2 de Septiembre. 7:30hs am. Castillo de Hogwarts, Gran Salón.
Los desayunos del primer día de clases en Hogwarts eran por lo general algo agitados. Los chicos de todas las casas aun se movían de una mesa a otra intentando saludar a todos sus amigos, y ponerse al día después de no haberse visto durante los últimos tres meses. Los niños de primero todavía maravillados intentaban acomodarse a su nuevo hogar. Los profesores intentaban abrirse paso entre los alumnos para entregarles sus horarios, y algunos chicos salían corriendo desayuno en mano al verlos. Era lo común en un primer día después de todo.
Este sin embargo, se saldría un poco de lo normal. Si uno observaba el Gran comedor podía ver a cuatro chicos, sentados a la cabecera de la mesa de Gryffindor, pero con las miradas fijas en la mesa de verde y plata. El más pequeño de todos, un poco relleno, con pequeños ojos marrones escudriñaba todo algo nervioso. A su lado un chico con gafas, ojos color avellana, y revuelto pelo negro sonreía con diversión, había algo en el que gritaba rebeldía a quien quisiese escucharlo. Inmediatamente al lado, como si fuese imposible que estuviese en otro lugar que no fuera ese se encontraba un increíble moreno de ojos azules, a la expectativa, olisqueaba el aire como si pudiese sentir el aroma inconfundible de una travesura que prometía ser épica rondando por allí.
¡Canuto! ¡Deja de ser tan obvio!- lo regaño en un susurro el otro chico a su lado. Un joven de piel clara, grandes ojos del color de la miel y cabellos dorados. Quien lo viera a simple vista diría que tenia cara de "no eh roto un plato en mi vida", resultaba difícil imaginar los torrentes animales que se mecían debajo de esa tersa piel. ¿Alguien ha oído alguna vez esa frase de "las apariencias engañan"? Pues Sirius la leyó una vez de un libro de estudios muggles hace unos cuantos años y en esa ocasión menciono como al pasar que parecía echa para el.
Yo no soy obvio Lupin!- protesto en igual tono el chico mandándole una mirada fulminante, que se diluyo enseguida en una sonrisa.- ¡Lo que pasa es que tu me conoces demasiado bien..!
Cualquier otra persona se hubiera sonrojado, mínimo, ante esas palabras. No por ellas en si, sino porque si había algo que Black sabia hacer a la perfección, aunque a veces no fuera conciente de ello, era convertir todo en una insinuación, en un juego de seducción. Suponía que era una forma de llevarlo todo al campo donde mejor se manejaba. No que a él dicho jugueteo constante no le afectara… Pero con los años había tenido dos opciones, o aprender a controlarse, o entrar en el libro de los Récords Guinness por ser única persona en el mundo que pasaba más tiempo sonrojado que con su color habitual.
¡Ya cállate y come!- respondió pasándole una tostada, mientras controlaba el pergamino que mantenía por debajo de la mesa por ultima vez.
Lo que quieras..- concede el.. Otra vez ese tono.. A mi, cómeme a mi.
¿Todo listo?- pregunta en vez de decir eso que realmente quiere. Los 3 chicos asienten.- ¿Que esperamos entonces?- y esa sonrisa traviesa aflora en su cara, esa que promete diversión, la favorita del can.
Sirius y James hacen una extraña floritura con sus varitas t se oye una explosión un par de pisos mas arriba, los profesores salen enseguida hacia el lugar del que provenía el ruido, pero es solo eso, un ruido que les sirve de distracción. En cuanto los profesores salen, Remus comienza a recitar un complicado hechizo, y Peter se apresura a quemar el pergamino donde estaba escrito para no dejar pruebas y trabar la puerta del comedor.
Para cuando los profesores consiguen entrar de nuevo el lugar es un caos, todos están parados sobre sus asientos intentando ver algo en la mesa de Slytherin. Algunos alumnos comenzaron a hacer un molesto corito dirigidos por Sirius Black parado en la mesa y agitando su varita simulando que dirige una orquesta. Se dirigen abriéndose paso a base de amenazas de castigo hasta la mesa, y más de un profesor tiene que respirar profundamente y contar hasta 20 para que no se les dibuje una sonrisa en el rostro.
En la cabecera de la mesa de Slytherin están sentados como siempre Lucius Malfoy y Severus Snape. Solo que hay una ligera diferencia en sus aspectos normales. Lucius Malfoy de echo luce un vestido de volados color rosa chicle, su largo pelo rubio siempre sujeto en un serio lazo ahora cae sobre su rostro en trabajados rizos sostenidos por 2 pequeños broches con forma de ositos, tiene pestañas postizas y para completar el ridículo cuadro sostiene una enorme paleta a juego con el color de su vestido. Severus a su lado no esta mucho mejor, lleva un corto vestido de color amarillo patito, una coleta de la cabeza y un tupido flequillo que le tapa la mitad de la cara, los labios pintados de un furioso carmín y como para acompañar a su amigo en el papelón un gran oso de peluche sentado en su regazo. Ambos sospechosamente quietos y callados, hechizados de seguro, y con un cartel brillando sobre sus cabezas en el que se puede leer claramente aunque las letras bailen "Las nenas de papa".
¡Pettigrew, Potter, Black, Lupin! ¡A mi despacho ya mismo!- fue el grito que se escucho por sobre el sonido de las risas de todo el salón proveniente de la Profesora Mc Gonagall.
Pero profesora nosotros no..- intento negar James poniendo su mejor cara de niño bueno, que igual no convencía a nadie, le faltaba mucho para llegar al nivel de Remus.
Ni se moleste con excusas señor Potter.- gruño la mujer frenando en seco la siguiente disculpa de Sirius.- ¡A mi despacho! ¡Ahora!
2 de Septiembre. 8hs am. Despacho de Mc Gonagall, jefa de la casa Gryffindor.
De todos modos no era como si fuese algo nuevo pensaban los 4 chicos una vez el despacho, si Hogwarts era su hogar, el despacho de Mc Gonagall bien podía considerarse como su segunda casa.. Aunque si paraban a pensarlo mas detenidamente el de Dumbledore, y la enfermería le hacían competencia.
¡¿Muy bien quien fue esta vez?- pregunto molesta la mujer.
Yo profesora.- esa afirmación tal vez hubiese resultado mas creíble si no fuese porque la pronunciaron los 4 al mismo tiempo con idéntica convicción.
¡Arg! ¡Son imposibles!- se desespero la mujer llevándose la mano a las sienes y masajeándoselas suavemente, se sentó detrás del escritorio.- Castigados.- sentencio, tal vez esa palabra tendría mas peso si no la escucharan casi tanto como los buenos días.. Alguna vez deberían ponerse a pensar en ello.. Tal podrían usar "condenados", o algo con mas peso piensa Sirius mientras se entretiene intentado hacerle cosquillas a Remus por debajo de la tunica para que se ria.- Esta noche, Sala de Trofeos, los limpiaran, pulirán y sacaran brillo a todos, ¡Uno por uno! ¡Y sin magia!
¡Creo que este año su genio empeoro aun mas si eso era posible!- se quejo Peter ya saliendo.
Yo creo que deberíamos buscar la forma de juntarla con Dumbledore.. Tal vez una alegría es lo que le hace falta..- se burlo James en voz baja.
¡James!- le reprocho Remus haciendo que se callara, lo ultimo que les faltaba era que les oyera y les diera otro castigo mas para ese día.
¿Estas un poco gruñón Lunático no crees?.. Tal vez a ti también te haga falta una alegría..- susurra Sirius en su oído para que solo el pueda oírlo.- Yo por mi parte creo que podríamos hacer cosas muchos mas interesantes sin magia que limpiar trofeos…
Concéntrate Remus.. Concéntrate.. No se vería nada bien que le saltaras encima en medio de un corredor.. Y tan poco haría bien a tu autoestima que eso le provoque un paro cardiaco..
¿Como mirarte al espejo Sirius?- retruca el lobo, una vez mas mordiéndose las palabras que en realidad le gustaría decir. Sirius sonríe sin percatarse de ello, Remus siempre le da pelea, y eso le encanta.
