Mary (sentada en un sillón con un gato blanco en sus piernas, acariciándolo lentamente, la cubre una mascada negra con plumas verdes): Buenas tardes, sempais. Mary los saluda desde su computadora y les desea unas felices fiestas terroríficas, llenas de sustos y sorpresas. Aquí en México se viene el Halloween, y he querido festejarlo con ustedes, con un fic. (el gato maúlla y salta de las piernas de Mary cuando suena una explosión) Con dolor de cabeza y ese Tobi no para de pedirle truco a Deidara ¬¬. Esperen aquí (Mary se va)

(Entran a escena Sasori e Itachi. El pelirrojo va vestido como el fantasma de la ópera e Itachi como un mayordomo)

Sasori: Bueno, la travesura de este día será: quitarle la presentación del fic a la mocosa ¬w¬

Itachi: Como nos reto Deidara que no podíamos disfrutar de esta ridícula fiesta... aquí estamos.

Sasori: Este fic es una de esas cosas que a Mary le salen con tanto chocolate =.= así que deberán perdonarla.

Itachi: Los personajes no le pertenecen a Mary, somos de Masashi Kishimoto.

Sasori: ¬¬ eso no suena bien.

Itachi: lo que pasa es que eres un pervertido, Sasori.

Sasori: estate una semana con la mocosa y verás que TODO puede empezar a sonar mal.

Itachi: u-u te creo. Bueno, Mary nos ha cambiado los nombres en una especie de idea para la "parodia"

Sasori: Esperamos que la disfruten y dejen reviews para una conti.

Itachi: aquí el fic.


((~*~HALLOWEEN CON AKATSUKI SEMPAIS~*~))

1

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Las grisáceas nubes cubren el resplandor de la luna. Los niños han salido a pedir sus dulces acompañados por sus padres, sonrientes y felices por tanta golosina con el que se picaran los dientes y después llorarán cuando tengan que ir al dentista, pero que por ahora vale la pena empalagarse de ellos. Muchos pasan por el cementerio a paso rápido, arguyendo a sus padres que han visto una misteriosa sombra emerger de una de las lápidas, los padres saben que se trata de una broma, y decidiéndose ahorrárselas a ellos y sus hijos disfrazados, les toman de la mano y se los llevan a la siguiente casa.

Pero ahí si hay una sombra: camina sagazmente entre las lápidas, debajo de la capa negra que lleva encima se asoman los pliegues de un vestido rojo carmín, en sus manos lleva un libro con caratula de piel. Tiene largos cabellos negros, lacios y la piel extremadamente blanca, los labios en contraste son completamente rojos, y sus ojos brillan con un destello entre dorado y verdoso. Ha ignorado como los pequeños la señalan sin apartar la vista de su objetivo: la única cripta del panteón. Cuando llega ahí, deja el libro en el suelo y con una llave que ha sacado de una bolsa tejida se acerca a abrirla.

El crujido de la puerta parece no importunar a la iluminada calle y sus habitantes, y ella, después de lanzar una mirada se mete a la cripta con una sonrisa extendiéndose en sus labios, deja la puerta entreabierta, para poder salir cuando se lo proponga, pero por ahora, da media vuelta y respira el aroma a putrefacción que ahí dentro. Nuevamente del bolsillo saca una lámpara de mano, la enciende y comienza a caminar tras los muros que la rodean, bajando las escaleras hacia una oscuridad todavía más profunda.

Su andar es casi silencioso, pues ha decidido llevar tan solo unos zapatos sin tacón bajo aquel vestido con el que tanto le gustaba andar aquella noche. Sabía que su tarea no sería sencilla, y se arrepentía de haber traído un vestido tan largo, porque ahora se había manchado de lodo, pero, ¿qué se le podía hacer ahora?

La lámpara por fin ilumino la cámara mortuoria, ella arrugo la nariz porque el olor a descomposición le perforaba la nariz. Estaba claro que aquel par de tontos que la habían retado a entrar querrían espantarla, pero no le importaba. Continúo caminando. Ahora por fin se encontró con el sarcófago que buscaba: En el centro, adornado por distintas flores marchitas se hallaba una tumba, que además estaba abierta. Quizá ese fuera el lugar por donde el olor escapaba. Se acercó sigilosamente, mientras tragaba saliva. Subió un par de escalones y asomó la cabeza.

¡Caray!– fue lo único que exclamó al ver el interior –Está más guapo que el mismísimo Brad Pitt.

Un joven de largos cabellos rubios muy bien peinados estaba descansaba dentro con una sonrisa en los labios. Tenía la piel ligeramente bronceada y las mejillas rojas, como si no estuviera muerto. Sus ojos eran largos y delineados naturalmente.

Ni vivos tienen esta apariencia– susurro la chica mientras cogía el libro y lo habría en una página que estaba separada por una hojita de papel –Veamos… ¿Dónde…Dónde habré dejado ese conjuro? Hum…

Por fin pareció encontrarlo y dejo el libro a un lado, para sacar de la bolsa un paquete grande de sal. Comenzó a rodear la tumba susurrando para sí cómo es que ese chico se mantenía tan bien conservado. Quizá la historia fuera cierta. ¿Debía temer por su vida?

Se quedo quieta, analizando aquella pregunta.

Ah… respuesta equivocada. Nadie me reta a hacer esto (o cualquier otra cosa) sin que yo después de haber aceptado no lo termine– y diciendo esto, continuó haciendo un círculo alrededor.

Cuando termino se metió en el circulo de sal y tomo el libro. Con una mano apuntaba la luz de la linterna a la página color sepia del libro. Se aclaró la garganta y comenzó a leer convirtiendo su voz suave en grave.

Antre dame shinte ka de mo. Kusshin lenterde ariguta che te da. ¡Satenda kito boku da lero! Ostiketademo aru yo, kie, kie, ¡Shinta kobu da!*

El aire penetro en la cripta y movió los cabellos de ella, mientras que una brisa pasaba cerca de los cabellos del rubio los removía hacia su rostro.

¡Te invoco desde tierras lejanas, ahora, aparece!– gritó ella mientras extendía la mano hacia la tumba, su voz resonó a eco, pero no paso nada más. Espero unos segundos, estática. Pero nada. Comenzó a bajar la mano y enderezarse, mientras en su rostro se reflejaba la decepción.

Entonces la puerta de la cripta se cerró y ella volteo irritada hacia las escaleras que la habían llevado hasta ahí. Corrió y golpeo la puerta, pidiendo que la dejaran salir.

Pasaron algunos minutos y ella frunció el ceño, volviendo a bajar a la compañía de los muertos.

¡Idiotas!– gritó la chica mientras se sentaba al pie de las escaleras –A ver cuándo me sacan de aquí. ¡No me da miedo estar aquí toda la noche!

Ella mira hacia el público.

Ah, hola– saluda –¿Quiénes son ustedes? ¿Los lectores de la historia? Mucho gusto, soy Midori. Ahora estoy atrapada en este lugar con un supuesto chico vampiro que... ¡Por flojo y holgazán no quiere despertarse!

Su voz hizo eco nuevamente y ella suspiro.

¿Por qué me miran así? ¿Es que no acaban de leer que ese tío está más joven que un bebé recién nacido? Bueno… si así fuera no habría pensado que es apuesto, pero… ¡Entienden ustedes! ¿Cómo podría conservarse así alguien después de siglos muerto? ¡Que me dé el secreto, porque ni los gusanos se le acercan! Entonces supongo que fundamentados en esto, podemos creer que ciertamente, el espécimen de aquel cajón es un vampiro– asiente con la cabeza mientras golpea con un puño la palma de su mano –Y es que me retaron a venir aquí y despertarlo– se acerca y susurra, como si quisiera mantener un secreto con los muertos, temiendo que lo fueran a relevar –Dice la leyenda que él sabe dónde está el tesoro que busco, ¿Cuál tesoro, se están preguntando? ¡Es lo que dejo mi tátara abuela al morir y que decía heredárselo a la generación que se atreviera a buscar los secretos ocultos del mundo, y heme aquí! Dicen que eso era tan significativo que ella se lo llevo a la tumba. ¡Y ya he ido a buscarlo, pero ahí no está! Me ensucie y machuque mis manos para nada. Y lo necesito… Sin él voy a tener que subastar mis libros, y yo que tanto los quiero. ¡Por eso vine a buscar al poderoso Deidacula! ¡Hallador de todas las cosas del mundo!– mira al público y pone las manos en la cintura –¿Cómo que no saben de qué va la famosa historia de este vampiro? ¡Ridículo! Pero bueno, sirviendo que me entretengo, se las contaré…

(~*~*~*)

La luna iluminaba el cementerio, las criptas reflejaban una lúgubre sombra detrás de ellas, como si dentro, los muertos se alzaran para contemplar como antaño, la bella luz blanca que emanaba desde el cielo. ¡Se veía tan hermosa que no duden que lo hacían desde bajo tierra!

En la cripta, adorando con bellas flores marchitas descansaba este mismo rubio de nombre Deidacula. ¡Los siglos no le afectaban en lo más mínimo! A menos que te refirieras a que lo hacían cada vez más bello. Cada noche de brujas –y otros días–, Deidacula se levantaba de su tumba para hincar el diente en alguna pobre víctima. ¡Pero miren! Llegamos al punto en la historia en que con una fuera sobrenatural, sin mover las manos y completamente recto, Deidacula se pone de pie. El aullido de un lobo se escucha fuera en el momento en que el rubio abre los celestes ojos –¡Cuántas mujeres cayeron rendidas a sus pies al ver aquellos ojos!– y una sonrisa enmarca su rostro con un brillo casi infernal.

–¡Qué agradable sueño, hum!– exclamó él, estirándose. Dispuesto a comenzar a andar, decide bajar del cajón (no tan cómodo como se veía) en el que había descansado los últimos tres días, puso el pie sobre algo suave y ovalado, una bolita que se hallaba al pie de su tumba –¡Sí! Ya me da por comer y… ¡AHHH!

El bulto que estaba ahí se enderezo de repente, tirando de nuevo en el sarcófago al joven rubio, debido al impacto, había salido disparado hasta atrás y golpeado su nuca con el borde, en un golpe que a cualquiera hubiera matado, pero a él, nada. Sin embargo se había quedado ahí con los ojos en blanco y el rostro contorsionado en una mueca de irritación.

–¡Deidara sempai!– gritó un chico de cabellos cortos y negros, de donde salían unas graciosas orejitas de lobo, tenía una colita de perro y unos bigotes delgados, sus ojos negros resplandecían en la oscuridad de la cámara mortuoria, él resulto ser aquel pequeño bulto culpable del accidente –¡Está despierto por fin!

–¡Auch!, ¡Me ha dolido, joder, hum!– gritó sentándose y sobándose la nuca adolorida –¿Qué haces aquí, To-Lobby? ¡Te he dicho mil veces que no entres a mi habitación, hum!

To-Lobby miró de un lado a otro, inspeccionado curioso el lugar, sentado como un perro. Después de unos segundos, miró a Deidacula y sonrió mostrando unos filosos dientes blancos.

–Pero esta no es una habitación, Deidacula samma– dijo To-Lobby mientras se rascaba la oreja con la pata izquierda, al terminar observó al rubio –Es una cripta. ¡Deidacula samma tiene que aprender a diferenciar entre una cosa y otra!

El rubio lo miro enojado, con una vena palpitando en su sien.

–¡Idiota, hum!– reprochó mientras se ponía de pie y bajaba de su "cama" y comenzaba a corretear a un pequeño chibi de To-Lobby que corría como perrito mientras aullaba –¡Es la séptima vez en quince días!

–¡To-Lobby lo lamente, sempai!– decía el chibi mientras corría con lágrimas en los ojos alrededor del sarcófago, con Deidacula pisándole los talones –¡No lo regañe, To-Lobby es un buen chico, To-Lobby solo hacía cumplir el pedido de…!

–¡Quédate quieto y te diré qué es una buena paliza, hum!– seguía gritando el rubio, ignorando las palabras del otro.

De pronto, To-Lobby se paró en seco. Deidacula, debido a la fuerza que llevaba en su carrera termino por volver a chocar con el licántropo y cayendo al suelo con un estrepitoso sonido.

–¡Ah!– exclamó To-Lobby –¿Deidacula sempai se encuentra bien?

El rubio había caído esta vez de rosto contra el cemento, su nariz estaba roja y las lágrimas se querían escapar de su rostro.

–¡Me duele!– gritó, sobándose el rostro –¿Por qué demonios te detienes de esa manera, hum?

–Usted me dijo que me quedara quieto, como To-Lobby es un buen chico le hizo caso a su sempai.

Deidacula miró al chico con una nueva vena creciendo en su sien.

–¡¿Qué quieres?– gritó, impaciente –¡Yo solo quería comer algo!– el rubio empezó a sollozar –¿No puedo tener ni un momento de paz, acaso, hum?

To-Lobby frunció el ceño e hizo un puchero.

–Es que To-Lobby venía a decirle algo importante a su sempai.

El rubio no le hizo caso y continuaba lloriqueando.

–¿Deidacula sempai? ¡Necesita calmarse para que To-Lobby pueda recordar a qué venía!

El vampiro se hinco y miro hacia el techo de la cripta.

–¡Un poco de paz! Ser un maldito friki, marginado de los cielos y rechazado de los mortales es muy difícil, hum. ¡Nadie más puede espantar tanto como yo, y es así como me pagan, hum! ¡Cumplo con mi trabajo y me alimento y no molesto a nadie más, hum! ¿Entonces por qué… – se detuvo para señalar con un dedo al pelinegro –…por qué me mandan a este esperpento de perro, hum?

–¿Esperpento?– repitió el pelinegro, sonriendo inocentemente sin comprender las palabras de su sempai.

Deidacula lo miro con un tic nervioso en el ojo derecho y estaba a punto de empezar a maldecir cuando hubo un temblor y movió al resto de los muertos e hizo estremecer los cuerpos de ambos seres de la noche. Deidacula se puso nervioso inmediatamente, mientras que To-Lobby lanzaba un gemido asustado y corría a esconderse detrás de su sempai al ver que por las escaleras bajaba un resplandor grisáceo, como una figura de humo brillante que comenzó a materializarse en cuanto llego a las escaleras.

–Deidacula– pronunció ésta capa de humo con una voz de ultratumba que habría dado miedo hasta a la muerte, (el eco devolvió la palabra, haciendo que sonara todavía más tenebrosa) mientras unos pies semi transparentes hacían acto de presencia, caminando –To-Lobby.

–¡Ay!– gritó To-Lobby mientras un chico de cabellos desordenados y cortos con unos ojos enfadados, que normalmente veían como calmados y aburridos se posaban en ambos con una extraña sombra cubriéndolos mientras se detenía a un metro de ellos –¡Lo siento tanto! ¡Deidacula sempai no se despertaba!

El rubio lo miro y luego le dio un puntapié para que se alejara de él. Sintió la pesada mirada del recién aparecido, así que volteo y comenzó a reír nerviosamente (mordiéndose con sus afilados colmillos en el proceso de su boca al temblar)

–Sasogui no danna, hum– susurro sumiso –Bu…Buenas…Noches… hum

–¿Buenas noches? ¿…noches?– dijo el fantasma mientras el eco repetía lo que decía a cada palabra, lo que lo irritaba, hablar dentro de la cripta era realmente fastidioso –¿Cómo te parece que pueden ser buenas noches si estoy aquí abajo, cuando sabes que lo detesto, buscándote?

–¡To-Lobby no dijo que usted quería verme, yo no lo habría hecho esperar, hum!

–¡Pero si usted no dejaba de hablar!– gritó To-Lobby acusando a su sempai, porque él si podía morir pero su sempai (a menos que le atravesaran el corazón con una estaca o cortaran su cabeza y quemaran sus restos, moriría) –¡Yo esperaba a que despertara para decirle…!

–¡SILENCIO! SILENCIO, SILEncio, silencio– grito Sasogui y el eco repitió la palabra tres veces antes de que el silencio fuera absoluto. Sasogui hundía la cabeza en sus hombros irritado por el eco –Ahora, salgamos de aquí antes de que me dé jaqueca, jaqueca.

Deidacula y To-Lobby siguieron a la entrada a Sasogui y salieron de la cripta. Deidacula respiró profundamente el aroma del otoño: las hojas de los árboles muertos, pasto seco, y aquel extraño fertilizante que ponía el velador del cementerio. To-Lobby se sentaba y se lamía la mano. Sasogui se había sentado en una de las lápidas y miraba la luna.

–Odio de verdad tú estúpida cripta– sentenció, esta vez sin ningún eco que le interrumpiera, la transparencia de su cuerpo hacía que el rubio viera borroso más allá los árboles e incluso la luna, se convertía en una mancha blanca –¿Qué?

–Nada, hum– se adelantó el rubio y sonrió nerviosamente –Tengo que comer algo, porque ya ando falto de sangre…

–Cierto– dijo el pelinegro mientras halaba un pellejito de la piel del rubio ganándose como respuesta la violenta mirada del vampiro –Ya está en los huesos.

–¡Quítate!– le gritó el rubio mientras le arrebataba su brazo.

–Tenemos un trabajo que hacer– dijo Sasogui, ignorando a ambos mocosos, como a él le gustaba decirles –Al parecer Itadusa debe entregar un veneno a un brujo porque se lo ha pedido, pero él le ha dicho que no quiere verlo porque… bueno…

–¿Tiene esa maldición, hum?– preguntó Deidacula con las cejas arqueadas.

–Sí. La maldición.

–Pero Sasogui san…– interrumpió To-Lobby –¡Itadusa no puede ser visto por ningún ser viviente, nos convertiría en estatuas!

El joven licántropo se puso de pie e imito una estatua aterrorizada. Sasogui frunció el ceño.

–Yo tengo cosas que hacer esta noche. Tengo que visitar a mi abuela, ya saben, día de los muertos y tengo que comerme todo lo que me deje esta noche– el chico torció los ojos –Pero siempre es mucho y ya mañana me puedo andar despertando con dolor electroplasmico en el estomago.

–Pero Sasogui san, usted es un fantasma– volvió a interrumpir To-Lobby adoptando su forma siempre natural de cachorro. Sasogui le dirigió una mirada irritada.

–Por eso he dicho que electroplasmico, baka.

–Sigue siendo lo mismo, danna– dijo Deidacula –Nosotros nos transformaríamos en piedra si vemos a los ojos a Itadusa, hum.

–Por eso, yo recibo la poción y ustedes se largan a darle eso al brujo– contestó Sasogui como si fuera lo más obvio del mundo.

Deidacula y To-Lobby asintieron.

–Entonces en marcha, porque no quiero que lleguen tarde y yo tampoco debo de hacer esperar a mi abuela.

–Como si se fuera a quedar a platicar con ella, hum– respondió Deidacula mientras andaban en el cementerio. Sasogui suspiro.

–No, pero el día que no como todo, va a mi tumba todo el día y trata de meterlo con una manguera. A la noche me la paso limpiándola.

–Pues eso debió de hacerlo cuando usted estaba vivo, Sasogui san. Meterle la comida con una manguera.

–Nada. Mil veces prefiero estar muerto que una de esas cosas metidas en mi…

–¡Ahí está Itadusa!– gritó Deidacula y cerró los ojos inmediatamente, To-Lobby hundió la cabeza bajo sus brazos –Ande, Sasogui danna.

–Ya voy. Tú no me andes apresurando, mocoso.

–Si soy mayor que usted en términos de siglos, hum– comentó Deidacula haciendo un puchero. Sasogui chasqueo la lengua mientras floraba hacia Itadusa.

–Pero te quedaste en la edad de los mocosos, yo llegué a la de adulto.

Deidacula se sonrojo. Sasogui ya estaba llegando con Itadusa. El fantasma tuvo que admitir que pese a las advertencias de los demás monstruos, él no estaba tan horrible, de hecho, entendía por qué es que le habían echado la maldición aquella Diosa egoísta. Itadusa tenía la piel blanca y unos ojos rojos que destellaban como rubís, tenía el lacio cabello negro como la noche y su rostro demostraba sabiduría. Pero en cuanto se acerco a él, las pupilas de los ojos se volvieron dos rendijas oscuras, y los lacios cabellos se volvieron serpientes. Ok. Viéndolo así quizá no podía considerarse bello.

–Creo que hice bien al contactar contigo– dijo cortésmente tras los sonidos de las víboras que se mecían de un lado a otro –Como fantasma no te afecta la maldición. Pero, ¿cumplirás bien tu deber?

Sasogui sentía como un estremecimiento en su ser, y pensó que se debía a los ojos del Uchiha, que pese a no llegar a afectarlo realmente lo cohibían y poco a poco desagradaban.

–Por supuesto. Aunque creo que yo no podré hacerlo, mis compañeros son lo suficientemente competentes para ello.

Itadusa miró hacia atrás, donde ambos aún se escondían de su mirada.

–¿Seguro?– preguntó, ladeando la cabeza –Parecen un perro y un murciélago asustados.

Sasogui volteó a verlos. Si, realmente eso parecía. Suspiro y humo salió de sus labios.

–Descuida. Tu tarea se completará ésta noche– le aseguro, de repente no tan convencido de que fuera así.

–Bien– dijo Itadusa –Porque les acompañaré parte del camino.

–¿Qué cosa?– preguntó Sasogui, parpadeando rápidamente.

–Entre mis tareas es juzgar la eficacia de su trabajo– respondió Itadusa ladeando la cabeza. Sasogui hizo una mueca de disgusto al recordar cómo, pese a que terminaban el trabajo con los resultados deseados, siempre había… percances con esos dos.

–Demonios– susurro –Creo que tendré que limpiar mi tumba mañana.

–¿Perdona?

–Que me sigas, Itadusa. Si alguno de esos mocosos quedará petrificado, seré yo quien te de una paliza de lo lindo.

Itadusa frunció el ceño.

–¿Por qué? ¿Hay ahí alguno que te guste?– se atrevió a preguntar. Sasogui se giro a verlo y de haber podido se habría sonrojado de tal manera que cualquiera se hubiera reído al ver que su rostro adquiría el antiguo color de sus cabellos.

–¡No!– gritó, molesto –Ahora sigue caminado.

Itadusa tomo un pedazo de tela y se amarró los ojos. Sasogui lo miró extrañado.

–¿Podrás ver con eso?

–Mis demás sentidos están muy desarrollados. Es así como siempre voy a visitar a Kisatain, evito transformarlo en piedra.

Sasogui flotaba elegantemente hacia sus pupilos, pensando que sería muy difícil que Itadusa no cayera con una lápida.

Deidacula tenía una gota de sudor mientras su mayor concentración se hacía presente. ¡No podía ser posible esto! ¿Qué clase de trampa, truco y artimaña había usado Tobi?

Cuando Sasogui e Itadusa llegaron a su lado los miraron curiosos.

–Deidacula– llamó Sasogui con tono autoritario, pero el rubio tan solo hizo un gesto de que lo dejara en paz con la mano –¿Cómo?

–¿Lo ve? ¿Esta es su carta?–

–¡Demonios To-Lobby, idiota! ¿Cómo haces eso, hum?

–Con práctica.

To-Lobby sonrió mientras miraba a Sasogui y luego observaba a Itadusa, las serpientes se removían de un lado a otro, pero To-Lobby las vio muy interesantes.

–¡Yo quiero una de esas!– gritó mientras se ponía de pie y estiraba la mano hacia una de ellas, entonces recibió una mordida de una –¡Ah! ¡Duele! ¡Me ha mordido una! ¡Moriré!

Tras el paño que usaba Itadusa vieron que fruncía el ceño. Sasogui se llevo la mano a la frente. Deidacula los miró.

–Que tonto eres, To-Lobby, hum– declaro mientras el licántropo se tiraba dramáticamente al suelo y se retorcía diciendo que moriría y que legaría sus pelotas a Deidacula y la aspiradora para cuando Sasogui lo persiguiera a muerte, y que a el fantasma le daría su colección de estampillas.

–¡Y yo para qué quiero algo así!– gritó Sasogui, enojado por la "herencia", miró a Deidacula –Anda. Saca el veneno.

–¡Pero estaríamos mejor sin él, hum!

To-Lobby detuvo sus sollozos y miró a su sempai con más lágrimas en los ojos.

–¿No quiere salvarme, Sempai?– preguntó.

–Por mí, muérete ahorita, hum– respondió el rubio cruzándose de brazos y dándole la espalda, con la nariz respingada.

–¡Ahhh! ¡Sempai no me quiere!

–Esto es una broma, ¿verdad?– habló Itadusa a Sasogui, arqueando una ceja.

Sasogui se limitó a hincarse en su tumba y "golpearse" la frente con la lápida, con los ojos y dientes muy apretados por la frustración.

TO BE CONTINUED.


Mary: (llega corriendo y ve que sus sempais han publicado el fic) PERO POR QUÉ!

Sasori: te ibas a tardar.

Mary: no es verdad!

Itachi: jejeje (ambos lo miran sorprendidos) Me gusto tu nombre, Sasogui.

Sasori: ¬¬###

Mary: mmm, es que fue una combinación de el nombre de Sasori con la palabra fantasma en chino sencillo.

Itachi: por eso digo que me gusta.

Sasori: tu nombre parece de mujer.

Itachi: ¬¬***

Mary: aru~, bueno ya. No peleen. (Mary sonrié y mira a los leectores) el * es para la aclaracion de que ese texto no significa nada, era...pongalo así, como cantos de gregorianos, como le decimos mi tonto ototo y yo. ^w^

Itachi: oye, Mary chan. ¿Pondrás Yaoi?

Mary: dificil decisión e-e. Quiero hacer esto como un TobiDei (aunque es igual de tentoso que poner SasoDei) y un ItaSaso, pero... no lo sé, depende de los reviews -w-

Sasori: hmph.

Mary: ¡Aparición de mis sempais porque son los favoritos OwO! Los demás conforme la historia avance.

Sasori: Recuerden... Solo si hay reviews.

Itachi: los andamos leyendo después.

Mary: matta ne, sempais~

S/I/M: Y FELIZ NOCHE DE BRUJAS!

Mary: ¿podemos salir a pedir dulces? OwO

Sasori: deja la arcilla de los "trucos" de ese mocoso.

Itachi: Hasta luego (yendose con ambos)