Remus corría sin miedo a través del Bosque Prohibido, su capa café y verde oscuro ondeando, mientras pensaba que dirían sus amigos si supieran que salía por las noches a perseguir Brujas. Sirius lo atormentaría por el resto de su vida, sin duda, porque los chistes jamás se le acabarían. Y cuando se enteraran exactamente qué tipo de brujas eran las que Remus salía a cazar, bueno, conociéndoles se lo tomarían como cuando se enteraron de su pequeño problema peludo, que no fue una mala reacción (una muy buena en realidad), pero una inconveniente para esta otra situación.

De todas formas Remus no iba a decirles nada. No involucrar más personas era una de las primeras reglas no escritas de la vida como Puella -o en el caso de Remus, Puer- Magi. Desafortunadamente, todo lo que en estos años evitó que el resto de los merodeadores se enteraran del otro pequeño secreto de Remus era magia, pero no la que enseñan en Hogwarts, y sólo una poquita, porque si Remus ha sobrevivido como Magi todos estos años es porque pronto aprendió a usar lo más posible su propia magia y no la del Contrato, pues nunca se sabe si habrá suficientes Brujas cerca de Hogwarts. Y esa también es parte de la razón por la que sus amigos no se han enterado: no sale regularmente de caza cada mes, no es necesario y es hasta contraproducente. Remus ha aprendido a salir de caza lo más posible durante las vacaciones para siempre tener al menos 3 Semillas extra durante los cursos.

Pero esta noche Remus está seguro que hay una Bruja, o al menos un Familiar, en Hogsmeade. Realmente no necesita la Semilla, pero no puede dejarla suelta causando destrozos. Además, falta poco para la luna llena y una parte de él se siente ansiosa por pelear contra algo.

Una vez en la villa encontrar la entrada al laberinto es muy sencillo, pero no entra inmediatamente. Se detiene a un paso de las imágenes caleidoscópicas del portal y se concentra. La gema, redonda y color verde oscuro, del broche que detiene su capa brilla, luego una parte de ella desaparece, dejando en el broche un pedazo en forma de luna creciente. Al mismo tiempo que sucede esto, una figura oscura se materializa a sus pies, y sin que Remus tenga que darle órdenes, el gigantesco lobo salta al portal y entra al laberinto. Remus lo sigue sin prisa.

El interior del laberinto se parece al subterráneo de Londres, si el subterráneo de Londres fuera un dibujo en tinta negra sobre papel blanco con sólo los más mínimos toques de los colores primarios aquí y allá, y existiera durante la época medieval (eso último probablemente era una manifestación de Hogsmeade al interior del laberinto). Acostumbrarse a la sensación de estar en un ambiente en dos dimensiones le toma algo de tiempo, pero no demasiado; tiene practica en ello.

El camino hasta la bruja es fácil, pues es hacia donde se dirige el lobo, quien aparte ha eliminado los familiares que se aparecieran en su camino, así que Remus sólo tiene que matar a los que se hayan generado después.

Todo esto es rutina.

Y es por eso que cuando llega al centro del laberinto donde se encuentra la bruja, no se espera lo que ve, pues ahí esta Severus Snape, vestido como caballero en armadura negra con una docena de dagas flotando en el aire y un muy familiar gato blanco observándolo desde un punto más alto.

Parece que no soy el único que guarda secretos, piensa Remus mientras materializa su mosquete y le dispara al familiar que se le aproxima a Snape por la espalda.


uhmmm... ¿Oops?