Disclaimer: El anime/manga Katekyo Hitman Reborn! no me pertenece, todos sus personajes y contenido pertenecen a Akira Amano.
¡2759! Tsuna/Gokudera
Esta será una serie de drabbles que tendrán mucha o poca conexión entre sí, eso dependerá de... mi Musa *gota*. Lo siento chicas, pero una OTP es una OTP y esas sólo se alimentan escribiendo de ellas (O hasta que Tsuna se le arrime a Gokudera, como quieran verlo LOL). Esto va para el Gekokujou.
Ambientado en la Saga del Futuro =). Ah, puede que lo encuentren algo fluff *gota*, están advertidos.
Casi escupe sus amígdalas al entrar a la biblioteca, o más bien, al fijar su vista en quién estaba sentado con la vista pegada a un libro sin advertir que estaba siendo observado. La mente de Tsuna quedó literalmente en blanco, olvidándose del recado que le había mandado a hacer Kyoko-chan, ocupando su tiempo en analizar semejante ejemplar de homo sapiens que tenía en frente.
Gokudera estaba distraído leyendo antiguas teorías, con lentes puestos y su cabello amarrado. Sentado en con una pose relajada, pero que no dejaba de ser elegante, con una de sus manos apoyando suavemente su mentón y su camisa blanca estaba arremangada en los brazos, con unos botones sueltos a la altura del pecho. Los únicos mechones rebeldes bailaban al ritmo de un ventilador portátil que el italiano tenía cerca para estar refrescado.
El moreno tragó saliva una, dos y tres veces. Haciendo un soberano esfuerzo para recordar a qué había ido a esa habitación.
Tras unos minutos de sentirse un tremendo bobo haciendo nada, y luego de reconciliarse con sus cuerdas vocales.— Etto... Gokudera-kun...
Toda la atención que le estaba prestando al manuscrito, quedó en el olvido al centrar su mirada en su joven Jefe, suavizó sus pares aguamarinas y sonrió con sinceridad.—Décimo, ¿necesita algo?
Tsuna se convenció (sin muchas ganas) que esa sonrisa claramente no era sensual.
— Ah... sí, el almuerzo está listo.
— Gracias por avisarme, Décimo. No tuvo que haberse molestado.— se disculpó el joven más alto, levantándose y poniendo una mano sobre el hombro de su Jefe, si notar lo tenso que estaba éste y como se le secaba la boca cuando se soltó el fino cabello de plata, dejando libre la rebelde melena.
El Décimo Vongola sabía que algo estaba mal dentro de él, pero que tampoco era desagradable. Siempre y cuando ese hormigueo se fuera de sus manos y las mariposas se quedaran tranquilas en su estómago.
Tenía que hablar con Reborn urgente, pero primero debía ir a alimentarse.
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