Los nombres de los personajes son propiedad de Stephenie Meyer, pero la historia me pertenece.


Ha sido un largo tiempo esperando, un largo, largo tiempo.

¿Puedes escuchar mi corazón palpitar?

Gravity - Coldplay.


Primer Día.

Edward… Chico rico, gran músico con la vida resuelta.

Bella: Chica normal, en busca de empleo.

Se podría pensar que no tenían nada en común; y así era, hasta que un día ella decidió entrar a su mundo, un mundo disfrazado de oficina; no tenía ánimos de trabajar con un tipo presumido y ególatra pero no había de otra, las cuentas del hogar seguían llegando y tenía que pagarlas…

Su mejor amiga le había asegurado el "puesto" (Sí, entre comillas. No era algo convencional); pues meses atrás ella misma había ocupado ése mismo cargo, viéndose obligada a renunciar…. Al parecer, el hombre era insoportable.

Bella aguardaba pacientemente justo en el sitio en dónde le habían indicado, lanzando suspiros al aire suplicando que alguien la sacara de ahí, lastimosamente ya era tarde… Sacudió la cabeza con nerviosismo, convenciéndose de que lo que estaba por hacer era lo correcto... Miró a través de los cabellos las muchas fotografías de él hombre para el que trabajaría, y suspiró rendida... Así fue como comenzó la historia…

Son más de las tres, miró de reojo mi reloj de segunda mano y emito un quejido; debieron atenderme hace media hora. ¿Qué sucede con la puntualidad?

- Él la atenderá pronto, lo siento. – me decía su agente apenada.

- No se preocupe.

Fingí una sonrisa. ¿Qué más daba? Pagaban bien; era lo importante, aunque no tenía ni idea de por qué un chico como él tenía que contratar una novia falsa para mantener a raya a la prensa (novia FALSA, entendieron bien), seguramente candidatas no le faltaban, ¿será gay?

Pensaba.

- ¡Ya puede pasar! – me indicó la atenta señorita de complexión delgada. – Por favor, no haga caso, él no se encuentra muy bien.

Me miró con horror.

- ¿Qué?

Fue lo único que conseguí decir. No era como si estuviera a tres pelos de cerrar un contrato con el Diablo en persona... ¿O si?

Me armé de valor ajustándome la chaqueta, entonces entré; él era una piltrafa: sucio, totalmente deshecho… ¿Qué le ocurría?, ¿acaso no sabía que yo vendría?, ¿o quería intimidarme? No se parecía al de las fotografías... No con ése aspecto, pero era claro que si era él.

- Eh, los dejaré para que se conozcan. – la chica paliducha de labios gruesos prácticamente huyó, dejándome sola con ése extraño. Imploré a todas las deidades existentes que no fuera peligroso.

- ¿Y tú quien eres? ¿La nueva? – preguntó, su voz temblaba, era obvio; estaba ebrio.

Enarqué una ceja.

- Me llamo Bella. En realidad no me llamaba Bella, sino Isabella, pero bueno...

Él comenzó a reírse, acto que me molesto, ¿se estaba burlando de mí?

Resoplé por debajo.

- ¿Le parezco graciosa? – le desafié con voz firme.

- No, no conocía a nadie con ése nombre, me parecía interesante nada más.

Arrastró las palabras con la lengua, esforzándose en decirlas para que yo fuera capaz de comprenderlas.

Me enfurruñé en mi asiento, pero ya no dije nada, no valía la pena. No podía creer que estaba haciendo esto, nunca había tenido un verdadero novio (uno formal), y ahora tenía que hacerlo por dinero… que vergüenza y qué asco…

Me sonroje debido a mis pensamientos. - ¿Puedes ponerte de pie? – preguntó.

Coloqué el pequeño bolso sobre la silla, alisé mi falda tableada, me levanté, y dejé caer mi cuerpo sobre la pierna izquierda como solía hacer normalmente por comodidad.

Podía sentir dos inocentes arrugas formándose en el centro de mi frente. ¡No me veas así! Gritaba por dentro.

Me sentía observada, no pude hacer otra cosa más que agachar la cabeza; miraba la sencilla pero costosa alfombra; el poco polvo que ésta tenía, las figuras que la adornaban, y…

- ¡No quiero que uses falda nunca más! – me gritó de repente, aturdiéndome.

Su repentino enojo me sobresaltó, no tanto como para asustarme… No mucho.

- ¿Por qué no?

Quise saber.

Él me miró con rabia; era apuesto. Sus ojos, su boca, su cabello… Sus manos… Por segundos me imaginé como sería el tocarlo… pero deseché la idea al instante. No era una adolescente que se dejaba llevar por sus hormonas…

- Porque yo digo, no quiero que te vuelvas a poner falda. Hoy tengo concierto a las nueve, pasaré por ti a tú nueva casa, Esme te dará la llave, hoy haremos público nuestro noviazgo y…

Hablaba tan apresuradamente que no parecía haber bebido en absoluto. Se recuperaba rápido. ¿Por qué sería?

- Falso noviazgo. – le corregí.

Apretó los nudillos, haciendo una larga pausa para después continuar.

- Desde ahora todo lo que tengas que hacer debo saberlo, todo tiene que parecer real.

El tono de su voz revelaba tristeza, y por un momento, sólo por un momento, tuve ganas de consolarlo.

Evidentemente ése momento no duró, pues mi habitual descaro al hablar no tardo en salir de nuevo a la luz.

- ¿Por qué no buscas una novia real?

Era algo que me preguntaba desde que tuve conciencia plena de lo que se trataba el empleo, y me sentía con derecho a conocer la respuesta, pues yo también estaría implicada en todo el asunto; y para interpretar mejor mi papel, lo consideraba importante.

- No quiero complicaciones, y no hagas preguntas.

Arrugué la nariz. ¿Desde cuándo no se daba un baño?

Suspiré fastidiada.

Comprendía que desde ése instante dejaba de ser libre… Tampoco interesaba mucho ¿verdad? … Mi vida era aburrida y vacía, no había nada digno de extrañar, así estaba mejor; él organizaba todo, yo obedecía, podría pagar las cuentas, comer tres veces al día, y llevar una existencia más o menos digna.

Lo vi servirse un vaso de ron, a éste paso vomitaría a mitad del concierto.

Negué con la cabeza en reprobación. De por sí el estudio ya desprendía cierto olor a cantina y… a algo más.

Tragué saliva conteniendo las náuseas.

- Acostúmbrate, suele ser así diario.

Renegó.

¿Diario? ¡Estaba loco!

- No deberías continuar envenenando tu cuerpo de ésta forma. Te hará daño.

Le dije con verdadera preocupación; en un acto instintivo caminé hacia él y tomé su mano; él cerró los ojos, parecía tranquilo, diferente...

- ¡Eres cálida! – dijo en un murmullo. Se encorvó para acercarse a mi rostro, perdiendo así el equilibrio. Quise ayudarlo a acomodarse en el sillón de piel que se hallaba a un extremo de la habitación, pero se negó con brusquedad, haciéndome retroceder. Yo no insistí, y como pudo se sentó, recargando la cabeza en el respaldo.

- Vete y arregla tus cosas, espero te guste tú casa – dijo, y después cayó dormido. No tenía muchas pertenencias, así que no me tardaría ni veinte minutos.

Tomé aire. Nueva casa, nueva vida, y en sus manos…

Con la tristeza latente contuve las lágrimas y salí sigilosamente; estaba segura de que no había nada en el universo que lo despertara ahora, pero por algún motivo desconocido no quería ser grosera al hacer ruido, así que cerré la puerta con delicadeza.

Caminé por el estrecho pasillo, y me encontré con Esme.

- ¡Tardaste! ¿Estás bien? – cubrió su rostro con las manos – estuve a punto de entrar.

Dijo en un chillido.

La mire extrañada, ¿Por qué no lo estaría? ¿Qué podía hacerme él?

- Sí. – dudé - ¿Qué es lo que pasa?, ¿por qué le temes?

- No es eso señorita Swan, lo que sucede es que – suspiró - él es tan…

Mordió su labio inferior en busca de la definición correcta.

Asentí.

- Frágil – susurré.

Me miró sorprendida.

- Frágil – acaricio cada letra con la lengua como si fuera una palabra nueva para ella - Las personas suelen asustarse por su estado – exhaló ruidosamente - está muerto en vida… - intentó recomponer el rostro - Al menos con la señorita Rosalie ya no bebía tanto, e incluso en ocasiones parecía feliz…

¿Rosalie?

- Era… ¿su novia real? – la pregunta me había ocasionado un ligero mareo.

- Si, ella es famosa, debes conocerla.

- No tengo idea…

Confesé sincera.

- Es actriz, un día tuvo que irse a Italia a filmar pero nunca volvió. Edward la espero por meses, hasta que en una revista ella confirmó su relación con un actor; ya lo sospechaba pero no tenía la certeza... Desde que eso sucedió, él está así... Nunca fue una persona alegre, pero con ella estaba cambiando poco a poco. Creí que lo haría feliz. De hecho… Todo éste numerito de las relaciones falsas es debido a ella… Él cree que se dará cuenta de su error al verlo continuar su vida con otras, y que volverá, pero ya han pasado tres años… Tres años con ésta situación… Me hace buscar mujeres bonitas y de bajos recursos, mujeres que nadie conozca… Que nadie pueda reconocer.

El afecto que sentía por él era intenso, incluso yo podía sentirlo.

Tomé aire mientras desviaba la mirada.

La historia no me parecía falsa, pero si increíble. Ya nadie amaba de ésa manera, de hecho nadie amaba; por eso me había negado fervientemente a no tener ningún tipo de relación sentimental seria. Mi vida ya era bastante mala como para complicarla…

Me visualizaba echada en una cama llorando por un amor perdido y me aterraba la imagen. Entregar el corazón únicamente era una pérdida de tiempo, no había escapatoria, irremediablemente saldrías lastimado… Y yo… Yo no necesitaba eso, sólo quería un poco de dinero para comer bien, nada más.

- Bueno, aquí está la llave de su casa, el chófer la llevará, está esperándola frente al edificio, y por favor, elija un atuendo provocativo, es el procedimiento. – me dijo al final, a modo de disculpa. - La intención es darle celos a ésa mala mujer, así que…

Abrí la boca formando una "O" pequeña.

- Pero él dijo que no usara falda de nuevo, y mi atuendo actual es normal, no quiero pensar en lo que dirá si uso algo… - pasé saliva - Provocativo. – dije, terminando la frase con voz débil y patética.

- ¡Oh!, que extraño. – junto las palmas de las manos a la altura del pecho - entonces haga caso. La veré en el concierto, hasta luego.

Me despedí con media sonrisa y salí de ahí.

Las manos me sudaban, nunca había estado en un lugar así, con personas así, en una limosina, en una casa así, y lo peor de todo: con un chico así…

Toqué mis mejillas: ardían, seguramente estaba roja, roja como un semáforo.

Me dejé caer sobre las suaves sábanas, sintiendo alivio; el colchón era cómodo, cómodo como una nube, o como un algodón de azúcar (de ésos gigantes que venden en las ferias, y que nunca había probado)

Sonreí mirando el techo.

Estiré las piernas disfrutando del momento, y si no fuera por el enorme reloj que me miraba con recelo no habría sido capaz de levantarme…

Me di un baño, tallando cada parte de mi cuerpo con exageración, hasta quedar cómicamente colorada al igual que un camarón; pero es que estaba muy asustada…

¿Me había vendido? ¡No Bella! ¡NO ARRUINES EL MOMENTO!

Se me escapó un suspiro que reflejaba mi alivio; el SEXO no estaba en el contrato.

Cuando terminé, me envolví en la toalla y me dirigí a la cocina por un vaso de agua; ya iba de vuelta a la habitación cuando…

- ¡Llegué antes, estaba aburrido!

Se quejaba.

Me sobresalté al escucharle y grité.

No podía ser peor, gracias a mi estupidez el vaso y la toalla se vinieron abajo.

¡ESTABA DESNUDA! ¡ D – E – S – N – U – D – A! Los pedazos de vidrio no dolían al enterrarse en las plantas de mis pies, sólo me hería el hecho de que estaba DESNUDA. Necesitaba cubrirme, pero no podía moverme; solamente escuchaba el sonido de mi corazón al palpitar, a punto de salirse de mi pecho... Él se acercaba a mí con seductora lentitud sin dejar de mirarme; veía mi cuerpo sin mostrar ninguna emoción… Y cuando estuvo a escasos centímetros de mí, se agachó, levantó la toalla y me cubrió con ella.

Accidentalmente (o eso yo creía) sus dedos rozaron mi piel: mi cuello, mi espalda… Me estremecí, él se percato de ello, pero no dijo nada.

Después de varios segundos que parecían interminables...

- Ve a cambiarte, esperaré aquí. – susurró la frase sobre mis labios, - los humedecí con la lengua - su aliento a alcohol no era desagradable… Era más bien atrayente, al igual que un imán; afortunadamente se apartó antes de que cometiera una locura. ¡Contrólate Swan!

Antes de irme lo observé por última vez a través de las pestañas, se había duchado… Se veía… Bien. Muy bien.

Me mordí la lengua y a grandes zancadas llegué hasta la habitación, en dónde al fin logré vestirme; mis músculos estaban engarrotados, dolían…

Inhalé aire, OXÍGENO, un par de veces y caminé hasta el recibidor.

Al verme se puso de pie, pasó la mano derecha por su espesa y rebelde cabellera cobriza. Tuve que apretar los labios para no soltar un gemido… ¿Qué mierda me estaba pasando? ¿Y por qué con él?

¡Joder!

- ¡Te ves muy… - meditó un poco y no termino con la frase - Bella, hazme el favor de no mirar a nadie más que a mí en lo que resta de la noche.

- Esta…bi…bien.

Balbuceé. ¿Por qué tenía que venir a caer con éste hombre?

La sensación era casi indecente; los pensamientos que gobernaban mi mente podrían derretir o incendiar a cualquiera que se atreviese a descifrarlos. Lo que me pasaba con él iba más allá de la razón, esto era algo físico, espiritual, incluso psicológico, psiquiátrico, una enfermedad mental... Todo en él me atraía, no podía negarlo. Mi cuerpo y mi alma se habían prendado de él… ¿Pero quién era él?

Conocía la respuesta, era alguien que había llegado a poner mi vida patas arriba, él era peligro vil… Una bomba que debía sostener entre las manos con firmeza… Pasara lo que pasara no me dejaría envenenar, no caería entre sus redes, no sería débil... Haría mi trabajo, sólo eso…

¡Bha! ¡Palabrería! ¡Falsa palabrería!

Salimos de la seguridad que la casa nos brindaba, y los flashazos comenzaron.

Los gritos de la multitud me distrajeron, haciéndome abandonar mis pensamientos, él agito las manos hacia mi dirección, atrayendo mi atención…

- Por cierto, soy Edward, Edward Cullen.


Hola!

Aquí está el primer capítulo de la nueva historia, espero lo disfruten.

Díganme que les pareció...

Estaré actualizando cada semana, quizá más adelante lo haga más seguido...

Dejen sus Reviews!

Besos!

Anabelle.