¡Aquí estoy con una nueva historia sobre esta genial peli!
Tendrá 2 partes, una narrada por Uhura y otra por Spock. Y aviso por si hay alguna duda: Esta historia es K/S, tiene slash.
Quiero dar las gracias a TheProblematique por apoyarme y resolverme algunas dudillas con respecto al fic, y sobretodo a Alienas, que también me ha dado todo su apoyo y me ha ayudado a definir bien los personajes y a corregir algunos aspectos. ¡Gracias, de verdad! ¡Lectores, deberíais correr a leer sus fics!
¡Bueno, allá va!
Se llama "beso de despedida"
Nyota apartó la mirada una vez más. Otra vez lo mismo. Con el corazón encogido intentó luchar contra la visión de los ojos de Spock brillando cuando hablaba con Kirk, la sonrisa que Jim tenía sólo para su Primer Oficial, los flirteos, los roces que Spock jamás permitiría con nadie más, las bromas. Spock bromeaba con él, por Dios… a su manera, pero lo hacía. Spock nunca compartía una broma con ella ni le seguía el juego, tan sólo alzaba una ceja y dejaba pasar el comentario. Ella sabía que un vulcano no se caracterizaba precisamente por su sentido del humor, pero le dolía pensar que Spock sí lo tenía y lo empleaba, sólo que no con ella.
Cerca de ella, McCoy resopló, y Nyota se giró para verle poner los ojos en blanco teatralmente e irse tras echarles una última mirada a los dos comandantes. Él también lo veía, por supuesto. Lo que a Nyota le sorprendía era que nadie más lo hiciera. ¿Es que no se daban cuenta de que a esos dos una mirada les bastaba para entenderse, que lo arriesgarían todo para salvar al otro, que cuando estaban juntos era como si no hubiera nada más en el universo? Pero claro, nadie se fijaba tanto como ella, a nadie le importaba tanto como a ella… porque era Nyota la que estaba perdiendo a quien quería.
Todo había empezado despacio. Después del truculento inicio pasó un tiempo en que Kirk y Spock se trataban con simple cordialidad, pero poco a poco se fueron familiarizando; Nyota se alegraba porque tenía la sensación de que Spock estaba muy solo y necesitaba a alguien con quien hablar que no fuera ella. La amistad fue creciendo más y más hasta el punto de que, en las misiones, lo daban todo por proteger al otro, se encubrían mutuamente por muy peligroso que fuera. Nyota seguía pensando que estaba muy bien que Spock hubiera encontrado a alguien así, que fuera fiel y honesto con él, pero las cosas habían ido más y más allá. Nyota no podía negarlo durante más tiempo: lo que el Capitán y Spock tenían era mucho más que amistad, y se veía claramente que el tiempo sólo lo haría más fuerte. Y Nyota no estaba segura de poder aguantar verlo, no desde donde estaba ahora. No podría, porque cuanto más se acercaban Jim y Spock más se alejaba Spock de ella.
- ¿Uhura? – Kirk le puso una mano en el hombro y giró su silla para clavar sus preocupados ojos azules en los suyos –. ¿Estás bien?
Ella quería gritarle que no, que por supuesto que no, que se suponía que las cosas no tenían que ser así, pero le miraba y era incapaz de odiarle porque aunque a veces actuara como un crío imbécil, sabía que era el mejor amigo que Spock podría tener y que nunca le haría daño. Kirk había conseguido que Spock se abriera a él, que le mostrara una parte de sí mismo que Nyota apenas había vislumbrado.
- Estoy bien, señor – dijo con voz profesional, girándose de nuevo hacia su panel mientras parpadeaba para alejar las estúpidas lágrimas.
- Ya sabes, si necesitas cualquier cosa…
- Gracias, Capitán.
Nyota respiró hondo al sentir los pasos de Kirk alejándose, y se permitió una mirada hacia el puesto de Spock. Sus ojos oscuros la observaban con intensidad, con preocupación tras su usual velo de serenidad y vacío. Nyota trató de sonreírle, pero no pudo evitar darse cuenta de que la mirada de Spock no parecía tan cautelosa cuando estaba con Kirk, y eso la hirió aún más. Sabía que sólo había una solución, una que le dolería durante mucho tiempo pero que le ahorraría mucho más pesar. Una que quizá le permitiría no perderle del todo, volver a tener a Spock algún día como amigo.
Al final del turno de día, Nyota se dirigió a las habitaciones de Spock. Llamó tras respirar hondo, y Spock la invitó a pasar. La observó atentamente, probablemente catalogando los signos de estrés o preocupación que veía en ella.
- Nyota, desde esta mañana a las 1100 he advertido indicios de malestar en tu comportamiento. ¿Está tu salud estable?
Nyota suspiró con tristeza porque sabía que Spock no esperaba en absoluto lo que iba a suceder.
- ¿Sólo desde esta mañana, Spock?
El Vulcano arqueó una ceja y pareció meditar unos segundos su respuesta.
- No es la primera vez que percibo signos de aflicción en ti, pero dado el hecho de que los humanos cambian constantemente su estado emocional por una gran diversidad de sucesos, no me ha parecido lógico relacionar hechos pasados con los acontecidos hoy.
Nyota asintió, y se quedaron en silencio. ¡Maldita fuera, era tan difícil! Ella no quería cortar con él, no quería que nada cambiara, y sin embargo era ella la que tenía que dar el paso porque era la única que parecía darse cuenta de lo que sucedía. Y si aquello no terminaba pronto sería peor. Así quizá algún día podría volver a mirarle sin sentir aquella ya familiar punzada en el corazón y podrían volver a ser amigos.
- Nos hemos equivocado tanto – dijo al fin en un susurro, buscando los ojos oscuros de él.
- Por favor, especifica – pidió Spock, con un parpadeo –. ¿A qué te estás refiriendo?
- A nosotros – la presión en su pecho parecía aumentar con cada palabra, pero Nyota se alentó a sí misma al pensar que cuando antes terminara menos dolería –. Nos equivocamos al creer que una relación romántica funcionaría.
Ahora Nyota podía ver más claramente las emociones de Spock en sus ojos, en el mínimo cambio de expresión en su rostro. Su ceño un poco fruncido denotaba preocupación, y su tensa mandíbula parecía mostrar que estaba incómodo.
Finalmente Spock habló en voz baja y cauta.
- Si estás haciendo alusión a la falta de contacto, debo recordarte que los vulcanos…
- No es eso, sabes que lo entiendo – le cortó Nyota con suavidad, sintiéndose mal por estarle confundiendo, pero es que le costaba tanto decirlo –. Es sólo que… No… no creo que tenga sentido continuar con esta relación… No somos compatibles de ese modo.
Spock no se sorprendió. Asintió con gesto serio pero sereno; parecía que ya había pensado sobre el tema. ¿Entonces por qué no se lo había dicho, por qué había seguido con ella? ¿Por qué había dejado que ella se enamorara más de él?
- ¿Cuánto hace que quieres terminar con lo nuestro, Spock? – su voz intentaba ser firme, pero se le quebró de dolor y rabia –. ¿Por qué no lo hiciste?
Spock bajó la mirada unos segundos, pensativo, antes de volverla a posar en la de suya. Ella alzó el mentón, exigiendo una explicación; era mucho más fácil estar así, enfadada.
- Según mis observaciones, los humanos tienden a distanciarse de aquellos con quienes han mantenido relaciones amorosas por causas emocionales.
Se quedó callado y bajó un poco la cabeza, rompiendo el contacto visual. Nyota le había visto muy pocas veces así, tan… humano. El corazón le dio un vuelco al pensar en sus palabras, al encontrarle el sentido oculto que no se había atrevido a decirle. Cualquier rastro de ira que Nyota pudo haber sentido se desvaneció, dejando paso a la culpa, a la melancolía.
- No deseo que nuestra amistad termine – dijo Spock en voz muy baja.
Los ojos de Nyota se anegaron de lágrimas. Qué tonta había sido al pensar que aquello sólo le afectaría a ella, qué egoísta. Que Spock ocultara sus emociones no significaba que no las tuviera… al contrario, eran mucho más fuertes que las suyas. Qué egocéntrica había sido.
Se acercó a Spock y tomó su rostro entre sus manos probablemente por última vez.
- Necesitaré un tiempo, los dos lo necesitaremos – le susurró, obligándole a mirarla –. Pero te prometo, te juro que nuestra amistad no terminará, ¿de acuerdo?
Los ojos de Spock brillaban cuando asintió. Con un leve roce secó las traidoras lágrimas que a Nyota se le deslizaban por las mejillas mientras ella se mordía el labio inferior para evitar que se le escaparan más.
Con un suspiro, Nyota besó los cálidos labios de Spock por última vez. El Vulcano parpadeó sorprendido.
- ¿Nyota…?
- Se llama "beso de despedida".
Y tras una caricia más se apartó.
Nyota comenzó a andar hacia la puerta, pero se detuvo a medio camino para mirarle una vez más. Había cortado con Spock por varias razones, pero la más importante era su tan profunda conexión con Jim, esa cosa especial que tenían. Pero Spock hubiera terminado con ella sin dudarlo en caso de darse cuenta de que quería a otro… Si Spock era tan ciego de no haber visto lo que sucedía aún, ¿para qué habría servido todo aquello?
Respiró hondo, sabiendo que cada palabra le abriría una herida en el corazón pero que le daría a Spock el empujoncito que le hacía falta para abrir completamente los ojos.
- Espero que Jim y tú… espero que seáis felices juntos.
Nyota se sentó con Chekov, Sulu, Christine, Kyle y Scotty a la hora de comer. Scotty le guiñó un ojo y ella sonrió; hacía ya un tiempo que se sentía más tranquila, más feliz, más ella misma. Ya no le costaba sonreír como durante los últimos meses. Comenzó a hablar con sus compañeros, pero al poco Nyota lo vio. Kirk y Spock estaban sentados de lado en la mesa que tenían delante, muy cerca. Jim sonreía entre pícaro y tímido, y Spock le observaba atentamente, con sus ojos vagando por el rostro de él. En un momento dado los dos miraron hacia la mesa, y Nyota les imitó.
Kirk acarició con suavidad y discreción el dorso de la mano de Spock, y el Vulcano hizo lo mismo en retorno antes de que ambos se separasen un poco y volvieran a comer.
Había sucedido.
La herida que Nyota había creído ya curada se resintió; porque Spock nunca había parecido tan cómodo cuando ella le tocaba, porque Jim tenía lo que ella había querido durante muchísimo tiempo. Pero a la vez se alegraba porque al fin Spock había encontrado a ese alguien especial que Nyota había creído ver en él, porque Jim también merecía la felicidad, porque viéndoles uno sabía que todo estaba en su lugar.
Fue entonces cuando Spock reparó en ella. Nyota le sonrió, sintiéndose los ojos aguados, y asintió para que él viera que no pasaba nada, que se alegraba. Jamás le diría cuánto le dolía cuando recordaba lo que habían vivido, jamás.
Spock inclinó la cabeza, dándole las gracias en silencio.
Esa misma noche, durante la cena, se sentaron juntos y comenzaron a reconstruir su amistad. Costaría tiempo y esfuerzo, pero lo lograrían.
