Habitación
El sonido de la lluvia no cesaba… no se disponía a dar tregua. Su desolada y perdida mirada se posó en la nada… Un simple momento agobiado por la soledad de cuatro paredes blancas, una puerta con letras en otro idioma, que denotaba un escrito optimista al enamoramiento a primera vista. Un armario con una de sus puertas abiertas, dejando ver los estropajos que eran sus ropas. Una puerta de ese mismo armario con imágenes de ella misma, sacadas en un momento rebosante de amor; panfletos sobre conciertos, eventos, tocatas y una banda conformada por un grupo de amigos. Y una rosa negra de goma Eva, pegada con la cinta adhesiva de uno de esos postres. A su lado –del armario- un espejo tapado por las cortinas celeste-calipso de su habitación, tras ellas, las ventanas que la aislaban del frío de la noche lluviosa.
Zapatos regados por el piso, cuadernos sobre los mismos, cables, y más estropajos que conformaban su vestimenta. Un velador con insignificantes pertenencias sobre el. Una cama hundida por el peso de su cuerpo. Una mano que atrajo un cigarro a su boca, y luego lo apartaba para dejar escapar el humo de su pecho. Su habitación: un desastre, que en ese mismísimo momento, reflejaba el desastre que era su mente, su cuerpo… y su alma.
