"Mi chica de humo"

Capitulo 1: El adonis

¿Qué mujer no querría tener como pareja o simplemente una aventura con un hombre como él? Alto, guapo, extrovertido, 26 años, con un cuerpo bien formado, admirado por muchos envidiado por otros, multimillonario, famoso, uno de los hombres más codiciados de Tokyo Japón.

Inuyasha Taisho, poseía una abundante cabellera plateada, piel blanca, unos hermosos e impactantes ojos ambarinos y una sonrisa perfecta que enamoraba a cualquier mujer, todo un adonis y eso mismo pensaba él, podría decirse que si era algo egocéntrico, Con su gran fortuna parecía que lo tenía todo, siendo el hijo menor de una de las familias más importantes del país "LOS TAISHO".

Este caballero en verdad que disfrutaba de una gran vida, con su familia y amistades, pero no todo en la vida es perfecto y aun el odontólogo más exitoso tenía sus defectos, podía ser bastante engreído, celoso, posesivo, impulsivo e orgulloso, sin embargo no se le quitaba que era buena persona y por sobre todo, amaba su trabajo.

Había algo que odiaban todas las mujeres que lo acechaban, el afamado Odontólogo Taisho al parecer ya tenía a una mujer en su corazón.

En un consultorio bastante amplio, de paredes de color perla con cuadros puestos en ellas, mostrando varios diplomas, certificados y medallas, una gran ventana cubierta con unas cortinas de un color azul rey, en el medio yacía una especie de silla que podía subir y bajarse a comodidad, con los utensilios propios que requiere un odontólogo para realizar la revisión de cada uno de sus pacientes, a un lado a mano derecha se encontraba un escritorio de color marrón oscuro, encima de el algunos adornos, libros, papeles, un teléfono, entre otros.

Y detrás del escritorio, sentado en una silla de color negro se encontraba Inuyasha Taisho revisando unos papeles, vestia una camisa azul de manga corta y un pantalón oscuro, de calzado unos mocasines negros y encima de sus fuertes y duros hombros llevaba puesta una bata de laboratorio, en ese momento el teléfono comienza a sonar, Inuyasha levanta el auricular inmediatamente y habla:

―Si Enyu?...− pregunta el albino tomando uno de los papeles del escritorio.

― He doctor… su no… prometida está aquí...− decía una voz femenina que se escuchaba de manera nerviosa.

― Ha! Pues hazla pasar – dijo Inuyasha sonriendo un poco.

― Si doctor! – afirmó la joven colgando. Así en solo 4 segundos la puerta del consultorio se abrió dejando ver a una mujer bastante hermosa de unos 25 años, de cabello negro largo y lacio, suelto un poco mas debajo de la cintura, piel muy blanca, ojos castaño oscuro, tenía una muy bonita figura, estaba vestida con una falda larga negra y una franela muy elegante sin mangas de color rojo y la parte del cuello en forma de V haciendo notar su escote, de calzado usaba unos tacones del mismo color que su falda, se podía vislumbrar un collar de oro con adornos rojos, y en cada mano llevaba una pulsera de oro y en el brazo derecho llevaba una cartera de color blanco, caminando sensualmente hacia su amado prometido, extendiendo los brazos para poder abrazarlo:

― ¡Mi amor! – exclamo la mujer con una amplia sonrisa.

― ¡Mi querida Kikyo! No pensé que vinieras hoy – decía el albino levantándose y saliendo detrás del escritorio para recibir a su bella novia en sus brazos.

― Es que no podía estar ni un minuto más sin verte… te extrañaba...− le dice ella pegándose más a él dándole un beso en los labios con una risita.

― Yo también a ti en serio me alegra mucho verte mi Kikyo. – e devuelve la sonrisa y el beso.

― Estaba pensando en salir a cenar esta noche… ¿Te parece? – le pregunta separándose un poco de él sutilmente.

― Pues claro amor, no te digo para que vayamos a almorzar puesto que tengo una conferencia en unas horas pero sabes que en la noche todo lo que quieras. – dice guiñándole un ojo con picardía.

― Entonces quedamos así…– se acerca a él y le besa los labios de nuevo, luego con los dedos le limpia un poco la boca ya que le había manchado de labial − ¡Listo! Tan bello como siempre mi odontólogo galán.

― Gracias mi doctora seductora, ahora si… andando − dice yendo a su escritorio y guardando los papeles en un portafolios que estaba a un lado, lo cierra tomándolo de una mano y de la otra, toma la mano de Kikyo- acompáñame hasta mi auto− Kikyo asiente y ambos salen del consultorio tomados de la mano.

Kikyo era doctora cirujana, tenía buen prestigio en el gremio de doctores, además de que la alaban por ser hermosa y no solo por su trabajo, llevaba 4 años de relación con Inuyasha y estaban comprometidos para casarse, eran la pareja del momento. Después de que salieron del edificio y llegaron al estacionamiento, Kikyo se despidió de su amado prometido, el cual sube a su lamborghini aventador de color dorado y colocando dos dedos en sus labios le lanza un último beso a la bella mujer y sale de allí.

Ya un minuto después Inuyasha ya estaba en camino, tenía una conferencia importante en una universidad y no podía faltar:

― Si ya lo sé Miroku… me entretuve pero ya voy en camino…− decía Inuyasha algo malhumorado mientras manejaba atendiendo una llamada por el manos libres, el albino seguía conversando con quien parecía ser un amigo de confianza cuando suena otro de los teléfonos celulares que poseía- Oye… Miroku está sonando el otro teléfono… probablemente es Kikyo.. dame un momento− es cuando el albino baja por un momento la mirada para poder tomar el otro teléfono cuando, una chica de la nada en una bicicleta de color rosado claro aparece de la nada en frente y bastante cerca, Inuyasha ya había tomado el teléfono pero al levantar la mirada se encuentra con la presencia de la muchacha que estaba muy cerca de pasar sobre ella:

― ¡Maldición! – frena fuertemente y el auto se detiene en seco haciendo un fuerte ruido justo cuando ya casi estaba por tocarla, la chica se espanta y cae del susto de su bicicleta, haciendo que todos los libros que llevaba en la canastilla cayeran en la carretera. Inuyasha asombrado casi con el corazón en la boca sale rápido del auto y va hasta la chica.

― ¡¿Pero qué rayos te pasa!? ¿Acaso no viste que venía un auto!? − le dice enojado sin mirarla arrodillándose para levantar los libros caídos.

― Ayy! Oiga… el único auto que venía era el suyo y pensé que podía pasar antes que usted llegará… realmente ando apurada! − decía la joven reincorporándose y también arrodillándose para mirarle.

En ese momento, Inuyasha levanta la mirada y se sorprende mirando fijamente a la joven, no podía creerlo… casi atropellaba o se convertiría en el asesino de una hermosa chica, ella lo miraba algo incrédula puesto no le decía ya mas nada y solo la observaba embobado, ella se levanta y es cuando Inuyasha puede visualizarla mejor, en verdad que era hermosa, de piel blanca, ojos color chocolate, de cabello largo negro azabache suelto un poco mas por debajo de los hombros, estaba vestida con un vestido sencillo pero muy lindo de color azul, con una chaqueta encima de color blanco, se amoldaba muy bien a su hermosa figura, de calzado unas sandalias del mismo color del vestido, el no le quitaba la vista de encima mientras ella levantaba su bicicleta, luego con una mano en un manubrio y la otra mano en su cintura y haciendo ese ruido típico de los zapatos tocando el suelo y a modo de impaciencia le mira y le pregunta:

― Oiga… ¿Usted en serio va a seguir viéndome como pervertido o como hacemos…? hay gente al acecho…− dice bastante incómoda mirando alrededor.

El albino se levanta sobresaltado mirando a todos lados sin soltar los libros de la joven, y observa que la gente estaba comenzando a llegar y asomarse y los autos que iban pasando algunos se detenían para ver que sucedía.

― He! No claro que no soy un pervertido! − dice el sonrojándose un poco mirando de reojo a la azabache.

― Bueno… ¿Ya me puede dar mis libros? Oiga tengo prisa… no paso nada, no me atropelló, puede seguir su camino. – va diciendo la chica señalando los libros que él tiene.

― Oh claro… los libros…− se los entrega, luego vuelve a mirarla seriamente − ¿Estás segura que no te lastimaste con la caída?

― Estoy bien no se preocupe…− le va diciendo la azabache acomodando los libros de nuevo en la canastilla, mientras se sacude su mochila y vuelve a colocársela en la espalda.

― Ohh ¿Es usted Inuyasha Taisho?...− preguntándole una anciana que se había acercado a la escena, no se había percatado pero ya había bastante gente alrededor, eso lo apenó un poco, le gustaba la atención pero no era tan bueno que lo vieran en un digamos problema como ese, ya que el siempre se mostraba responsable en todo lo que hacía.

― Ee! Si… el mismo doñita…− decía rascándose la nuca− he no pasó nada… no hay nada que ver…− anunciaba para calmar a los curiosos, al mirar otras vez hacia la joven se encontró con la sorpresa de que ya ella no estaba allí, se había ido− ¡¿Pero a donde se metió!?− preguntando desconcertado mirando a todos lados.

Varios de los presentes decían: "Ya se fue doc" o "Se esfumo" o "Se fue volando" la verdad le parecía increíble haberse encontrado con una mujer tan hermosa como aquella pero era a la vez desconcertante el que desapareciera de esa manera, se había esfumado así de la nada sin decir adiós, nada, no había dado chance de preguntarle su nombre, simplemente desapareció.

Inuyasha volvió a subir a su auto y emprendió de nuevo su camino aun preguntándose por el paradero de la azabache, esa desconocida que robo su atención por unos momentos, quizás podría volverla a ver más adelante, en tanto, el tenía que llegar a su destino.

Ya estacionado, llega a la universidad Shikon No Tama, una de las universidades más importantes del país, de la cual se graduó con uno de los mejores promedios de su promoción. Inuyasha recordaba los buenos y malos momentos ahí, ya que, a pesar de que ahora es super exitoso, de estudiante paso muchas cosas no muy agradables como todos.

― ¡Inuyasha! − exclama una voz conocida para él.

― ¡Miroku! – se acerca para estrecharle la mano.

― Ya me tenias preocupado, aquí me tenias como loco tratando de calmar a la gente porque no llegabas…− le decía al albino entre dientes apretándole un poco la mano en señal de reproche.

― Khe! No apretes!- le da un leve golpe en la cabeza con la mano al muchacho− lo siento, tuve un contratiempo, pero ya estoy aquí, no te iba a quedar mal tonto.

― Lo sé… pero igual, no sabes la presión que me tenían – decía suspirando.

Miroku era el mejor amigo de Inuyasha, también estudió la misma carrera, era alto, de piel blanca, ojos azules, cabello negro, no tan largo y llevaba una coleta, en ese momento estaba vestido con un traje negro, muy guapo y elegante, pero era todo un mujeriego e Inuyasha tenía que frenarlo muchas veces.

A la hora, ya la gente estaba entrando al gran salón donde seria la conferencia, la cual era dirigida a odontólogos y futuros odontólogos, mucha gente instruida en la materia, profesionales, pasantes, los que apenas iban a las pasantías, los rectores de la universidad, periodistas para cubrir la noticia, fotógrafos, entre otros.

Inuyasha saludaba con una amplia sonrisa a quienes conocía, eran muy pocos los que no conocía, las mujeres se fascinaban con él, después de un buen rato, el rector de la universidad se dirigió a los presentes:

― Gracias a todos por venir, ahora sin más preámbulos, vamos a recibir con un aplauso a uno de los mejores odontólogos del país quien va a tener el honor de iniciar esta conferencia… Inuyasha Taisho! – entre aplausos y aplausos Inuyasha se acerca al rector agradeciéndole a él y a todos.

― Muchas gracias rector y muchas gracias a todos los presentes por estar aquí el día de hoy… la verdad que estoy muy contento…− decía Inuyasha con una sonrisa muy amplia mirando al público, montones de cámaras al instante empezaron a actuar, cuando de pronto, sorprendido se da cuenta de una persona que se encontraba en la primera fila de la multitud, utilizando una cámara profesional, con ese bello vestido color azul, ahí estaba aquella chica con la que se encontró y casi atropella antes de llegar a la universidad, la hermosa azabache misteriosa, esa que se había esfumado del lugar sin decir nada más. Inuyasha volvía a sentir lo mismo que cuando la vio por primera vez, el corazón casi se salía de su boca sin comprender exactamente por qué. Ella le tomaba fotos y entre cada flash que salía de su cámara, el pudo observar su sonrisa, una bella sonrisa algo picara. Ambos se miraban fijamente, un silencio reino en el gran salón, pero esas miradas, en ese momento… esas miradas, nadie las podía percatar.

Continuara…