ellos —sonrió Tsukuyo, quien originalmente estaba destinada a ser la titular de la clase Z.
Las mujeres salieron de la sala y un gran silenció se hizo presente, hasta que cierto chico abrió la boca.
—¿Vamos hacer algo o se va a quedar parado sin decir nada? —preguntó, con monotonía.
—Todos saben que el primer día no se hace nada —se defendió, cruzándose de brazos. No podía evitar que su lado despreocupado saliera a flote, el problema es que usualmente era en situaciones críticas— voy a pasar la lista y aprovechen de decir: su edad, apodos, si tienen alguna mascota o algo. Se supone que tengo que congeniar con ustedes y aprenderme sus nombre cuando termine la semana, la directora es una molestia —soltó un bufido, dándose cuenta que había hablado más de la cuenta.
Mientras intentaba memorizar los nombres de los muchachos, se preguntaba a sí mismo ¿Qué estaba haciendo? Se supone que iba a ser como el Dr. House de la educación, quería ser como Shouyo, el hombre que lo ayudo a salir adelante, la persona a quien más admiraba, pero tristemente no le llegaba ni a los talones. Sin mencionar que en su primer día trataba de pasar el tiempo de forma improvisada. ¿Qué haría cuando terminen de presentarse, sacarlos a jugar al patio?
Ser un adulto responsable era agotador.
—Bien chicos, nos sobran quince minutos tómenlos como su recreo.
Tomó asiento en su escritorio, fingiendo revisar el libro de clases hasta que un grito lo alertó, la pareja de hace rato estaba peleando otra vez. Tenía que pararlos, pero no recordaba el nombre de ninguno de ellos.
—¡Hey! —no obtuvo respuesta por parte de ninguno, ambos estaban entretenidos jalándose del cabello mientras intentaban golpearse— ustedes la parejita de novios, peleen cuando nadie los vea ¿quieren?
—¡Esta cosa no es mi novio! —se defendió la chica, con el ceño bastante fruncido.
—Nadie querría una chica tan fea y plana como novia —sonrió, sabiendo que sus palabras la harían enojar aún más.
—¡Un bastardo bueno para nada como tú, jamás podría tener a una preciosa reina como yo!
—Seguro que eres la reina de los monstruos —contestó con tranquilidad, como si los golpes no le dolieran— porque no veo a ninguna preciosidad.
—¡Suficiente! —gritó. Separándolos, sujetando la frente de cada uno, necesitaba controlarlos o no sobreviviría al resto del año— Suichiro quédate afuera hasta que empiece el recreo.
—Es Sougo —corrigió antes de salir.
Durante los minutos restantes continuo revisando el libro de clases, cuando acaban las hojas designadas a poner las notas de cada asignatura, le seguía las "hojas de vida" de los alumnos. Cada una tenía el nombre de un alumno, y en la esquina superior derecha llevaba la foto correspondiente. "Yato Kagura" era el nombre de la pelirroja.
La campana toco, anunciando el primer receso.
—Kagura puedes quedarte un momento —la llamó, cuando la chica se levantó de su asiento.
Con aburrimiento fue hasta el escritorio parándose frente a él.
—No me importa el tipo de relación que tengas con Suichiro, pero te quiero pedir que al menos en mis clases trates de ignorarlo, por ahora no tengo ganas de jugar al malo. Prefiero evitarme problemas con la directora y con ustedes ¿Vale?
—No te hagas, ¡tú mismo viste que lo hizo apropósito!
—Yo soy del tipo que cree que si alguien te hace daño tienes que devolvérselo el doble —sonrió, al recordar anécdotas pasadas donde siguió su propio consejo— él quiere llamar tu atención, por eso no tomes en serio las tonterías que dice, eres una chica linda —el profesor cuando se dio cuenta, la muchacha tenía una mirada extraña entre asco y horror— ¡Oye espera no, no, no. No pienses mal! —se excusó, moviendo las manos con nerviosismo —lo que quería decir, es que no dejes que te provoque solo quiere molestar, eso es todo p-puedes irte.
Si continuaba hablando sin pensar, no alcanzaría a terminar ni si quiera el día.
Kagura se retiró con algunas palabras que quedaron dando vueltas "quiere llamar tu atención" "eres una chica linda". Sintió como sus mejillas comenzaron a encenderse, sacudió la cabeza y corrió a comprar algo a la cafetería, tenía muchísima hambre y al quedarse dormida no tuvo tiempo de desayunar.
Hola! Este fic se me ocurrió cuando vi un par de imágenes que estimularon mi imaginación, espero que sea de su agrado además tenía la impresión que al Fandom le faltaba GinKagu :B Ok no(?)
No se olviden de comentar :P
Saluditos Bye! n.n
Me pueden encontrar en Facebook: Yoxitha94
