Este es el primer fic de White Collar que escribo. Después de ver el final de la serie (que me encantó,por cierto) me vino la idea a la cabeza y aquí está. Si les gusta denle al follow o déjenme una review para saber si la continuo o no. ¡Gracias!
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, si lo hiciesen tendría a Neal todo para mí ;-)
Peter subió al coche, emocionado. Las sirenas de los otros coches del FBI sonaban ruidosamente alrededor de su propio vehículo. Arrancó y pisó el acelerador a fondo, rumbo a la tercera con Gardners. Por fin iba a pillar a El Gato con las manos en la masa. El Gato era el delincuente más buscado del mundo por diversos delitos, desde robo hasta asesinato. Hasta hacía poco había estado viviendo en Europa y la Interpol había intentado arrestarlo sin éxito por lo que tuvieron que pedirle ayuda al FBI, concretamente a Peter por su éxito cogiendo a los Pink Panthers dos años antes.
Le había llevado varios meses de investigación encontrar pruebas suficientes para arrestarlo pero al fin lo había conseguido. Llegó a la calle y bajó del automóvil. Los demás agentes del FBI se pararon detrás de él y Jones se acercó:
-Sabes que estamos contra las cuerdas, jefe. Si no lo conseguimos...
-Seremos el hazmereír de todas las agencias internacionales y me pondrán de patitas en la calle. Ya lo sé.
Y todo porque hace un mes había intentando capturar a John Castley, la mano derecha de El Gato, y había fallado. Gastaron miles de dólares en la operación para nada. Desde entonces los jefes de Washington le habían dejado muy claro a Peter que si la fastidiaba otra vez de esa manera, iba a tener que buscarse otro trabajo. Pero eso no iba a suceder. Estaba totalmente seguro de que en esa gran mansión de tres plantas se encontraba El Gato haciendo un trato con un marchante de arte para vender un cuadro de Monet en el mercado negro, ya que un agente infiltrado lo había escuchado. Cuando lo cogiera, no iba a salir de la cárcel en mucho tiempo.
Sacó la pistola, quitó el seguro e hizo señas al equipo indicándoles que la operación estaba en marcha. Entraron en el edificio e iban a empezar a registrar la planta baja cuando oyeron un golpe sordo en la planta superior.
-Está en la planta de arriba-murmuró Peter, casi para sí mismo.
Peter subió las escaleras corriendo y abrió la puerta de la habitación de la que provenía el ruido. Pero allí no había nada. Solo una ventana abierta por la que se colaba el aire frío de la noche y la estatuilla de un gato negro colocada en el suelo. Mierda pensó Peter.
Volvió a bajar las escaleras para decirles a todos que El Gato no estaba allí y prepararse para una buena reprimenda por parte de sus jefes cuando regresase a su despacho. Pero se paró en seco a mitad del trayecto. Todas las armas estaban apuntando hacia él y Jones tenían las esposas preparadas.
-Pero,¿se puede saber qué pasa?-preguntó Peter,más confundido que nunca.
Mozzie paseaba por la calle mientras tarareaba New York de Frank Sinatra. La gente le lanzaba miradas extrañadas al verlo pasar pero a él no le importaba. Había aprendido a ignorarlas hacía mucho tiempo. Al único a quién le tenía que importar cómo fuera era a él.
Era una preciosa noche estrellada (algo bastante inusual en la ciudad) y se dirigía a casa del Trajeado para ver a Elizabeth y al pequeño Neal. Todavía no asimilaba que ya tuviese dos años, parecía que había sido ayer cuando Eli todavía estaba embarazada y los Pink Panthers acababan de ser arrestados. Después de eso las cosas se habían calmado y estos últimos años habían sido bastante tranquilos. Tocó en la puerta de la casa y cuando se abrió, Mozzie casi se cayó de la impresión. Eli tenía los ojos enrojecidos, estaba despeinada y con un aspecto abatido que jamás le había visto Mozzie. Las palabras que pronunció Eli a continuación explicaron por que estaba tan alterada:
-Han detenido a Peter.
Sin embargo, eso solo le despertó más preguntas. Mozzie pasó al interior y se sentó en el sillón con Eli, cogiéndola de la mano mientras esta lloraba desconsoladamente. Le partía el corazón ver a su amiga así y cuanto más lo pensaba más creía que esa situación no tenía ningún sentido.
-Pero si el Trajeado es el paradigma de la honestidad, el paladín de la justicia-exclamó Mozzie confuso.-¿Qué ha pasado?
-Dicen que han descubierto que Peter ha desviado fondos del FBI. Pero es mentira, él nunca haría algo así.
-Por supuesto que no-admitió Mozzie.-Alguien debe haberle tendido una trampa, pero ¿quién?
-Últimamente Peter ha estado investigando a un criminal bastante importante.
-¿Cómo se llama?
-No me acuerdo. Es un apodo de animal...
-¿El Gato?
-¡Sí, eso!
Ay Trajeado, ahora sí que la has hecho buena pensó Mozzie. El Gato era el criminal más peligroso del momento. Todo el mundo conocía su falta de escrúpulos y procuraba mantenerse alejado de él. No se paraba ante nada con tal de conseguir lo que quería y tenía contactos en las altas esferas de las agencias internacionales, razón por la que no había sido capturado todavía. En resumen, Peter tenía un gran problema.
-No te preocupes Eli. Lo solucionaremos.
-¿Cómo? He hablado con Jones y dice que es imposible exculparle. Las cuentas están a nombre de Peter, todo conduce a él.
-El Gato tiene que tener la información de sus cuentas bancarias en algún sitio.
-Pero nadie sabe dónde está-dijo Eli, desesperada.-Creen que ha huído a Europa.
-Eli-dijo Mozzie mirándola fijamente.-El FBI no va a poder solucionar nada porque El Gato controla el FBI. Esto va a requerir medidas extraordinarias.
-Moz-empezó Eli,preocupada.
En ese momento un niño de dos años entró en el salón, abrazado al oso de peluche que Mozzie le había regalado cuando todavía era un bebé.
-¿Mamá? ¿Estás bien? ¿Dónde está papá?
Eli se secó las lágrimas y, tratando de esbozar una sonrisa, dijo:
-No te preocupes, papá está de viaje.
-¿Va a tardar mucho?
Eli no pudo contestar ya que se le formó un nudo en la garganta y abrazó a su hijo con fuerza.
-Cariño, ya es tarde. Te llevaré a la cama.
Eli subió las escaleras con su hijo en brazos y Mozzie aprovechó ese momento para sacar uno de los múltiples móviles que llevaba consigo. Ese, concretamente, era indetectable y solo tenía un número en la lista de contactos. Marcó el número y escuchó el tono de marcar impacientemente. Mozzie no quería llamarle porque sabía que era peligroso pero también sabía que si a Peter le pasaba algo y él no se enteraba, nunca le perdonaría. Al fin el tono de marcar paró y una voz que a Mozzie le resultaba tan familiar como la suya propia dijo:
-¿Diga?
-Neal, ha pasado algo.
