Gon caminaba por las calles de la gran ciudad, mientras una sutil lluvia le bañaba sus puntiagudos cabellos… caminando a paso lento, admiraba las maravillas de la ciudad a la que apenas una semana se mudó junto a su mejor amigo Killua…

No podía creer que se encontrara en un lugar como ese. Lleno de cemento gris, árboles plantados en forma simétrica y estratégica en cada plaza por la cual caminaba. Le maravillaba observar que había pequeños animales que se habían podido adaptar al terrible y ajetreado vivir de ese lugar.

Unos simpáticos gorriones volaban a buscar refugio entre los árboles. Al volar sus pequeñas alas desprendían diminutas chispitas de lluvia, que dejaban una estela húmeda tras las aves… Gon disfrutaba ver estos pequeños espectáculos, ya que le recordaban la singularidad de Isla Ballena. Le recordaban su hogar, y lo pequeño e indefenso que también fue hace algún tiempo atrás.

Gon ya tenía 18 años, había ingresado a la universidad Estatal de la ciudad, gracias a becas que le otorgaron por ser un estudiante de zona rural, además de sus perfectas habilidades con las disciplinas deportivas. Junto a Killua decidió mudarse a esta gran ciudad, ya que los padres del albino, le concedieron un acomodado departamento, en pleno centro del lugar, una ubicación privilegiada, ya que contaban con la Universidad a apenas unos 10 minutos en vehículo.

Además, en aquel lugar, la noche se tornaba bastante bohemia, pasando de un hermoso día, ajetreado, y lleno de responsabilidades, a un anochecer con una atmósfera divertida, juvenil y lujuriosa. Entregando espacios para todo tipo de relaciones sociales…

Hoy había conocido otra parte de la ciudad, donde descubrió una tiendita donde venden productos de pesca, además de un almacén donde distribuían por montón los Chocorobots que tanto le gustaban al peliblanco.

La lluvia empezó a golpear más fuerte sobre el abrigo de Gon, y este decidió ir al departamento que compartía con su amigo

"Killua morirá de un infarto cuando sepa la cantidad de Chocorobots que hay en ese almacén" – Pensó, mientras apresuraba el paso…

Tomó la vuelta en la esquina, y se encontró con el gigantesco edificio en el cuál estaba habitando. Un edificio de al menos 30 pisos (Gon no se molesto en contarlos, llegó al 8vo piso, y su cabeza empezó a echar humo) su depa se encontraba en el décimo piso, lugar donde tenían una espectacular vista de toda la ciudad…

Entró al edificio, y enseguida se metió al elevador, comenzó a frotar las palmas de sus manos

"Vaya, me estoy congelando" – pensó mientras sacudía su cabello energéticamente salpicando agua de lluvia por todo el lugar.

-PISO 10- tin! (agregue sonido característico)

Las puertas del elevador se abrieron de par en par, y dieron paso al imponente pasillo donde se encontraba el departamento de los jóvenes. Un pasillo adornado ostentosamente, en tonos cálidos y románticos le dieron la bienvenida a su nuevo hogar. Caminó hacia la derecha y sacó sus llaves, frente a la puerta que dictaba un tímido y conservador número "1069"… Metió las llaves en la cerradura, y esta se abrió suavemente, sin ejercer presión siquiera.

Una vez abiertas, enseñaron lo espectacular del departamento, su exquisita decoración, en la cual Gon aun no reparaba. Habían cosas que aún no entendía para que servían… ¿De qué sirve esa enorme estatua de una mujer desnuda con sobrepeso escupiendo agua por la boca?... Gon aún no lo entendía, y creyó no entenderlo jamás.

Se dirigió apresurado a su nueva habitación (enorme por lo demás) mientras se sacaba su abrigo empapado por la lluvia, a continuación se sacó la camiseta también empapada, las botas y las calcetas. Quedando a torso desnudo y pies descalzos. Gon lucía un físico admirable, tenía totalmente tonificado su abdomen, oblicuos, pectorales y deltoides. Aun que si bien su musculatura no era grande, sino más bien delgada, lucía sus años de entrenamiento físico con total humildad. Además tenía un lindo bronceado natural color canela. Combinación que hacía caer a unas tantas chicas por ahí, y chicos también

Simpatía, humildad e inocencia acompañada de un cuerpo de Adonis… y el, sencillamente parecía no notarlo.

Tomó su chaleco regalón color verde musgo (color verde caca como le decía su peliblanco amigo) y se puso un par de calcetas limpias que había encontrado entremedio de las cajas que aún no terminaba de desempacar.

Se dirigió hacia la cocina, se preparó un cargado café, con 3 exageradas cucharaditas de azúcar (se le comenzaban a pegar las dulces manías de su compañero de depa) y se fue a acomodar en un sillón que se encontraba frente a un gran ventanal, ubicado en la sala de estar del departamento. Donde nostálgicamente observaba la lluvia caer y golpear sobre el vidrio… Así como estos insistentes recuerdos que golpeaban en lo hondo de su corazón, que parecían no querer abandonarlo nunca…

Gon siempre ha sido alguien con suerte en el amor, el sencillamente nunca buscó una novia con quien estar, sino más bien, ellas lo buscaban y declaraban su amor. El como un buen caballero (como le enseño su Tía Mito) nunca las rechazó, hasta tuvo un par de lindas novias con las cuales disfrutaba salir. Pero luego las dejó porque honestamente prefería luchar, entrenar o simplemente pescar, antes que estar con ellas…

O simplemente porque no podía sacarse de la cabeza a un individuo en cuestión… Un personaje tan peculiar y perturbante, que hasta el día de hoy, pasados 6 años, aún no lograba olvidar… Quería verlo, luchar contra él, vencerlo y verlo directamente a los ojos, a esos malditos ojos color ámbar que aún no se ha podido quitar de su cabeza.

Aun recordaba la última vez que le vio. Precisamente a la salida del hospital de cazadores, una vez curado del daño que recibió en la pelea con Neferpitou, luego de su agotadora transformación…

El se encontraba de pie, con su traje característico, similar a un arlequín, apoyado en un pilar de concreto con los brazos cruzados, ojos cerrados y cabeza baja. Una vez que sintió la energía del menor, abrió los ojos dejándole el paso a esas alargadas joyas color ámbar que se dirigieron sin ningún pudor al menor que vestía la vestimenta típica de hospital. Mientras lo observaba se acercó sigilosamente al moreno… Agachándose a su nivel, comenzó:

-Vaya, veo que has mejorado… - Comentó con su aterciopelada voz, con una sonrisa honesta en sus labios

-Ejem, si… - Respondió en un susurro, mientras llevaba su mano a la cabeza en señal de nerviosismo… - Aunque no sé cuánto tiempo estuve inconsciente – mencionó apenado y una vez más demostrando naturalidad al entregar información de más al "enemigo"

-Veo que has madurado, mi querido Gon… - Dijo con una mirada penetrante y delatora… - Aunque sigues siendo el mismo niño ingenuo de siempre… - Sonrió

-A qué has venido, Hisoka? – Gon mejoro su postura… Las peleas que ocurrieron en NGL lo fortalecieron enormemente, ya no era un crío al cual se podía subestimar, e Hisoka lo sabía y se sentía notoriamente extasiado ante la situación.

-No me hables así, ni me mires con esos ojos, que casi no me puedo contener – Ronroneó el mayor al ponerse de pie, arrastraba las palabras como si se tratase de una conversación erótica… - Aún no me apetece saborear a mi fruta preferida – Añadió mientras daba la vuelta, dejando al menor atrás.

-Hablas y hablas de que soy una fruta, y que estas esperando que madure, no sé si tengo cara de manzana o de otra cosa,pero no es mi problema que no te gusten las frutas, deja de llamarme así! – Protesto el menor, mientras sacaba la lengua infantilmente en señal de mofa

-Sigues siendo un pequeño ingenuo mi querido Gon – Susurró con una sonrisa ladina y con los ojos afilados

-A qué te refieres? – Curioseó el moreno – explicame! – Agito los brazos

-No es que no me gusten las frutas – Dijo volteando la mirada, para conectar ambas miradas – Me fascinan, y mientras más maduras, mejor. Comprendes porque no puedo acabar contigo aún? – Comentó casi al aire, mientras se alejó de la vista del menor.

La cabeza de Gon comenzó a echar humo, no entendía nada de lo que este sádico sicópata (como le decían Leorio y Killua) le quería decir… Acaso tenía cara de papaya? Y si le gustaban las frutas? Y si lo llamaba fruta, significaba que le gustaba? Y si le gustaba, porque querría acabar con el? No entendía nada…En realidad, nunca entendía a ese payaso y sus extrañas costumbres, ni lo que en realidad quería decir…

Fue la ultima vez que lo vió…

Han pasado largos seis años, y esta vez creyó entender lo que Hisoka le quería decir. Ahora su vida a cambiado drásticamente. Decidió junto a Killua a llevar una vida normal, alejada del peligro y los combates que día a día ponían en riesgo su vida, intentando conocer a nuevas personas y tratar de olvidar algunas de su pasado.

Ahora ya con su mayoría de edad, se sentía un tanto nostálgico.

Había madurado, había crecido, y aún así, el Arlequín seguía sin aparecer… Sin siquiera mostrar un vestigio de su existencia…

Gon tomó el último sorbo de su cargadísimo café y se dispuso a terminar de desempacar. Mañana comenzaba su jornada académica y no perdería ni un minuto más en pensar que será de ese payaso… y así como el café terminó. El recuerdo del arlequín se desvaneció con el…

Qué les pareció mis queridísimos lectores?

Es mi primer fic, y quería hacerlo de mi pareja favorita de hxh. Sé que a muchos no les agrada la pareja por un tema netamente pedófilo. (a mi también me incomoda un tanto :c) Es por eso que quise hacerla con un Gon "adulto" y maduro.

Dependiendo de los reviews es si haré la historia larga o corta (mi idea, es alargarla lo más posible) me encanta fantasear con lo que pudo haber ocurrido entre los personajes, asi que depositaré toda mi imaginación en esta historia si me lo permiten, claramente.

Saludos cordiales!

Lulu Bros