Parte 1.

Regina

Y allí estaba yo, recibiendo una bala en el pecho mientras caía por un portal hacia no-sé-dónde.

Justo cuando empezaba a conseguir la confianza de Henry. Justo cuando esos dos idiotas hasta me llamaron familia. Justo cuando por primera vez en muchos, muchos años no me sentía completamente despreciada.

Recién me había levantado después de haber sido torturada. Henry corrió a abrazarme y los otros dos se quedaron viéndome como si no fuera una buena idea contarme. Los forcé a hacerlo.

Emma se fue a hacer la heroína con mis torturadores, sola. Por alguna razón—muy, muy estúpida—, decidí ir a ayudarla.

Una hora y una pelea de chicas más tarde, Tamara me disparaba y lanzaba la—¿penúltima?— habichuela.

Ahora no estoy tan segura si ir tras la Salvadora fue una de mis más brillantes ideas.

Afortunadamente, no morí. El nuevo feliz matrimonio del Bosque Encantado, y su perro guardián, Mulán, por alguna razón me salvaron. Ellos saben bien quién soy. La Reina Malvada. Pero no me dejaron morir.

Y allí fue cuando empezó mi busqueda para volver a casa.

Mulán se ofreció a ayudar mientras que Aurora y Felipe volvieron a su castillo. Nosotras, en cambio, fuimos al mío. Protegido de la maldición, toda la magia en él es más que útil.

En el viaje, descubrí porqué Mulán convenció a Aurora y Felipe de salvarme. Ella tiene un sentido del honor y rectitud intacto. Sabía que "era lo correcto". Recuerdo haberme burlado de ella en aquel entonces, yo la habría dejado morir en su lugar. Yo habría dejado morir a un monstruo moribundo en su lugar.

En fin, el viaje a mi castillo fue una pérdida de tiempo. Bueno... inútil en cuánto a una forma de volver; perfecto para preocuparme aún más. Mi magia en el Bosque Encantado es mucho más fuerte, por lo que logré usar uno de mis espejos para buscar a Henry. Secuestrado, en Nunca Jamás, por Peter Pan.

¡Tranquilizador! No tenía mejor momento para desaparecer. Lo único que sucedió fue el aumento de mi desesperación y, probablemente, de la irritación de Mulán. No era como si me importara, ella era sólo un medio para un fin.

Tomé un espejo de bolsillo, para así lograr ver a Henry cada vez que lo desee.

Lo que me resultó curioso, es que mi acompañante no era en lo absoluto irritante. Sino que se mantenía callada, hablaba sólo cuando era necesario, y no hacía preguntas molestas o desconfiadas. Supongo que me habré acostumbrado a los Encantadores.

Después de la visita a mi castillo, los siguientes meses creo que enloquecí a Mulán con mis planes sinsentidos para volver a Henry. Cada una pasaba un poco más la línea del sentido común que el anterior. Pero gracias a mi espejo descubrí que Henry volvió a Storybrooke y puede respirar un poco más tranquila.

Otra cosa que hice, fue mantenerme cerca de Mulán hasta que llegamos junto a sus ¿amigos, quizás?

Noté que ella tal vez se sentía atraída hacia la princesa Aurora, lo cual no podía ser bueno, dado a que está casada.

Tiempo después mis sospechas se hicieron realidad y mi instinto también.

En un viaje al castillo de Rumple para buscar alguna habichuela, o varita, o poción, o hasta los malditos zapatos de rubí por el amor de Dios, nos chocamos con el único e inigualable Robin Hood. El ladrón. Y uno despreciable, debo agregar. Lo que sí era hermoso es su encantador hijo, Roland.

Ya había estado en el Castillo Oscuro antes, así que conozco todas las trampas. Incluso que todo lo útil está oculto por magia de sangre...

¡Ja! Quizás no todo lo estaba. Con sólo mover un bastón logré llegar a un arsenal de magia secreto.

Curioso... Un bastón a la vista de todos, a la mano de todos. Y Rumple utiliza magia de sangre...

Puede que parezca estar en completa calma, pero no dejen que las apariencias los engañen. Estaba entrando en pánico. Así fue cómo descubrí que Rumplestilskin es mi padre, y que él probablemente no lo sabe, sino no hubiera utilizado magia de sangre. Yo era una de esas personas de las que se debía cuidar, lo quiera aceptar o no.

En fin, escuché una conversación entre Robin Hood y Mulán.

«Si hay alguien a quien amas con todo tu corazón, no te retengas» le dijo él.

Cuando volvimos con Aurora, ella estaba a punto de declararsele, hasta que la princesita saltó a decir que estaba embarazada. Hasta a mí me dolió eso. Presencié el abrazo más incómodo de la historia, y entonces Aurora le preguntó cuál era la noticia que tenía.

Nunca imaginarán lo que salió de esa mujer.

«Regina y yo, nos vamos» eso fue lo que obtuvo mi atención. «Para ayudarla a encontrar a su hijo».

Una mentira descarada. Se podría decir que sentí un poco de orgullo en ese momento. La honorable Mulán mintiendo, y yo estuve allí para presenciarlo.

Bueno... fue una mentira al principio. Luego terminamos haciendo justo eso. Me venía bien la ayuda y ella no se mete donde no le conviene.

«Entonces, Mulán. ¿Ahora que piensas hacer?» le pregunté.

«Ayudarte a encontrar a tu hijo» dijo con conpleta seriedad y me empecé a preguntar si finalmente encontré un aliado en este mundo de odio hacia la Reina Malvada.

La distancia de Henry me mataba cada segundo, de cada día. Casi deseaba arrancarme el corazón para así no sentir, si no fuera porque debe haber alguna forma de regresar a Storybrooke.

Lamentablemente, según Mulán nuestra opción más segura para volver era acompañar a los Hombres Valientes de Robin Hood. Sólo esperaba no arrancarle la cabeza antes de encontrar un portal.

Tres meses después.

Resulta que los Hombres Valientes son completamente inútiles. Planeabamos seguir nuestro camino por nuestra cuenta.

Me vestí con mi ropa de montar, como desde que llegué al Bosque Encantado y me dirigí a darle un beso de despedida al pequeño Roland.

«¿Regina?» era la voz de Mulán. Tiré la cabeza hacia atrás y me giré a ella.

«¿Sí?».

«Tenemos que irnos, ¿adónde vas?».

«Quiero despedirme de Roland» me limité a explicar y me alejé antes de que replicara.

Ignoré a los hombres, en los que después de todo este tiempo he aprendido a confiar. Sí, fue inútil, pero con respecto a Henry. En el resto, fue como si olvidaramos que yo soy malvada y ellos, hipócritas. Es decir, son ladrones, pero está perfectamente bien si roban para los pobres. Nunca entenderé esa moralidad.

«Hola, cariño» dije cuando divisé a Roland y la sonrisa que me regaló derritió mi corazón. «Te voy a extrañar mucho».

Me agaché para abrazarlo. Sentí sus pequeños brazos rodeando mi cintura. No pude evitar recordar a Henry.

Entonces, oí un sonido detrás de mí, arriba. Como un grito. No, un aullido.

Dí la vuelta y allí estaba una criatura que no creí haber visto nunca antes. ¿Un mono volador? ¿En qué momento llegué a Oz?

«¡Cuidado!» escuché gritar a Pequeño John mientras le lanzaba una flecha a la bestia.

Me mantuve frente a Roland protectivamente y formé una bola de fuego para lanzar al mono. Pronto capté a Mulán por el rabillo del ojo, con su espada en mano. Asentimos a la otra en una clase de comunicación silenciosa y yo formé otra bola de fuego.

Yo era la distracción. Ese era el plan. Una vez que la criatura se acerque lo suficiente Mulán llegaba 'al rescate'.

Le hice una señal a Robin para que se lleve a su hijo y así poder jugar a la ofensiva con libertad.

Tiré la bola del fuego mientras padre e hijo desaparecían de mi vista.

«¡Ey!» le grité haciendo señas con mis brazos. Seguramente me veía ridícula, y atipicamente infantil, pero no me detuvo.

En el momento en el que el mono volador se lanzó a mí, el sonido de la espada de Mulán retumbó en mis oídos y ví al monstruo caer muerto a mis pies.

«Gracias por eso» respiré y ella asintió.

Volvimos a recoger nuestras cosas. Mientras ella sólo lleva todo lo que se pudiera tener a mano, a mí me gustaba recoger todo lo que pudiera en una tela y cargarlo. Afortunadamente, con el tiempo se me fue esa ridícula costumbre.

Entonces la ví darme una mirada, esa mirada que decía que quería hacer algo malo. Esto debía ser bueno.

Mulán buscaba robarle a un grupo de ladrones. Tenía que admitirlo, aprecié la ironía de toda esa situación. No era conveniente hacerlo a plena luz del día, pero ¿cuándo nos ha detenido eso?

Al final del día, nos íbamos más ricas y llevábamos dos caballos con nosotras.

Sé lo que pensarán: Mulán no roba, ella es buena y honorable. Bueno, como ya dije anteriormente, una mujer con el corazón roto puede llegar a hacer cosas indescriptibles. Porque yo sé que Aurora le rompió el corazón, y no hay nada que pueda hacer al respecto más que llevarla conmigo y dejarla descargarse. Después de todo, ¿quién era yo para juzgarla?

Entonces pensabamos ir hasta el castillo de Blancanieves y Encantador. Si no recordaba mal, en la pequeña aventura de Nieves y Emma allí encontraron el ropero que más tarde sirvió como un portal gracias a mi madre.

2 meses después.

Tengo una hermana. Una hermana que me quiere muerta.

Si eso no es suerte, entonces voy a limitarme a llamarlo Destino. Porque sé perfectamente que el Destino quiere joderme una y otra vez hasta el cansancio.

Mulán posó una mano en mi hombro. Debió notar que me quedé pensando por un poco mucho tiempo. Suspiré, aceptando el gesto y asintiendo para asegurarle que estaba bien. Al menos los ataques de monos voladores se detuvieron.

Ella me dejó tranquila. Sabe que no soy de hablar de mis sentimientos. Ella también lo es.

Era este año en general. La falta de Henry y una hermana que me odia. Aún no entiendo cómo no terminé colgada desde el cuello en algún árbol del bosque de Sherwood.

Ví otra vez por el espejo de bolsillo. La familia estaba cenando en Granny's como si todo estuviera bien, normal. Quizás era mejor así. Sé que ellos creen que estoy muerta, presencié mi propio velorio a través del espejo, pero, ¿y si es mejor así? ¿Y si todos son más felices sin mí en el medio? ¿No es egoísta querer volver?

Y en medio de todos esos pensamientos, empecé a agradecer a mi hermanita. Recuperé algo que creía hace tiempo perdido: alguien a quién destruir.

Pasé frente a Mulán, buscando a Rebel, mi caballo. Debía prepararme para un viaje.

«¿Qué vas a hacer?» Mulán preguntó.

«Es hora de darle una visita a mi hermanita» sonreí malévola y noté que ella fue dubitatimente por Valiente. Me iba a ayudar.

Cabalgamos por el camino entre los bosques. Fue entonces cuando la sentí. Magia. En algún lugar cercano había una descarga enorme de magia. Y resultaba ser más que cercano. Justo frente a nosotras se abrió un portal como no los había visto antes. Era un arco dorado, como fuego. Detuvimos los caballos a tiempo, pero parecía atraernos.

«¿Qué diablos es eso?» Mulán me preguntó.

«Un portal».

«Espera... ¿eso puede llevarnos a Storybrooke?».

«No, yo no lo abrí» y sentía que no podía controlar más a mi caballo. «¡Ten cuidado! No sabemos dónde podría-».

Pero para entonces ya fuimos absorbidas por el portal. Ya no estábamos en el Bosque Encantado. No estábamos en Storybrooke. Sino que aparecimos en Oz.

Como si con una Bruja Mala no me fuera suficiente...

Sentí el impulso de ver la imágen de Henry otra vez. No pude. La magia en maldito Oz era diferente que en el Bosque Encantado y no estaba acostumbrada a ella. Aún podía utilizarla, pero no igual que antes, no completamente.

Y allí se fue el último placer que me quedaba, pensé amargamente. Ya ni una imágen de mi hijo se me permitía.

«¿Dónde estamos?» escuché que Mulán dijo.

«Oz».

Ella, en cambio, no se veía tan desarmada por estar en este odioso lugar.

Miré al frente y me encontré con un camino de ladrillos amarillos. Genial. De verdad no estaba de humor para buscar al mago de Oz, pero entonces Mulán sugirió que quizás tiene una forma de llegar a Storybrooke. Y ahí fue cuando todo encajó. Los estúpidos zapatitos de rubí de la película.

De todos modos, ni siquiera llegamos a la ciudad cuando unos munchkins dijeron que la Bruja Mala del Oeste convirtió al Mago de Oz en un mono volador. Ahí decidí cambiar de plan. A pesar de que entre malvados se entienden, no se confía, por lo pensé ver las Brujas Buenas de Oz.

Pero fuimos hasta el castillo de todos modos. Nunca se sabe qué se puede robar. Como esas interesantes pociones para sanar corazones, o el trébol de cinco hojas. O- ¿por qué hay tanto verde en este lugar? Uno puede aceptar una condición de la piel, y luego está mi hermana.

Estaba recogiendo algunos de los objetos mágicos que este "poderoso" mago tenía cuando escuché un gruñido a mis espaldas.

«Eh, ¿Regina?» dijo mi compañera.

«¿Qué sucede?» me callé en el momento en el que vi al objeto de la preocupación de Mulán. «Mulán, ¿por qué hay un lobo aquí dentro?».

La bestia gruñía, mostrando los dientes y lista para el ataque. Se lanzó Mulán, quién la esquivó dando un paso hacia atrás. Me perdí por un segundo observando al lobo. Es que no era un lobo, es un hombre lobo y uno que lucía bastante familiar a mis ojos.

Ruby.