Derechos: Los personajes le pertenecen a S.M., quien es la que nos hace soñar con cada uno de ellos, cualquier otro personaje que no sea identificado, es totalmente mío, como la historia.
Capítulo beteado por Carlie Stoessel,
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Capítulo I
Bella's POV
—Ya te dije, Alice… —Repetía Rosalie por el celular una vez más, como quien le explica a un niño pequeño como atarse los zapatos por veinteava vez—. Van a ir Jasper, Emmett y Edward. —Estos eran todos los muchachos que asistirían a la cita del bar, todos en parejas; Rosalie con Emmett, Jasper con Alice y Edward con… ¡Un momento! ¿Edward? ¿Quién era ese?, parecía que Alice lo conocía, porque no preguntaba nada acerca de él.
Pero él iba solo, ¿no había nadie más? O es que… De repente se me hizo evidente lo obvio, y supe de inmediato porqué habían insistido tanto a que vaya, ¡querían conseguirle pareja a ese tal Edward! ¡Pero qué nombre tan antiguo! ¿Edward? Si estamos en el siglo XXI, ¿a qué padre se le habrá ocurrido ponerle ese nombre? Pero bueno, el problema era que estas dos brujas querían que cambiara a mi Jake. Sabía que no era de su agrado y bla, bla, bla ¿¡pero llegar a este punto!? ¡Que brujas!
—Edward es el hermano de Emmett, el que se va a casar con Tanya. Te lo dije, ¿no te acuerdas? —Bueno, por lo menos era un chico comprometido…—. No, Alice, ella no va… Es la antepenúltima noche de Edward soltero, no tengo más opción, ellos quieren eso y nosotras también. —Presté más atención a la conversación de ese par de locas, ¿de qué estarían hablando? Rose parloteaba.
Sí, no te preocupes, deja eso en mis manos. ¿Qué?... ¡No! Edward, como todo caballero, dijo que él no quería despedida de soltero, así que Emm lo convenció para que vaya con nosotros a tomarse unas copas al bar, está todo preparado…. Ajá, ¿dónde lo dejaste? Pero, ¿tú crees que se va a poner eso? Ella es totalmente capaz de ir en jeans y converse, la conoces… ¿Por qué me dejas con eso a mí? Eso es fácil, tú sabes persuadirla y hacer que vista como quieras… Yo la voy maquillando, ¿bueno?... Ok, nos vemos, adiós. —Hice como si me concentrara en mi libro, antes de que me pillara escuchándola.
—Bella, eres una pésima mentirosa, ¿lo sabías? —Pero claro, Rose me había pillado.
—¿Qué dices?... —Me hice la desentendida—. Sólo he estado leyendo, ni siquiera he abierto la boca. —Quería salirme por la tangente, pero con la señorita "te conozco lo suficiente como para creerme tu pobre intento de engañarme" nada de eso es posible.
—Tienes leyendo esa página desde que comencé a hablar con Alice. —Rodé los ojos—. Vamos, mueve tu trasero de allí, tienes que arreglarte, porque vienes con nosotras. —No preguntó, afirmó.
—Verás, Rose… No quiero salir, me siento mal por no salir con Jacob y… Según lo que escuché, ese tal Edward tiene novia, incluso se va a casar. —Mal intento de persuasión.
—Entonces… ¿No vas? —Me daba miedo la cara de Rose serena, pero ésta era una cara de...
—Oh, no. Rose, cuando pones esa cara, estás en plan de bruja perversa. —Ella estaba escribiendo un mensaje, algo se traía entre manos.
—¿Has escuchado el dicho: "Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va hacia él"? —No sólo conocía el dicho, sino que conocía a mis amigas. Sabía que siempre conseguían lo que querían, ¡como sea y cuando sea!
—Hola, ¿Alice?... Escucha, tengo un problemita… Cambiamos el bar… Sí, sí… ¡Plan B! Ok, avísale a los chicos… Nos vemos —Enarqué una ceja y crucé mis brazos, desafiándola.
—¿Plan B? ¿Cuál es el…? Oh, no, no, no… ¡Aquí, no! —Estaba por entrar en pánico cuando se me iluminó el foco, tratando de luchar contra la sonrisa que peleaba por salir, miré el reloj. 7:00 pm.
¿Ya era demasiado tarde, no?
—Aquí no hay alcohol, así que la montaña no va a poder ir a Mahoma, claro, a menos que Mahoma quiera beber jugo de naranja y agua del grifo —Miré a Rose con una segura expresión de ¡já. gané!
—Oh, no, nena, no ganaste… —Caminó hacia un anaquel de la cocina y sacó unas bolsas de supermercado—. Aquí... —Hizo una pausa dramática para enseñarme su sonrisa perversa—. Está el… plan B... ¡GANÉ! —La sonrisa se me escurrió de inmediato, ¿¡cómo pude subestimar a esas brujas!? Sabían que les iba a poner trabas… Ahora, ¿quién podría ayudarme? Humm ¿Jacob? No, está de viaje… ¿Mike? ¡No, no! Prefería ser torturada aquí a irme con Mike, habría que ver lo empalagoso que puede ser conmigo... ¡Guácala!, así que no tenía otra salida.
—Rose, ve diciéndole a Alice que ganaron, pero que perder una batalla no es perder la guerra. —Finalicé indignada, fui a mi cuarto y cerré la puerta de golpe. Allí, sobre la cama, estaba un vestido de randa azul, o bueno, la parte de la blusa. De la cintura salía una falda con cortes asimétricos del mismo azul, pero esta vez era seda, que llegaba a la mitad del muslo, muy Alice. En el suelo se encontraban dos pares de zapatos, unos de tacón alto, plateados, y a su lado unos converse plateados con detalles azules. Eso me sorprendió, el hecho de que las chicas me dieran a elegir los zapatos significaba que en serio tramaban algo. Esto se pasaba de raro, ¡rarísimo! Entré al baño, me quité mi ropa, abrí la ducha. Mientras esperaba que saliera el agua caliente, Rose me gritó desde afuera:
—Bella, tu celular está sonando y es Jake… Eh, ¿qué le digo?
—¡Cuando salga de aquí lo llamo! —Le grité de vuelta.
—Ok. Este, hola Jake… Mira, Bella está tomando una ducha, cuando salga te llama…
Jake, ¿por qué no sentía emoción al escuchar su nombre? Lo quería, sí, pero sólo eso, siempre fue mi mejor amigo, desde pequeño, cuando papá me llevaba a casa de los Black para ir a pescar, Jake y yo hacíamos cosas todo el día. Me gustaba pasear con él por la playa, jugar, escuchar leyendas de los hombres lobos con los de sangre fría, en fin… Muchas cosas. Cuando decidí venir a estudiar a Los Ángeles, él no dudó en venir conmigo, los primeros días eran difíciles, pero con él, todo cambió y, precisamente, gracias a él encontré a mis amigas.
Después de media hora de dejar que al agua caliente relajara mis músculos y meditando, decidí salir de la ducha.
—¡Serás burra, Isabella! No metiste la ropa. —Me dije a mi misma antes de ajustarme la toalla al cuerpo y disponerme a salir.
Cuando abrí la puerta, lo primero que vi fue un chico, que, por cierto, parecía más un Dios griego en persona. Era alto, tenía un cabello cobrizo y ojos verdes, nariz perfilada, boca carnuda, mandíbula cuadrada y una sonrisa de lado que derretiría a cualquier mujer, y uno que otro hombre. ¡De seguro ese era el tal Edward! Hermano de Emmett, que en realidad no se le parecía en nada, sin embargo, los dos eran apuestos de su manera. Me sonrojé sólo de pensar que estaba nada más en toalla haciendo de idiota parada mirándolo. Nota mental: Traer ropa al baño.
—¿Aquí, Rose? —Esa voz… ¡Qué voz tan hermosa! Parecía coro de los dioses, tan melodiosa, tan… Nunca antes había escuchado una así.
—Este… Sí. ¿Bella? Por favor enséñale a Edward el baño. —Pidió Rose con voz inocente. ¡La iba a matar!
—¡Claro! Es, es… Es aquí… —respondí en un susurro ahogado mientras señalaba la puerta. No hacía falta acotar que mi rostro había alcanzado un tono aún no descubierto de escarlata.
—Gracias —susurró con la mirada fija en mí.
—Rose ¿ya llegó Alice? —Rose asintió—. ¿Le puedes decir que venga? —Entré a mi cuarto. Iba a tener unas pequeñas palabritas con la bruja número dos. Lo de las converse me tenía intrigada.
—Bella, Bellita… ¿Me llamabas? —Alice entró al cuarto bailoteando, mientras yo me ponía la ropa interior por debajo de la toalla— Bella, si es por los zapatos, pues simplemente ponte tus converse, todos los chicos han venido informales.
—Alice Brandon, ¿qué maquina tu malévola cabeza junto con Rosalie Hale? —Entrecerré los ojos, sabía que algo se traían entre manos.
—Este… Verás Bella, ése que entró al baño se llama Edward Cullen, mejor amigo de Jasper y hermano de Emmett, contraerá matrimonio en dos días y él les ha dicho a los chicos que si ellos le demuestran que existen mejores chicas que Tanya, su prometida, pues no se casa, y… Y bueno, él alguna vez hizo un comentario de ti, cuando nos vio en el centro comercial, muy bueno, y los chicos piensan que tú serías la chica que lo haga cambiar de idea, ya que esta noche se vence el plazo… —Mis procesos mentales se detuvieron un segundo en estado catatónico. No podía creerlo, mis mejores amigas querían que yo arruinara la ilusión de una mujer. No, eso no lo podía creer, ¡por Dios, querían que arruine un matrimonio que ni siquiera comenzaba!—. Bella, anda, di que lo vas a intentar, por favor... Te he visto cuando saliste del baño, te sonrojaste… Hazlo por nosotras, esa Tanya es una arpía, Edward no lo sabe, no cree nada de lo que le digan, él piensa que es lo mejor. Anda, inténtalo, por favor, por favor, ¿sí? —Alice finalizó con uno de sus pucheros derrite corazones. Suspiré fuerte, tenía que aclarar mis ideas, pero, de pronto, el celular empezó a sonar, desvié mi atención al aparato, era un mensaje:
"Bella, sé que esto no se debe decir así, por un mensaje, pero he encontrado al amor de mi vida y quiero hacer las cosas bien, perdóname, siempre seremos amigos… Jacob."
—De acuerdo, sólo voy a ayudar un poco. —La cara de Alice se iluminó, echaba chispas de felicidad.
—¡Gracias, Bella! —Me envolvió en un abrazo de duende—. Ahora voy a informarles a los chicos. Nos vemos afuera. —Y después de dedicarme un rápido guiño, Alice salió corriendo de la habitación.
Y ahora, ¿qué se suponía que debía hacer? ¿Salir como si nada? ¿Sentarme? ¿O ir a la cocina y preparar algo de picar? Rose y Alice eran un desastre en la cocina, siempre era yo la que hacía la cena. Al hombre se lo conquista por el estómago, y ese machote que estaba allí afuera, ¡esta noche sería mío! Pero… ¿Que debía decir? Ese hombre se iba a casar, pobre de su novia, tenía a una loca que iba a tratar de seducir a su prometido, claro, que para cualquier intento de "seducción", se debía tener cierto tipo de… Encanto, y a parte de la habilidad de sonrojarse, yo sólo… Detuve el pensamiento en seco, si iba a ayudar, lo mejor sería no pensarlo demasiado. Terminé de vestirme y arreglarme, y salí. Iba directo a la cocina, cuando Emmett volteó a verme y me interceptó.
—¡Bella! Qué alegría verte —dijo con una enorme sonrisa, ese hombre me alzó y me dio vueltas, mientras se reía—. ¡Qué guapa! —Alagó mientras me volvía a colocar de pie—. ¡Hey! Edward, ven hermano. —Me guiñó el ojo, de seguro alguna de las chicas había hablado con él. Edward quedó delante de mí, observándome de pies a cabeza. Sentía como si con la mirada pasara un scanner de rayos x sobre mí. Me sonrojé, como siempre—. Bella, este es mi hermanito, Edward… Edward, ella es Bella, amiga de las chicas, son como hermanas —dijo enganchando sus dedos.
—Mucho gusto, Bella —dijo con su melodiosa voz, se acercó a darme un beso en la mejilla y, en ese momento, de seguro un tomate quedó pálido a mi lado.
—Igualmente. Eh… ¿Comieron? —Todos negaron con la cabeza, haciendo pucheritos—. Bueno, voy a preparar la cena, pero… —Vi las bebidas que tenían sobre la mesa de la sala—.¡Eso sí! El alcohol ya está, ¿y la comida? ¡Nada! ¡Qué niños! Bueno, díganme, ¿qué celebramos? Porque estas reuniones sólo son para celebrar.
—Bellita, tú siempre vives regañándonos, pareces nuestra mamá. Nadie creería que eres la más joven de todos. Celebramos que mañana mi hermano le va a decir no a la víbora de Tanya. —Emmett, siempre tan bromista y tan directo.
—No sé quién es "la víbora de Tanya", pero sí tengo una cosa clara, no me gustaría tenerlos de enemigos. ¡Me voy! —Finalicé mientras entraba a la cocina, escuchaba risas y saluds con choques de vasos.
—¿Podrías darme agua? —¡Oh! Esa voz, tan excitante…
—¡Claro! Toma y… ¿Quién es la chica a la que deberías decirle no? —¡Dios! Lo dije sin pensar, ojalá no se ofenda.
—Es mi prometida. Les he dado plazo a los chicos para que me demuestren que puede haber otra chica mejor que ella. No es por ofender, pero… Para mí, Tanya es la ideal. ¿Cocinas? —¡Bien Edward, zanjaste el tema! No quería seguir, que sutil, pero bueno, yo tampoco lo fui, aunque por un momento sentí… ¿Coraje? ¿Celos? Pero si recién lo conocía.
—Sí, me gusta cocinar. En casa de mis padres siempre he sido yo la de la cocina. —Recordar esos tiempos me ponían nerviosa, triste. Muchos sentimientos salían a flote.
—Vaya… Una chica del siglo XXI que sabe cocinar. —Puso esa sonrisa que me derretía, y eso que no tenía ni treinta minutos de conocerlo, pero yo ya tenía mi sonrisa favorita—. ¿Te ayudo? —Se rascó la cabeza—. Es que ya comenzaron con los arrumacos. —Señaló con la cabeza la sala donde se encontraban las dos parejas.
—Manos a la obra —dije quitando la mirada del espectáculo que se llevaba a cabo en mi ultrajada sala. Durante una hora hablamos muchas cosas, pero nada de su vida, todo de libros, política, noticias, hasta de los chicos.
Ese hombre era un seductor, irradiaba sensualidad con una mirada. Que suerte de la chica que va a casar con él. Cuantas veces yo soñé con eso, con un hombre así, yo creí que sólo en mis sueños existía, ni de Jake me acordaba. En realidad, estaba feliz porque así no lo engañaría con nadie, ni en mis pensamientos.
—¿Siempre es lo mismo, ellos se reúnen, tú cocinas? —Continuó preguntando cuando el silencio se apoderó de la estancia.
—Sí, pero me gusta… Nunca ha sido un reto cocinar para mí, para las chicas, sí ¡El día que se casen no sé cómo harán! —Fingí tener pena por ellas.
—Yo te digo: desayunaran en una cafetería, comerán en un restaurante y cenaran sandwiches o cereal con leche o jugo. —Me quedó mirando con una ceja enarcada.
—Oh, no… Eso no es bueno para la salud, suerte que los chicos cocinan, pero, ¿tú como sabes? ¿No me digas que tú haces eso? —Solo asintió—. No, no lo puedo creer, pero, ¿es que tu novia no cocina? —Me indigné.
—No, ni ha abierto un anaquel de la cocina, en realidad, ni la pisa. Tú serías una excelente esposa, ¿tienes novio? —Estaba preparando la ensalada, eso quería decir que él sí pisa la cocina.
—Este… No, no tengo, pero, tu sí cocinas, ¿verdad? Digo, porque has hecho la ensalada. —Noté.
—Bueno, vivo solo y, de una u otra manera, he aprendido a hacer algo en la cocina. —Se encogió de hombros, restándole importancia.
—¿Me pasas la sal? —Pedí. Me la dio, nuestros dedos casi se tocaron, lo que me hiso olvidar hasta mi nombre—. Gracias. Pensé que vivías con tu novia.
—No, ella vive en otro departamento. Vamos a mudarnos a otro más grande, pero yo me quedo con el de soltero, porque allí voy cuando quiero estar solo, ¿sabes? A veces se me pelan los cables. —Lo decía con una curvatura en sus labios.
—¡Chicos! —gritó Alice—. ¡Vengan, miren esto! —Entró como una bala a la cocina y me sacó a rastras. Edward iba caminando con paciencia atrás de nosotras. Emmett y Rose tenían unas fotos en las manos, pero eran negras, con manchas blancas, parecían ecogra…
—¡No... No jodas, Rose! ¿Estas embarazada? —grité de repente, emocionada— ¡Felicidades! —Corrí a abrazar a mi amiga. Luego, giré y encontré la mirada de Emmett—. ¿Y tú grandulón? ¡Felicidades! Me alegro mucho por ustedes, ¡voy a ser tía! —Tenía abrazado a Emmett, pero la que se estaba asfixiando era yo, de hecho, ya estaba roja—. Hey, Em... Suéltame… No puedo… Respirar. —Todos rieron, y es que Emmett era como mi hermano, lo quería muchísimo, aunque apenas hace un par de años que lo conocía.
—Vaya, hermano, ¡felicidades! Esme se va a poner contenta, verás que mañana ya tiene la habitación del bebé. —Emmett lo quedó mirando serio, era como si le hubieran dicho que su hijo era un marciano.
—Oh, no Edward… No le digas a mamá, después iremos Rose y yo a decirle, ya sabes cómo es ella. No quiero ni imaginarme. —De verdad que Emmett estaba nervioso, no sabía el motivo de su reacción. Las chicas me habían contado que ella era una excelente persona, que era muy buena y que trataba a todos los amigos de sus hijos como hijos. ¿Cuál era el problema?
—No te preocupes, sabes que yo no voy con chismes —contestó Edward con una sonrisa, pasando su brazo por encima de los hombros de su hermano.
—Bueno… ¡Felicidades! Pero ya está la comida —Me volteé para ir a la cocina. Siempre que los chicos venían, la cena la hacíamos en la sala, ya que siempre venían a ver el partido.
—¿Pongo la mesa? —preguntó Edward cuando estuvimos en la cocina.
—No, no, Edward, los chicos comen en la sala. —Le contesté distraída.
—Emmett y Jasper como siempre, ¡salvajes! —No pude evitar la risa, yo siempre decía que eran unos cavernícolas, pero nunca en alta voz, solo eran pensamientos—. ¿De qué te ríes? ¿A qué tú no opinas lo mismo? –—Y ahí estaba de nuevo, su sonrisa ladeada, mi favorita.
—Sí, pero nunca lo había dicho en voz alta… Así que Edward, ¿te estrenas como tío?
—No, tengo otro sobrino, ese enano es la razón por la que visito a mamá casi todos los días… ¿Sabes que soy médico? —Asentí, los Cullen eran muy conocidos por su jefe de familia, que era doctor—. Bueno, me gustan los niños, por eso soy pediatra.
—¿Bella? —Rose había entrado en la cocina con una botella de whisky vacía—. ¿Hay jugo? Ya sabes, no puedo ingerir alcohol.
—Sí, en la nevera, hoy hice las compras del súper. —Saqué la comida del horno, olía bien. Para festejar, sin saber, había hecho lasaña, que era la comida favorita de Rose y Emmett.
—Mmm… Huele bien, ¿Edward? Esto es comida, no como la de ayer. Esa comida estaba congelada, ni el pequeño Robert quiso comer. —Rose tenía cara de asco mientras hablaba y a Edward se le notaba vergüenza. Algo me habían contado, pero no sabía que era con él, tuve que toser para disimular la risa.
La comida pasó entre juegos y bromas de los chicos, como siempre, Emmett encabezando la lista de chistes y de ocurrencias. Fue una cena amena, me agradaba muchísimo estar con ellos, pero la sentía como especial. Será por qué Edward estaba allí, él nunca había estado, ni lo conocía, Emmett decía que la novia lo tenía apartado de todos, ya que era una mujer fría, dura, sin sentimientos.
Después de la cena, llevamos con Alice los platos a la cocina para dejarlos allí. Luego, o mañana, los lavaría, ahora estábamos ocupados con la visita.
—Edward y... ¿Qué te pareció? —Escuché que Emmett le decía a Edward, me quedé paralizada. Alice pasaba por mi lado y la cogí del brazo para que no avanzara, quería escuchar lo que decían. Alice me quedó viendo con una sonrisa de travesuras.
—Em… No sé, no voy a dejar a Tanya.
—Edward, no te estamos diciendo que dejes a Tanya, toma esto como tu despedida de soltero, te apuesto que Bella está encantada contigo. Ella es inteligente, pero nunca le han gustado las relaciones serias, es más, nunca ha tenido algo serio con alguien, así que aprovecha. —Esta vez Rose fue la que habló.
—No sé… Chicos, no quisiera jugar con sus sentimientos, se ve que es una excelente mujer. —Él no iba a jugar con mis sentimientos, yo tenía claro lo que pasaba, ni que fuera tonta y me enamorara de alguien de la noche a la mañana.
—Bella sabe todo y está dispuesta, sólo que es tímida. Tu da el paso, Edward. —Rose seguía insistiendo. ¿Y si no le gustaba y por eso no quería acostarse conmigo?
—¿¡Qué!? —A él también le sorprendió de lo que estaba dispuesta—. ¿De verdad? Bella me gustó desde que la vi salir del baño, sentí ganas de arrancarle la toalla y tirarme encima de ella —¡Dios! ¿De donde había salido el cavernícola? Hace un rato estaba cocinando con él y no parecía eso.
—Edward, Bella hace tiempo ha querido quitarse la virginidad de encima y tú estás de despedida de soltero. Vamos, hazle ese favor. —No lo podía creer, ¿yo tenía amigos o enemigos?
—De verdad, ¿Bella virgen? Wow… ¿Cuántos años tiene? —preguntó sorprendido.
—Veinticinco. Recién egresó de la escuela de medicina de la UCLA…
—Y con honores… —Alice entró a la sala con una botella de vino—. Dentro de cuatro meses va a hacer un voluntariado a Ecuador en pediatría… ¿No sabes que también es pediatra? —Nota mental: ¡Matar a Alice! Se me fue de las manos, pero yo no podía salir, sabía que debería quedarme en el pasillo, escuchando.
—No me dijo nada, pues, que bueno… Veremos qué pasa más adelante. —Este era mi momento de salir e ir a la sala, así que cogí todas las fuerzas que tenía y caminé hacia la sala—. Hey, Bella… No me habías dicho que eres pediatra. —Con fingida emoción enojada miré a mis amigas, las cuales me habían puesto en bandeja de plata ante Edward.
—Bueno, pues no me gusta andar alardeando con las personas mi profesión pero… —Vi a mis amigas—. Veo que a algunos sí. —En ese momento sonó mi celular—. Permiso, voy a atender. —Agarré el celular y entré en mi habitación—. ¿Bueno?
—¿Dra. Isabella Swan?
—Sí, ella habla —contesté mientras me sentaba en el filo de la cama.
—Somos del hospital público de Seattle, disculpe por la hora, pero hemos tratado de comunicarnos con usted y no hubo resultados.
—Lo siento, pero he estado ocupada. —Envolví mis dedos en el filo de la sábana.
—Lo entiendo. ¿Podría acercarse al hospital en esta semana? Es que va a haber una capacitación para el voluntariado, puesto que se adelanta para dos meses.
—¿Dos meses? No hay problema, en esta semana estoy allí.
—Doctora, no olvide que hay departamentos disponibles, si desea hacer uso de uno.
—Oh, gracias… Me gustaría. Hasta luego.
—Que la pase bien. —¿En esta semana? Tendría que despedirme de todos en esta semana, bueno, serán solo unos meses, pero no podré estar en el embarazo de Rose. La iba a extrañar tanto.
Les conté a los chicos que ésta sería nuestra última reunión, pero que prometía llamarlos. Tenía sentimientos encontrados. Tristeza y alegría, no sabía si reír o llorar, por lo que tomé la decisión de pasarla genial, y eso incluía a ese dios que estaba a mi lado bebiendo de su copa. Sus labios estaban más rojos de lo normal, sólo de verlo me mordí el labio inferior y luego mojé mis labios con la lengua. Era malditamente sexy, debería ser pecado, él no debería salir a la calle. De seguro las madres de sus pacientes dejan enfermar a sus hijos para verlo, ser feo debería ser el primer requisito para ser médico, ¡pobres niños!
Ya había bebido de más, ya que empezaba a estar mareada. Reía a cada cosa que decía Emmett, como cuando tuvo que hacerse pasar como pareja de Edward para quitarse a una chica de encima.
—¿Jasper, puedes ir a comprar más trago? —Emmett quería seguir bebiendo.
—Claro, vamos Alice, acompáñame —¿Fue cosa mía o le guiñó un ojo? Algo tenían esos dos, los conocía, pero no le di importancia. Los vi salir por la puerta, Alice iba dando saltitos. Seguimos conversando, riendo.
—¿Que habrá pasado con los chicos? Hace más de una hora se fueron. —Miré el reloj y era verdad, además, había una tienda en la esquina de la calle. Vi que Emmett se reía con el celular en mano.
—¿Qué pasa Emmett? —La sonrisa en su cara me desconcertó.
—Tenemos que ir a buscar a Jasper, se quedaron dañados, al parecer no estaba la tienda abierta y fueron a buscar una gasolinera —¡Oh, bien! Emmett borracho, yo mareada, Edward en las mismas, la única sin haber bebido era Rose. La miré, sabía que no le gustaba manejar, pero esta vez ella estaba rara, no estaba enojada, ¿eran las hormonas?
—Vaya, parece que me toca ir, vamos Em. —Y yo me quedaba sola con… Miré de reojo a Edward, ¡oh Dios! ¿Por qué a mí? Vi como salían, Emmett tenía grabada una sonrisa de "¡Disfruten... Y mucho!" ¡Ay! Como odiaba cuando se ponían en ese plan...
OoOoOoO
Hola! Sé que algunos ya han leído la historia. Es lo mismo, solo que ahora está corregido
Gracias a Carlie que está teniéndome paciencia en todo. Y gracias por todas esas huellitas que dejaron anteriormente.
Bienvenidos a los nuevos, espero que les guste esta historia.
No olviden que cualquier cosa está el grupo del Facebook.
Si les gustó o no, encantadísima que me lo dejaran saber ;)
Besos,
MelLutz (L)
