En la esquina de la pequeña calle Carlisle st, frente a la Plaza Soho, había una casa enorme, de cuatro pisos de altura, con un amplio antejardín con dos majestuosos árboles, que daban sombra a la tranquila calle. Estaba construida con piedra de color oscuro, pero las ventanas tenían cortinas de brillantes colores, por lo que parecía una casa alegre.
Para acceder a la casa, había que subir una pequeña escalinata de mármol, y arriba, a un lado de la enorme puerta de roble, había una antiquísima campana de bronce, que servía de timbre, y al otro un pequeño árbol de flores blancas, en una maceta; y en el suelo, el felpudo rezaba "Bienvenido".
Por dentro, la casa estaba adornada exquisitamente con cálidos colores; principalmente rojo y dorado, con lustrosos muebles de maderas claras, tapices bordados, cuadros de paisajes y retratos de personajes importantes. Los suelos estaban cubiertos por mullidas y suaves alfombras.
El recibidor era una habitación pequeña, con una mesita a un lado de la puerta de entrada y un enorme perchero en el otro, mientras que frente a la puerta, había una mampara de vidrio azul, que desdibujaba la imagen del ancho corredor que había al otro lado.
El corredor estaba cubierto por una alfombra de color beige, y del centro del techo colgaba una hermosa lámpara de cristal. Al lado derecho había una puerta doble que comunicaba con el comedor, una habitación amplia y luminosa, con una mesa para diez personas en el centro, y unas vitrinas con vajilla y copas y hermosas fuentes y ensaladeras.
Al otro lado del corredor estaba la sala con una enorme chimenea, mullidos sillones, y pequeñas mesas para el café, con largas y finas patas. Del techo colgaba una lámpara de cristal más grande que la del pasillo, y la luz se reflejaba en las lágrimas enviando destellos por toda la habitación.
Al final del corredor, había una amplia escalera, de mármol como la de la entrada, que conducía a los pisos superiores. Las habitaciones eran amplias y luminosas, con los pisos de madera pulidas. En cada una de las diez habitaciones, había camas con doseles cuyas cortinas eran de color amarillo pálido y de una tela suave y liviana. Los cobertores eran rojo oscuro, o marrón. Había también enormes roperos con espejo de cuerpo entero en las puertas, y escritorios de madera oscura, que contrastaba con el claro color café de los pisos. Los baños eran amplios, con las paredes cubiertas completamente por azulejos blancos. Las tinas eran grandes, de hierro fundido, con patas con forma de garras de león.
En lo más alto de la casa, en el ático, había dos habitaciones; una de ellas era la pajarera, donde unas cinco lechuzas dormitaban con la cabeza bajo el ala, indiferentes de la ventana abierta, por la que entraban los primeros rayos de sol del día, o del bullicio de la calle. En la otra habitación, una extraña criatura, una elfina doméstica, acababa de despertar.
Hola a tods ... espero que les guste el cambio que he hecho con el fic ... y de veras espero que sepan perdonarme por borrarlo y retroceder tanto en el tiempo y todo eso ... sinceramente creo que he mejorado la historia, y es por eso que me atreví a hacer lo que hice ... El primer capítulo estará arriba durante la próxima semana (martes, probablemente).
Atte,
MargaritaMárquez
