Prólogo

Mediados de Julio. Mansión Hizuri.

Hizuri Kuu, fundador y presidente de Hizuri Company, se sentó tras su enorme escritorio de caoba en la biblioteca de ese coloso al que llamaba «casa» y miró a su hijo.

—Mi único hijo y aún no estás casado —sacudió la cabeza claramente consternado —. Nunca he pensado mucho en mi legado, ni en tener nietos que continuaran con el apellido Hizuri. Pero mi ataque al corazón me ha hecho enfrentarme a una dura verdad. Podría haber muerto. Podría morir mañana. Además ya es tiempo que te cases, tienes 34 años.

Su expresión resultó tristemente penetrante cuando continuó.

—Finalmente me he dado cuenta de que si dejo que os la arregléis solo, no te casarás nunca, y eso significa que nunca tendré nietos. En resumen, no pienso dejar más el futuro de esta familia al azar.

Su mirada lo taladró.

—Tienes un año. Para cuando ese tiempo concluya, no sólo estarás casado, sino que ya tendréis un hijo o vuestra esposa lo estará esperando.

Kuon Hizuri miró a su padre. No podía creer lo que estaba oyendo. ¿Era una broma? ¿Le había afectado a la cabeza ese infarto al corazón?

—Y si te niegas —continuó Kuu, ignorando la incredulidad en su rostro —, todos los empleados perderán sus puestos en Hizuri Company… y también perderás tu puesto junto a los beneficios que tanto amas.

—No puedes estar hablando en serio —dijo finalmente Kuon.

—Hablo totalmente en serio.

—¿Cómo dirigirás la empresa si me niego a hacer lo que quieres? —le recordó a su padre las expansiones que estaban realizando en Seattle y en u complejo de Delhi —.Sólo los retrasos en la construcción ya le supondrán una fortuna a Hizuri Company

Pero Kuu no cedió. Dijo que no le importaban los proyectos en curso, porque si no quería acceder a lo que les estaba pidiendo, vendería el imperio Hizuri Company, incluyendo la fundación que tanto significaba para Kuon.

—Antes de que muera —continuó implacablemente —, quiero verte asentado y con una familia. Quiero verte casado con una mujer decente que sea buena esposas y madre —se detuvo un momento antes de añadir—: Y la mujer con la que te cases tiene que ganarse la aprobación de Julie.

— ¿Mi madre sabe algo de esto? —preguntó Kuon que le costaba creer que su sensata madre respaldara semejante locura.

—Todavía no —admitió Kuu.

Kuon se sintió aliviado. Cuando su madre se enterara del plan de Kuu, lo detendría. De hecho, ella era la única capaz de convencerlo para que cambiara de opinión. Él la escucharía.

—A ver —dijo Kuon —, si tengo esto claro. Tengo que acceder a casarme y a concebir un hijo en un año…

—Si —le interrumpió Kuu —.Si te niegas, perdéis la vida que habéis conocido hasta ahora: tu trabajo, las participación que tienes en la empresa y que tanto amáis, desaparecerá. Tras esa declaración, se oyeron murmullos cargados de palabras malsonantes.

—Y mi madre tiene que darle el visto bueno a la novia —dijo Kuon.

Si la situación no hubiera sido tan surrealista, Kuon se habría reído.

Kuu asintió.

—Es una mujer muy astuta. Sabrá si alguna de esas mujeres no puede ser una buena esposa.

Ignorando su rostro de incredulidad, Kuu prosiguió:

—No puedes decirle a la mujer que elijas que eres ricos, ni que eres mi hijo. No quiero una cazafortunas en la familia.

—No sé qué es lo que intentas —dijo Kuon — Pero nadie me dice con quién tengo que casarme o cuándo he de tener a mis hijos.

El semblante de Kuu cambió. Por un momento, Kuon pensó que a su padre le habría dolido ese comentario. Pero, ¿qué esperaba? Le estaba tratando como si fuera una simple pertenencia. Como si sus sentimientos no importaran nada. ¿Pensaba que lo aceptaría sin más?

—Bien —dijo Kuu con una dura voz—Te daré algo de tiempo para volver a pensarlo. Tenéis hasta las ocho de la tarde. Hora del pacífico, dentro de tres días. Si en ese tiempo no me decís lo contrario, les diré a mis abogados que empiecen a buscar comprador para Hizuri Company. Eso sería todo. Puedes retirarte.

Kuon odiaba admitirlo, pero al parecer su padre no iba a cambiar de opinión ya que Kuu era un hombre testarudo. Cuando tomaba una decisión, era imposible hacerlo cambiar de idea. Kuon cruzó el pasillo y salió de la casa hacia el aparcamiento, que estaba a medio camino de la colina que daba a un hermoso lago. Cada vez que iba allí, se maravillaba ante la belleza de ese lugar. Al otro lado del río brillaban las luces de algunos edificios de la zona.

Sin embargo, no podía decirse que Kuon quisiera vivir en un lugar como ése. ¿Quién demonios necesitaba una mansión? Le parecía ridículo tener una casa así de grande.

Al salir Kuon de la mansión de su padre se fue a ver a su gran amigo y colega , Yashiro Yukihito, que era también su mano derecha en la empresa, al cual conocía desde que eran niños, más que su amigo era como su hermano para él.

Kuon y Yashiro estaban reunidos en la sala de juntas de la Fundación Hizuri.

Mi madre dice que Kuu ha cambiado desde que sufrió el ataque. — le contaba Kuon a su amigo.

— ¿Diferente en qué sentido? —preguntó Yukihito.

—Dice que ha estado deprimido, aunque dudo que el viejo conozca el significado de esa palabra.

—Entonces a lo mejor nos ha hablado en serio — Le dijo Yashiro frunciendo el ceño— Los ejecutivos y trabajadores de la empresa están adquiriendo parte de ella, de modo que es imposible que se plantee venderla. Tendría que esperar unos meses. Está tomándote el pelo. No encuentro explicación.

— ¿Cómo puedes estar tan seguro? —le preguntó Kuon —. ¿Y si estás equivocado? ¿Quieres que corra el riesgo? ¿Quieres que perdamos todo en lo que hemos trabajado durante los últimos catorce años? Yo sé que no quiero ver la Fundación Hizuri cerrada… o dirigida por otros —desde hacía años, Kuon había estado al mando de la fundación, la rama filantrópica de Hizuri Company, mientras que su padre aún se encargaba de la mayoría de asuntos de la empresa. Para Kuon la Fundación, era más que un trabajo. Era su pasión, su razón de ser. En lo que a él respectaba, lo mejor de ser un Hizuri era tener la capacidad y los medios para hacer algo bueno en el mundo.

Los amigos continuaron discutiendo el ultimátum de Kuu, pero dado que no iban a llegar a ninguna parte, finalmente decidieron dar por finalizada la conversación.

—Mañana te veo en la oficina —le dijo Yashiro a Kuon cuando se dirigían hacia la puerta —.Tenemos que revisar las cifras para esa posible instalación en Singapur.

Kuon siguió pensando en la condición expresada por su padre mientras conducía su Porche plateado de vuelta a la ciudad, donde tenía un apartamento en el centro, cerca de las oficinas de la Fundación Hizuri. Para cuando había llegado a casa, se había preparado una copa, una ensalada y había calentado un poco del pollo que había cocinado dos días atrás, ya estaba completamente convencido de que él había hecho lo correcto al rechazar la propuesta de su padre. Era demasiado manipulador. Demasiado frío y calculador. Además, ya estaba empezando a creer, al igual que Yashiro, que Kuu le estaba tomando el pelo.

Su padre había invertido demasiado trabajo y demasiado tiempo en construir su imperio como para abandonarlo.

No.

Jamás vendería nada. Lo único que tenía que hacer era esperar, y entonces él se echaría atrás. Por esa razón, cuando se reunió ante una llamada de Yukihito la noche siguiente y éste les dijo que creía que debía aceptar, Kuon se quedó impactado, incluso aunque su amigo le explicó el porqué de su propuesta.

—He ido a ver a Julie- san y cree que hay una gran posibilidad de que la amenaza de Kuu- san de vender la compañía sea real. Me ha dicho que cada vez está más preocupada por él desde que sufrió el infarto. Que lo ve demasiado reflexivo, lo cual no es propio de él, y que en algunas ocasiones le ha dicho que lo único que quiere es que te cases y tengas hijos. Julie- san dice que teme que tu padre sienta una necesidad de arreglar todo, tanto en el aspecto económico como emocional, para luego morir. Así que al parecer tendrás que buscar una esposa. —Le dijo Yashiro.

—Si fuera sólo el dinero, yo le diría que se fuera al infierno. Pero no es sólo eso, ¿verdad? —Respondió Kuon

—Tienes razón, no es sólo eso. Se trata de las cosas y de los lugares que sabe que te importan. Y una parte de lo que exige Kuu-san es que la novia no conozca tu identidad hasta después de haberte casado. ¿Cómo vas a encontrar en Tokio una mujer que se case contigo y que no sepa que eres rico, Kuon? —le preguntó Yukihito.

—He estado al margen de ser parte de la publicidad de la empresa y la fundación, además nunca he destacado tanto como mi padre o como tú que a pesar de no ser un Hizuri eres como parte de la familia para mis padres y como un hermano para mí. Por lo que eres la imagen de la empresa, mucho más que yo.

—Ya, claro —se mofó Yashiro.—. Como si tú no hubieras salido en algún periódico o en alguna revista.

—Pero no tanto como mi padre —dijo Kuon—. Él es el rostro público de Hizuri Company.

—Bueno, entonces, ¿qué me dices, Kuon? ¿Lo harás? —le preguntó Yashiro. —Asúmelo, Kuon. Kuu- san tiene todos los ases en la mano.

—Siempre los tiene —Kuon suspiró exageradamente —. Esto es un asco, pero si puedo lograr un modo de atarle las manos en el futuro, entonces supongo que sí, lo haré.

Para cuando acabaron de hablar, Kuon ya estaba pensando en formas de cumplir su parte de ese extraño trato y de encontrar a su particular Cenicienta.

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(¸.•´ (¸.•` ¤ Continuará

Espero les guste.