Melody *Eris* Chaos, 16 años, pelo de color chocolate oscuro que da la impresión siempre de estar despeinado y volando al viento, lo que solo logra darle un aire mas sexi. Ojos de un verde tan limpio y claro que parece que puedes ver hacia dentro a través de el, y que siempre brillan con un casi indetectable brillo divertido, piel blanca y tersa. La estatura perfecta para su edad, casi 1,70mts, piernas kilométricas. Esbelta y con peligrosas curvas.
Si alguien le hubiese preguntado a Melody alguna vez como le hubiese gustado que fuese su vida probablemente ella hubiese dicho que le habría encantado vivir en una casa pequeña y desordenada, con un montón de hermanos y primos que siempre estuviesen haciendo ruido, una madre anticuada algo regañona y cariñosa, y un padre que llegase todas las noches para la hora de la cena cansado después de un largo día de trabajo y sentase a comer ellos, que le preguntara como había ido su día y le prohibiera salir con algún chico el fin de semana.
Pero nadie había preguntado nunca lo que ella quería. Asíque en cambio tenía una casa gigante y lujosa, siempre reluciente y siempre vacía, dueña de un silencio ensordecedor. Era hija única de un matrimonio entre un embajador ingles y una famosa modelo francesa que nunca pasaban mas de dos días seguidos en su casa por los constantes viajes que su trabajo les demandaba y que gracias a algún tipo de gracia divina (o a sus muy buenos asistentes personales) recordaban llamarla para su cumpleaños y mandarle algún costoso obsequio vía encomienda.
Al principio había creído que convirtiéndose en la hija perfecta tal vez eso se podría remediar y sus padres se sentirían orgullosos y querrían pasar más tiempo con ella. Asíque Melody estudiaba todos los días duramente. Era la estudiante modelo, solo dieses en sus boletines. Sabía hablar a la perfección seis idiomas. Jugaba como defensora en el equipo de Hockey de su escuela, y era la mejor en su clase de comedia musical. Claro que esto no había cambiado las cosas, sus padres seguían lejos, sus compañeros la dejaban de lado por nerd y Melody seguía sintiéndose tan sola como siempre.
Asíque la única hija de los Chaos había optado por refugiarse en el maravilloso mundo que los cientos de libros que había en la biblioteca de su casa le ofrecían y fue allí donde finalmente para su sorpresa hayo la solución. En un libro del cual se había vuelto fiel seguidora y que todos los chicos de su edad conocían "Harry Potter", allí había conocido a Los Merodeadores y esos revoltosos chicos se habían convertido de alguna forma en sus amigos a través de sus historias, en su inspiración. Eran un grupo de los peores gamberros que la historia había tenido el placer de conocer, totalmente unidos como si fuesen hermanos, la fascinaron inmediatamente. Asíque Melody había tomado algo de cada uno de ellos: La comprensión y entusiasmo por el estudio de Remus, la increíble dedicación a los deportes y seguridad de James, y la galantería y seducción de Sirius (su favorito). Y del grupo en si su inmejorable sentido del humor y pasión por romper las reglas, y jugar bromas.
Así había forjado Melody finalmente su personalidad en compania siempre de esos épicos personajes. Claro que eso le había ganado niñeras que renunciaban a las pocas semanas de haber aceptado el puesto hartas de la rebelde "niña". Le había costado el odio de las chicas de su edad, y tener solo una amiga real que conservaba de la primaria y un amigo que era su primo. Y cambiar de colegio cada pocos meses, porque a pesar de seguir manteniendo sus notas altas los profesores terminaban hartándose de los líos que armaba y la expulsaban.
Y en eso estaba precisamente ahora, lo sabía, sabia que esta vez iban a expulsarme. Era la décima vez que visitaba la oficina del rector desde que había entrado en esa escuela hace 2 meses.
¡Yo no había querido que la broma se le pasara tanto de las manos! ¡Pero es que la maldita profesora de literatura se había atrevido a decirme que la gente solo se acercaba a mí por mis famosos padres, que nada valía por mi misma! Eso había despertado mi ira y la verdad es que tengo que admitirlo, no pienso cuando me enojo, actúo.
Fui hasta su increíble descapotable con asientos de cuero e intente arruinar los tapizados que tanto cuidaba con un cigarro encendido, pero no contaba con que fuera tan inflamable y terminase prendiéndose fuego el convertible entero y explotando... asíque en este momento me encuentro escuchando el interminable discurso del rector que parece mas enojado que nunca y dispuesto a saltar por el encima del escritorio y estrangularme con sus propias manos en cualquier momento... tal vez el que la profesora de literatura sea su mujer tenga algo que ver con eso..
¿Señor O´Donnel?- interrumpe amablemente la secretaria.- Ya me comunique con el padre de la señorita Chaos, dice que esta en la ciudad y que viene en camino hacia aquí.
En cuanto escuche esas palabras deje de prestar atención a todo mi alredor. Mi padre se pondría furioso, no furioso es poco lo ultima vez me había advertido por teléfono que si volvían a echarme enviaría a internado fuera del país, no podía permitir eso de ninguna manera, Ali y Etan, mis mejores amigos eran lo único que tenia, no podía dejar que me alejaran de ellos. Además hacia un año ya que no lo veía y no quería tener que verlo justo en estas circunstancias, cerré los ojos fuertemente mientras apretaba los puños hasta clavarme las uñas en las palmas de las manos. ¿Alguna vez han sentido el irrefrenable de deseo de que se las trague la tierra? ¿Desearon desesperadamente desaparecer?
Pues creo que yo lo desee con demasiada fuerza porque aun con los ojos cerrados pude sentir como el suelo bajo mis pies desaparecía y comenzaba a caer a toda velocidad. Abrí los ojos asustada pero no pude ver nada, todo era borroso a mi alrededor, empece a marearme asíque debí cerrarlos, pocos segundos después sentí un fuerte golpe como si finalmente hubiese echo contacto con el suelo y antes de poder abrir los ojos todo se torno oscuro.
¿Señorita Chaos?.. ¿Señorita Chaos puede usted oírme?- una suave voz me llamaba pero aun estaba muy confusa. Intente recordar y lo primero que vino a mi mente fue la imagen de mi padre furioso. Abrí rápidamente los ojos.- Veo que al fin despierta señorita Chaos... Me alegro de que este usted bien, tenemos mucho de que hablar.
Pero la imagen que encontré frente a mis ojos no fue lo que esperaba sino la de un unos ojos increíblemente azules que brillaban detrás de unos anteojos de media luna. Los cuales pertenecían a un hombre de barba plateada que vestía una tunica de color púrpura con estrellitas amarillas y me miraba con curiosidad. Bien Melody, estas alucinando, tu tranquila... cierra los ojos y todo volvera a estar en su lugar cuando los abras... pero al abrir los ojos el hombre seguia ahí, mirandome con un dejo de diversión ahora. Mire desesperadamente a mi alredor reconociendo a la mujer con cofia blanca acomodando los frasquitos sobre un estante, los grandes y luminosos ventanales y las blancas e impolutas sabanas de las múltiples camas a mi alredor. Conocería ese lugar y esas personas en cualquier parte del mundo. ¿¡Cuantas veces había leído sobre ellos! ¿¡Cuantas veces había imaginado esos lugares deseando estar ahí!
¿Profesor Dumbledore...?- pregunte dudosa volviendo mi mirada hacia el hombre que esperaba pacientemente sentado a mi lado.
El mismo señorita Chaos... veo que me conoce.- me sonrio gentilmente a la par que yo habria mi ojos a mas no poder ¡Estaba en Hogwarts!
