Digimon y sus personajes NO ME PERTENECEN. Solo hago esto por diversión y para su entretenimiento.
La vida había sido buena con Taichi y Sora. Luego de los acontecimientos con la segunda generación de niños elegidos, ellos habían empezado a salir. Como toda pareja, habían tenido sus altas y bajas: peleas, casi rupturas…siempre arregladas por un muy arrepentido Tai que se aparecía en la puerta de los Takenouchi, suplicando perdón, recibido siempre por una muy enojada Sora que luego, terminaba abrazándolo y aceptándolo de nuevo con su frase característica: "Estúpido Tai". Terminaron la secundaria y de inmediato, comenzaron la Universidad; Sora estudiando Diseño de Modas y Tai, estudiando para ser diplomático. Después de años de sacrificio y de pocas horas de sueños, obtuvieron sus títulos, y casi de inmediato, se casaron. Al principio, a duras penas podían costear los gastos de su nueva vida de casados, viviendo en un pequeño apartamento que podían costear gracias a sus recién adquiridos trabajos, pero no pasó mucho tiempo antes de que ambos comenzaran a destacarse en sus áreas, obteniendo más oportunidades de empleos y por ende, mejor paga. Sora estaba trabajando como la diseñadora principal de una de las marcas más importantes del mundo, mientras que Taichi comenzó a trabajar en la embajada principal de asuntos internacionales de Japón. Gracias a esto, la joven pareja compró un apartamento mucho más grande y cómodo, donde poco tiempo después recibieron a su primogénito, Ty Yagami, haciendo honor al sobrenombre de su padre. Dos años después, Taichi fue ascendido de puesto y se convirtió en uno de los representantes de Japón en Estados Unidos, por lo que, la familia Yagami-Takenouchi se mudó a ese país. Al poco tiempo de haber llegado, recibieron la noticia de que esperaban a su segundo bebe, descubriendo más tarde que tendrían una niña. Taichi no podía estar más feliz; no le quedaba ninguna duda de que la consentiría infinitamente. Y eso era exactamente lo que pensaba en este momento, mientras observaba a su esposa, plácidamente dormida a su lado.
─ Seguramente está muy cansada─ pensó. Acarició sutilmente su mejilla y sonrió. Sora era simplemente increíble. A pesar de que estaba a solo un par de semanas de la fecha de parto, seguía haciendo de todo. Mantenía la casa ordenada, cocinaba, lavaba ropa, llevaba a Ty a la escuela, incluso, a pesar de las innumerables quejas de Taichi, seguía trabajando; por lo menos podía agradecer que fuera desde la casa, ya que desde que se habían mudado, Sora fue transferida a una de las sucursales de la marca para la que trabajaba en Estados Unidos, y por su estado avanzado de embarazo, estaba diseñando desde la casa. Él trataba de que trabajara lo menos posible, pero ella siempre le respondía con un "Sólo necesito mis manos y mi cerebro para trabajar; deja de preocuparte". Miró el reloj a un lado de la cama: 12:03 a.m. y no tenia sueño. De la manera más delicada, acarició el abultado vientre de Sora, donde en estos momentos se encontraba esa nueva vida creada por ellos. Sonrió y depositó un pequeño beso en el vientre de su esposa, recibiendo como respuesta, un pequeño movimiento de la bebe ahí dentro ─Te adoro pequeña; no puedo esperar a que estés aquí─ susurró. Al ver que Sora se había movido, se quedó estático rogando no haberla despertado. Al final, Sora no despertó y Tai suspiró aliviado. Se levantó lo más sigiloso que pudo de la cama para no despertarla; se puso sus pantuflas y salió de la habitación. Caminó por el pasillo y se detuvo en la habitación de su hijo. El pequeño de 3 años, debía admitirlo, era idéntico a él, no solo en lo físico, también heredó su personalidad y eso le constaba. Entró a la habitación y recogió el cobertor que yacía en el suelo; seguramente lo había pateado mientras dormía. No sería la primera vez que soñaba que era un ninja… Arropó al pequeño y depositó un suave beso en su frente, para luego salir de la habitación. Caminó unos pasos más y llegó a otra habitación; una que había visitado bastante recientemente: la habitación de su hija. Y pensar que en un par de semanas la conocería… Le encantaba esta habitación que el mismo ayudó a decorar. Estaba pintada de un color pastel; lo sabía porque tuvo que hacer tres viajes a la tienda porque siempre traía el tono equivocado. Había algunos juguetes y peluches adornando una parte de la habitación. En el otro extremo estaban unos estantes que contenían los atuendos que hasta ahora tenían de su hija. Pero lo que más le encantaba observar, era la cuna en el centro de la habitación. No podía dejar de imaginarse frente a esa cuna, observando a su pequeño ángel dormir…de veras que estaba emocionado. Todos sus amigos y familiares bromeaban con el hecho de que esa niña seria la mas sobreprotegida en la faz de la Tierra, lo cual, él admitía abiertamente. Pero él seguía insistiendo en que no era el único ansioso por la venida de la bebe; ¿Cómo se explicaba el hecho de que mañana un batallón de familiares y amigos, llegaban para "ayudar a Sora con lo que queda del embarazo"? Entre los integrantes de esta revolución, estaban no solo los abuelos, también estaban Mimi y Yamato, con sus dos hijos; Samantha de 3 años, una copia exacta de Mimi, pero con los ojos de Matt; y Maxi de 6 meses, la imagen viva de Yama, pero con los ojos de Mimi. También vendrían Hikari y Takeru quienes querían ser los padrinos de la nueva integrante de la familia, sin saber que ya lo eran. Taichi sonrió al recordar todo esto. En verdad, era un hombre feliz. Salió de la habitación y se dirigió a la cocina; tal vez algo de leche caliente le daría algo de sueño.
Mientras esperaba a que la leche se calentara, miró el reloj nuevamente: 12:40 a.m.; no había pasado tanto tiempo. Empezó a recordar como todo comenzó hace años atrás.
─ Sora ─ se sentó en la cama y miró a todos lados. ¿Quién la estaba llamando? Vio una silueta en su ventana y de inmediato se asustó ─ Sora, ábreme, soy Tai ─ la chica respiró aliviada. Caminó hasta la ventana y lo dejó entrar.
─ Casi me matas de un susto, ¿Qué haces aquí a las…2 de la mañana? Si mi mamá te ve, nos meteremos en problemas ─ reprochó ella, pero al ver que Tai no había tratado de excusarse ni decir alguna tontería que pudiera calmarla, se preocupó un poco ─ ¿Tai? ─ y antes de que pudiera decir algo mas, sintió como el chico la tomaba de la cintura y la acercaba a él. Por puro instinto, apoyó sus manos en el pecho de Tai, sintiendo al instante los desbocados latidos de su corazón. Aun aturdida por la situación, levantó la mirada y se encontró con un par de ojos que la miraban intensamente ─ ¿Qué…?
─Tuve una pesadilla─ dijo rápidamente ─ En ella…te perdí y te juro, que a pesar de que fue solo un sueño…estoy aterrado.
─ Tai, pero que dices…nunca me vas a perder ─ trató de tranquilizarlo; parecía un pequeño niño que acababa de ver una película de terror, no el chico de 15 años que era.
─ Tal vez no, pero…ese sueño me hizo entender que…ya no puedo callarlo más ─ La portadora del emblema del amor lo miró confundido ─ Sora…te amo─ la chica abrió los ojos en puro shock; ¿Tai se le estaba… declarando? ─ No puedo concebir un mundo sin ti, ni tampoco el hecho de que otro esté contigo, simplemente…no puedo ─ El silencio se hizo presente. Tai, tomando su silencio como respuesta, soltó el agarre que tenia sobre ella y dio un paso atrás; notablemente herido─ Sabes que, solo…olvídalo; no dije nada, yo…─fue interrumpido cuando Sora, sin previo aviso, lo tomó de la nuca y le besó. Tai se sorprendió sobre manera: ¡Sora lo estaba besando! Sin perder tiempo, correspondió el beso, colocando sus manos firmemente en su cintura, mientras ella, se aferraba a su cuello, acariciando su cabello en el proceso. Cuando se separaron, ambos chicos quedaron hipnotizados por la mirada del otro, sonriéndose ─ Entonces… ¿eso fue una forma de decir: siento lo mismo por ti? ─preguntó con su sonrisa juguetona de siempre. Sora sonrió.
─Eres un tonto ¿lo sabes? ─y Tai no necesitó escuchar más. Unió sus labios nuevamente con los de ella, sintiéndose totalmente feliz.
Y pensar que eso fue hace 13 años; que rápido pasa el tiempo, hasta lo hacía sentir viejo y es que a sus 28 años, habían logrado muchas cosas. Un sonido de burbujeo lo hizo volver a la realidad. Apagó la estufa y miró desanimado la leche que había puesto a calentar; no podía beberse eso.
─ ¡Taichi! ─no esperó ni siquiera que terminara de pronunciar su nombre. Salió disparado como un cohete hasta la habitación donde su mujer estaba.
─ ¿Qué pasa, amor? ─preguntó llegando al lado de Sora, quien se encontraba sentada en la cama con una expresión de dolor.
─ Ya… viene ─ dijo entrecortadamente. Tai palideció; ¡aun faltaban dos semanas!
─ ¿Ahora?
─ No, ¡mañana! ¡¿Qué crees, Yagami?! ─respondió ella. Tai se golpeó mentalmente; en realidad fue una pregunta estúpida.
─ Ok, perdón, perdón… ¿puedes llegar al auto? Debo despertar a Ty.
─ No creo que…pueda ─ Tai la tomó en brazos y la llevó cargada hasta el garaje. Abrió la puerta del auto y la sentó en el asiento del copiloto.
─ Ahora vuelvo ─ salió corriendo al interior de la casa a despertar a su hijo, llegando a su habitación en cuestión de segundos─ Vamos campeón, despierta; ¡tu hermanita ya viene! ─ El pequeño niño miró a su padre somnoliento.
─ ¿Ahora? Dile que vuelva mañana─ respondió, para luego, volver a arroparse. Tai no tenía tiempo para esto. Tomó a su hijo con todo y cobertor y lo colocó en la parte trasera del auto. Corrió hacia el otro lado, entró al auto y encendió el motor.
─ Tranquila, amor…todo saldrá bien─ dijo entrelazando su mano con la de ella, mientras conducía hacia el hospital.
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Luego de haber pasado de largo el hospital, por fin habían llegado. ─ ¡Ayúdenme por favor! ¡Mi esposa va a dar a luz! ─ gritó entrando a la sala de emergencia.
─ Cálmese señor─ trató de tranquilizarlo una de las enfermeras ─ ¿Dónde está su esposa?
─ En el auto… ¡apúrense! ─ dijo saliendo nuevamente a toda prisa hacia el estacionamiento. La enfermera salió tras de él y al poco tiempo, un par de enfermeras más salieron al estacionamiento con una silla de rueda para atender Sora lo antes posible. Luego de algunas preguntas de "rutina", Sora fue ingresada, mientras Tai estacionaba el auto, para luego, entrar al hospital con su hijo de tres años en brazo, profundamente dormido.
─ ¿Dónde está? ─ preguntó prácticamente sin aliento, pero realmente preocupado a la enfermera que lo había atendido.
─ Está en la sala de parto; la bebé ya estaba a medio camino cuando la trajiste ─ se sorprendió ante este hecho. El nacimiento de su hijo fue inducido y aun así, Sora soportó 49 horas de parto para traerlo al mundo, pero esta vez, no había pasado ni una hora desde que Sora había roto fuente y ya la niña estaba naciendo. Le gustaría estar presente cuando naciera, pero no iba a dejar a su hijo tirado en la sala de espera ─ Señor, necesito que llene estos papeles─ sin más remedio que esperar, lleno los formularios, se los entregó a la enfermera y se sentó a esperar noticias.
─ ¿Papá? ¿Dónde estamos? ─ Se revolvió el pequeño entre los brazos de su padre. Taichi revolvió su cabello más de lo que estaba y le sonrió al pequeño.
─ Estamos en el hospital; pronto recibiremos a tu hermanita ─ el niño bostezó y miró a su padre directamente a los ojos.
─ ¿Entonces, no fue un sueño?
─ No, campeón; está pasando de verdad.
─ Yo quiero verla, papi ─ Taichi sonrió.
─ Yo también, pequeño ─ y casi de inmediato, escucharon un llanto y los dos Yagami contuvieron el aliento. Ty saltó del regazo de su padre y comenzó a saltar feliz.
─ ¡Es ella, papi! ¡Esa es mi hermanita! ─ Tai seguía en trance.
─ ¿Señor Yagami? ─ Tai miró de modo automático a la enfermera frente a él ─ ¡Felicidades! Ha tenido una bella niña ─ La sonrisa de los hombres Yagami no pudo ser más grande. Sin perder tiempo, siguieron a la enfermera hasta la habitación donde se encontraba Sora y la pequeña─ Es aquí, Felicidades nuevamente.
─ Gracias─ volteó a ver a su hijo y tomó de su mano, viendo como sus rojizos ojos, lo único que heredó de Sora, brillaban con entusiasmo ─ ¿Listo, campeón? ─ el pequeño asintió enérgicamente y así ambos entraron a la habitación. En el preciso instante en que divisó a su esposa, sosteniendo un pequeño bulto entre sus brazos, nada más en el mundo le importó. Se acercó a la cama junto a su hijo y ambos quedaron embobados al ver a la nueva adquisición de la familia.
─ Les presento a… Camila Yagami ─ susurró Sora. La bebé era una preciosura; era pelirroja como su madre y sus ojitos, aunque los tenía entreabiertos, se podía apreciar que los había heredado de su padre: una tonalidad marrón oscuro.
─Mami, mi hermanita es muy bonita. ¿Puedo jugar con ella?
─ Primero, tiene que crecer un poco para jugar contigo; tienes que tener paciencia ─ le respondió tiernamente a su hijo. Luego, miró a Taichi quien no había pronunciado palabra alguna, cosa extremadamente rara en él; estaba estático observando embobado a la pequeña bebe que descansaba en su regazo ─ Tai… ─ el chico salió de su trance ─ ¿Por qué no la cargas? ─ Se acercó más a Sora, quien le extendía cuidadosamente a su hija; la tomó lo más delicadamente posible entre sus brazos y la observó.
Esa pequeña era una copia viviente de Sora, a excepción de sus ojos. No podía apartar la vista de ese pequeño ángel. Cuando nació Ty, tampoco lo podía creer, era tan increíble la idea de saber que esa nueva personita llevaba tu sangre, es simplemente indescriptible. Extendió su mano para acariciar la suave piel de su mejilla y casi de inmediato, fue recibido por un par de brillantes ojos marrones que lo miraban con curiosidad.
─ Hola…mi pequeño angelito…soy papá ─ comenzó a charlar con la Yagami mas joven─ y quiero que sepas que voy a estar siempre para ti, no importa que…papi estará a tu lado… te amo angelito ─ no estaba diciendo cursilerías al azar, se lo estaba prometiendo y Taichi Yagami no rompía una promesa por nada del mundo, y esta no sería la primera vez. Así como le prometió a su pequeño cuando nació que lo protegería, también lo haría con su hija y sin dudarlo, cumpliría sus promesas.
Al día siguiente, sus familiares y amigos llegaron para conocer a Camila. Los abuelos, no dejaron a la niña ni por un momento, teniendo algunos encuentros con Mimi y Hikari, que proclamaban su derecho de poder, por lo menos, sostenerla. Mientras que los hermanos Ishida-Takaishi, esperaban a que las "fieras" se tranquilizaran para tener oportunidad de por lo menos ver a la recién nacida. La llegada de la pequeña fue un suceso mediático, pero feliz; realmente un momento de pura dicha
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Ya habían pasado dos meses desde el nacimiento de Camila Yagami y sus padres pueden dar testimonio que habían sido unos felices dos meses. El pequeño Ty se había tomado su papel de hermano mayor seriamente, cuidándola, mimándola, ayudando a elegir como vestirla, jugaba con ella y hacia todo tipo de cosas que necesitara su hermanita; prácticamente no se despegaba de su lado. Taichi pasaba casi todo el día en el trabajo, pero aun así, cuando llegaba a casa, dedicaba todo su tiempo a su familia, incluyendo a su esposa, quien seguía en licencia por maternidad.
─ ¡Mami mira, Cami está tratando de decirnos algo! ─ dijo el primogénito de los Yagami exclamó.
─ Sí… que tiene hambre ─ respondió Sora. Sacó a su hija de la cuna, se sentó con ella en una mecedora y comenzó a amamantarla. La pequeña Camila miraba atentamente a su madre, mientras ésta le sonreía cariñosamente y tarareaba una canción de cuna. Siguió observando a la bebé en sus brazos cuando notó algo ─ Taichi, ¿puedes venir un momento? ─ llamó a su esposo; algo no estaba bien.
─ ¿Qué pasa, cielo? ─ preguntó al llegar.
─ ¿No notas sus ojos algo mas…azulados? ─dijo no muy segura, pero era verdad; la niña tenía los ojos como Tai: marrón oscuro, pero ahora tenían una tonalidad extraña como si estuvieran cambiando de marrón a azul claro. Taichi miró a su hija atentamente a los ojos y sonrió.
─ No veo nada inusual en este angelito.
─ ¿Seguro? Porque yo creo…
─ Sora…estas algo paranoica; Camilita está bien, ¿verdad que sí, angelito? ─ dijo mientras acariciaba la mejilla de la bebe.
Sora lo miró no muy convencida. Tal vez, si estaba viendo cosas donde no las hay, pero su instinto maternal le decía que algo andaba mal. Miró nuevamente a su hija y pensó: si algo le molestara, ella lloraría. Ella estaba de lo más tranquila así que concluyó, que todo era producto de su imaginación. Sí… eso debía ser.
Lo que ni Taichi ni Sora sabían, era que ese suceso, era solo el principio de la tormenta que se avecinaba a sus vidas.
Y hasta aquí el primer capítulo, el cual sería una especie de prólogo. Antes que nada, quiero agradecerles por tomar un tiempito para leer este primer capítulo, en serio, se los agradezco y me encantaría saber que opinan, así que, por favor, dejen sus reviews :D. Nuevamente muchísimas gracias y Prospero 2014.
Bye!
