Ye old Disclaimer: Poketto Monsutta or Pocket Monsters (Pokémon) doesn't belong to me. They are property of Gamefreak, Satoshi Tajiri and Nintendo.

El viejo Disclaimer: Poketto Monsutta o Monstruos de Bolsillo (Pokémon) no me pertenece, son propiedad de Gamefreak, Satoshi Tajirji y Nintendo.

Death and Rebirth

No era la primera vez que Delia Ketchum se encontraba en este tipo de situación, muchos años atrás había vivido una experiencia similar cuando su hijo no tenía siquiera dos meses de haber partido con tal de cumplir su sueño de ser un Maestro Pokémon. Sus manos sudaban, sus rodillas temblaban, su garganta estaba seca y lo peor de todo, podía sentir una horrible sensación instalarse en su pecho y descender poco a poco hacia su estómago, dándole la desagradable experiencia de sentir un agujero formándose en sus adentros.

Estaba aterrada, y si alguien tuviera el mismo objeto ante ellos, no la culparían de estarlo. Era casi ridículo cuan aterrada estaba de una pequeña carta, un simple objeto inerte y de apariencia inocua, pero ella sabía bien que las apariencias engañan, lo sabía mejor que nadie. A menudo le creían una estúpida cabeza de chorlito que no podía parpadear y respirar al mismo tiempo, era esa razón por la cual en su infancia su hobby era el destrozar tales nociones en la gente y simplemente disfrutar sus expresiones.

Pero en este caso, simplemente no había comparación alguna, ante ella no estaba algo que brindaba algún sentimiento que fuera bienvenido en su hogar. Sabía bien que a pesar de su inocente apariencia, el objeto ante ella traía consigo algo que devastaría su mundo.

Puede que los sellos sean distintos, el papel hecho de otro material y la fuente sobria y respetuosa. Pero podía reconocer una carta de su tipo a leguas, pero se negaba a admitirla o reconocerla. Ya años atrás se enteró de que había perdido al amor de su vida gracias a una de estas cosas, casi una década luego recibió el susto más grande de su vida cuando recibió otra, notificándole que Ash y sus amigos habían perecido ahogados en el naufragio del Santa Ana, noticia que fue luego desmentida por el mismo Ash cuando logró comunicarse con Oak para notificarle de que no solo habían sobrevivido, sino que continuarían persiguiendo sus sueños a pesar de haber estado cerca de la muerte.

Año tras año luego de ese evento no pudo más que guardar silencio y rogar por que su pequeño hijo regresara a salvo a casa. Las historias que había escuchado de su boca, al igual que los rumores, y aquellas que presenció no hacían más que colaborar al prematuro encanecimiento de su cabello conforme pasaba el tiempo. Pero, como todas las cosas en la vida, la ausencia de Ash fue convirtiéndose cada vez más en una rutina, al punto en que ya se había hecho a la idea de que su hijo simplemente había hecho una vida fuera del hogar en que nació, y lejos de ella.

Por lo que aprendió rápidamente a atesorar los momentos en que estaba junto a ella, y a prever y reconocer cuando mostraba señales de estar pronto a partir, con tal de despedirlo como merecía, nunca olvidando el siempre recordarle que sus puertas estarían abiertas cuando quisiera regresar, sin importar el tiempo, la hora o la temporada.

Es por eso que esta carta era en lo absoluto una sorpresa que en lo más profundo de su alma jamás esperó volver a recibir. Cierto, Ash tenía un retraso de una semana, pero no es la primera vez que su hijo había sido dado por muerto en un accidente aparentemente catastrófico, sólo para aparecer a los días o semanas como nuevo y sin un rasguño encima.

La carta de la compañía aeronáutica simplemente era un mal momento por el cual tenía que pasar gracias a la burocracia. Una simple cortesía que extendían nada más con tal de eximirse de culpa alguna de cualquiera haya sido la falla que su hidroavión haya presentado.

Delia se levantó, decidiendo tomar la carta con algo de desdén a pesar de sus manos sudorosas y rodillas temblantes, sabía que si abría esa carta se desmoronaría por completo y no podía soportarlo. No de nuevo, por ello decidió destruirla, no eran más que palabras bonitas que a pesar de su sobriedad no hacían más que mentirle. La sujetó entre sus manos, sólo necesitaba halar en direcciones contrarias y el falsamente inocuo objeto sería destrozado para jamás regresar.

Pero no pudo, simplemente no pudo hacerlo, por lo que cobardemente caminó hasta el armario más cercano y arrojó la carta en sus adentros, convencida de que dentro de algunos días su hijo le contactaría con la mano en su nuca, disculpándose nuevamente por haberla preocupado de esta forma. Ella le gritaría, lo regañaría por ser tan inconsiderado pero al final como siempre, lo perdonaría.

Cerró la puerta del armario con violencia, su mano sujetando firmemente el picaporte sin dejarlo ir. Lentamente se dejó caer, apoyándose contra la puerta mientras su cuerpo se retorcía en dolor y agonía.

Esa noche no pudo conciliar sueño alguno, simplemente se quedó allí en la sala, llorando como si no hubiese un mañana, su cuerpo carcomido en dudas y malos augurios incluso cuando en su corazón, muy profundo en su corazón, sabía que su hijo estaba vivo. Pero a pesar de tal creencia la carta que había recibido fue suficiente para causar mella en sus defensas.

Conforme pasaron los días estuvo en negación, al punto de vivir su rutina como normalmente lo hacía, nada parecía fuera de lo normal. Limpió su casa, hizo las compras, lavó, planchó, atendió el jardín y limpió el huerto. Todo siempre bajo la mirada atenta de Mime. Simplemente estaba contenta con ignorar las cosas hasta que una respuesta definitiva apareciera.

Pero con el paso de los días la duda incrementó a niveles que jamás pensó volvería a experimentar. Su cuerpo comenzó a desplazarse de forma mecánica, casi parecía un autómata programado para realizar tales labores sin rechistar, simplemente sentía que estaba viviendo su vida atrapada en una mala pesadilla que parecía no tener fin. Pero la súbita llegada de Samuel días después pareció sacarla del agujero en el que ella misma se arrojó. La presencia de Samuel sólo podía significar una cosa, Ash finalmente había aparecido y estaba bien, quizás más bronceado de lo usual pero sano al fin y al cabo.

Pero algo en su rostro la detuvo en seco, conocía esa expresión, esa desolación que portaba en sus ojos había aparecido más de una vez en el rostro de Samuel Oak, ella retrocedió lentamente, no lo podía creer, la carta no era más que una mentira.

—¡Delia!

—¡NO!

—¡Delia, escúchame!

—¡No, Ash está bien! Pronto llamará y ambos podremos regañarlo Samuel, Ash nunca ...

El hombre avanzó hacia ella con grandes zancadas, y por un segundo Delia pensó que estaba a punto de golpearle, por lo que cerró sus ojos en espera de la bofetada. Pero lo que recibió a cambio fue un abrazo, ella luchó o al menos intentó luchar contra su agarre, pero el hombre la sostenía firmemente al punto en que le era físicamente imposible separarse de él. Sentía su cuerpo temblar, y a los pocos segundos se dio cuenta de que no era ella sino el hombre que le sostenía en estos momentos quien temblaba.

No necesitó ver su rostro para saber que Samuel Oak estaba destrozado, no necesitó escucharlo para saber que estaba llorando, no cuando podía sentir las lágrimas recorrer lentamente su piel desde su cuello hasta sus hombros. Eso bastó para romper toda duda que tenía en su mente, su pequeño, su bebé realmente no aparecería dentro de poco como tenía acostumbrado.

Simplemente la suerte no estuvo con él como siempre pareció estarlo.

Ash Ketchum había desaparecido junto con todos los tripulantes del hidroavión que los transportaba desde la lejana Unova sin dejar rastro alguno.

La noticia de su desaparición viajó rápido por todos lados, si bien Ash no había todavía alcanzado su sueño, eran muchas las vidas las que había tocado en sus travesías.

XxX

—¿Crees que mamá esté enojada conmigo Pikachu?

—No lo dudes,tampoco te sorprenda que no te deje fuera del alcance de su vista por una temporada.

La respuesta que recibió luego de tal pregunta, provocó que un suspiro desesperado surgiera de sus labios.

—No fue mi culpa estar atrapado por casi tres años en una región que nadie conoce.

Una respuesta no fue necesaria luego de tal exclamación, en especial por que con una simple mirada bastó para clarificar qué exactamente, pensaba el roedor acerca de tal asunto.

Su dueño, un joven adulto de veinte años parpadeó por un par de segundos, creyendo haber oído algo en la distancia, sólo para ignorarlo luego, al ser otro comentario pasajero de algún Pokémon pasante que al volar cerca de él se quejaba del olor que emergía de sus desgarbadas ropas.

Era extraño como después de su más loca aventura hasta ahora, había logrado unirlo con los Pokémon al punto en que podía entenderlos con perfecta claridad, tal como si hablara con otra persona. Desgraciadamente tal experiencia no había sido obtenida sin consecuencia, había perdido casi tres años de su vida atrapado en una enorme isla en la que ningún aparato eléctrico parecía funcionar por alguna razón que no podía comprender. La paradoja era que las Pokébolas funcionaban a la perfección a diferencia de los demás aparatos tecnológicos, quizás el material natural del que estaban hechas marcó la diferencia entre su funcionamiento o no. También había experimentado incontables tragedias en ese lugar al punto de estar al borde de perder la locura, si no fuera por Pikachu quien estuvo a su lado día y noche.

El hecho de que N, un viejo conocido tampoco haya tenido una buena vida antes de adquirir tal habilidad, le hacían pensar que quizás había algo en particular en dichas experiencias que desencadenaba tal habilidad.

Pero cualquiera haya sido la razón, comprendía que el tener tal habilidad y varias Pokébolas a su comando, había marcado la diferencia entre la vida y la muerte. Años de vivir en lo salvaje junto a sus Pokémon y aquellos que capturó en la isla, le habían hecho adoptar ciertos hábitos con tal de sobrevivir, su experiencia en aquel lugar había sido hasta ahora desgarradora, había perdido amigos y cambiado como nunca antes pensó lo haría.

Ash miró a su alrededor, no viendo más que agua en su distancia, hacía más de cuatro días que había zarpado de la extraña isla con tal de regresar a su mundo. Para hacerlo se arriesgó a capturar a varios monstruos con tal de cubrir todas sus bases al haber tontamente enviado a todos sus Pokémon excepto Pikachu con Oak una vez culminó su aventura en Unova.

Una decisión que por años no hizo más que maldecir por su gran tontería, muchos de ellos le habrían sido en extremo útiles para evitar perder a tantos amigos en lo salvaje.

El moreno miró su montura, un enorme Wailord que había capturado cuando apenas era una pequeña Wailmer. Sólo recientemente había evolucionado tras un año de duro entrenamiento con tal ganar esta nueva forma, desgraciadamente era demasiado enorme en estos momentos como para ser usada en combate, por lo cual ahora cumplía un simple rol básico de transporte hasta que supiera qué exactamente, hacer con ella.

Wailmer por otro lado estaba conforme con su vida, y hasta ahora lo único que le interesaba era seguir nadando en los inmensos y extensos océanos del mundo. Quizás algún día encontrar pareja y tener crías, pero por ahora estaba más que satisfecha con lo que tenía, y no abandonaría a sus amigos luego de años juntos.

Un fuerte sonido de aleteo llamó su atención, obligando al moreno a alzar su vista a los cielos, viendo a un joven Articuno lentamente acercarse a ellos con sus garras extendidas. Ash sonrió, viendo que una de sus nuevas capturas había finalmente aparecido luego de horas de haberlo enviado con una única misión, encontrar tierra o ayuda. El ave legendaria se detuvo en el aire apenas a metros de donde él se encontraba, aleteando fuertemente con tal de quedarse en un sólo lugar mientras otorgaba su informe.

—¡Ash! Hay tierra firme a dos días de distancia habitada por humanos, muchos de ellos.

El moreno sonrió, le agradeció y regresó al ave dentro de su Pokébola con tal de que obtuviera un merecido descanso.

—¿Oíste eso amiga?

—¡Claro que sí Ash, sujetate!

Wailord dejó salir una gran exclamación que causó que tanto Ash como Pikachu se remecieran encima de ella, sacando una carcajada jovial de ambos en el proceso.

—¡Entonces, adelante, la civilización nos espera!

Horas luego todos a excepción de Wailord, (que se alimentaba constantemente del plancton del mar), estaban devorando algunas de las vayas y frutas que habían podido recolectar para este viaje.

—¿Sabes qué extraño? ¡La Ketchup! Oh, daría mi cola y orejas por volver aprobar ese manjar de los dioses.

El moreno de larga cabellera no pudo evitar sonreír, no era la primera vez que el roedor hacía tal exclamación.

—Descuida amigo, una vez estemos en casa te prometo que te compraré toda una caja para ti solo.

—Más te vale Ash, más te vale...¿Escuchaste eso?

—Mis oídos no son tan sensitivos como los tuyos, Pikachu.

Wailord sacó su cabeza del agua ligeramente con tal de comentar.

—Sumérgete un momento en el agua, y podrás escucharlo.

El moreno miró en dirección del rostro de Wailord y asintió.

—¿Segura de que no hay algún Sharpedo merodeando por allí? Por alguna razón parecen insistentes en hincarme el diente.

—Muy segura, es más fuerte a medida que vamos en esta dirección.

Sin titubear demasiado, el joven adulto se arrojó al océano luego de tomar una gran bocanada de aire, aguardando bajo la superficie al menos por todo un minuto hasta que finalmente pudo percibir un sonido tal y como sus Pokémon lo habían logrado, pataleó hacia la superficie, usando una de las aletas de Wailord con tal de volver a subirse a su lomo.

—¡Lo escucho, chicos! Pero no tengo idea de que podría ser realmente.

—¿Crees que sería prudente enviar a Articuno a investigar?

El moreno asintió, tomando de su cintura la ultra bola que contenía al joven legendario. Una vez este emergió sobre el lomo de Wailord, este estiró las patas y sus alas con franco relajo.

—¡Oye, cuidado con las garras!

—Oh, lo siento Wailord. ¿En que puedo ayudarte, Ash?

—Siento molestarte de nuevo, pero necesito que vueles en aquella dirección lo más alto que puedas y confirmes qué está ocasionando ese extraño sonido.

El ave miró a Ash por algunos segundos antes de asentir, sin embargo no pudo evitar el comentar.

—No es que me moleste, pero ¿sí recuerdas que no soy tu único Pokémon volador, cierto?

Ash sonrió, llevando su mano a su nuca y frotando ligeramente, ofreciendo una ligera disculpa ante la majestuosa ave.

—Creí que a estas alturas te habrías acostumbrado a cuan tonto puede ser Ash, Articuno.

—¡Oye! -protestó el moreno-

—Lo sé, de nuevo el discurso de favoritismo por parte de los demás, aparte del hecho de que Pikachu es el único Pokémon al que Ash mantiene consigo las veinticuatro horas.

—Chicos, no es que me moleste el cargarlos, pero las garras de Articuno son incómodas mientras se aferran a mi espalda.

—Oh, si, lo siento Wailord. ¿En qué dirección debo ir?

Una vez partió el ave, Ash no pudo evitar observar a Pikachu.

—¿Por qué no me has dicho de que los demás...

—Oh por favor Ash, a pesar de que nos das a todos la misma cantidad de amor que te es posible, sabemos que incluso a pesar de eso, que tienes favoritos entre nosotros.

El moreno suspiró, por alguna extraña razón había podido capturar más de seis Pokémon en aquel lugar sin que el sistema de tele-transportación se los haya arrebatado. Por días estuvo capturando Pokémon con tal de alcanzar tal cifra y enviarles un mensaje a sus amigos de que estaba vivo, que no se rindieran en la búsqueda. Pero una vez alcanzó los seis, se dio cuenta de que por más que esperara, la Pokébola no desaparecía, tampoco lo hizo con la séptima, ni la octava ni ninguna otra de las cincuenta y cuatro Pokébolas que empleó en la isla.

Al final terminó con casi sesenta monstruos a su lado, algunos que derrotó en justa batalla, como Articuno, Moltres, Zapdos, Ninetales, Persian, Azurill, Ditto, Darkrai, Lapras, Poochyena y Ursaring. Otros que habían decidido seguirle luego de forjar una relación con él, como Espeon, Umbreon, Gardevoir, Absol, Ponyta, Slowking, Arcanine, Kadabra, Rhyhorn, Cubone, Misdreavus, Wailord y Steelix. Mientras que el resto simplemente los había heredado de aquellos compañeros humanos que no sobrevivieron la brutal experiencia, quienes le acompañaron en el viaje tras haberles prometido el al menos regresarlos con las familias de sus entrenadores entre ellos estaban: Scizor, Houndoom, Miltank, Beautifly, Aron, Trapinch, Milotic, Shinx, Glaceon, Leafeon, Purrloin, Archeops, Zorua, Gothitelle, Sawsbuck, Braviary, Virizion, Golurk, Shaymin, Glameow, Tropius, Seviper, Arbok, Chansey y Magmar.

En el pasado jamás habría atrapado o tendría consigo tal cantidad, en especial por que sabía que no podría entrenar con todos ellos como debería. Pero luego de perder sus primeras capturas ante la brutalidad de los monstruos locales, supo que si deseaba sobrevivir, necesitaría un gran equipo a su lado, no sólo numeroso sino también habilidoso con tal de poder enfrentar las hordas de bestias que insistentemente por más de un año intentaron acabar con los demás entrenadores a como diera lugar.

Al segundo año él era el último humano en pie en ese lugar, al parecer la presencia humana no era bienvenida en lo absoluto, en especial cuando muchos de los sobrevivientes comenzaron a capturar indiscriminadamente a cuanto Pokémon "legendario" o inusual se cruzara en su camino. Al principio parecían tener la ventaja gracias a la diferencia de poder entre los monstruos entrenados y los salvajes, pero los números estaban contra ellos. Por lo que lentamente fueron siendo derrotados hasta poder acceder a los humanos.

Ash tembló profusamente al rememorar esos tiempos, sintiendo rápidamente la pata de Pikachu en su brazo, reconfortando las horribles memorias que habían regresado con tal remembranza.

—Ash...

—Estoy bien amigo, sólo me perdí en los recuerdos.

El moreno miró sus manos por un segundo, notando que ya no temblaba tanto como antes, había visto cosas en ese lugar que jamás pensó vería, al punto de cambiar su percepción de la vida y los monstruos completamente. Los Pokémon salvajes en las regiones donde habitan los humanos eran prácticamente domesticados en comparación con aquellos que jamás en su vida habían visto a un humano. Ahora comprendía cuanta suerte tenía en haber sobrevivido a tantos momentos peligrosos en su adolescencia.

Pero a diferencia de N, las tragedias que presenció a manos, patas o garras de los Pokémon y de los humanos, no le cambió lo suficiente como para desear separarlos de forma definitiva. Había sido testigo que tanto monstruos como Pokémon tenían muchas cosas en común, más que nada que si bien podían ser horribles criaturas cuando el miedo los controlaba, pero cuando tenían el uso de razón y se detenían a ver y medir sus acciones, eran capaces de grandes cosas sin tener un límite alguno.

El hecho de que un Mew haya decidido evitar el que acabaran con él, tal como lo habían hecho con todos los demás humanos, le había sacado de ese oscuro camino en el que comenzaba a transitar una vez fue el último de su especie en aquel lugar.

—Ash, Articuno está regresando.

El moreno miró en la dirección que Pikachu apuntaba animosamente, viendo que efectivamente la hermosa ave estaba lentamente regresando a ellos.

—Si no tiene cuidado con sus garras, juro que los arrojaré al océano, Ash.

El aludido sonrió, mientras acariciaba una parte del inmenso lomo de Wailord.

—Tranquila, tendrá más cuidado, pero sí sabes que lo hace sin intención, ¿cierto?

Tras unos segundos de incómodo silencio, Wailord respondió:

—Con o sin intención igual duele, Ash.

La respuesta del moreno fue interrumpida por Articuno, quien dijo:

—¡Ash! Varios humanos se dirigen en esta dirección en un objeto que jamás habían atraídos por mi presencia, porque una vez me notaron, comenzaron a seguirme .

—¡Ash! El sonido es más fuerte que nunca, ¿Qué hacemos?

Pikachu no pudo evitar el agregar:

—Articuno, regresa rápido a tu Pokébola, los de tu especie no son tan comunes en el resto del mundo como lo son en la isla. Pueden que sean cazadores, ¿Ash, en serio nos arriesgamos?

El moreno parecía estar pensando seriamente por algunos segundos antes de asentir:

—Articuno, regresa. -Ash alzó su mano con la ultra bola, envolviendo al ave con su rayo- Wailord, escucha con mucha atención, como en la isla hay Pokémon que no desean más que causar daño, también hay humanos con los mismos objetivos, si te digo que te sumerjas, lo haces, por ahora nos acercaremos lo más cerca que podamos, una vez bajo el agua puedes tragarnos y mantenernos en tu boca, dentro hay aire suficiente para quince minutos, mientras te alejas de los humanos a toda velocidad.

—¡Ash, puedo verlos!

El comentario de Pikachu había logrado llamar la atención del moreno, al punto que que se había alzado sobre el lomo de Wailord, ocultando su mano tras del inmenso y deteriorado poncho que estaba empleando para cubrir su cuerpo desnudo.

—¡Pikachu, alerta! si ves que intentan algo fuera de lo norma.

Tras quince minutos de espera, todos a excepción de Wailord bajaron la guardia al reconocer al menos a dos de los tripulantes de tal embarcación.

Joy y Jenny.

XxX

El teléfono sonaba insistentemente, sacando de su profundo sueño al afamado doctor Oak, parpadeó por dos segundos intentando razonar el qué ocurría, sólo para que sus oídos pudiesen escuchar el insistente timbre provenir desde su mesa de noche.

Murmuró algunas maldiciones en voz baja una ves sus ojos se posaron en su reloj, notando que eran al menos las cuatro y media de la madrugada. Se alzó de mala gana, sabiendo que quizás sería una emergencia a la que tendría que atender a pesar de las altas horas. Alzó el auricular, ni siquiera molestándose en activar la pantalla, no estaba de humor, mucho menos creía que quien fuera el que realizara la llamada quisiera verlo a mitad vestir.

—¿Hola, laboratorios Oak, habla Samuel Oak, quien habla?

De inmediato pudo reconocer la clásica tonada de la melodiosa voz de Jenny al otro lado de la línea, parecía ser quizás otro caso donde necesitarían su ayuda con urgencia, pero a medida que escuchaba lo que tenía que decir, más se confundía, al parecer estaba llamando desde Decolora, aparentemente tenían bajo custodia a un hombre que clamaba conocerlo y que no dejaba de insistir el comunicarse con él con extrema urgencia.

El sexagenario frunció el ceño, por algunos segundos tentado a negar conocer a alguien en la lejana región, pero algo que no pudo explicar le hizo aceptar la idea de comunicarse con quien fuera sea el que insistía en hablar con él.

Quince minutos luego, corría a través del pequeño pueblo de Paleta con tal de llegar al hogar de una vieja amiga, le faltaba el aliento y sus pies lo estaban matando, pero su voluntad podía más en estos momentos que su cuerpo, ignoró la alharaca que los monstruos guardianes ocasionaban al escucharlo pasar.

Sonrió al ver la casa, no podía esperar el contarle las noticias a Delia, una vez llegó a la misma ignoró todo decoro y sin aviso alguno procedió a golpear la puerta de la entrada a la vez que gritaba el nombre de la mujer. No había tiempo que perder, tenía que hablar con ella con tal de darle las buenas nuevas.

Como esperaba Mime apareció enseguida, al parecer había tomado su intrusión de mala gana al haber perturbado el sueño de su ama, pero una vez pudo reconocerle, todo rastro de violencia desapareció para ser posteriormente reemplazado por preocupación, era obvio que no habían sido años fáciles para la residencia Ketchum.

Tras cinco minutos Delia abrió la puerta, estaba obviamente aterrada por su imprevista y violenta visita, se lanzó hacia ella, ni siquiera dejándola gritar su descontento o preocupación, la tomó de los hombros y sin esperar a que reaccionase de ninguna otra forma, la abrazó, vociferando una y otra vez:

—¡Está vivo! ¡Está vivo!

Delia se separó violentamente de él tras escuchar eso, sus ojos tan grandes como platos de sopa, llenos de lágrimas por derrochar y una luz de esperanza que había desaparecido tiempo atrás.

Oak sólo asintió, no era necesario decirle de quién exactamente estaban hablando, sólo había alguien en el mundo por el cual Delia rogaba todas las noches. La mujer sonrió al mismo tiempo que sus ojos rodaron hacia atrás y ella perdía la consciencia. Mime fue más rápido que Oak al usar sus poderes psíquicos para controlar su caída.

Entre ambos la llevaron al mueble de la sala, esperando a que recobrara la consciencia. Había mucho que explicar y más que nada, preparaciones que hacer.

XxX

Cinco días después habían transcurrido, y tanto Delia como Oak descendían del enorme hidroplano con tal de apartarse del aparato lo más que podían de la máquina y nadie podía culparlos por ello.

Jenny sonrió al ver a más de un pasajero acariciar sus lastimadas y abusadas posaderas, era obvio que nadie había disfrutado el viaje. No obstante sabía que tenía un trabajo por hacer, y ese era el escoltar al profesor Oak y a su invitada a los cuarteles principales donde estaba hospedado la razón de su visita.

Tras introducirse e intercambiar los saludos y presentaciones de rutina, ella procedió a guiarlos al automóvil más cercano con tal de encaminarlos lo más rápido que podía rumbo al hotel, mientras respondía pregunta tras otra de la mortificada madre.

—Sí, señora Ketchum, hemos comprobado gracias a la base de datos de Kanto que efectivamente es Ash Ketchum... No señora Ketchum,no está herido, de hecho a pesar de las múltiples cicatrices le puedo asegurar que su hijo está en perfectas condiciones...No señor Oak, el señor Ash Ketchum no está bajo custodia ...Sí, nuestros científicos se han asegurado de registrar todos los datos posibles que el señor Ketchum nos ha suministrado, pero es de entenderse que muchos de ellos puede no sean fiables, después de todo tenía días navegando sobre la espalda de su Wailord...Sí señora Ketchum, un Wailord.

Luego de eso reinó el silencio en el automóvil al comprender que quizás estaban siendo demasiado hostigadores con sus preguntas. Sin embargo la joven podía ver en su espejo retrovisor que ambos sujetos estaban extremadamente nerviosos, por lo que decidió dar información por cuenta propia.

—Deberían estar orgullosos, el señor Ketchum es ahora reconocido como el único ser humano que ha sobrevivido en el área misteriosa del océano, muchos han intentado explorar esas aguas, pero nadie ha regresado. El señor Ketchum es el primero y único en haberlo hecho.

Pudo ver que sus palabras no habían traído el confort que esperaba, quizás necesitaba otra manera de apaciguar sus nervios en alza.

—Oh,también fue muy considerado en traer consigo al menos once de los Pokémon de los demás pasajeros, todos ellos han podido reunirse con sus familias.

—¿Sólo los Pokémon?

La oficial asintió, solemne con la información que acaba de dar:

—Sólo los Pokémon, al parecer algunas familias esperaban más. No saben lo afortunado que es el señor Ketchum.

La voz firme y seria de Oak de inmediato fue oída.

—Espero que hayan tomado las precauciones requeridas en este caso.

La oficial asintió, dándose cuenta por primera vez al mirar en el espejo retrovisor lo serio e intenso que podía ser Samuel Oak cuando lo deseaba.

—El señor Ash ha estado bajo vigilancia constante, físicamente está sano, pero sufre de un caso de ansiedad, y otros problemas psíquicos que ya han sido atendidos por nuestros especialistas. El señor Ash está listo para regresar con ustedes.

Ambos asintieron, sabiendo que gracias a los Pokémon psíquicos el solucionar problemas mentales era fácil e indoloro, sumado a la avanzada medicina actual, no era de sorprenderse la rápida mejoría.

Sin embargo estaba más que implícito de que a pesar de que estaba "sano", la posibilidad de que el Ash que conocían y amaban estuviera idéntico a la última vez que lo vieron eran nulas. Sólo les quedaba esperar.

XxX

Ash suspiró, estaba agotado de estar encerrado en la habitación del hotel, al punto en que no dejaba de caminar de un lado a otro, completamente incómodo con las paredes que lo rodeaban en este momento. El moreno observó en dirección de Pikachu, notando que el pequeño roedor se estaba dando la gran vida en su cama, rodeado de al menos cinco botellas de Ketchup.

Estaba nervioso por el hecho de que las cosas no habían salido hasta ahora como lo esperaba, y si bien estaba completamente decepcionado de haber partido de varios de sus compañeros al entregarlos a sus respectivas familias, nunca pensó en romper su promesa, por lo que Azurill, Ditto, Ursaring, Miltank, Beautifly, Aron, Shinx, Purrloin, Archeops, Gothitelle, y Arbok habían finalmente sido devueltos a sus familias sin mayores contratiempos.

El resto para su sorpresa simplemente había decidido el quedarse a su lado, incluso cuando sus familias habían aparecido a reclamarlos. Lo cual en sí fue una experiencia agotadora en más de una forma.

No guardaba rencor por aquellos once Pokémon que decidieron marcharse con sus familias, pero si de algo estaba seguro es que los extrañaría.

Suspiró, estirando su cuerpo un poco con tal de acostumbrarse nuevamente a la sensación de portar algo encima que no fuera su desgarbado poncho. Contaba con unos jeans azules una talla más grande con tal de que no limitasen sus movimientos, al igual que una simple sudadera negra que se ajustase a su torso. Habían ofrecido el cortar su cabello, pero simplemente se había negado rotundamente.

No por que le gustase el cabello largo, no porque pensara que se veía radical con el pelo largo, sino que por el hecho de que estaba acostumbrado a tenerlo así de largo luego de casi tres años. Quizás, algún día en el futuro cuando estuviese más cómodo en la sociedad y con su pasado, estaría dispuesto a cortarlo, pero por ahora necesitaba mantener al menos un módico de su pasado consigo con tal de no olvidar lo que había ocurrido.

No que realmente pudiera.

La puerta de su habitación se abrió repentinamente, dejando entrar a Joy, seguida por Jenny, su doctor particular Ulrich y, para su sorpresa a Samuel Oak y más importante aún, Delia Ketchum, los últimos aparentemente congelados en su lugar una vez entraron y posaron sus ojos en él.

Su madre no dejaba de mirarlo, sus grandes ojos café completamente abiertos de par en par, logrando incomodarlo un poco, ¿Acaso no lo reconocía? Alzó su mano hacia su nuca, acariciándola en un gesto que por años jamás ha podido eliminar antes de contestar.

—Eh, hum, ¿Hola?

Eso fue lo único que pareció sacar de su hechizo a su madre antes de que esta gritara y se arrojara en su dirección mientras pronunciaba su nombre una y otra vez con desesperación, su abrazo siendo lo suficientemente fuerte como para lograr que varias de sus costillas resonaran en sus adentros. Pero a Ash no le importó, no cuando finalmente después de tanto tiempo estaba en brazos de su madre, y esta no dejaba de llorar histérica su nombre.

Sintió una mano en su hombro y pudo ver que el profesor Oak estaba al igual que su madre a punto de entrar en histeria al finalmente reconocerlo. Pero a diferencia de su madre, el profesor finalmente pudo mencionar lo que por años Ash había ansiado escuchar.

—¡Bienvenido a casa!

La sonrisa que portó en su rostro, al igual que en el rostro de Pikachu no podía ser arrebatada por nada ni nadie.

—¡Estoy en casa!

Continuará...

Dudas, quejas, correcciones y comentarios en la sección de Reviews, a menudo siempre contesto lo que me dejan: No olviden dejarme una forma de cómo contestar en caso de que dejen un Anonimo con preguntas.

Antes de que critiquen la "invención" de una nueva región, déjenme aclarar algo. En el Anime de Pokémon apenas hasta ahora hay cuatro o cinco regiones descubiertas o en existencia. Pero en el Canon Pokémon total, existen al menos doce regiones, tres archipiélagos y varias regiones desconocidas.

Regiones: Kanto, Johto, Hoenn, Sinnoh, Teselia/Unova, Kalos, Aura, Floresta, Almia, Oblivia, Sol y Ransei.

Archipiélagos: Islas Naranja, Islas Sete (Archi 7), Pokétopia y el Archipiélago Decolora.

Otros lugares: Pueblo Hierbabuena y el Mundo Misterioso.

Muchos de estos lugares son únicos para el Anime, otros para los juegos. Pero en su totalidad forman parte del Mundo Pokémon en su enteridad. Lástima que no hayan empleado a muchos de esos lugares en la animación. (Excepto Kalos, que apuesto pronto tendrá su propia animación con Ash de protagonista en tal región de Pokémon X & Y).

Ash cayó en la región del Mundo Misterioso, la región más grande del Mundo Pokémon, también una en la que los humanos no existen salvo los Pokémon de casi todas las áreas. (Excepto aquellas que no existían cuando el juego Mistery Dungeon se creó). En este juego si un humano entra a la región, es transformado en Pokémon, pero por el bien de mi historia, hice la región simplemente casi imposible de acceder. Los humanos saben que está allí, pero hasta ahora no han podido conquistarla.

Los Pokémon locales son más agresivos y salvajes que aquellos de las regiones donde existen humanos. Por lo que Ash no pasó buenos tres años en tal isla. Cambió en muchas formas que aún no son perceptibles, pero sigue siendo el mismo Ash. El siguiente capítulo será un poco más largo, ya que lidia con su regreso, sus amigos, seguir con su vida y ver que nada es como lo solía recordar. Probablemente será más largo, tengo que editarlo bien, hay muchas cosas que antes me agradaron que ahora no que estoy quitando y reemplazando. Pero si todo sale bien el siguiente capítulo será publicado el viernes junto con las demás actualizaciones.